El neumotórax es la entrada de aire en el espacio (virtual en el sano) interpleural: entre la pleura visceral y la parietal.
Origina un colapso pulmonar de mayor o menor magnitud, con su correspondiente repercusión en la mecánica respiratoria y hemodinámica del paciente, donde el origen puede ser externo (perforación en la caja torácica) o interno (perforación en un pulmón). Por la descripción de su dolor, en localización e intensidad, puede ser confundido con una angina de pecho o un infarto de miocardio.
Si bien no supone un gran riesgo —con la debida atención hospitalaria— para la vida de la persona, el diagnóstico debe ser rápido y su atención casi inmediata, ya que además del colapso pulmonar y la debida pérdida de oxígeno, la formación de un neumotórax a tensión (donde el aire entra en el espacio interpleural, pero no sale) puede ser fatal en muy poco tiempo, al ir comprimiendo el otro pulmón y el corazón.
Según la causa que desencadene el neumotórax, puede ser:
El paciente del neumotórax espontáneo suele presentar un perfil de complexión delgada, pulmones grandes y alargados, y una edad de entre 20 y 30 años, a mayor incidencia según menor es la edad en este rango, y con un riesgo casi 5 veces mayor en varones. Además, afecciones como el asma pueden ayudar a la formación de estos, así como el tabaco llega a multiplicar por 22 el riesgo de que se produzcan en varones y por 9 en mujeres.
Según el grado de afectación pulmonar, se denomina:
Suele presentar los siguientes síntomas y signos clínicos:
En el examen físico podemos verificar:
El diagnóstico definitivo lo aporta las pruebas de imágenes como radiografía de tórax simple (postero-anterior). La tomografía computarizada de tórax, es recomendada para determinar el tamaño del neumotórax.
El neumotórax a tensión es una emergencia grave, pues el aire entra pero por acción valvular no sale, el cese del hábito tabáquico debe considerarse una parte importante de cualquier tratamiento.
El oxígeno no sólo mejora la hipoxemia que se deriva de la alteración en la relación ventilación-perfusión, sino que favorece la reabsorción del aire pleural. La administración de oxígeno en cánula nasal a 3 L por minuto o mediante mascarillas de alto flujo provoca un gradiente de presión gaseosa entre el espacio pleural y los capilares tisulares circundantes que incrementa tres o cuatro veces la reabsorción del aire pleural.
El neumotórax a tensión requiere una punción cutánea con drenaje atravesando la pleura (pues el aire se reabsorbe por el tubo intercostal del pulmón afectado) que deberá retirarse cuando cese la fuga aérea. Si era leve suele bastar con reposar tras atajarlo, pero el riesgo de que se repita un nuevo neumotórax en el año siguiente al del primero es bastante alto, en cuyo caso puede ser conveniente la intervención quirúrgica para el sellado de la pleura y la resección de las zonas afectadas que presenten afección patológica como enfermedad bullosa.
A los pacientes que han sufrido un neumotórax espontáneo se les debe advertir de que algunas actividades que suponen cambios en la presión atmosférica, como el buceo o el vuelo en avión, comportan un riesgo de recidiva de la enfermedad.
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