Iván Yákovych Frankó (en ucraniano: Іва́н Я́кович Франко́) nació en Nahuiévychi, Reino de Galitzia y Lodomeria, Imperio austrohúngaro - ahora distrito de Drogóbich, región de Leópolis, Ucrania - el 27 de agosto de 1856 y falleció en Leópolis, Imperio austrohúngaro, el 28 de mayo de 1916. Era a la vez prosista, poeta y dramaturgo; crítico literario, editor y periodista; lingüista, folklorista, etnógrafo, historiador y filósofo, publicista en algunos ámbitos de economía, derecho, psicología, estudios bíblicos y otras ramas del conocimiento.
Fue también un político destacado y activista cívico, una de las personalidades más influyentes, junto con Tarás Shevchenko, en la configuración de la nación política ucraniana a partir de tesis integradoras.
Uno de los traductores ucranianos más importantes del s.XIX, considerado padre de la traductología ucraniana moderna. Tradujo al ucraniano y adaptó a más de 200 autores de 37 literaturas nacionales y que escribieron en 14 idiomas, entre los que constan grandes personalidades de la literatura como Shakespeare, Byron, Cervantes, Calderón de la Barca, Dante, Victor Hugo, Mickiewicz, Dostoyevski, Goethe o Schiller, clásicos del Antiguo Egipto, la India, etc. Para no ir más lejos, fue el primero en traducir al ucraniano las mejores obras de la literatura rusa. También tradujo al ucraniano el capítulo XXIV de El capital de Marx.
El apodo con el que Frankó ha pasado a conocerse es “Kamenyar” o “El cantero”, nombre éste que, en honor al propio Iván Frankó, recibió el asteroide 2428, al descubrirse en 1977 desde el observatorio de Crimea.
Desde 1940, Iván Frankó da nombre a la Universidad de Leópolis y, desde 1962, a la ciudad Ivano-Frankivsk y a la región de Ivano-Frankivsk en Ucrania.
Su patrimonio literario e intelectual consta de más de 6.000 obras que compondrían más de cien tomos de muy diferentes escritos.
Por su contribución a la formación y codificación de terminologías, puede considerarse uno de los principales creadores del lenguaje científico ucraniano. Asimismo, promovió la unidad lingüística del idioma ucraniano. También es referente de las letras ucranianas, entre otras cosas, por abordar con gran magnitud la paremiografía.
Iván Frankó es el literato ucraniano que más ha sido llevado a las pantallas: desde la película de 1927 «Boryslav se ríe» (del director Josif Rona) sobre su novela con el mismo nombre, con base en obras y la biografía de Frankó se han realizado más de dos decenas de producciones cinematográficas y televisivas.
Aún después de su muerte, distintos partidos políticos y movimientos querían tener a Frankó entre sus filas; dispares, rebuscaban entre sus obras muestras de sus ideologías.
En su actividad, Iván Frankó -como él mismo decía- «deseaba no ser poeta, científico, publicista, sino ante todo persona», asumiendo la necesidad de servir al pueblo llano y el trabajar incansablemente.
La biblioteca personal de Frankó cuenta con más de 12 mil libros, editados en decenas de idiomas entre el siglo XVI y el s. XX, que por testamente recibió la Sociedad ucraniana de las ciencias ‘Tarás Shevchenko’ en Leópolis y, en 1950, por orden del Partido comunista fue trasladada a Kiev, donde se custodia en las dependencias de la Academia de las Ciencias de Ucrania.
Era hijo de Yakiv Frankó (1802—1865), un herrero de ascendencia alemana, y de Mariya (1835—1872), de la familia del noble polaco de origen ucraniano Yuriy Kulchytskiy.
Creció huérfano: a la muerte de su padre, a los 9 años, tuvo un padrastro, y a sus 16 años murió la madre.
