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José Antonio Bravo



José Antonio Bravo Amézaga nació en Tarma, Junín el 23 de noviembre de 1937, y murió en Lima el 8 de setiembre de 2016 a los 78 años. Era Profesor Emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos desde 1993. Deja una excelente obra narrativa, poética, teatral, y de crítica y Análisis literario, además de una importante obra pictórica y periodística. Sus discípulos de literatura y de los Talleres de Narración se cuentan por decenas, así como los seguidores de su literatura.

Aunque Bravo nació en Tarma por razones del trabajo de su padre que fue a trabajar a Tarma como jefe educativo de la región, sólo estuvo pocos días allí, pues días después de nacido, el 2 de diciembre ya estaba en Lima, y hasta los veinte años vivió en Chorrillos. Era el quinto de seis hermanos del matrimonio de César Bravo Ratto y Leonor Amézaga. Realizó sus estudios primarios en Miraflores, y sus estudios secundarios en Barranco. Luego estudió en la Escuela Normal Superior y al graduarse fue profesor de educación secundaria en la especialidad de Lengua y Literatura. Realizó estudios de doctorado en su especialidad en la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle, y posteriormente obtuvo los grados de Bachiller en Literaturas Hispánicas (1975) y de Doctor en Letras (1976) en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En esta última se desempeñó como profesor de literatura desde 1971, así mismo inició los Talleres de Narración que mantuvo por más de veinte años hasta su retiro de la universidad. Realizó estudios de posgrado en el Instituto de Cultura Hispánica (1970), en la Escuela de Investigaciones Lingüísticas (1972), y en Málaga (1972) en España, así como en La Sorbona (1966-1967), Francia, el Colegio de México (1966), México, y en la Universidad de Iowa (1973-1974) en Estados Unidos. En todas estas instituciones se le concedieron las correspondientes becas para que realizara sus estudios; asimismo, recibió la prestigiosa Beca Fulbright (1991) de Estados Unidos.

El profesor Bravo recibió un sinnúmero de honores, entre ellos el de "Graduado Distinguido" de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (1987), Profesor Emérito de la UNMSM (1993), Finalista del Premio Internacional de novela "Rómulo Gallegos" con la novela La Quimera y el éxtasis (1997), entre otros.

Bravo era miembro de muchas instituciones académicas como el Instituto Raúl Porras Barrenechea, y el Instituto Ricardo Palma. Durante su carrera fue miembro y jurado de muchos concursos y premios literarios como los Premios Nacionales, el Premio COPE de cuentos, el Premio de Cuentos de la Revista Caretas, Premio de Novela Corta del Banco Central de Reserva, por mencionar algunos.

El profesor Bravo ejerció la docencia desde muy joven empezando en su propio barrio de Chorrillos en el Colegio Nocturno Nro. 24 (1960-1971), Colegio José Olaya en Miraflores (1961-1964), Escuela de Bellas Artes del Museo de Arte de Lima (1963), Escuela Normal Superior (1965), Universidad Femenina del Sagrado Corazón (1968-1977), en la que además de profesor tuvo muchos cargos administrativos hasta ocupar el cargo de Vicerrector; Universidad Nacional de Educación (1968-1971), Pontificia Universidad Católica (1971-1975), y finalmente la UNMSM (1968-1990). En San Marcos dictó los cursos de Estilística, Literatura, Novela Latinoamericana Contemporánea, Análisis e Interpretación de Textos Literarios, y fue responsable de los cursos de creación literaria denominado Taller de Narración I y II que ejerció desde 1969 hasta su retiro en 1990. También tuvo cargos administrativos, y en 1971 fue nombrado Delegado de la UNMSM al Congreso Internacional de Literatura, y antes de retirarse de la docencia en San Marcos en 1990 culminó su carrera docente de manera brillante cuando la Universidad le encargó el discurso de orden en la imposición del grado de Doctor Honoris Causa al Premio Nobel de Literatura español Camilo José Cela.

