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Franc-masonería



La francmasonería o masonería es una institución de carácter iniciático, filantrópico, simbólico, filosófico, discreto, armónico, selectivo, jerárquico, internacional, humanista y con una estructura federal, fundada en un sentimiento de fraternidad. Afirma tener como objetivo la búsqueda de la verdad, el estudio filosófico de la conducta humana, de las ciencias y de las artes y el fomento del desarrollo social y moral del ser humano, orientándolo hacia su evolución personal, además del progreso social, y ejemplifica sus enseñanzas con símbolos y alegorías tradicionales tomadas de la albañilería y la cantería, más específicamente del «Arte Real de la Construcción», es decir, de los constructores de las catedrales medievales.[1][2]

Aparecida en Europa entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, la masonería moderna o «especulativa» se ha descrito a menudo como "un sistema peculiar de moral, bajo el velo de alegorías y enseñado por símbolos". Se presenta a sí misma como una herramienta de formación, con un método particular que, basado en el simbolismo de la construcción, permite a sus miembros desarrollar su capacidad de escucha, reflexión y diálogo, para transmitir estos valores a su entorno.[cita requerida]

La historia institucional de la masonería presenta numerosas disidencias, cuyas principales causas, con importantes matices y derivaciones, están relacionadas con la admisión de la mujer en las logias de hombres, la cuestión de las creencias religiosas o metafísicas, la naturaleza de los temas tratados o la forma de trabajar de las logias, así como con las bases sobre las que se fundamenta la regularidad masónica. La existencia de distintos puntos de vista sobre estos y otros temas ha dado lugar al desarrollo de distintas ramas o corrientes masónicas, que a menudo no se reconocen entre ellas.[cita requerida]

Según el Diccionario de los símbolos:[3]

En las ceremonias de admisión (iniciación), cuyas imágenes son accesibles en diversos medios, se puede ver entre los elementos que la forman el anagrama VITRIOL, conocido en la alquimia, para el que hay dos equivalencias diferentes (op. cit. pág. 1077):[3]

Una de las leyendas más importantes de la francmasonería atribuye a Hiram Abif, mítico arquitecto del Templo de Salomón en Jerusalén, el origen mítico de la orden masónica.[cita requerida] Algunos textos retrotraen el origen de la masonería a épocas de aún mayor antigüedad, y llegan a considerar como fundadores a distintas figuras bíblicas, como Tubalcaín, Moisés, Noé o el mismísimo Adán.[cita requerida] De la antigüedad de la sociedad hablaría el que las citas del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento sobre: 'Los arquitectos', pudiesen referirse a algunas personas relacionadas con este grupo iniciático. Más realistas, pero todavía en el ámbito de lo mítico o de lo pseudohistórico, diversos autores han atribuido este origen a los constructores de las pirámides en el antiguo Egipto, a los Collegia Fabrorum romanos, a la Orden del Temple, la de los Rosacruces o a los humanistas del Renacimiento.[cita requerida]

Se habla de un texto que el príncipe Edwin de Northumberland, sobrino del rey Athelstan, habría dado a estas corporaciones en Inglaterra en el año 926, denominado Constituciones de York. [cita requerida] Este manuscrito se habría perdido en el siglo XV y habría sido reescrito de memoria por los que lo conocían. Por este motivo, su origen más plausible lo encontramos en la Carta o Estatutos de Bolonia, redactado en 1248, son el documento masónico original más antiguo que se conoce. Trata de aspectos jurídicos, administrativos y de usos y costumbres del gremio. Le siguen en antigüedad otros documentos, como el Poema Regius o Manuscrito Halliwell (1390), el Manuscrito Cooke (1410), el Manuscrito de Estrasburgo (1459), los Estatutos de Ratisbona (1459), los de Schaw (1598), el Manuscrito Iñigo Jones (1607), los de Absolion (1668) y el Sloane (1700). Todos estos manuscritos se refieren a la masonería «operativa» o gremial, de la que especifican sobre todo las reglas del «oficio», y los historiadores suelen referirse a ellas en un sentido genérico como «constituciones góticas».[cita requerida]