El relato de los amores de su vida pasa, principalmente, por tres mujeres que le inspiraron: la folklorista Olga Roshkevych, con la que mantuvo relaciones de 1874 a 1877, separándoles los padres de la chica dado el arresto político de Frankó; la noble polaca Józefa Dzwonkowska, cuya familia rechazó la pretensión matromonial de Frankó en 1883; y Celina Żurowska, una operaria de correos, que no pasó de ser una amistad y amor platónico.
En un poema de 1878 reclamaba: «trabajo libre y amor libre».
A los 30 años, en 1886, contrajo matrimonio con Olga Joruzhynska (1864-1941).
Su esposa era natural de la región de Jarkiv, donde finalizó una escuela para nobles doncellas y luego los estudios superiores para mujeres en Kiev. Era rusoparlante, dominando además el inglés, francés y alemán. Se conocieron durante una visita de Frankó a Kiev, en 1886, y su boda del mismo año, cerca de Leópolis, suposo para Olga mudarse del Imperio ruso al Imperio austrohúngaro. Desarrolló su propia actividad publicista y contribuyó a los trabajos de Iván Frankó, colaborando en la revista literaria que fundaron, y a la que ella invirtió dinero de su dote, así como ayudando con traducciones. En parte fue rechazada por la sociedad galitziana por ser de fuera. Además, vivían con dificultades económicas. Padeció histeria, siendo hospitalziada por primera vez en 1914, tras la muerte del primer hijo. Sobrevivió 25 años a su marido, muriendo Murió al cabo de un mes de la invasión nazi.
Padre de cuatro hijos:
Los hijos de Iván Frankó contribuyeron a la divulgación sobre su padre. Petró llegó a ser el primer director de la Casa-museo de Iván Frankó en Leópolis, abierta en 1940, hoy Museo nacional de literatura y memoria de Iván Frankó.
Descendientes de Frankó residen en Ucrania, Canadá y España. Un nieto, Roland Frankó (hijo de Tarás), es científico y diplomático ucraniano retirado, quien en 2016 fundó el Ivan Franko International Prize. Una bisnieta, Ivanna Miliyanchuk (nieta de Petró Frankó), es vecina de Madrid y presidenta honoraria de la Unión de Asociaciones de ucranianos en España para la monumentalización de Iván Frankó.
Zajar Berkut (traducido al español por Esteban Ryzvaniuk, Kiev, 1982).
Iván Frankó fue el primero en difundir en ucraniano la inmortal novela cervantina, El Quijote, y la biografía de su autor. En 1891, el literato ucraniano lo hizo publicando en varios números de la revista Dzvinok la obra de unos 6500 versos bajo el título «Las aventuras de Don Quijote», su reelaboración a partir de la novela. Obra que al año siguiente fue publicada ya como un libro separado, con un prefacio que contiene la biografía de Cervantes, luego dos veces reeditado en vida de Iván Frankó, en 1899 y 1913. El cuerpo de la adaptación lo precede el Prólogo, un poema en el que Frankó pretendía acercar a su lector al contexto de la obra con una descripción de España y su historia hasta la época del protagonista, además de trazar la biografía de Cervantes con un relato sobre la batalla de Lepanto, el cautiverio del escritor, el comienzo del trabajo en El Quijote, etc. El poema prólogo de esa obra empieza con estos versos:
¡España, oh, mi España!
Edén es terrenal
así en sueños veo yo
la tierra virginal.
El sol vertiendo su calor,
belleza y placer,
las nieves en el monte están,
no osan descender.
Los bosques siempre en su verdor,
cantándonos, sabed,
plateados ríos del lugar
calmando están la sed.
Aunque Frankó no dominaba el castellano y reproducía los textos basándose en publicaciones alemanas, su conocimiento de la biografía del escritor español es bastante profundo. No menos curioso es cómo veía el literato ucraniano al mítico personaje:
«El cervantino Don Quijote no es un loco, sino un idealista cegado que inició la lucha contra el duro orden del mundo real».