Bravo no sólo impartió clases en el Perú sino también el extranjero. Como profesor visitante, o invitado dictó clases en University of Liverpool en Gran Bretaña, en el City College en Nueva York, y en Málaga, España. Asimismo dictó conferencias en la Universidad de Iowa, Universidad de Saint Andrews (Escocia), Universidad de Edimburgo (Escocia), Universidad Complutense (España), Universidad de Deusto, (Bilbao-España), Universidad de Deusto (San Sebastián-España), Instituto Caro y Cuervo (Colombia), Instituto de Cooperación Iberoamericana (España), Colegio Guadalupe (España), Instituto Camoens (Vigo- España), University of Alabama at Birmingham, (USA), y Louisiana State University (USA), entre otras.

La obra literaria de José Antonio Bravo es extensa y abarca varios géneros: poesía, teatro, novela, cuentos, relatos, crónicas. Asimismo escribió crítica literaria y deja una abundante obra periodística. Bravo empezó su carrera literaria como poeta con dos libros Tristía (1960), y La torre agonida (1963), además dejó algunos poemas publicados en revistas o en antologías literarias, para luego incursionar en el teatro con El orate (1965), y Karpat (1965) que dirigió él mismo. Sin embargo Bravo es mucho más conocido por su obra novelística.

En 1968 empezó su carrera de novelista con Las noches hundidas, a la que siguió Barrio de broncas (1971), con la que granó el Premio Nacional de Novela en 1973; en 1977 publica A la hora del tiempo, y Un hotel para el otoño. Podría decirse que estas cuatro novelas pertenecen a la primera etapa de Bravo como novelista. Estas novelas constituyen un cuarteto que aunque se pueden leer de manera individual todas están interconectadas a la manera del Cuarteto de Alejandría del escritor inglés Lawrence Durrell, quien publicó sus cuatro novelas entre 1957-60. Aquí Bravo practica un discurso intimista y autobiográfico en donde se sigue las vicisitudes del personaje principal Miguel a lo largo de las cuatro entregas del cuarteto en donde explora los temas de la literatura y el arte, el amor y sus múltiples posibilidades. Aunque la novela de más éxito del grupo ha sido Barrio de Broncas, la crítica y los lectores en general deben volver a las otras restantes que no tuvieron mucha acogida en gran parte porque la novelística de ese periodo y principalmente del llamado "boom" de la novela latinoamericana era realista y con un cargado contenido social del que adolecían las novelas de Bravo, que de alguna manera se adelantan a la novela de los años noventa hacia adelante con un discurso intimista y subjetivo y con un aparente abandono por los temas sociales, y con una estructura compleja. Esto puede comprobarse en el hecho que una de las novelas del cuarteto, A la hora del tiempo de 1977, con gran éxito se tradujera al inglés en Estados Unidos con el título To Melisa Eloisa sólo en 2000.

Al cerrar el periodo de su novela intimista y autobiográfica del cuarteto, en los años ochenta, Bravo se dedica a la novela histórica, para lo que se dedicará al estudio de las crónicas y estudios históricos y críticos del periodo colonial. El resultado será una serie de novelas históricas: Cuando la gloria agoniza (1989, 1991), La quimera y el éxtasis (1996), -con la que en 1997 quedará como finalista en el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos junto con Alfredo Bryce Echenique- Machiparo: Crónica fluvial y peregrina en busca de El Dorado y el paraíso en el reino de Omagua del Río Marañón en Tierra Firme del Nuevo Mundo (2008) con esta novela cierra su ciclo de la novela histórica para volver al tono intimista y erótico en su última novela Percanta: Memorias de un mirón de azoteas (2013), que Bravo había venido trabajando por muchos años. Por otro lado, en el mismo género narrativo pero breve, durante los años 80 Bravo publicó dieciocho cuentos o relatos en revistas y de ellos seleccionó doce que publicó en un pequeño volumen como Crónicas en familia (1999, 2004).

