El Niño Dios de Sotaquí es una imagen de madera de 40 centímetros de altura, que representan a Jesús en su etapa infantil, la cual se encuentra en la Iglesia del Niño Dios de Sotaquí, en Sotaquí, Chile. Es considerada una imagen milagrosa.
La estatua se encuadra dentro de las advocaciones del Niño Jesús, entre las que se encuentran el Santo Niño de Atocha en España y América Latina, el Santo Niño de Cebú en Filipinas, el Santo Bambino de Aracoeli en Roma, el Niñopan en México, el Divino Niño Huerfanito de Pamplona (Colombia), el Santo Niño Jesús de los Afligidos en San Cristóbal de La Laguna (Tenerife), el Divino Niño de Colombia y el Niño Jesús de Escuque, en Escuque (Estado Trujillo) en Venezuela, entre otros.
La leyenda acerca del origen fue recogida por Félix Alejandro Cepeda, párroco de Sotaquí entre 1883-1887, de la tradición oral y consignada por él en el libro de "Crónicas de la parroquia". El relato que entrega el referido sacerdote en el citado libro es el siguiente:
Como narra la crónica, la imagen del Niño Dios de Sotaquí, fue hallada por Antonia Pizarro, mujer conocida en el valle del Limarí, y en el lado argentino vecino, por sus dones de meica y buena hierbatera, a principios del siglo XVIII. Es probable que Antonia Pizarro encontrara la imagen en sus recorridos por el valle del Limarí, puesto que en la zona habitaba gente poderosa que mantenía en sus haciendas, oratorios o capillas con imágenes sacras que compraban en La Serena, a mercaderes que conocían muy bien las devociones piadosas de sus clientes. También es posible que se la haya regalado por algún paciente agradecido, tras haber mejorado de una grave dolencia. La imagen no presenta señales de haber estado a la intemperie, pues muestra buen estado de conservación y no ha sido restaurada.
La imagen del Niño Dios de Sotaquí está elaborada en madera, de cuarenta centímetros de alto. Su imagen ha sido descrita como dulce y penetrante, con la cabeza levemente inclinada a su derecha con una corona de plata, presenta sus manos extendidas, y en la mano izquierda tenía un pequeño mundo de oro y corazón de plata, obsequiado por María Toro viuda de Tapia, por un favor concedido, según relata el libro de crónicas, como uno de los primeros prodigios del Niño Dios.
En la década de 1920 fue robado el mundo oro y corazón de plata y reemplazado por un mundo de plata. En la década de 1990 le fue repuesto el corazón colgante por uno de oro.
Algunos investigadores aseguran que la imagen por sus características escultóricas pertenece sin duda a la escuela quiteña, fundada por los frailes franciscanos, muy famosa entre los siglos XVII y XVIII, precisamente por los tipos escultóricos de bulto y por las piezas de esculturas representadas al Niño Dios que eran enviadas a iglesias, capillas y oratorios de toda América.
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