Además de Cervantes, Iván Frankó –aficionado del romancero– tradujo y comentó obras folklóricas ibéricas, escribió ensayos críticos muy positivos sobre Lope de Vega, quien para el ucraniano era «uno de los más poderosos intermediarios en el intercambio cultural del bien literario y «uno de los mayores unificadores de los temas y las formas que dio la humanidad». Se conoce que Frankó empezó a trabajar en la traducción y adaptación de Fuenteovejuna, que no llegó a publicar.
Con el fin de buscar modelos para renovar el teatro ucraniano, Iván Frankó produjo un excepcional experimento literario: adaptó en prosa la obra dramática en verso El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca, enfocando las preocupaciones sociales del público ucraniano de entonces, cuya representación por la compañía teatral «Ruska Besida» duró más en el tiempo que otras obras y, según informaba la prensa polaca, tuvo un gran éxito entre el público.
Para el ucraniano, «Calderón es un gigante igual a Shakespeare y Dante» y «en sus obras, tanto por el contenido como por la forma, todavía es muy fuerte y perceptible el elemento de lo tradicional, pero a la vez sobresale su poderosa y luminosoa individualidad».
Su interés por los clásicos de la literatura española también pasó por otros autores, como Tirso de Molina, acercándolos todos por primera vez al lector y público ucraniano.
Tan pronto 1924 encontramos las primeras menciones enciclopédicas de Iván Frankó en España, en la que ya se apelaba a que “tradujo el Quijote”, concretamente en la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-americana, tomo XXIV.
Según los estudiosos de la recepción general de la obra de Iván Frankó en el mundo hispano, las primeras traducciones de sus poemas al castellano que se conocen datan de los años 1950, cuando el primer centenario del autor (en revistas y colecciones políglotas)., tanto por representantes de la diáspora ucraniana como por iniciativa de dentro de la URSS.
El primer centenario de Iván Frankó, en 1956, fue celebrado en el mundo hispano y tampoco pasó desapercibido en España. Así, por una parte, el literato colombiano Jorge Zalamea, desde Consejo Mundial de la Paz, aseguró que “si el pueblo ucraniano comprende a los pueblos de Inglaterra, España, Francia, Italia, Norteamérica o Alemania, ello se lo debe en no pequeña medida a Iván Frankó, que dio a conocer a sus compatriotas lo mejor de la aportación de aquellos pueblos al tesoro de la cultura universal.”, añadiendo además que “debemos seguir su ejemplo para no quedar con él en deuda”.
Por otra parte, la revista Poesía española, dirigida por José García Nieto, en el número 56, del mes del centenario (agosto de 1956), publicaba un artículo sobre Iván Frankó con la traducción de dos de sus poemas –menos popularizados–, “Cristo y la Cruz” y “Los conquistadores” (págs. 26-27), de la firma del Dr. Dmytro Bachynsky. Otra publicación española del mismo autor y que abordaba en detalle no sólo el hispanismo de Iván Frankó sino también su vida y obra, es el artículo “Iván Frankó y la Literatura Española”, publicado en la Revista de literatura, 1953, tomo 3, número 5, páginas 55-77. Ese artículo existe autoeditado aparte (texto impreso [s.n.], 1953, 23 págs.). En esa obra se concluye que Frankó unía la espiritualidad de los dos pueblos, el español y el ucraniano, conjugando las historias de la lucha por algo común: libertad, justicia y libertad de espíritu.
Fruto de las colaboraciones de traductores españoles con las editoriales soviéticas, actualmente conocemos de cuatro grandes obras de traducciones de Iván Frankó al español.
La primera, La felicidad robada (Moscú: Eds. en Lenguas Extranjeras, 1958, 115 págs.), es una obra de teatro de Iván Frankó de 1893 sobre el desamor, que fue llevada a la ópera en 1924 (República Checa) y en 1960 (URSS), y a las pantallas en 1952, 1984 (URSS) y en 2004 (Ucrania).