La obra crítica de Bravo también es abundante y vale la pena mencionar sólo los libros más importantes ya que los artículos publicados en revistas y periódicos son cuantiosos. Lo real maravilloso en la narrativa latinoamericana actual (1977, 1984), Estructura en la narrativa (1984), Biografía de Martín Adán (1988), Narrativa breve (1987), Aportes para el estudio de la narrativa (1988), Técnicas narrativas (1988), Literatura española: ensayos (1997). Dentro del rubro de su obra crítica vale destacar su labor como antologador de los narradores peruanos: La generación del cincuenta: autores nacidos entre 1916 y 1935 (1989), Narradores de los sesentas: nacidos entre 1936 y 1950 (1994), Fundadores de la narración en el Perú: autores nacidos entre 1805 y 1900 (1998), Entre el indigenismo y las vanguardias: narradores nacidos entre 1900 y 1915 (1999), Antología de la narración en el Perú: República ss. XIX y XX (2001- tres tomos), Últimos y recientes: narradores nacidos entre 1951 y 1965 (1997). Vale la pena destacar que en esta última antología la mayoría de los antologados habían asistido a los talleres de narración dirigidos Por Bravo ya sea en la Universidad Católica o en San Marcos. Aunque de menor envergadura que los libros anteriores, Bravo se enorgullecía de haber sacado adelante la publicación de la Libretas del taller literario de narración (1984-1985) del Departamento de Literatura de la UNMSM que por años había sido su anhelo para publicar los mejores cuentos de los asistentes a los talleres que él y Antonio Gálvez Ronceros dirigían.

La obra periodística que incluye reseñas de libros, artículos sobre literatura y arte en general y pintura, además de entrevistas están dispersos en periódicos principalmente de Lima, en donde también fue director del Diario Correo (1983). Bravo también fue un gran difusor cultural con exposiciones de escritores, pintores y artistas, así como editor de importantes revistas como Cielo Abierto que fundó y dirigió en 1979, también fue miembro fundador de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, y en 1975 fundó el sello editorial Inti Sol en donde publicó Díario de Poeta de Martín Adán, de quien era amigo y confidente, Monólogo desde las Tinieblas del excelente narrador peruano Antonio Gálvez Ronceros, y los primeros números de la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana.

Bravo también era pintor, y quien tenía la suerte de visitar su casa de Las Gardenias en Santiago de Surco podía apreciar su arte en los diversos cuadros que colgaban de las paredes ocupando gran parte de los dos pisos de su casa, además de los muchos que vendió u obsequió. Bravo era pues un intelectual renacentista que dominaba varias áreas del saber humanístico pero se resistía al uso de las computadoras. Todos sus escritos quedan para la posteridad pero su obra narrativa será la que continuará siendo revisitada por las generaciones futuras que continuaran leyendo sus obras y disfrutando sus historias, y quizá podamos escucharlo cuando volvamos a su cuarteto novelístico y escuchemos hablar a Miguel, el alter ego de José Antonio Bravo.

Bravo era un profesor que amaba y disfrutaba de la enseñanza de la literatura. Se introducía en el mundo ficcional de las novelas, los cuentos y de la poesía que analizaba, o narraba como si estuviese hablando desde el mundo interior de la ficción de donde emergía cuando terminaba la clase, pero hubiese podido seguir en ese universo ficcional desde el que impartía cátedra porque allí se sentía como el pez en el agua. Pero, sobre todo, se sentía orgulloso de haber conocido y ayudado en los primeros intentos de los jóvenes escritores y futuros profesores y críticos de San Marcos, y de la Universidad Católica, y de otras instituciones. Era exigente, pero no era egoísta con sus conocimientos, ni con su tiempo, era un hombre grande de cuerpo y de espíritu.

José Antonio Bravo, en 1987, dos años después de la muerte de Martín Adán, al final de la biografía que escribió sobre su querido poeta y amigo citaba de memoria un verso de Jorge Luis Borges: "El muerto no es un muerto: es la muerte" (70). El verso pertenece al poema "Remordimiento por cualquier muerte" de Fervor de Buenos Aires. Esa muerte llegó también para Bravo, pero así como continuamos leyendo y releyendo a Borges y a Martín Adán, seguro seguiremos leyendo a José Antonio Bravo porque la muerte puede matar al hombre pero no puede matar a la literatura que ese hombre ha creado. Y no debemos tener ningún remordimiento por esta muerte porque el Maestro Bravo ha pasado a la posteridad.[1]

La torre agónida : poemas, Chosica, Escuela Normal Superior Enrique Guzmán y Valle, 1963

Karpat, Lima, Compañía de impresiones y publicidad, 1965



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