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Hábitats



En un ecosistema, el hábitat es el lugar donde vive la comunidad.[1]

El concepto de hábitat es utilizado por biólogos y ecólogos con una acepción mientras que arquitectos y urbanistas lo utilizan desde una visión antrópica. En el primer caso se refieren al lugar con determinadas condiciones para que viva un determinado organismo o una población de una especie (siendo el término biotopo el análogo que corresponde a una comunidad vegetal o animal). En el segundo caso se trata del espacio construido en el que vive el ser humano.[2][3]​ En este caso también se utiliza la expresión hábitat construido para diferenciarlo del utilizado por la biología.

El Día Mundial del Hábitat es el primer lunes de octubre de cada año.[4]​ Fue establecido por la ONU en 1985 para reconocer los avances logrados en el hábitat humano haciendo especial acento en las ciudades, temas de género, la vivienda y el trabajo, entre otros.

Existen por lo menos cuatro conceptos diferentes de "hábitat" en ecología. Tienen en común la definición explícita del término y la referencia espacial. El carácter explícito se refiere a que es imposible definir hábitats donde no existe un componente biótico. El segundo factor común es la referencia espacial, de lugar, del sitio donde aparece el elemento biótico. Las diferencias tienen que ver con los dos factores anteriores, si se hace referencia a una especie (o población) o a un conjunto de ellas, y si el espacio se define en términos de área rasa o si se incluyen una mayor cantidad de factores abióticos (climatología, temperatura, etc.).

En cada región existen hábitats diferentes que cambian continuamente por el clima o por la influencia humana. En el mundo, hay tipos de hábitats que albergan diversas especies de animales y vegetación. Para una bacteria, un charco en alguna ciudad puede ser su hábitat, para un león su pradera en África, y también un oso en una montaña de Norteamérica o una serpiente en un pantano de Asia. Todos estos son hábitats de varios ecosistemas que pertenecen a lugares específicos, en los cuales el clima determina y hace posible que la vida animal y vegetal aparezca y se reproduzca de una manera particular y estable.

El uso del término en ciencias biológicas aparece a comienzos del siglo XX dentro de la comunidad de zoólogos de la época, para denominar el “lebensraum” (‘hábitat’, en alemán) o habitación de una especie; es decir, el espacio donde esta vive (no confundir el concepto de hábitat con el neologismo lebensraum adoptado en sociología). El concepto naturalista-biológico hace referencia estrictamente al emplazamiento geográfico donde se encuentra determinada especie y a su área de distribución. Podría definirse como el lugar donde un organismo (planta o animal) vive naturalmente. Es un concepto sencillo y claro, fácil de entender e interpretar y no presenta mayor ambigüedad. Sin embargo, para casos como los de especies migratorias y/o con ciclos de desarrollo y reproducción en lugares diferentes, la definición espacial puede no ser una tarea sencilla. En dichos casos, para mantenerse dentro del concepto, se hace referencia a tipos de hábitats complejos.

Con el desarrollo de la teoría ecológica se incorpora una dimensión ambiental más a este primer concepto y se introducen como parte fundamental de la definición los factores abióticos convirtiéndose en el espacio que reúne las características físicas y biológicas necesarias para la supervivencia y reproducción de una especie.

Esta segunda definición se refiere directamente a las condiciones bióticas y abióticas presentes en un determinado espacio, aptas para una determinada especie. Libera al concepto de la estricta presencia de la especie para limitar este espacio, ya que se define solo en términos de sus requerimientos ambientales. Ya no es la distribución real de la especie la determinante sino el espacio que cumple las condiciones para que esta ocurra; este espacio se divide pues en hábitat real y hábitat potencial.

Estos dos conceptos de hábitat son monoespecíficos y limitados al manejo de problemas autoecológicos; solo marginalmente puede abordarse con ellos enfoques sinecológicos. Desde la perspectiva de la conservación son especialmente prácticos, aplicados, por ejemplo, a problemáticas puntuales de especies amenazadas o en peligro de extinción. Sin embargo, en los estudios más generales, holistas o a mayor escala ecológica las dos definiciones previas pueden ser insuficientes o inadaptadas. Así se llega a un tercer concepto, que se desmarca de los anteriores al integrar ya no una sino varias especies en su definición explícita para conformarse más en una unidad ambiental, discernible de otras unidades. Se habla entonces de hábitat en términos del espacio que comparten varias especies, caracterizado por cierta uniformidad de las condiciones bióticas y abióticas. Se consideran entonces características ambientales adecuadas (óptimas) no solo para una especie sino para varias. En este caso es la biocenosis la que define el hábitat; lo que introduce la necesidad de uniformidad. Los diferentes hábitats son detectados o identificados por el cambio o la modificación de esa uniformidad.

Ligar el concepto de hábitat al de biocenosis comporta algunas características especialmente prácticas con respecto a las otras dos definiciones:

El hábitat puede ser definido solamente a partir del conjunto de especies estructuradoras o poblamientos. Es decir que es independiente del nivel de organización del componente biótico. Este concepto de hábitat puede confundirse con el de biotopo; sin embargo, en general, este último se refiere específicamente al espacio topográfico que ocupan las diferentes comunidades biológicas.

Es posible subdividir un hábitat en diversos microhábitats, o porciones del espacio del hábitat, que siempre van juntos.

El control del entorno y la creación de condiciones adecuadas a sus necesidades y al desarrollo de sus actividades son cuestiones que el hombre se ha planteado desde sus orígenes.

El diseño de la vivienda a lo largo de la historia refleja las diferentes soluciones adoptadas en cada período frente al problema de proveerse de un entorno pequeño y controlado, dentro del amplio espacio natural, generalmente castigado por factores adversos tales como el frío, el calor, el viento, las lluvias y el sol.

La adaptación humana al medio ambiente era y sigue siendo un principio esencial en el mundo de la arquitectura. Vitrubio dijo en De architectura: «El estilo de los edificios debe ser manifiestamente diferentes en Egipto que en España, en Pontus y en Roma, y en países y regiones de características diferentes», haciendo referencia a que cada zona tiene un clima diferente y por lo tanto la construcción en cada zona tiene que seguir las condiciones más adaptables a su entorno.

Los arquitectos para diferenciarlo de la acepción biológica han acuñado el concepto de hábitat construido (hábitat colectivo o individual) con el fin de clarificar la opción antrópica.

Los hábitats se clasifican en hábitats terrestres, hábitats marinos y hábitats de aguas continentales.

Un hábitat terrestre es un hábitat que presenta oxígeno en el que existe la posibilidad de un cambio brusco de temperatura/cambio meteorológico. Está sobre la superficie terrestre (geosfera).

Un hábitat marino es un hábitat situado en aguas marinas, en océanos y mares, (hidrosfera). La luz solo alcanza los primeros 50-100 metros bajo superficie, la temperatura no varía bruscamente y los seres vivos están completamente adaptados a la salinidad marina.

Un hábitat de agua continental es una cantidad de agua parada o en movimiento alejada del territorio marítimo. Allí la temperatura no cambia bruscamente y su claridad y luminosidad dependen de la turbidez del agua.

Los biomas responden a ciertas características climatológicas, ambientales y geográficas. De esta manera, se han formado diferentes tipos de biomas, como los siguientes (las columnas están divididas por tipo de hábitat):




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