El marquesado de Molina es un título nobiliario castellano que el rey Carlos I de España otorgó como dignidad para los herederos al marquesado de los Vélez. Esta concesión se produjo en la persona de Luis Fajardo y de la Cueva, II marqués de los Vélez. Durante siglos "marqués de Molina" fue el título de cortesía que llevó el heredero aparente del marqués de los Vélez.
Esta merced no aportó nuevos feudos al mayorazgo familiar, pues sólo supuso una elevación de rango del señorío de Molina Seca, propiedad de los Fajardo desde fecha desconocida de 1387. Fueron miembros de este clan murciano los que ostentaron el título hasta 1713, para que en 1779, tras diversas alianzas matrimoniales, entrara en la Casa de Medina Sidonia.
En la actualidad, como reconoce el Ministerio de Justicia de España, su legítimo poseedor es Miguel Márquez y Osorio, V duque de Santa Cristina y descendiente del XIX duque de Medina Sidonia.
La importancia histórica de este marquesado no es muy amplia, ya que se trataba de uno de los muchos títulos incluidos en el mayorazgo de la Casa de Fajardo, cuya jefatura ostentaban los marqueses de los Vélez. No obstante, en tanto que fuesen herederos de su Casa, todas sus acciones tanto políticas como militares quedarían asociadas al marquesado de Molina.
Esta situación se produjo hasta 1693, cuando la sucesión del Estado de los Vélez recayó en María Teresa Fajardo, duquesa consorte de Montalto, que incluyó el marquesado en una Casa poseedora de vastos estados y un inmenso conglomerado de títulos nobiliarios. En 1713, se produjo la misma eventualidad al heredar Fadrique Álvarez de Toledo las Casas de Montalto y los Vélez, para unirlas a sus títulos de marqués de Villafranca, duque de Fernandina, marqués de Villanueva de Valdueza y príncipe de Montalbán.
En 1779, la Casa de Medina Sidonia recayó en el XI marqués de Villafranca, que al ser uno de los veinticinco linajes que poseían la Grandeza Inmemorial, ostentaba un rango superior a los demás estados en posesión del marqués. Esto supuso que el condado de Niebla, junto al ducado de Fernandina que usaban los herederos a la Casa de Villafranca, fuese la titulación propia del primogénito.
Al quedar el marquesado suplantado en su función, a lo largo del siglo XIX se concedió sucesivas veces a hijos segundones de la Casa.
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