La regularidad es un concepto tan importante como debatido en el seno de la francmasonería. Con base en él, las obediencias masónicas establecen acuerdos de mutuo reconocimiento y relación entre ellas. En general, se habla de masonería regular para referirse a la que se atiene a una serie de reglas tradicionales. Sin embargo, existe discrepancia sobre cuáles de estas normas son las realmente importantes y cuáles no, lo que da lugar a la división de la masonería mundial en dos corrientes principales, a las que se puede añadir un cierto número de logias y de pequeñas obediencias no adscritas a ninguna de las dos.[cita requerida]

Las condiciones aceptadas por las dos corrientes principales para reconocer la regularidad de una obediencia masónica son:

Las dos corrientes discrepan en varios puntos importantes, que afectan incluso a sus respectivas denominaciones. Ambas corrientes suelen ser conocidas, respectivamente, como regular, una de ellas, y como liberal o adogmática, la otra. Sin embargo, los representantes de la segunda mantienen que su corriente es también plenamente regular, mientras que los de la primera argumentan que la suya es asimismo esencialmente liberal y adogmática. Es imposible establecer un criterio objetivo sobre este tema. Quizá, lo que se puede afirmar es que las diferentes corrientes masónicas no se consideran identificadas con términos como irregular o dogmática. Finalmente, las logias que no se adscriben a los criterios de ninguna de las dos principales corrientes suelen ser denominadas salvajes, si bien ellas prefieren referirse a sí mismas como bajo la bóveda celeste.[cita requerida]

La corriente que se denomina anglosajona está encabezada por la Gran Logia Unida de Inglaterra y a ella se adscriben las principales obediencias, por lo que a número de miembros se refiere, de las Islas Británicas, Estados Unidos, los países de la Commonwealth, Iberoamérica y parte de la Europa continental, incluida España.[4]​ Basándose en su interpretación de la tradición masónica y, en particular, de las Constituciones de Anderson, las obediencias y logias de esta línea establecen los siguientes criterios de regularidad:

La corriente que se denomina liberal o adogmática tiene su principal exponente mundial en el Gran Oriente de Francia. Es la principal corriente, por lo que a número de miembros se refiere, en Francia, África francófona y algunos países de la Europa continental, y a ella se adscriben muchas obediencias en todo el mundo, en especial en Iberoamérica y la Europa continental, incluyendo, en particular, a las obediencias femeninas y mixtas. No se basa en un estándar de regularidad establecido, sino que mantiene como referente el reconocimiento compartido de unos valores, modelos rituales y organizativos que, por tradición, se consideran esencialmente masónicos. Por este motivo, presenta una mayor variedad de formas concretas de organización, cuyas principales características, que no tienen que darse simultáneamente, son:

El Gran Arquitecto del Universo, expresado habitualmente con el acrónimo GADU, es un símbolo tradicional en masonería cuyo contenido, interpretación y relevancia varían según la corriente masónica de que se trate.

Para la corriente anglosajona, el GADU representa al Ser Supremo, un principio masónico cuya creencia e invocación en la práctica del rito son imprescindibles. Para la corriente continental, establecer la condición de la creencia en un Ser Supremo supone limitar la libertad de conciencia de sus miembros, por lo que ni la creencia en el GADU ni su invocación son preceptivas.

Los masones, como individuos, son en todo caso libres de darle el contenido que mejor se ajuste a sus creencias. Como todos los símbolos, proporciona un marco, pero su interpretación concreta corresponde a cada cual.

Muchos francmasones consideran que el símbolo GADU es igual al Dios creador que determina a su voluntad los planes de la existencia. Para otros muchos, simboliza la idea de un Principio Creador, Alma Suprema que está en el origen del Universo, cuya naturaleza es indefinible. Hay por último masones que, prescindiendo de cualquier enfoque trascendente, identifican al GADU con la sublimación del ideal masónico o que lo interpretan desde una perspectiva panteísta o naturalista.

La masonería no sería compatible con una postura de nihilismo radical que negara cualquier sentido trascendente o inmanente al mundo, que interpretara el Universo como un puro caos sin orden posible, o que negara que, a pesar del desorden aparente, hay un Cosmos.

