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Nada surge de la nada



Nada surge de la nada, o de la nada, nada proviene, son expresiones con las que se indica un principio metafísico según el cual ningún ente puede empezar a existir a partir de la nada. La idea también se expresa mediante la locución latina ex nihilo nihil fit. Se suele atribuir al filósofo griego Parménides.[1]

El principio suele plantearse en relación al origen del universo. Dado que el universo existe, entonces o bien existió siempre, o bien tuvo un comienzo. Si tuvo un comienzo, entonces significa que surgió de la nada, porque el universo es por definición todo lo que existe. Pero esto contradice el principio de que nada surge de la nada. Luego, si el principio es cierto, el universo existió siempre. Siguiendo este tipo de razonamientos, muchas religiones han postulado que el universo no surgió de la nada, sino de un Dios creador, y que ese Dios existió siempre.

En la filosofía griega, un principio relacionado era aquel según el cual un ente no puede desaparecer en la nada, sino sólo transformarse.[2]

El principio puede pensarse como un antecedente de la ley de conservación de la masa y la ley de conservación de la energía.[2][3]

El principio también está muy ligado a la pregunta filosófica que Martin Heidegger y Gottfried Leibniz, entre otros, destacaron: ¿por qué hay ente, y no más bien nada?

En la Crítica de la razón pura, Immanuel Kant argumentó que no es posible determinar si el mundo tiene o no un comienzo en el tiempo.



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