El mangle es un arbusto o árbol leñoso, perteneciente a las rizoforáceas. Tiene tallos de tres a cuatro metros de altura, aunque a veces alcanza unos 15 metros o más. Sus ramas largas y extendidas dan vástagos que descienden hasta tocar el suelo y arraigar en él. Tiene hojas pecioladas, opuestas, enteras, elípticas, obtusas y gruesas; flores axilares de cuatro pétalos amarillentos; fruto seco de corteza coriácea, pequeño y casi redondo y muchas raíces externas en parte. Los mangles forman ecosistemas, llamados manglares.
Es muy abundante en las costas, cayos y ciénagas de América Intertropical. Las ramas colgantes de los mangles se hunden en la tierra, echan raíces y se entrelazan, con lo que forman impenetrables barreras en las que se refugian peces y se adhieren y viven moluscos. Es la planta más representativa de la vegetación halófita, ya que tolera una elevada salinidad como la que hay en las aguas costeras de la zona intertropical y, más aún, en las lagunas o albuferas en contacto con el mar, donde la concentración de sal es generalmente mayor. En las regiones costeras constituye una planta pionera, ya que se establece primero y constituye la base para que muchas otras especies de plantas y, sobre todo, de animales, se establezcan después.
El hábitat del mangle es exclusivamente tropical e intermareal, por lo que el suelo o sedimento se encuentra saturado de agua y es salino o de salinidad variable. En ellos se encuentra una amplia variedad de especies vegetales, pero los "verdaderos manglares" —especies que comúnmente se hallan en manglares y sólo excepcionalmente en otros sitios los constituyen unas 54 especies pertenecientes a 20 géneros, encuadrados en 16 familias.
El mangle colorado o mangle rojo (Rhizophora mangle) es el árbol emblemático del estado Delta Amacuro (Venezuela). Tiene una madera dura y prácticamente indestructible: aunque no es fácil de trabajar, muchos habitantes del delta del Orinoco, especialmente los waraos fabrican sus canoas con esta madera, que no se pudre en el agua. A mediados del siglo XX se hicieron varios estudios para el aprovechamiento económico del mangle en los estados Sucre, Monagas y Delta Amacuro, sobre todo para la construcción de durmientes para el ferrocarril. La idea no prosperó por la decadencia del empleo del ferrocarril, ya que muchas líneas se abandonaron en la segunda mitad de dicho siglo. Por otra parte, la destrucción de las asociaciones halófitas tienen consecuencias ecológicas muy negativas. Las diversas especies de mangle poseen innumerables usos industriales y domésticos además de que sirven para estabilizar las líneas de costa baja e impedir o limitar la erosión. Estas asociaciones halófitas constituyen una excelente barrera contra los efectos de los huracanes. Los usos industriales del mangle abarcan desde la obtención de cenizas para la fabricación del jabón hasta la obtención de tanino y productos medicinales.
El excesivo uso de la madera de mangle en algunos países, sobre todo, como combustible doméstico, ha dado origen a una disminución de la superficie que, afortunadamente, no tiene, en la actualidad, un carácter general o global. Por otra parte, la elevada densidad de biomasa en los manglares y su rápida recuperación actúan favorablemente en la estabilidad de este ecosistema. Un documento de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) se refiere ampliamente a las tendencias mundiales (con referencias individuales a cada país donde existen manglares) y la superficie cubierta por los manglares entre los años 1980 y 2000.
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