Los tres grados de la masonería son:

Los tres grados representan tres etapas del desarrollo personal. No hay, para los masones, un significado único de estos tres grados; conforme un francmasón va trabajando en cada uno de los grados y estudiando, interpretará estos grados en función de su desarrollo personal, y su única obligación será cumplir con las normas de la logia para la que trabaja.[5]​ Una estructura simbólica común y una serie de arquetipos universales le servirán a todo masón para encontrar sus propias respuestas a las preguntas filosóficas de la vida.

No hay ningún grado en la francmasonería que sea superior al grado de maestro.[6]​ Si bien algunas órdenes masónicas tienen otros grados con números, estos otros grados se consideran de perfeccionamiento al grado de maestro y no promociones del mismo.[7]​ Un ejemplo de ello es el Rito Escocés Antiguo y Aceptado (REAA), que confiere grados desde el número 4 hasta el número 33.[8]​ En el Rito Nacional Mexicano, en cambio, el total de grados es nueve, equivalentes a los treinta y tres del REAA.

Para alcanzar estos grados adicionales, es necesario ser maestro masón. Su administración depende de un sistema paralelo al de las logias azules o de artesanos; dentro de cada organización hay un sistema de oficios, que confiere rangos únicamente dentro de ese grado o dentro de esa orden.

En algunas jurisdicciones, en particular las de Europa continental, se les solicita a los masones que elaboren artículos sobre temas filosóficos, y que los presenten en público en la logia. Hay una extensísima bibliografía de artículos, revistas y publicaciones masónicas, que incluyen abstracciones y lecciones espirituales o morales de calidad diversa, manuales prácticos acerca de la organización y el manejo de los ritos, y también artículos históricos y filosóficos.

La masonería no es una sociedad secreta, sino discreta y con algunos secretos que son revelados a sus miembros a medida que estos progresan. En lo que se refiere a las actividades de las logias, estas son discretas. Con respecto al secreto, existen dos tipos de secretos prioritarios, uno de ellos asociado con el reconocimiento, las palabras de pase, los toques al saludarse y las respuestas a preguntas específicas para poder ingresar a la orden.

Estos elementos forman parte del conocimiento esotérico, que sólo se transmite en el interior de la institución y a quienes han alcanzado el conocimiento y el reconocimiento de sus iguales para llegar ahí. El otro tipo de secreto es ritual y es personal: es el conocimiento que cada miembro de la logia va adquiriendo de sí mismo conforme aprende. Es una experiencia personal que, por definición, no puede transmitirse a nadie más.

El documento encriptado del siglo XIX, llamado Copiale, descifrado en la Universidad de Uppsala, en Suecia, contiene las ceremonias de admisión a una sociedad secreta: Los ocultistas, dedicada a la difusión de las técnicas adecuadas para la extracción de las cataratas (facólisis), también describe las ceremonias de iniciación a todos los grados masónicos.[9]

En el siglo XVIII, cuando surgió la masonería especulativa o moderna, la mujer no estaba ni económica ni social ni políticamente emancipada. En las Constituciones de Anderson, de 1723, no se la tuvo en cuenta. Pero las mujeres no quisieron permanecer indiferentes a las realizaciones de las asociaciones masónicas. En 1730, solo cinco años después de la aparición de la masonería especulativa en Francia, comenzaron a realizarse gestiones para que fuesen aceptadas en la institución. El 10 de junio de 1774, el Gran Oriente de Francia había tomado bajo su protección, en una Asamblea General, la masonería de adopción. Se trataba de logias formadas por mujeres bajo la tutela de los masones varones. El 11 de marzo de 1775, el marqués de Saisseval, ayudado por otros hermanos, formó la Logia El Candor. Su primera gran maestra fue la duquesa de Bourbon, a la que siguieron la princesa de Lamballe (1780), la emperatriz Josefina (1805), madame de Vaudemont (1807) y madame de Villete (1819), amiga personal de Voltaire.[cita requerida]

