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Instituto-Escuela



Instituto-Escuela es el nombre de una institución educativa española fundada en Madrid en 1918, como un experimento educativo para extender a la enseñanza secundaria oficial los principios pedagógicos fundamentales de la Institución Libre de Enseñanza y de la pedagogía europea más avanzada de su época. Fue uno de los más importantes organismos creados por la Junta para Ampliación de Estudios, junto a la Residencia de Estudiantes, el Centro de Estudios Históricos y el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales.[1]

En el terreno de la enseñanza, el Instituto-Escuela fue pionero en la aplicación de pedagogías renovadoras y de carácter activo, incorporando la participación de los alumnos en el propio proceso de aprendizaje, la construcción activa de los propios materiales didácticos, etc. Suprimió los exámenes finales, realizando una evaluación continua (valorando las actividades cotidianas, el cuaderno escolar, las prácticas de laboratorio y los exámenes parciales), y limitó el número de alumnos a treinta por grupo.[2]​ La metodología educativa del Instituto-Escuela no se basaba en una enseñanza puramente memorística sino en el diálogo continuo entre profesor y alumno, la observación directa de las cosas que eran objeto de estudio, el razonamiento y la experimentación. Como instrumentos para hacer más personal el aprendizaje de los alumnos, jugaron un papel destacado los cuadernos y trabajos de clase que, en los primeros cursos de bachillerato, sustituyeron a los libros de texto.[3]

Su objetivo era introducir, de forma paulatina, reformas en la enseñanza secundaria que abarcasen, en los términos del Decreto de su creación, la cuestión del Bachillerato único o múltiple, los planes de estudio, los métodos y prácticas de enseñanza de cada rama, la formación del carácter, las relaciones entre la escuela y el medio social, etc. Acogió entre su profesorado a estudiantes de licenciatura que aspiraban al magisterio de enseñanza secundaria con la función, emblema del institucionismo, de “aprender enseñando”.[4]

La experiencia del Instituto-Escuela tuvo repercusiones en la fundación de institutos que siguieron su modelo en ciudades como Barcelona (Instituto-Escuela de la Generalidad de Cataluña), Sevilla y Valencia;[a]​ además de su proyección en parte de la legislación educativa del bienio republicano (1931-1933).

Sus principios educativos se fundamentan en el krausismo y fueron formulados y aplicados por Francisco Giner de los Ríos previamente en la Institución Libre de Enseñanza. Pueden resumirse en:

El 10 de mayo de 1918 se publicó el Decreto de creación del Instituto-Escuela firmado por Alfonso XIII, siendo Santiago Alba Bonifaz ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, en el primer gobierno de “concentración nacional”.Nacía el I-E sin locales para desarrollar su actividad.

Inicialmente las clases se impartían en un local alquilado al Instituto Internacional (en la calle Miguel Ángel 8), tras un acuerdo de la JAE con el Instituto, por el cual se abonarían 20 mil pts. anuales en concepto de alquiler. De esta manera fue posible comenzar en el curso 18-19 las clases del I-E. El alumnado era aquel curso mixto (masculino y femenino). Esta solución era provisional.

Dado que el Instituto Internacional era femenino, impone como condición para el alquiler, al curso siguiente, que solo asistan alumnas a las clases en este edificio. Por este motivo en 1920 la Junta decidió separar a los estudiantes en dos sedes: los varones fueron al pabellón 5 cedido por la Residencia de Estudiantes (en los "Altos del Hipódromo" o "Colina del Viento"), y las alumnas quedaron en el edificio de la calle Miguel Ángel.

En 1922 la Junta de Ampliación de Estudios planeó levantar en los terrenos adquiridos junto al Parque del Retiro todo un complejo de edificios destinados a la Preparatoria, a la Enseñanza Secundaria y a residencias para alumnos. El conjunto de edificaciones se encargó al arquitecto Francisco Javier Luque quien, por limitaciones presupuestarias, sólo pudo construir uno de los edificios proyectados, que la Junta destinó a partir de 1928 al Bachillerato y fue la sección Retiro del Instituto-Escuela.[6]​ Allí se trasladaron los alumnos varones, por considerar la Junta que su equipamiento científico era superior; mientras que las alumnas se trasladaron a los Altos del Hipódromo, a pesar de que la Junta desconfiaba de las posibles consecuencias perniciosas de su proximidad con los alumnos de la Residencia, que tendría todos los inconvenientes y ninguna de las posibles ventajas de la coeducación. Hubo pequeños internados para alumnos sin residencia en Madrid.

El edificio del Olivar de Atocha, o de Retiro, estaba dentro de la estética de la Institución Libre de Enseñanza, mezcla de tradición y modernidad, historicista en el exterior y funcional en su interior. Su arquitecto Francisco Javier Luque había trabajado con Antonio Flórez en la Residencia de Estudiantes, otro edificio de la Junta para Ampliación de Estudios. En la Residencia, Luque había construido la vivienda del director y los pabellones 4 y 5.

