La Guayana venezolana es una amplia región natural que se localiza al sureste del río Orinoco. Forma parte del Macizo o Escudo Guayanés, que comparte con Guyana, Surinam, la Guayana Francesa y Brasil y se extiende en territorio venezolano por medio millón de km², aproximadamente.
La Guayana venezolana se extiende por los estados Bolívar, Amazonas, parte de Delta Amacuro y la zona en disputa de la Guayana Esequiba. En términos generales, es el territorio comprendido entre el río Orinoco y el río Esequibo (excluyendo casi toda la cuenca hidrográfica del río Amazonas contando con una extensión aproximada de 620.000 km² (incluyendo 159.500 km² de la Guayana Esequiba). Tanto la Guayana venezolana como las otras regiones guayanesas están ubicadas en la Zona Intertropical. En términos más exactos, sus límites naturales son los siguientes:
La costa de la Guayana fue descubierta y reconocida por el español Vicente Yáñez Pinzón. Con cuatro carabelas, Pinzón alcanzó el 26 de enero de 1500 un cabo del litoral brasileño que fue identificado como Cabo de Santa María de la Consolación (actual Cabo de Santo Agostinho, en Pernambuco). Prosiguiendo hacia el norte, pasó por la desembocadura del Amazonas y llegó a la boca de otro gran curso de agua, de ahí en adelante conocido como río de Vicente Pinzón. Su identificación con Oiapoque daría al Brasil ganancia de causa en la cuestión de los límites con Francia (Guayana Francesa) (1897).
Por lo tanto, los territorios de las Guayanas fueron colonizados en el siglo XVI por Inglaterra, Holanda, Francia, Portugal y España. El actual estado brasileño de Amapá fue llamado Guayana Portuguesa hasta mediados del siglo XX. Del mismo modo que la región administrativa de Guayana, en Venezuela, fue conocida como Guayana Española.
En la Guayana venezolana se distinguen en el relieve dos formaciones geológicas nítidamente diferenciadas:
La enorme antigüedad del escudo guayanés (y también de la cobertura sedimentaria) está explicada por la larga estabilidad geológica de la región, la cual ha sufrido modificaciones importantes pero sin que afectaran en gran escala al propio escudo. De hecho, esas modificaciones, que consistieron en la elevación del relieve y la posterior erosión, han adquirido notables proporciones, no porque hayan sido procesos violentos, sino por la extraordinaria duración de los mismos a lo largo del tiempo geológico. Además esa enorme antigüedad del relieve es la que explica el hecho de que no se encuentren fósiles en las rocas guayanesas, ya que su formación tuvo lugar en épocas anteriores a la aparición de vida sobre la Tierra.
Presenta un clima ecuatorial o intertropical lluvioso (Af, modificado o no por la altura, en la nomenclatura de Köppen), en el que no hay verdaderas estaciones en cuanto a las precipitaciones, si exceptuamos una pequeña zona al noreste de la región. Las temperaturas dependen considerablemente de la altura, desde las más cálidas de las tierras bajas, con medias anuales de 25 a 26 °C (San Carlos de Río Negro, ubicado a menos de 2 grados de latitud norte y a 110 m s. n. m., por ejemplo, tiene una temperatura anual de 26,2 °C) hasta las frías de las mesetas más elevadas (algo más de 10 °C en el Auyantepuy o el Roraima, pasando por el clima casi primaveral de la Gran Sabana, sobre todo, en las áreas por encima de los 1200 m s. n. m.: Santa Elena de Uairén, a 910 m s. n. m., tiene una media anual de 21,8 °C). Las precipitaciones son muy elevadas, especialmente en el estado Amazonas y el suroeste del estado Bolívar: 3.521 mm anuales en San Carlos de Río Negro. Santa Elena de Uairén, que en cierto modo se encuentra parcialmente a sotavento de los vientos dominantes (alisios del NE) alcanza los 1.739 mm anuales, aunque con la particularidad de que ningún mes podría considerarse como seco, si tomamos en cuenta el índice xerotérmico de Gaussen.
Es de selva en casi toda su extensión, con algunas excepciones como es el caso de La Gran Sabana, amplia zona ubicada al sureste del Estado Bolívar, donde existen algunas selvas de galería y abundan las sabanas, más por razones edáficas (suelos rocosos y arenosos) que por motivos climáticos.
Ríos muy caudalosos y de pendientes bastante fuertes, casi todos ellos afluentes del Orinoco, constituyen la nota distintiva de la hidrografía de la Guayana venezolana. Todos los afluentes del Orinoco por su margen derecha, desde su nacimiento hasta el delta, son ríos guayaneses, entre los cuales se pueden citar: el Ventuari, el Cuchivero, el Caura, el Aro y el Caroní.
El enorme caudal de estos ríos se puede inferir del microclima que crean sus aguas por encima del cauce: las imágenes de satélite del Orinoco como las que pueden verse en los numerosos programas basados en la información fotográfica y de otro tipo obtenida a través de los satélites artificiales como por ejemplo, EOSDIS WORLDVIEW ([1]), donde se ve el río Orinoco separando nítidamente la región de los Llanos a la izquierda y arriba (Oeste y Norte) de la Guayana venezolana, a la derecha y debajo (sureste), de color verde intenso por la vegetación de selva, que nos muestra el dibujo del curso fluvial a través de las nubes (principalmente Cumulus humilis) que cubren la región excepto, obviamente, sobre el propio cauce de Orinoco y de algunos otros ríos. ¿Cuál es el proceso que explica este fenómeno?. En realidad es bastante sencillo: como las imágenes de satélite se toman, lo mismo que sucede con las fotos aéreas, en las horas intermedias de la mañana (para evitar el exceso de nubes que se forman por la convección durante la tarde), las aguas de los ríos están mucho más frías que el aire ya que, lo mismo que las aguas tardan mucho más tiempo que el aire en enfriarse, también tardan mucho más tiempo en calentarse. Esa menor temperatura de las aguas crea una zona de alta presión que impide la formación de nubes, ya que no hay ascenso del aire sobre el agua fría de los ríos grandes sino descenso de aire frío y sin nubes sobre el curso de dichos ríos.
Contrasta esta situación con la que se presenta a finales de la tarde o comienzos de la noche, en horas en que las aguas están más calientes que el aire, por lo que las nubes pueden cubrir el cauce de los ríos y su dibujo no quedaría visible de esa forma tan sorprendente. Este fenómeno se explica más ampliamente en el artículo sobre la diatermancia.
Entre los ríos de la Guayana venezolana que no forman parte de la cuenca del Orinoco debemos citar al brazo Casiquiare y al río Cuyuní. El Casiquiare no es un afluente sino un efluente del Orinoco, y a su vez, recibe por su margen izquierda al Siapa. El Casiquiare representa un caso único en el mundo, ya que, siendo un emisario natural del Orinoco, pone en comunicación, a través del Río Negro (Amazonas), a las dos cuencas del Orinoco y del Amazonas. El Cuyuní, por su parte, con su afluente el Venamo, se dirige hacia el Esequibo.
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