La segunda, Ivan Frankó: Obras escogidas (Moscú: Ed. Progreso, 1972, 304 págs.), con un prólogo sobre el autor, es una colección de dos decenas de obras en verso, una decena de obras de prosa y una obra de drama.
La tercera, Iván Frankó: El revolucionario eterno. Poesías (Kíev: Ed. Dnipró, 1979, 192 págs.) es una edición bilingüe, en ucraniano y castellano, aparte de un prólogo sobre el autor, cuenta con más de 50 poemas que vienen de las distintas antologías que fue editando Iván Frankó en vida.
La cuarta, la novela histórica Zajar Berkut (Kíev: Ed. Dnipró, 1982, 200 págs., traducido por Esteban Ryzvaniuk), llevada al cine en 1971 (URSS), que trata de la sociedad y el heroísmo de unas poblaciones en los Cárpatos ante la invasión mongola de 1241.
Estas obras constan entre los fondos de la Biblioteca Nacional de España, entre otras bibliotecas, además de estar todas accesibles en pdf en el portal web www.ivanfranko.es/biblioteca
Hay otros datos que indican que el nombre de este intelectual y literato ucraniano no debió ser totalmente desconocido al lector español. Así, a partir de 1967, el nombre del poeta galitziano empieza a aparecer en el diario ABC, si bien, en este caso, no se trata de un acercamiento a su obra, sino con motivo de la llegada al puerto de Barcelona del “primer buque soviético, tras la firma de los Acuerdos de reanudación del comercio marítimo entre España y la Unión Soviética”, buque bautizado “Iván Frankó”, nombre que también recibe una clase de barcos de pasajeros. Más tarde, de 1967 a 1984, aparecen nuevas referencias sobre cruceros a bordo de este buque, indicando que “el «Iván Frankó» juntamente con otros dos barcos hermanos, el «Tarás Shevchenko» y el «Alexander Pushkin», constituyen en la actualidad el trío más importante de la flota de pasaje rusa”.
El 3 de diciembre de 1978, Guillermo Díaz- Plaja, académico de la RAE, trae de nuevo a la memoria la obra de Iván Frankó en el artículo en ABC de dos páginas “Ucrania 1978: La voz de los poetas” en el que afirma: “El documento de identidad de los pueblos es su lengua. Ucrania posee ese elemento de autenticidad, sostenido por cuarenta y cinco millones de habitantes. Y, naturalmente, por una legión de poetas, dramaturgos y novelistas”. En referencia a Tarás Sevchenko y su obra, afirma Díaz-Plaja que los temas por él tratados “alcanzan una nueva cúspide con la figura de Ivan Frankó...” el cual se habría convertido en “el último clásico de la literatura ucraniana”. Decía el académico español: “desde nuestra atalaya de obser- vadores del pueblo, la voz de uno y otro (Shevchenko y Frankó) se nos aparecen como documentos insuperables”.
En 2015, con el apoyo de la Universidad de Valencia, el colectivo «Acció UV-Ucraïna» editó el libro Iván Frankó: la pluma ucraniana de los clásicos hispanos, que además de una selección de poemas y bibliografía contiene tres artículos de profesores ucraninaos, traducidos para ello al castellano: “Iván Frankó, orgullo y gloria de Ucrania”, del Prof. Dr. Valeriy Korniychuk, “Iván Frankó y el mundo hispano”, del Prof. Dr. Yarema Kravets, así como “Iván Frankó, el Ortega ucraniano”, del Prof. Dr. Volodymyr Sabadukha.
Por el centenario de la muerte del literato ucraniano, en 2016, estudiantes españoles del taller de Lengua y cultura ucraniana en la Universidad de Valencia, junto con estudiantes ucranianos de español en Leópolis, realizaron un vídeo-recital del poema de un fragmento del poema de Iván Frankó titulado «España, oh, España» (véase en YouTube: Iván Frankó sobre España).
