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Muxhe



Muxe (pronunciado /'muʃe/, 'mushe') es un término zapoteca que hace referencia al género que define a un hombre que asume roles femeninos en cualquiera de los ámbitos social, sexual y/o personal. En la región zapoteca del istmo de Tehuantepec se estima la presencia de 3 mil muxes.[1]

Las personas muxe corresponden a parte del espectro de la diversidad sexual y de género, encontrando sus equivalentes en términos como: travestis, mujeres transgénero y mujeres transexuales. Algunos muxes se identifican como hombres gay y su identidad de género es masculina. Hay variedad dentro de la comunidad muxe. [2]

Los zapotecas ocupaban un puesto especial en Mesoamérica como una de las civilizaciones más antiguas y avanzadas. Algunos de los primeros ejemplos de gran arquitectura en este continente fueron diseñados y erguidos por ellos. El término muxe puede usarse incluso como un sinónimo de la palabra transexual.

Existen diversas teorías acerca del origen etimológico de muxe o mushe (en grafía zapoteca, muxhe), aunque la más aceptada dice que es una deformación de la palabra española mujer,[3][4]​ que en el siglo XVI sería pronunciada muller.[5]​ El término para las mujeres que adoptan roles masculinos es nguiu,[5]​ nombre con el que ellas se autodenominan y que en zapoteco quiere decir algo similar a 'lesbiana'.[6]

Desde la época precolombina, los zapotecas consideraban a las muxes parte de un tercer sexo, no mejor o peor que los hombres y mujeres, simplemente diferentes. Algunas muxes formaban parejas monógamas con hombres y se casaban, otras vivían en grupos y otras se casaban con mujeres y tenían hijos.

Cabe notar que el núcleo de la cultura zapoteca era la unidad familiar organizada en un sistema similar al matriarcado. Los hombres se hacían cargo de cazar, cultivar la tierra y tomar decisiones políticas mientras que las mujeres controlaban el comercio y las decisiones económicas. Una muxe podía participar en decisiones que por lo general se reservaban para las mujeres de la familia.

Tradicionalmente algunas muxes también tenían el rol de iniciar sexualmente a los muchachos adolescentes, ya que no era socialmente aceptado que las jovencitas perdieran la virginidad antes del matrimonio.

En otras culturas de esta región han existido grupos que cumplen funciones similares de tercer sexo, como en el caso de los biza’ah de Teotitlán y los hijras en India.

Un estudio antropológico durante la primera mitad de la década de los setenta encontró que aproximadamente 6 por ciento de la población masculina del Istmo de Tehuantepec estaba compuesta por muxes.[7]

Hoy en día los muxes suelen formar parejas temporales con otros hombres, las relaciones estables a largo plazo no son muy comunes, y es extremadamente raro que formen parejas con mujeres.

En una familia tradicional, el muxe todavía suele ser considerado por su madre como "el mejor de sus hijos[8]​" ya que el hijo muxe nunca abandona a los padres en los momentos difíciles de la vida: la vejez y las enfermedades. A diferencia de los hijos heterosexuales que se casan y van a formar otro núcleo familiar que necesita cuidados, el hijo muxe se queda en casa o regresa cuando es necesitado. Por esto, los muxes representan para sus madres tanto una seguridad económica como un apoyo moral, sobre todo cuando en edad madura se quedan solas, ya sea por quedarse viudas, porque el hombre se va con otra mujer más joven o porque ellas mismas deciden separarse.

En algunos casos, cuando hacen falta hijas y un hijo varón no expresa la "natural" agresividad de los varones, la misma madre cría al niño favoreciendo una serie de comportamientos atribuidos socialmente a las niñas. Por esto, no es raro ver a niños muxe menores de 10 años, acompañando a la mamá a vender en el mercado o aprendiendo de ella a bordar.[8]

Los muxes desempeñan funciones socialmente reconocidas y prestigiadas tanto dentro de la familia como en la comunidad como cuidar de los niños, ancianos, limpiar, cocinar y generalmente se quedan en ella donde cuidan a sus padres en la vejez por lo cual son considerados como dadores de atención en muchos de los casos al morir la abuela o la madre heredan su autoridad moral volviéndose el elemento unificador de la familia.

En el 2003, la activista Amaranta Gómez Regalado,[9]​ una muxe de 25 años de edad, acaparó la atención de los medios de comunicación internacionales con su candidatura al congreso unicameral del estado de Oaxaca.[10]​ Gómez Regalado continúa en el 2007 participando en varios proyectos en pro de la comunidad LGBT y es miembro del Comité Estatal Contra la Homofobia, el cual busca que, a partir del 2008, se declare el 17 de mayo como Día Nacional Contra la Homofobia.[11]

En el 2005, la directora mexicana Alejandra Islas filmó un documental en Juchitán de Zaragoza titulado "Muxes: Auténticas, intrépidas y buscadoras de peligro" que fue bien acogido en varios festivales internacionales.

Después del estreno del documental, la estación televisora de Juchitán mostró debates sobre el derecho de los muxes a vestir la indumentaria tradicional, y si esto implica que se les debe dar el mismo trato que a las mujeres durante las fiestas del pueblo y las velas. Más allá de la conclusión del debate, la apertura de la discusión de temas sexuales ha llevado a que en Juchitán se lleven a cabo continuamente campañas de información sobre sexualidad, prevención de enfermedades de transmisión sexual y prevención de embarazos no deseados entre los jóvenes.

Las velas son fiestas prehispánicas que se realizan en la región del Istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca, en las que se come, se bebe y se baila. Los muxes tienen una presencia social tan fuerte en Juchitán que tienen una propia festividad, llamada la Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro. Nació en el año 1975 como una reunión entre amigos con una común militancia en el Partido Revolucionario Institucional, pero ahora se realiza sin tintes políticos y con la inclusión de toda la comunidad, siendo una clara muestra de que existe la posibilidad de integración de la diversidad sexual en la vida cotidiana de la sociedad oaxaqueña.[12]

Esta vela introdujo en la población zapoteca el show travesti, importado del centro de la república, y que ahora cuenta con gran aceptación en diversas fiestas. Incluso en julio del 2014 se celebró una vela muxe en la ciudad de México y, en noviembre de 2013, en Los Ángeles, Estados Unidos.[13]​ Actualmente Felina Santiago es la presidenta de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro.

Dentro del campo de la literatura, la vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras de Peligro es mencionada y utilizada como escenario en la novela Bilopayoo Funk del escritor Ricardo Cartas Figueroa. El autor describe a un grupo de personajes que se autodenominan “Las Auténticas Intrépidas Buscadoras de Peligro”, muxes que se encargan de proteger durante un tiempo al protagonista de la obra. Dentro de este colectivo se encuentra Amaranta, un muxe que hace clara alusión a Amaranta Gómez Regalado: «Su nombre real es Jorge, ya casi nadie se acuerda, pero yo sí. Nunca quiso servir en la casa como nosotras; cuida a su mamá, pero a su modo. Siempre anda en boca de la gente, cuando no anda organizando marchas contra la homofobia, anda dando taller para prevenir el VIH, siempre ha sido muy movida».[14]



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