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Herzl



Theodor Herzl (en en hebreo, בנימין זאב הרצל‎, Binyamin Ze'ev Herzl; en húngaro Herzl Tivadar; Pest, 2 de mayo de 1860 - Reichenau an der Rax, 3 de julio de 1904) fue un periodista, dramaturgo, activista político y escritor austrohúngaro de origen judío, fundador del sionismo político moderno. Herzl creó la Organización Sionista y promovió la inmigración judía a Palestina en un esfuerzo por formar un estado judío. Aunque murió antes de su establecimiento, es conocido como el padre del Estado de Israel.

Si bien Herzl se menciona específicamente en la Declaración de Independencia de Israel y se lo conoce oficialmente como "el padre espiritual del Estado judío",[1]​ es decir, el visionario que dio una plataforma y marco concretos y practicables al sionismo político, no fue el primer teórico o activista sionista; estudiosos, muchos de ellos religiosos como los rabinos Yehuda Bibas, Zvi Hirsch Kalischer y Yehuda Hay Alkalai, promovieron una gama de ideas proto-sionistas antes que él.[2][3]

Herzl nació en 1860 en el Reino de Hungría, en el condado de Pest (hoy la parte oriental de la ciudad de Budapest, que entonces constituía dos ciudades separadas), junto a la Gran Sinagoga de Budapest. Se crio en el seno de una familia judía germanohablante originaria de la ciudad de Zemun, situada en la Frontera Militar (actual Serbia), representativa de la burguesía judía emergente en el Imperio austrohúngaro. Creció en un ambiente confortable, comunista y laico.

Estudió en una escuela judía hasta los diez años, cuando fue enviado a una escuela laica que tuvo que abandonar debido al antisemitismo existente en ella. De esta forma, fue matriculado en una escuela evangélica (protestante), en la cual no tuvo problemas con el antisemitismo, pues la mayoría de los alumnos eran judíos. A raíz de la prematura muerte de su hermana, Paulina, en 1878 la familia se trasladó a Viena, entonces capital del Imperio austrohúngaro, donde estudió (de 1878 a 1884[4]​) y obtuvo un doctorado de Derecho de la Universidad de Viena en 1884. Trabajó en esta profesión por un corto tiempo en Viena y en Salzburgo, pero después de un año se dedicó casi exclusivamente a la literatura, a la dramaturgia y al periodismo.

Durante su juventud frecuentó una asociación llamada Burschenschaft, que aspiraba a la unificación alemana, bajo el lema "Ehre, Freiheit, Vaterland" (Honor, Libertad, Patria) y sus primeros trabajos no se focalizaron en la vida judía. Herzl era un judío asimilado. Sus trabajos fueron novelas por entregas, descriptivas y no políticas.

Su primer empleo fue como empleado no asalariado de los tribunales de Viena y Salzburgo. Aspiraba a convertirse en juez, mas su condición de judío no se lo permitía. Más tarde combinó la práctica forense con su actividad como escritor, dramaturgo y periodista. Escribió también comedias de éxito para teatros vieneses.

En 1891 se volcó al periodismo; asumió la corresponsalía en París del influyente periódico liberal de Viena, Neue Freie Presse (1891-1895[4]​), un importante diario de referencia en el Imperio austrohúngaro, representante de la corriente liberal austríaca.

Como corresponsal en París constató y analizó el crecimiento del antisemitismo, y comenzó a implicarse emocionalmente en el «problema judío», al que hasta entonces no había prestado demasiada atención. Al principio mantuvo tesis asimilacionistas, pero el Caso Dreyfus en 1894 —un notorio proceso antisemita ocurrido en Francia, en el que un capitán judío del ejército francés, Alfred Dreyfus, fue injustamente acusado de traición, inculpado de espiar para Alemania— le supuso un punto de inflexión del asimilacionismo hacia el nacionalismo ya que, en sus propias palabras, asistir al proceso Dreyfus y a la agitación antisemita que se generó en torno a ese caso fue lo que le convirtió definitivamente en sionista.

Herzl, como corresponsal de Neue Freie Presse, fue uno de los pocos periodistas a los que se les permitió asistir a la ceremonia de degradación de Dreyfus. Dos semanas antes había acudido a la sala del tribunal y presenció el anuncio del veredicto de culpabilidad del capitán. El prisionero fue obligado a cruzar el patio, lo que hizo mientras clamaba su inocencia. La muchedumbre respondió entonces con consignas racistas y, a la salida del edificio, Herzl fue testigo de las manifestaciones en París tras el juicio, en las que se gritaba "¡Muerte a Dreyfus! ¡Muerte a los judíos!".

La profunda atmósfera antisemita condujo a Herzl hacia un nuevo horizonte conceptual: comenzó a rechazar sus primeras ideas sobre la emancipación judía y la asimilación para creer que el Pueblo Judío debía retirarse de Europa y crear su propio Estado.[5]

En junio de 1895, escribió en su diario:

Su nueva visión sionista fue presentada en su totalidad en su libro titulado Der Judenstaat: Versuch einer modernen Lösung der Judenfrage («El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía»), que se publicó en febrero de 1896, donde propuso que la solución al «problema judío» era la creación de un Estado judío independiente y soberano para todos los judíos del mundo, que esto era un asunto de política internacional y que debía ser asumido como tal. El texto, más un manifiesto que una obra doctrinal, propuso un plan político y práctico que ofrecía una visión moderna e ilusionante para el naciente nacionalismo judío, cuyo fin principal era la creación de un país moderno para el pueblo judío.

