Otero de Herreros es un municipio de España, en la provincia de Segovia, comunidad autónoma de Castilla y León.
Se encuentra a unos 75 km al noroeste de Madrid, en la vertiente septentrional de la sierra del Guadarrama, al pie del macizo de la Mujer Muerta. Le atraviesa la sierra de Quintanar.
Junto a la estación de ferrocarril se encuentra la urbanización Canalejas.
El nombre original de Otero de Herreros fue Ferreros (hierro en latín), el antiguo pueblo cuyas ruinas aún se alzan en una desviación del camino a Valdeprados y que fue abandonado hacia finales del Siglo XV. El nuevo pueblo fue localizado en un alto u “Otero” y hace referencia a las personas que trabajan el metal “Herreros”. Se cree que ya en la época de los romanos se extraían y fundían metales en la comarca, hecho del que quedan aún rastros: emplazamientos de hornos de fundición, pozos, zanja principal, galería de desagüe y un gran escorial en el yacimiento próximo del Cerro de los Almadenes, donde hay constancia de minas de Nuestra Señara del Remedio en 1601 de cobre y de plata. Y la mina Madre de Dios, también de cobre y plata. En la zona de Escoriales, las minas de San Francisco y de Santa Catalina de Sena.
En la Plaza Mayor del pueblo todavía se pueden ver clavados en sus esquinas los monolíticos quicios de granito, en los cuales se instalaban las tablazones, con los que se conformaba un coso para los encierros taurinos.
Durante el periodo comprendido entre el 25 de agosto de 1970 y el 28 de febrero de 1980 el municipio de Ortigosa del Monte, estuvo incorporado al municipio.
El municipio de Otero de Herreros, para el año 2010, tiene un núcleo principal con 947 habitantes, así como la pedanía de La Estación, con 57 habitantes.
Entre los personajes ilustres que veraneaban en Otero de Herreros destaca el expresidente del consejo de ministros José Canalejas.
Igualmente, pasó temporadas exiliado en el municipio, en la Casona del Moral, el ilustre abogado y cronista segoviano Carlos de Lecea. Dicha casona, heredada por su nieto Carlos Romero de Lecea, fue en los años 60 y 70 lugar de celebración de múltiples veladas académicas.
El campeón de esgrima Afrodisio Aparicio nació en Otero de Herreros y se fue de mozo a Madrid en busca de mejor vida, donde pronto destacó en la esgrima, llegando a ser campeón mundial y referencia de la Escuela Francesa de Esgrima, aunque tras un duelo "a primera sangre" con el campeón Ángel Lancho, Afrodisio se pasó a la Escuela Española y se hicieron amigos íntimos, hasta el punto de acoger a los hijos de Ángel Lancho en la residencia que Afrodisio Aparicio tenía como casa de veraneo en Bilbao, tras morir Ángel Lancho en la Guerra Civil.
Otero de Herreros ha servido de escenario en trozos de películas o series como: Celia, Las Trece Rosas, "El séptimo día" de Carlos Saura o uno de los anuncios de "Vuelve a casa Por Navidad", rodado en su típica estación de RENFE.
A su vez, también de Otero de Herreros es el actor "marino" (Victor Hugo Serna) del popular "Vuelve a Casa Por Navidad" de las temporadas de 1989, 1990, 19992, 1993, 1995, 1996 y 1997. http://www.youtube.com/watch?v=fIh0q5vwiqg (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)., aunque no se rodase ya en el municipio de Otero, sino en las localidades de Santa Eugenia, Padrón y Arcade, en Galicia.
Sus fiestas grandes son el primer fin de semana de agosto, estas fiestas son en honor a los Santos Niños Mártires Justo y Pastor. En las fiestas, el pueblo vive grandes momentos de alegría con actuaciones musicales, espectáculos de diversa índole y un gradisimo ambiente gracias a la participación de las diferentes peñas del pueblo. También están muy presentes los vecinos de pueblos limítrofes, y de los no tan cercanos que se acercan hasta allí para vivir unas fiestas apasionantes en las que el jolgorio popular se mezcla con las nuevas tecnologías en cuanto a orquestas se refiere.
Otero de Herreros es un pueblo para el descanso y para el disfrute de jóvenes y mayores, un lugar tranquilo en la provincia de Segovia al que se recomienda visitar para contemplar su belleza.
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