La guerra de las Naranjas fue un breve conflicto militar que enfrentó a Portugal contra Francia y España en 1801.
En 1801, Napoleón conminó a Portugal para que rompiera su alianza tradicional con Inglaterra y cerrara sus puertos a los barcos ingleses. En esta pretensión inmiscuyó a España, gobernada entonces por el ministro Manuel Godoy, mediante la firma del tratado de Madrid de 1801. Según este tratado, España se comprometía a declarar la guerra a Portugal si la nación vecina mantenía su apoyo a los ingleses. Ante la negativa portuguesa a someterse a las pretensiones franco-españolas, se desencadenó la llamada Guerra de las Naranjas.
La campaña militar apenas duró dieciocho días entre mayo y junio de 1801. En ella, un ejército español al mando de Godoy ocupó sucesivamente una docena y media de poblaciones portuguesas, entre ellas Arronches, Castelo de Vide, Campo Maior, Portalegre, Olivenza y Juromenha. La resistencia portuguesa fue mínima, en la creencia de que España no tenía pretensiones territoriales.[cita requerida] La paz se firmó en Badajoz el 6 de junio (Tratado de Badajoz), devolviéndose todas las plazas conquistadas a Portugal con la excepción de Olivenza y su territorio, que ya era un viejo contencioso fronterizo entre los dos países. Aprovechando la ocasión y la geografía, tampoco se devolvió Vila Real (Villarreal), que no pertenecía a Olivenza, sino a Juromenha. La línea divisoria entre España y Portugal se fijó en aquella zona utilizando el curso del río Guadiana, de facto sino de iure ya que subsisten cuestiones sobre la posesión del territorio (véase Cuestión de Olivenza).
Aunque el acuerdo entre Francia y España preveía que Portugal cediera a España una o varias provincias portuguesas que representasen el veinticinco por ciento de la población metropolitana para poder usarlas como moneda de cambio y conseguir la devolución o cesión de Mahón, la isla Trinidad y Malta, esta cláusula fue obviada por Carlos IV de España, con grave disgusto de Napoleón.
La guerra de las Naranjas recibió este nombre debido al ramo de naranjas que Godoy hizo llegar a la reina María Luisa cuando sitiaba la ciudad de Elvas.
El 8 de agosto de 1801, un grupo de irregulares portugueses aliados con algunos guaraníes descontentos, en el contexto de la guerra de las Naranjas, ocuparon el pueblo de San Miguel Arcángel y pocos días después conquistaron el resto del actual departamento de Misiones Orientales y el pueblo de San Francisco de Borja.
El Tratado de Badajoz reconoció la soberanía española en los territorios conquistados en las Misiones Orientales, firmado el 6 de junio de 1801 en la ciudad de Badajoz entre España y Francia de un lado, y Portugal del otro, puso fin a la guerra de las Naranjas. En relación a España, Portugal reconocía definitivamente el derecho de posesión de la Colonia del Sacramento y de las Misiones Orientales, que ya se había intentado solucionar a través de los tratados de Madrid de 1750 y del de San Ildefonso de 1777. El tratado también estipulaba que la violación de cualquiera de sus artículos conduciría a su anulación.
Portugal nunca devolvió los territorios de Misiones Orientales, que actualmente pertenecen al Brasil. Fue la primera violación del tratado. El Tratado de Badajoz estipuló solo la cesión de la plaza de Olivenza y su territorio a España. No obstante, España se anexionó, también, las plazas alentejanas de Arronches, Castelo de Vide, Barbacena, Campo Maior, Juromenha, Portalegre y Ouguela, situadas en la margen izquierda del río Guadiana. Por ello, tal y como fue dictado en el tratado de Badajoz la totalidad de estas plazas fueron devueltas a Portugal. Por su lado, dado que no se produjo la devolución de los territorios americanos, reclamados por España, justificó que no se entregase de nuevo Olivenza ni Villareal, que pertenecía al territorio del municipio portugués de Juromenha, a Portugal tras las guerras napoleónicas.
La justicia de las reclamaciones portuguesas sobre la soberanía de Olivenza fueron reconocidas en el congreso internacional de Viena de 1815, pero España, amparándose en lo establecido en el tratado de Badajoz, mantuvo el territorio bajo su soberanía debido a que Portugal nunca se retiró de las Misiones Orientales e incluso ocupó todo el territorio al este del Río Uruguay entre 1816 y 1828. En la actualidad todavía sigue habiendo reclamaciones para la devolución de este territorio por parte de algunas organizaciones portuguesas. Misiones Orientales, que fue ocupada por Portugal después de firmar la paz, continuó en poder portugués y después brasileño. Argentina reclamó un límite al este del río Uruguay hasta el Laudo de Cleveland sobre Misiones.
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