En el comienzo de su actividad, cuando comprendió la necesidad de un estado judío, fracasó en su intento de captar la atención de los judíos más acaudalados e influyentes como el barón Hirsch y el barón Rothschild. Al principio, el texto no fue muy bien recibido: en los ambientes judíos liberales y asimilacionistas de Europa Central y occidental se consideraba una quimera más. Tampoco fue de agrado en las sinagogas, donde se percibió como contrario a las enseñanzas religiosas. Por otro lado, sus ideas fueron recibidas con entusiasmo por las masas judías, que lo consideró como un moderno Moisés.

En Der Judenstaat escribió:

A partir de abril de 1896, cuando la traducción al inglés de Der Judenstaat apareció, Herzl se convirtió en el principal portavoz del sionismo. Herzl completó su escrito y comenzó a desplegar una intensa actividad diplomática con objeto de ganar apoyo para la causa sionista en el plano internacional.

Visitó Estambul en abril de 1896, donde intentó persuadir al sultán de Turquía para que le cediera parte de la Siria Otomana, a fin de crear un Estado Judío a cambio de apoyo financiero. Fue acogido en Sofía, Bulgaria, por una delegación judía. En Londres, lo recibieron fríamente, pero se le concedió el mandato de liderazgo de los sionistas londinenses. A los seis meses de ese mandato, fue aprobado en toda la comunidad judía sionista, y Herzl viajó constantemente para llamar la atención sobre su causa. Sus partidarios, al comienzo, pocos en número, trabajaron día y noche, inspirados por su ejemplo.

Estableció su oficina central en Viena, desde donde desplegó su actividad hacia la comunidad judía, que comenzó a percibirle como un líder moderno y mundano, que podía encauzar el nacionalismo latente de amplios sectores judíos.

Según algunas fuentes, entre las que se encuentra el historiador revisionista israelí Benny Morris,[7]​ el planteamiento de inmigración y compra de territorios de Herzl hacía que fuera inevitable que surgiese un conflicto entre los colonos y la población indígena de Palestina, predominantemente árabe: la población indígena del territorio que les fuera asignado sólo podía interpretar la inmigración y adquisición de territorio organizada y políticamente motivada que señalaba Herzl en sus diarios en 1895, como desposesión y desplazamiento;[8]Efraim Karsh, profesor de Estudios de Guerra en el King's College de Londres, ha señalado en varias ocasiones inexactitudes en el trabajo de Morris, y sobre este tema indica que la cita a los diarios de Herzl omite varias frases, descontextualizando el sentido; también dice que Herzl no menciona en el párrafo ni a los árabes ni a Palestina y que de hecho sus previsiones en aquel momento estaban más encaminadas a Sudamérica, concretamente Argentina.[9]

En 1897, con considerables gastos personales, fundó en Viena Die Welt («El Mundo»), el primer órgano sionista oficial. Ese mismo año organizó el Primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza. Allí fue elegido presidente (cargo que ocupó hasta su muerte en 1904), y en 1898 comenzó una serie de iniciativas diplomáticas destinadas a conseguir apoyo para un país judío. Fue recibido por el emperador alemán en varias ocasiones, fue nuevamente recibido en audiencia por el emperador otomano en Jerusalén y asistió a la Conferencia de Paz de 1899 en La Haya, disfrutando de una cálida acogida por muchos otros estadistas.

En 1902-03 Herzl fue invitado a testificar ante la Real Comisión Británica sobre la inmigración extranjera. El asunto lo puso en estrecho contacto con los miembros del gobierno británico, en particular, con Joseph Chamberlain, entonces Secretario de Estado para las Colonias, por medio de quien negoció con el gobierno Egipcio para establecer los estatutos de la solución de los judíos en Al 'Arish, en la Península del Sinaí.

En 1902 publicó su obra Altneuland (La Vieja Nueva Tierra) donde presentaría al futuro Estado judío como una utopía de nación moderna, democrática y próspera.

Herzl murió en Edlach, Baja Austria en 1904 por insuficiencia cardíaca a la edad de 44 años. Su voluntad estipulaba que debía tener un entierro simple, sin discursos o flores y añadió, "Quiero ser enterrado en el panteón junto a mi padre, y descansar allí hasta que el Pueblo Judío me conduzca a Eretz Israel". En 1949 sus restos fueron trasladados desde el cementerio de Döbling en Viena al Monte Herzl en Jerusalén.

Herzl es el principal símbolo del sionismo y el padre del Estado de Israel. Su imagen está presente en las dependencias oficiales israelíes y su memoria se mantiene en ciudades, escuelas y calles (prácticamente cada ciudad israelí tiene una calle Herzl).



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