La Gran Vía Escultor Francisco Salzillo, llamada habitualmente Gran Vía, es una avenida de la ciudad de Murcia (Región de Murcia, España). Se encuentra en el centro de la misma discurriendo desde la plaza Fuensanta, al norte, hasta la plaza Martínez Tornel, al sur, junto al río Segura. Su construcción se efectuó a mediados de los años 1950, y para ello se tuvieron que derribar cientos de edificios del casco antiguo de Murcia, incluidos los baños árabes de Madre de Dios, declarados Monumento Nacional en 1931.
Los primeros intentos de realizar una Gran Vía Central que atravesara el abigarrado núcleo urbano de Murcia (que por entonces tan solo se había expandido hacia el otro margen del río Segura a través del barrio del Carmen), se remontan a comienzos del siglo XX. Sin embargo, esta Gran Vía tardará más de 50 años en construirse.
Fue a comienzos de los años cuarenta cuando se retomó la idea, aparcada por el estallido de la Guerra Civil Española, de comunicar las dos estaciones ferroviarias de Murcia (del Carmen y Zaraiche), situadas en los extremos sur y norte de la ciudad, seccionando en dos la antigua trama del casco antiguo, compuesto en su mayoría por viales de escasa sección y trazado sinuoso, incapaz de absorber el creciente tráfico motorizado, utilizando como eje el Puente de los Peligros para ser trazada y comunicar así las dos márgenes.
Entre otras razones se esgrimieron la potencialidad de Murcia como centro comercial y administrativo de primer orden, influyente sobre una amplia y poblada región, necesitada de un urbanismo acorde con dichos usos previstos y el deseo de sacudirse una supuesta imagen provinciana para convertirse en una urbe moderna, algo que en parte escondía otros propósitos, como intereses especulativos.
Teniendo en cuenta que el trazado finalmente escogido se encontraba con el obstáculo de los Baños Árabes de Madre de Dios, declarados Monumento Nacional en 1931, se aprovechó su mal estado de conservación para ser derribados en 1953 por orden del alcalde Domingo de la Villa, tras unos derrumbes que se achacaron a la lluvia. Derribo que fue muy polémico a pesar de la censura de la dictadura. Sin los Baños Árabes, la Gran Vía pudo ser abierta a partir de 1954, y hasta 1956 no se encontraría completamente despejada, iniciándose los trabajos de alcantarillado y pavimentación.
En un primer momento fue denominada como Avenida de José Antonio, siendo renombrada como Gran Vía Francisco Salzillo tras la llegada de la democracia.
Actualmente se compone de dos carriles habilitados para turismos en un solo sentido de circulación, hacia el sur (algo que fue instaurado por el primer alcalde de la democracia, José María Aroca Ruiz-Funes), y también de un carril a cada orilla de la avenida para autobuses, taxis y bicicletas en ambos sentidos.
Dispone de anchas aceras y de arbolado en el tramo entre la plaza Fuensanta y la plaza Santa Isabel.
En ella destacan edificios como la Delegación del Banco de España; edificado entre 1926 y 1931, antes de la apertura de la Gran Vía, por los arquitectos Luis Menéndez-Pidal y Álvarez y José Yarnoz Larrosa, o la historicista Delegación de Hacienda (iniciada en 1952). Mismo estilo que los primeros edificios de viviendas que se fueron levantando en la nueva avenida, como el Edificio del antiguo Banco Rural Mediterráneo (del arquitecto Damián García Palacios, iniciado en 1955), o el del Banco Exterior. Posteriormente se optó por una recuperación de los esquemas del movimiento moderno en las siguientes construcciones, postulados que se habían abandonado 20 años antes.
Dentro de la arquitectura contemporánea, destaca la antigua sede de Caja Murcia, del arquitecto Torres Nadal, de 1978.
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