La iluminación es un concepto filosófico y espiritual que puede ser abordado desde múltiples perspectivas. En su acepción más habitual significa «adquisición de entendimiento».[cita requerida] No obstante, iluminación significa darse cuenta de la verdadera naturaleza de uno mismo, es decir, ahondar en el yo y disolverlo en la verdad del ser, llegando así a la conclusión de que no se es ni el cuerpo(forma), ni la mente(condicionamientos y narrador interno).
Conviene diferenciar, sin embargo, los dos conceptos distintos que cubre esta definición:
En algunos contextos se utiliza el término autorrealización.
En la tradición filosófica occidental, la iluminación se ve como una fase en la historia cultural marcada por una fe en la razón, generalmente acompañada por el rechazo a la fe manifestada en la religión institucional. Esto se dio en el siglo XVIII en Europa y se conoció como Era de la Razón o Ilustración.
El concepto también aparece en las religiones abrahámicas, como en la tradición de la cábala en el judaísmo medieval, mismo que se adquiere al meditar sobre las características del árbol de la vida, en el misticismo cristiano, en la tradición sufí del islam, el budismo zen, entre otras.
El hinduismo sostiene que la iluminación se logra mediante:
Según las líneas monásticas es necesario abandonar (sanniasa) todo apego a lo material.
La lámpara simboliza la disipación de las tinieblas con su luz, porque desde hace miles de años, la luz y su contrapartida, la oscuridad, han sido tratadas por las religiones como un elemento de carácter mítico-arquetípico.
Estas religiones fueron originalmente orientales; el fin último del budismo es alcanzar la iluminación o satori, y la oscuridad se equipara a ignorancia o, en terminología budista, avidya, que es un error de base en la percepción del mundo. De hecho, la ignorancia (u oscuridad) constituye la esencia de la segunda de las Cuatro nobles verdades del budismo. La oscuridad está personificada por Mara, el diablo.
Buda se crio en el seno del hinduismo, religión que, al igual que el budismo, persigue la iluminación como fin último de sus practicantes.
Otras religiones orientales, como el jainismo, persiguen asimismo la iluminación de sus fieles.
En Occidente a partir del siglo I, la luz se transforma, a través de los Padres de la Iglesia, en un elemento metafísico relacionado con la verdad infundida por Dios.
Las antorchas, velas, candelabros, lámparas están integradas en las ceremonias religiosas desde tiempos remotos. En la antigua Grecia ardía constantemente una lámpara de oro en el Erecteón de la Acrópolis. En Argos se enterraban bajo tierra lámparas encendidas para que alumbrara el camino de Perséfone por los infiernos.
En muchas religiones, la ceremonia comienza encendiendo las velas y lámparas.
En el bautismo católico los padres llevan una vela que alumbra el camino hacia la luz. El día de difuntos, en muchas regiones se tiene la costumbre de encender velas y lámparas de aceite. En los funerales se ponen cuatro velas (o lámparas actualmente) alrededor del ataúd y se encienden velas a las imágenes religiosas (y en Sudamérica a las animitas) como una forma de solicitar sus favores.
Así mismo, la lámpara es el símbolo del desarrollo de la civilización y la cultura humana a lo largo de los siglos.
Los caricaturistas modernos muestran el surgimiento de una idea en un personaje colocando en el globo de los pensamientos una bombilla encendida.
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