Ya en la segunda mitad del siglo XIX, el 14 de enero de 1882, en la localidad de Le Pecq (Francia), la Logia Los Librepensadores inició a una escritora y conocida militante a favor de los derechos de la mujer, Marie Deraismes, quien el 4 de abril de 1893 creó, junto con el senador Georges Martin, la Gran Logia Simbólica Escocesa de Francia Le Droit Humain (El Derecho Humano). Esta logia daría origen a la Orden Masónica Mixta Internacional "El Derecho Humano". El Derecho Humano extendió rápidamente su acción en el mundo, y perteneció a la misma Annie Besant, célebre feminista inglesa y secretaria de la Sociedad Fabiana, antecesora del Partido Laborista de Inglaterra.[cita requerida]

A lo largo del siglo XIX y principios del XX, la masonería de adopción fue desapareciendo y transformándose en masonería femenina, especialmente con el surgimiento, el 21 de octubre de 1945, de la Unión Masónica Femenina de Francia, que culminó, en 1952, con la creación de la Gran Logia Femenina de Francia, que irá extendiendo la masonería integrada por mujeres en el resto de la Europa continental y de América Latina. Todavía algunas organizaciones masónicas masculinas siguen considerando «irregular» la presencia de mujeres en la masonería, si bien hoy existe un alto nivel de integración en la mayoría de los países, a partir de la existencia de organizaciones masónicas mixtas o femeninas (véase rito nacional mexicano). Estas organizaciones son, por lo demás, plenamente aceptadas por las obediencias masculinas de la corriente masónica liberal.

Los orígenes de la masonería en Chile se remontan a la época de la independencia, cuando la mayoría de los líderes patriotas sudamericanos en Europa, liderados por el venezolano Francisco de Miranda, organizaron un sistema de sociedades secretas con características masónicas, llamadas logias lautarinas, con el fin de independizar a América de la Corona Española.

Tras concretarse su objetivo, las logias se disolvieron en la década de 1820. Sin embargo, el interés por la masonería continuó. En 1827, se fundó en Santiago la Logia Filantrópica Chilena, la cual habría tenido cierta influencia en el desarrollo del pensamiento liberal, pero, tras el triunfo conservador en la batalla de Lircay, esta iniciativa se disolvió. El interés renacería en Valparaíso en la década de 1850, cuando extranjeros residentes fundaron la Logia Francesa L'Etoile du Pacifíque y la Logia Americana Bethesda.

Siguiendo este ejemplo, surgieron logias en el puerto integradas por chilenos y sudamericanos: Unión Fraternal y Progreso. Al mismo tiempo, surgió en Concepción la logia Aurora de Chile y en Copiapó la Logia Orden y Libertad.

En 1862 las logias masónicas chilenas decidieron dejar de estar adscritas a grandes logias europeas y organizaron para este efecto la Gran Logia de Chile, como un ente superior y centralizador. Con sede en Valparaíso, su primer Serenísimo Gran Maestro fue el radical y superintendente de bomberos Juan de Dios Arlegui. En un comienzo fue difícil para las logias extranjeras del puerto aceptar la nueva institución masónica chilena, sin embargo, la redacción ese mismo año de una Constitución de la Orden Masónica Chilena, consolidó su existencia.

Tras su nacimiento en el puerto, la masonería comenzó a crecer, al aparecer nuevas logias masónicas en Santiago y ciudades de provincia. En la capital surgió en 1864 la Logia Justicia y Libertad, en 1870 la Logia Deber y Constancia, en 1872 la logia Verdad y en 1876 la logia Tolerancia. En provincias surgió en Valparaíso la logia Aurora, en 1869 y en La Serena la logia Luz y Esperanza en 1874. De esta manera, a fines del siglo XIX, la masonería había logrado constituirse a nivel nacional al existir más de 30 logias masónicas repartidas a lo largo y ancho del país, dependientes de la Gran Logia de Chile.

Constituidas según las normas de sociabilidad de la masonería europea - juramento de iniciación, normas simbólicas, reglamentos de funcionamiento y declaraciones de principios- correspondieron a miembros de las emergentes clases medias altas, de espíritu laico y emprendedor, que adscribían a los ideales políticos del liberalismo radical y el socialismo, encontrándose entre ellos ingenieros, médicos, abogados, profesores, medianos empresarios, comerciantes, altos funcionarios públicos, políticos y miembros de las Fuerzas Armadas.