En Nahuievychi, como pueblo natal de Iván Frankó, se encuentra una reserva histórico-cultural del Estado ucraniano. Por el 27 de agosto, fecha de su nacimiento, es un lugar de grandes celebraciones. La Reserva se compone del complejo de la hacienda familiar del literato - su casa-museo y la herrería paterna -, un museo aparte sobre él y un bosque hecho parque.
A un lado del museo, alrededor del monumento a Iván Frankó, se conmemora a la literatura universal con placas a varios de sus representantes con los que se puede vincular a Frankó. Ahí están perpetuados tales literatos Homero, Shakespeare, Rustaveli, Pushkin, Goethe, Hugo o Dante. Allí es donde, en 2015, representantes del colectivo ucraniano de la Universidad de Valencia echaron en falta a rostros españoles y, consecuentemente, alzaron la voz para arreglarlo. Junto con la Asociación de hispanistas de Ucrania y la dirección de la Reserva se llegó a las autoridades regionales que encargaron una placa a Miguel de Cervantes con sus propios fondos.
Así, el ministro de Cultura de Ucrania, Yevhen Nyshchuk, inauguró la nueva placa a Miguel de Cervantes el 27 de agosto de 2016, día del 160º aniversario de Iván Frankó. La placa es de relieve y fue elaborada con acabado en bronce por Stanislav Myhal, arquitecto, académico y profesor, así como por Yaroslav Skakun, distinguido pintor, profesor de academia de las bellas artes.
Se trata de la primera monumentalización de Cervantes en Ucrania.
Con base en los proyectos y actividades que se realizaban desde la Universidad de Valencia sobre Iván Frankó y colaboraciones como El Quijote Universal. Siglo XXI,, a finales de 2016 se lanzó la iniciativa de promover la instalación en la capital española de un monumento al literato y pensador ucraniano, iniciativa que en el 2017 vino a configurarse fin estatutario único de la Unión de Asociaciones de ucranianos en España para la monumentalización de Iván Frankó.
En la web de la entidad se expone la siguiente motivación:
«Más allá de la popularidad alcanzada en su propia tierra, Ucrania, donde se levantan numerosos monumentos en su honor e, incluso, una región fue rebautizada con su nombre, diversas capitales y ciudades en el mundo, como Viena (Austria), Lipik (Croacia), Praga (República checa), Winnipeg o Toronto (Canadá) pueden contemplar la figura de Iván Frankó como tributo a su ingente actividad y hondas preocupaciones.
Madrid ha destinado algunos de sus espacios a monumentos que, si bien dedicados a personajes o acontecimientos históricos, también sirven de referencia nacional para los países de su procedencia en la capital española, como es la estatua de Alexander Pushkin por Fuente del Barro, el monumento a los soldados de Unión Soviética o el de la Revolución de Hungría de 1956. Cuánta razón, pues, para una estatua a Iván Frankó en la capital del país sobre el que proclamaba tales versos como “España, oh España, Edén es terrenal”, reflejo de su vocación hispanista y constructora del puente cultural hispano-ucraniano.
La materialización de un homenaje perpetuo a la figura de Iván Frankó habrá de servir para reforzar ese puente, que resulta algo vivo y palpitante por la presencia de los más de cien mil ucranianos en España de los cuales, en torno a una cuarta parte, vive en Madrid, así como por las iniciativas españolas de cooperación con Ucrania.
Así, el monumento a Ivan Frankó sería un punto de encuentro, no solo para los ucranianos, ya sean visitantes o plenamente vecinos de nuestra ciudad, sino para todos los madrileños y aun para los europeos de la otra parte del continente que tienen en el ucraniano, al que trataron en estudios secundarios, un garante del acercamiento y el entendimiento entre los casi dos mundos que constituyen, en realidad, una Europa.»
La petición de un espacio para el monumento a Iván Frankó está en fase de estudio por el Ayuntamiento de Madrid, mientras que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, expresó en una carta a los promotores su “apoyo a este reconocimiento público a tan destacado intelectual ucraniano por los puentes que tendió entre la cultura eslava y la de Europa Occidental”.
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