Hans Urs von Balthasar (Lucerna, 1905 - Basilea, 1988) fue un teólogo católico del siglo XX.
Nació en Lucerna, Suiza, el 12 de agosto de 1905, sus estudios básicos los realizó en la escuela jesuita Stella Matutina y sus estudios previos a la educación superior en el Gymnasium de los benedictinos en Engelberg, Suiza, solamente por cuatro años, terminando en dos años y medio más en Feldkirch, Austria, nuevamente con los jesuitas.
Estudió en Viena, Berlín y Zúrich, y se licenció en literatura alemana (Germanistik). En Berlín fue donde conoció y recibió clases del también teólogo católico Romano Guardini, teniendo los primeros contactos con la filosofía de Kierkegaard. En 1928, tras concluir sus estudios de literatura alemana con la tesis "La historia del problema escatológico en la moderna literatura alemana" (Die Geschichte des eschatologischen Problems in der modern deutschen Literatür), ingresó en la Compañía de Jesús y se ordenó en 1936. Trabajó en Basilea como capellán de estudiantes. En 1948 funda junto con su colaboradora Adrienne von Speyr el Instituto secular, llamado "Comunidad de San Juan". En 1950 abandonó la orden de los jesuitas. Las autoridades religiosas le prohibieron dar clases debido a que sus ideas no encajaban en las formulaciones tradicionales del catolicismo. En 1953, escribió Abatid los Bastiones donde defendió que la Iglesia no podía aparecer en el mundo moderno como una enemiga del mismo o una fortaleza cerrada, sino que su vocación trascendente tenía que llevarla a una apertura, asimilando los nuevos sistemas y dejándose interperlar para renovar los tesoros olvidados o aún no descubiertos que contiene el depósito de la fe. Ello le generó grandes incomprensiones por parte de la jerarquía eclesiástica.
Tras el Concilio Vaticano II, al que no había sido invitado, recibió un reconocimiento prácticamente unánime a su talla intelectual y a la profundidad de su pensamiento. Fundó con Henri de Lubac y Joseph Ratzinger la revista Communio. En 1975 recibió el premio Gottfried Keller, el más prestigioso galardón literario que se concede en Suiza.
El 29 de mayo de 1988, el Papa Juan Pablo II anunció su intención de nominar a von Balthasar como cardenal en el siguiente consistorio, celebrado el 28 de junio de 1988; previsto el título de San Nicola in Carcere. No alcanzó a ser formalmente cardenal ya que esto es posible hasta que el Papa anuncia formalmente al nuevo cardenal en un consistorio haciendo público el decreto de creación en presencia de los miembros existentes del colegio de cardenales.
Junto a Karl Rahner y a Karl Barth es quizá uno de los grandes pensadores cristianos contemporáneos y por ello, el 23 de junio de 1984 recibió el Premio Pablo VI de manos de Juan Pablo II.
Ha influenciado directamente a filósofos como Jean Luc Marion.
La automanifestación del Ser Absoluto a través de Cristo y su cruz solo se puede entender si se comprende la entrega humana hasta la muerte como expresión del Amor total. Así pues, la fe es una respuesta individual y colectiva al amor que se vació por todos y cada uno. En consecuencia creer es sólo amar, y nada puede y debe ser creído sino el amor.
En una sociedad donde todo se valora en beneficio económico y adquisición de prestigio social y poder político y en donde se posterga lo demás como carente de utilidad, el cristianismo ha de proclamar que Sólo el Amor es digno de fe (título de una de sus obras). La única recompensa es el amor mismo. Las buenas obras han de ser eco del amor. De lo contrario, carecen de valor.
La Iglesia solo será auténtica si vive en coherencia con la impotencia y fragilidad de la Cruz de Cristo. El Amor de Cristo solo puede manifestarse en la exposición desprotegida y desinteresada de los que viven de él. Un Amor que cura la culpa (el perdón), el sufrimiento, el sinsentido del absurdo, el egoísmo y la muerte.
El poder económico, cultural, comunicativo y político para evangelizar, supone traicionar a la misión de la Iglesia. Las comunidades que anhelan ocupar posiciones de poder para ayudar así a la Iglesia, en realidad la adulteran, ocultan el rostro salvador del crucificado y la alegría que nace de la sencillez de quien acoge al Espíritu.
El Ser absoluto se reveló como Amor absoluto en el anonadamiento y la Cruz. Por consiguiente, debe renunciarse a los medios de poder mundanos, a la identidad entre influencia socioeconómica y evangelización. Influencia y poder, por sus propias reglas internas, acaban siempre en prepotencia avasalladora o integrismo defensivo. Solo en la impotencia actúa el superpoder del Amor Absoluto.
La sobreabundancia del Amor y su virtud difusiva a través de los que viven de él hace que no haya lugar para una sistemática sobre cuantos se salvarán y cuantos se condenarán. Balthasar recoge elementos de las Escrituras y de los Padres de la Iglesia que hablan de la salvación para todos y cada uno. En la dimensión del amor sin límites, la esperanza del creyente no consiste en salvarse él en solitario, la única esperanza que se le permite al cristiano es la salvación de todos los hombres. Balthasar apela a la tradición de la Iglesia que ruega por la salvación de todos y cada uno de los hombres. Esa súplica, si es verdadera y auténtica, ha de estar llena de sentido y ser eficaz y fructífera. Es en ese contexto en el que ha de entenderse su afirmación de que el infierno existe, pero quizás está vacío.
Escribe un comentario o lo que quieras sobre Hans Urs von Balthasar (directo, no tienes que registrarte)
Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)