Hoy en día, en Chile existe la Gran Logia de Chile, como la única potencia masónica regular dentro del territorio de la República, existiendo también otras múltiples potencias masónicas de carácter irregular.

En México, el Rito Nacional Mexicano aceptó, desde su creación en el siglo XIX, el ingreso de las mujeres a logias mixtas. Y algunas pocas logias del Rito Escocés Antiguo y Aceptado también son mixtas, aunque la gran mayoría de ese rito son masculinas, y en esos casos las mujeres trabajan en logias separadas, agrupadas a su vez en grandes logias femeninas.

En Argentina, existe el Gran Oriente Simbólico Femenino de la República Argentina (GOSFRA), que cuenta con más de 10 logias repartidas por todo el país. y la Gran Logia Femenina Argentina (GLFEM) forma parte de CLIPSAS (una organización internacional de jurisdicciones soberanas francmasónicas), que tiene 7 logias, varios triángulos y comités.[cita requerida]

En Uruguay, existe masonería masculina, masonería femenina y masonería mixta.

En Ecuador, existe masonería masculina, masonería femenina, masonería de adopción y masonería mixta.

Desde su fundación, la masonería ha encontrado la oposición de distintos tipos de actores sociales. Los motivos de esta oposición pueden referirse a la institución masónica en cuanto forma de organización, o bien poner el acento en una característica pretendidamente negativa de sus principios filosóficos y valores morales. El término «antimasonería» o «antimasonismo» se refiere a la desconfianza, a la crítica, a la oposición, a la hostilidad, a la discriminación, a la represión o a la persecución de la masonería.

Una clasificación de las instituciones e ideologías antimasónicas que con mayor contundencia se han opuesto o han atacado a la masonería puede ser la siguiente:

La Iglesia católica ha condenado sistemáticamente la filiación a la masonería en innumerables documentos, y ha decretado que es incompatible, por sus principios, con la doctrina y la fe de la Iglesia católica.[11][12][13][14]

Los pronunciamientos papales en este sentido han sido constantes:

Denunciaron ocasionalmente la masonería los papas:

Véase también la declaración sobre la masonería de la Conferencia Episcopal Alemana[19]​ del 9 de julio de 1980 y la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la masonería del año 1983.[20]

Desde su surgimiento, la masonería ha sido considerada por no pocas personalidades e instituciones como una asociación peligrosa, por su carácter secreto. Muchos la ven como «una sociedad secreta de corte esotérico y ocultista que busca destruir la civilización cristiana y la Iglesia católica».[23]

También se ha criticado a las logias del Gran Oriente de España por proponer a las Cortes Constituyentes de la República que incluyesen en la Constitución de la República diversas disposiciones, entre otras:

Uno de los temas que se critica a la francmasonería es la figura de Dios. El Gran Arquitecto del Universo (figura equivalente a Dios en muchas de las formas de practicar la masonería) está sujeto a discusión según las diferentes líneas de pensamiento acerca de su existencia y si este es un dogma o no que debe establecerse en una logia. A pesar de que existe cierta uniformidad en establecer como regularidad masónica su creencia y se acepta su discusión como parte de la iniciación para la búsqueda de la verdad, hay sin embargo ritos específicos que practican la masonería sin necesidad de recurrir a una figura divina: es el caso, por ejemplo, del Rito Nacional Mexicano, en cuya liturgia, dedica sus trabajos «Al triunfo de la verdad y al progreso del género humano», y no, como el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, «A la gloria del Gran Arquitecto del Universo».[25]