Desde 1925 el Instituto Escuela se regía por un patronato formado por miembros de la Junta de Ampliación de Estudios: Ignacio Bolívar, Ramón Menéndez Pidal, José Ortega y Gasset, Blas Cabrera, José Gabriel Álvarez Ude y María de Maeztu.

Durante la década de 1930 se inauguraron nuevos edificios para el Instituto en los Altos del Hipódromo; así, los pabellones de Bachillerato, Biblioteca y Auditorio (1931), y el pabellón de Primaria, en 1933. El proyecto fue obra del arquitecto Carlos Arniches Moltó.[b]​ Arniches diseñaría también los campos de deportes, piscina cubierta y pista de hockey. De esta forma se reanuda la coeducación, que ya era habitual en los Institutos de la época, en un espacio amplio, con posibilidades para deportes y juegos y con capacidad suficiente para atender las demandas de matrícula que eran superiores a las mil quinientas solicitudes. Se implantan servicios de comedor y médico.[7]

La década de 1930, interrumpida bruscamente por la guerra civil española, supuso a un tiempo la consolidación del Instituto-Escuela, y su colapso final. Desde 1922 había empezado a publicarse en el Centro de Estudios Históricos la “Biblioteca literaria del Estudiante” que ofrecía a los niños y jóvenes estudiantes una cuidada selección de lo mejor de la literatura española, en unos textos accesibles a los destinatarios. Dirigió la colección Menéndez-Pidal con la valiosa y activa colaboración de María Goyri, que seleccionaba los textos y los autores más idóneos y redactaba la introducción y notas aclaratorias en los diferentes tomos. La colección llegó a tener treinta volúmenes, que abarcaban desde la Literatura Medieval a los autores contemporáneos, pasando por el siglo de Oro –lírica, prosa y teatro–, los cronistas de Indias o el mundo de las fábulas. La “Biblioteca del Estudiante” se convirtió en una valiosa herramienta de trabajo escolar que al mismo tiempo permitía a los alumnos conocer las fuentes de nuestra literatura y el lenguaje literario. Fue necesario hacer sucesivas ediciones, ya que los libros se usaron también fuera del Instituto-Escuela a cuyos alumnos estuvieron destinados en su origen. En el prólogo de la segunda edición Menéndez-Pidal sugiere a los maestros con todo respeto que enseñen a los niños a conocer y a disfrutar los tesoros de nuestra literatura, incluso les apunta maneras de lograrlo. La enseñanza de las Ciencias tuvo también un lugar importante en el Instituto-Escuela y para ayudar a los profesores que lo consideraran necesario, la Junta publicó en 1931 el libro “Exposición de la Enseñanza Cíclica de la Física y de la Química”, elaborado por Miguel Catalán Sañudo y Andrés León.

Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), se interrumpe toda la actividad docente y el edificio del Retiro se utilizó como emplazamiento de baterías del ejército republicano para contrarrestar las del ejército sublevado emplazadas en el Cerro Garabitas. Los edificios de la Colina del Viento son utilizados como almacenes y hospital de carabineros.

La derrota del bando republicano, identificado estrechamente con el institucionismo, significó la supresión del Instituto-Escuela junto con otras instituciones vinculadas. El edificio del Retiro se convirtió en el Instituto Isabel la Católica, femenino; mientras que el edificio de los Altos del Hipódromo se convirtió en el Instituto Ramiro de Maeztu, masculino. Las demás instituciones de la Junta fueron absorbidas por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Manteniendo la filosofía educativa del Instituto-Escuela se fundó en 1940 una nueva institución, de carácter privado: el Colegio Estudio de Jimena Menéndez-Pidal (que volvió a ocupar, durante algún tiempo, el antiguo edificio de la calle de Miguel Ángel).[8]

El heredero de los edificios e instalaciones del Instituto-Escuela, en la "Colina del Viento", fue el Instituto "Ramiro de Maeztu", creado en abril de 1939, como instituto masculino. El mismo acogió a cinco antiguos profesores del I-E, que de alguna manera contribuyeron a mantener parte del espíritu del I-E dentro del nuevo Centro. Se modificaron los edificios del I-E por el arquitecto Sánchez Lozano, para darle mayor capacidad de alumnado, se añadió un cine-teatro, adosado al edificio de bachillerato y se establecieron dos internados.

Coincidiendo con el espíritu del I-E, para salvar el salto entre el colegio y el instituto, se contaba con la Escuela Preparatoria (primera enseñanza), totalmente integrada en el diseño del ciclo educativo, que fue supervisado por el CSIC (heredero de la JAE), por medio del Instituto San José de Calasanz, sito en el mismo campus del "Ramiro de Maeztu" [9]



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