Una obra de drenaje es un dispositivo utilizado para dar paso al agua u otros líquidos, restituyendo la continuidad de la trayectoria de los cauces interceptados principalmente por las obras lineales: carreteras, ferrocarriles y otros.[cita requerida]
Originalmente, las obras de drenaje se denominaban alcantarillas, y se empleaban tres formas geométricas para construirlas: circular, rectangular y abovedada. Las circulares estaban constituidas por tubos de hormigón en masa de reducidas dimensiones. Las rectangulares, más conocidas como tajeas, alcanzaban dimensiones mayores a las de los tubos. Finalmente, las abovedadas, realizadas comúnmente de fábrica de ladrillo, alcanzaban grandes dimensiones, hasta incluso tener la envergadura de puentes pequeños. Posteriormente, se utilizó el acero corrugado, el cual permitía tanto las formas circulares como las abovedadas, aunque este material está cayendo en desuso en España. En la actualidad, predominan las obras de drenaje realizadas en hormigón armado, tanto circulares como rectangulares (marcos) o abovedadas (bóvedas), construidas bien in situ o bien prefabricadas.[cita requerida]
Los drenajes vienen en varias formas y medidas, incluyendo las redondas, elípticas, de fondo plano, en forma de pera o de caja.
Las obras de drenaje se construyen de acuerdo al caudal de referencia que se espera que reciban (establecido por el período de retorno) y al riesgo de obstrucción que pueda presentarse por los cuerpos arrastrados por la corriente. El buen funcionamiento de una obra de drenaje se basa en que la velocidad que el agua alcanza en su interior no supere el umbral que provoque al desaguar la erosión del cauce, que el nivel del agua no alcance la infraestructura lineal que atraviesa el cauce, y que la inundación que provoca la disposición de la obra de drenaje sea admisible (no tenga consecuencias catastróficas).
Los ríos, arroyos, barrancos, vaguadas, etc., son interceptados por las obras lineales; es por tanto lógico que la disposición de las obras de drenaje se efectúe en cada una de las interrupciones que se produzcan sobre la red de drenaje natural existente en el terreno. De esta manera, se restituye el funcionamiento natural de los cauces con la mínima interferencia posible.
Al margen de la geometría del cauce, y de las formas de su recorrido, las obras de drenaje cruzan las infraestructuras lineales con su eje en dirección recta, ya sea perpendicular o esviada respecto a la carretera, tratando de hacer coincidir el desagüe con el cauce natural. En lo que respecta a la pendiente interior del conducto, las obras de drenaje se suelen construir tratando de ajustarse al perfil longitudinal del lecho del cauce.
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