Por otro lado, la aceptación de la regla de los doce puntos en sus generalidades, a pesar de las corrientes más liberales para flexibilizarla en ciertos aspectos, igualmente adopta la existencia de dogmas implícitos en lo que se considera sagrado dentro de su hermética: símbolos, vestimentas, grados, relaciones y ritos (aun prescindiendo de un Dios dogmático). Al existir cuestiones sagradas dentro de un cuerpo de conductas afines a sus creencias, se establece por lo tanto a la francmasonería como un culto pararreligioso (los masones asisten a sus templos, tienen castigos morales, entregan dinero, estudian sus símbolos, aprenden sus ritos, se imponen una filosofía y disciplina sagradas y desarrollan una relación entre sus integrantes) dentro del tejido religioso y social habitual. Esto significa que los integrantes de la masonería no excluyen, por lo menos en principio y en la práctica de su culto, creencias religiosas similares a las habituales. Se le critica que esta práctica termina fomentando una doble vida en las personas por su inherente secretismo, cuando se adopta finalmente como estilo de vida.[cita requerida]

Desde el punto de vista sociológico, se puede establecer su carácter de secta, en un contexto psicológico de las minorías nómicas, en el que se «reconoce a estos grupos un carácter activo, esto es, una capacidad de influencia y transformación de la sociedad y sus valores diferente a las de una mayoría perteneciente a lo establecido, ... aunque también se trata de grupos con una disciplina rigurosa, que practican un *reclutamiento selectivo" y una dinámica con alto nivel de cohesión grupal».[26]​ Así, se le ha objetado que muestra presuntamente una conducta persistentemente excluyente, al invitar a participar principalmente a personas con cierto nivel cultural, que no representan la amplitud de la sociedad. Tal conducta de estas organizaciones también se considera un caldo de cultivo para que se ocupen las logias como medio para lograr ciertos beneficios indebidos, mediante el tráfico de influencias de las personas que las integran.

La masonería actual no puede considerarse una sociedad secreta, sino discreta, en razón a la apertura de diversas logias en todo el mundo, que muestran incluso los ritos que se consideraban secretos. La masonería es una institución constituida horizontalmente, las logias son autónomas y solo obedecen en ciertos aspectos ritualísticos y administrativos a sus referentes nacionales.

La masonería actual es considerada una escuela iniciática (espiritual) y moral, que persigue el desarrollo del individuo para el bienestar de la humanidad, que solo es posible conseguir mediante el estudio científico y moral de las cosas, con la finalidad de conocerse a sí mismo. Estos estudios se desarrollan dentro de las logias y con fines educativos en todos los aspectos humanos; los métodos de enseñanza se desarrollan en un primer momento utilizando las herramientas de mitos y símbolos de la antigüedad, y en uno posterior, mediante las ciencias o artes liberales (trívium y quadrivium), cuya enseñanza fue perseguida en diversos momentos históricos.

Todas las creencias religiosas/espirituales (incluso, en algunas logias o en algunos ritos, la ausencia de creencia) y todas las posiciones políticas se aceptan en la masonería, y no son temas de discusión en las logias, ya que el respeto y la tolerancia es un principio elemental de la masonería, lo que elimina cualquier controversia entre la masonería, la religión y los grupos políticos. Por otra parte, existen diversas organizaciones secretas u ocultas a las que se les atribuye un carácter masónico, que en realidad no tienen; de ahí que las diversas ideas, interpretaciones y expresiones negativas contrarias a la masonería se consideren meras reminiscencias históricas, expresiones sin fundamento y desconocimiento absoluto de la institución al día de hoy.[27]

Se celebra el 15 de enero, anualmente.[28]

El Día Internacional de la Masonería se celebra el 20 de septiembre.[29]

La masonería ha tenido una relevancia tan grande en la cultura occidental que han aparecido referencias a su favor o en su contra tanto en los medios de comunicación como en obras de arte diversas (novelas, películas, composiciones musicales, etcétera), sobre todo acerca de sus prácticas y rituales:

Existen otras organizaciones masónicas, como la Orden de la Estrella de Oriente / Eastern Star (para hombres y mujeres), la Orden Internacional del Arco Iris para Niñas / Rainbow Girls (para chicas entre 10 y 20 años), Las Hijas de Job / Job's Daughters (para chicas entre 10 y 20 años) / la Orden DeMolay (para los chicos entre 12 y 21 años) / y la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad (AJEF) para jóvenes entre 14 y 21 años, organización masónica que fue creada en La Habana, Cuba. Hay, además, quienes afirman que el escultismo tiene similitudes con la masonería, pues sus orígenes fueron masónicos.[cita requerida]



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