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Plañidera



Una plañidera (del latín «plangere») era una mujer a quien se le pagaba por ir a llorar al rito funerario o al entierro de los difuntos. Aparece en documentación iconográfica y documental de la Antigüedad y en algunos países del mundo, diferentes culturas siguen practicando usos similares.[a][1]

Las plañideras surgen en la cultura egipcia debido a un tabú que prohibía a los deudos llorar en público. Actualmente, además de seguir ejerciendo su oficio dentro de los ritos fúnebres de algunas culturas, también se han vuelto un espectáculo dentro de algunas festividades mortuorias.

Su uso siempre ha sido variable dentro del ritual fúnebre, abarcando desde la posibilidad de contagiar o provocar por imitación el llanto en los deudos para efectuar una catarsis del duelo, hasta para realzar la importancia social de un difunto. Las plañideras no están exentas de creencias espirituales, según Tom Lutz, en su libro “El llanto Historia cultural de las lágrimas”, en la Antigüedad el llanto de las plañideras ayudaba a limpiar el alma del difunto, y llevarla a la plenitud.

Para expresar de un modo más enérgico la desolación que debía causar al pueblo judío la devastación de Judea, el profeta Jeremías dice que el Dios de Israel mandó a su pueblo a hacer venir lloronas que él designa bajo el nombre de lamentatrices. Este uso del pueblo hebreo pasó a otras naciones y sobre todas, se conservó entre los griegos y romanos. Estos últimos daban el nombre de praefica a la principal de cada comitiva de lloronas porque era ella la que presidía las lamentaciones y la que daba a sus compañeras el tono de tristeza que convenía según la clase del difunto.

Las lloronas iban cubiertas con un velo y llevaban un vaso en que recogían las lágrimas que derramaban. Estos vasos llamados lacrimatorios se encerraban con mucho cuidado dentro de la urna donde se depositaban las cenizas del difunto. Como no se alquilaban lloronas sino para los entierros de los ricos, no se colocaban vasos lacrimatorios en las urnas de los pobres para demostrar a la posteridad que ninguna persona había llorado en muerte en sus exequias.

Se encuentran representaciones de plañideras desde el Arte egipcio y llegaron a ser representaciones características en tumbas, sobre todo durante el período Gótico.

En México aún se tiene registro de la existencia de plañideras, un oficio que si bien se encuentra en extinción, sigue ejerciéndose de diversas maneras. Este oficio ha cambiado sus modos de operar entre la sociedad, derivándose poco a poco hacia el espectáculo. Cada año se realiza el concurso de Plañideras, en el Festival de día de muerto de San Juan del Río, Querétaro, en el cuál las Plañideras efectúan un performance en el que lloran y se lamentan por alguna celebridad muerta recientemente. En dicho performance se hace énfasis en las capacidades teatrales de las mujeres, y es visto por los asistentes como si fuera una presentación teatral o musical.

Aun así, en el Estado de México, se tiene conocimiento de algunas plañideras que llevan ejerciendo su oficio en tiempos modernos dentro de los rituales fúnebres, generando con su actividad un ingreso que les ayuda a sobrevivir. Tal es el caso de María González Parra, una de las plañideras de las que se tiene noticia en la actualidad, y quién señala que el oficio de plañidera le fue heradado por una tradición familiar:

“Cuando yo tenía 33 años mi madre murió. Ella era plañidera, yo nunca estuve de acuerdo en que se ganara la vida asistiendo a funerales ajenos, pero era la única forma en la que obtenía un ingreso. Cuando ella falleció, caí en depresión y decidí dedicarme al mismo oficio porque perdí mi antiguo empleo.”[2]

Las plañideras son conocidas también con el nombre de "lloronas", "chillonas" o "mariquitas".[3]

Herencia de las plañideras pueden considerarse los coros de mujeres que lloran y se lamentan en las procesiones de Semana Santa en España, en especial en la del Santo Entierro.

En Inglaterra hay una empresa que se ha especializado en este nicho de mercado y ofrecen figurantes para que haya mayor asistencia cuando:

No solo lloran sino que además fingen que eran amigos del muerto y conversan con otras personas comentando detalles personales del fallecido para que parezca que realmente eran conocidos, es decir, se informan sobre la vida del que está en el ataúd y comentan anécdotas sobre esta persona.

La canción "La Plañidera" del cantautor Peruano Raul Vasquez, hace referencia a estas mujeres, relatándonos algunos pormenores del oficio: La plañidera / la plañidera / que sus lágrimas, / vendió / la plañidera / la plañidera / llora a aquel que no conoció.

La película Mexicana “Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando” de Manolo Caro, tiene como personaje principal a una mujer que por circunstancias tiene que volverse una plañidera.



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