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Flashmob



Un flashmob, traducido literalmente del inglés como «multitud relámpago» (flash: ‘destello, ráfaga’; mob: ‘multitud’), es una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente. Por tanto, una traducción válida, no literal, del término sería «acto multitudinario relámpago». Suelen convocarse a través de los medios informáticos (móviles o celulares, e Internet) y en la mayor parte de los casos no tienen ningún fin más que el entretenimiento, pero pueden convocarse también con fines políticos o reivindicativos.

Una de las particularidades de estas «tribus temporales» es que no requieren contar con el apoyo de los medios de comunicación de masas para comunicarse, coordinarse y actuar de manera conjunta, ya que su comunicación funciona a través de redes sociales virtuales. Se trata de individuos que, apoyados por las tecnologías de comunicación, difunden mensajes a sus redes sociales de amigos y conocidos, los cuales hacen lo mismo hasta construir una gran cadena de comunicación que es capaz de movilizar a miles de personas.

Recientemente, la actividad ha sido utilizada como parte de campañas publicitarias de diversos productos, programando la reunión en algún sitio público pero con la participación de bailarines y artistas que simulan un flashmob tradicional pero incluyendo aspectos de la marca que se promueve.

Basta con que alguien convoque a una manifestación a través de un mensaje, canalizado por algún soporte digital, para que comience el efecto «bola de nieve». Algunos de los canales utilizados son:

En estos mensajes se informa el día, lugar y hora exacta del encuentro. Ya que los flashmob pueden durar apenas unos minutos, se requiere que todos los participantes sincronicen sus relojes bajo una hora oficial. Otra particularidad de este fenómeno es que a los convocados no siempre se les informa sobre el tipo de movilización que se realizará, ya que eso se comunica en el mismo lugar de encuentro (o en un bar cercano a donde se hará la manifestación).

En su sentido estricto, como lo relata Rheingold, estas intervenciones relámpago son un fenómeno social (originado por el público en los medios directos de redes sociales digitales y SMS), por lo que el uso de presentaciones similares por parte de agencias publicitarias y promotores de productos, es un ardid que imita pero no se constituye en un flashmob, y en muchas legislaciones puede estar violando leyes de veracidad y regulación publicitaria, pues este engaño lleva a interpretaciones alejadas de la realidad y no son éticos, a menos que aclaren que es un producto elaborado y no una agrupación instantánea de personas voluntarias.

El fenómeno de los flashmobs comenzó con la publicación en octubre de 2002 del libro del sociólogo Howard Rheingold, Smart Mobs: The Next Social Revolution. En este libro el autor predecía que la gente usaría las nuevas tecnologías de comunicación (Internet, teléfonos móviles o celulares) para autoorganización. En junio de 2003 Rob Zazueta de San Francisco, después de haber leído las obras de Rheingold, creó la página web Flocksmart.com en la que por primera vez los mobbers empezaron a planear sus reuniones.

El primer flashmob se organizó en Manhattan el 3 de junio de 2003 por Bill Wasik, editor junior de Harper’s Magazine. El origen de este flashmob fue desconocido hasta que Wasik publicó un artículo sobre su creación en marzo de 2006 en una edición de la revista Harper’s Magazine. Este primer intento fue un fracaso, ya que alguien le contó a las personas de la tienda sobre lo que iba a pasar.

El primer flashmob que tuvo éxito se realizó el 17 de junio de 2003 en Nueva York (Estados Unidos), en el departamento de ventas de la tienda Macy’s. Para prevenir los problemas del primer intento, Wasik se reunió con los participantes en unos puntos de encuentro preliminares –cuatro bares de alrededores de Manhattan– donde fueron repartidas las instrucciones con la información sobre lo que iban a hacer y el lugar donde se realizaría el evento justo antes del comienzo de este.

Así, más de 100 personas subieron a la novena planta de Macy’s, donde se encontraba su departamento de alfombras y se reunieron alrededor de una alfombra carísima. Cualquiera, a quien se acercara el dependiente de la tienda, le contestaba que ellos vivían juntos en un almacén de afueras de Nueva York, y que todos ellos habían venido a comprar “La Alfombra de Amor”, ya que todas sus decisiones las tomaban en grupo.

Los flashmobs empezaron como espectáculos sin sentido, y se considera que la única razón posible para organizar estos encuentros es la diversión. Los matices sociales y políticos convierten los flashmobs en [smartmob]s. Sin embargo, hoy en día a todos los eventos sociopolíticos de estas características se les suele denominar flashmobs. Es la manera más fácil, operativa y menos peligrosa de mostrar la opinión pública o llamar la atención hacía algún problema existente.

Las absurdmobs tienen un matiz diferencial, y es que se centran en generar actos colectivos de invasión en el orden social a través de llevar a cabo un gesto absurdo multitudinario. La primera absurdmob se realizó el 9 de noviembre de 2006 en Barcelona (España), y consistió en unas 25 personas que empezaron a patear latas de Coca-Cola en la plaza del Borne, y posteriormente se dispersaron.[1]​ La otra característica de las absurdmobs es que las imágenes de documentación que los absurdmovers registran en sus acciones son reutilizadas, si se desea, de modo absurdo, como por ejemplo, utilizar las imágenes de la pateada de latas para enviarles un mail a Coca-Cola y decirles que esa actividad fue una manifestación con el siguiente lema: "La Coca-Cola ya no tiene el mismo gusto".

La segunda absurdmob que se conoce fue realizada por una serie de alumnos universitarios, también de Barcelona. Consistía en un movimiento desordenado de las sillas de una aula. Estas imágenes sirvieron para una protesta enviada al Ministerio de Educación con el siguiente lema: «Protesta de los alumnos no becados por el ministerio».

Los objetivos de las absurdmobs, como su nombre hace prever, retoman el carácter inicial de las primeras flashmobs: actividades comunitarias de autoorganización con medios telemáticos. El objetivo de las absurdmobs es potenciar el carácter de espectacularización que conlleva ponerse de acuerdo multitudinariamente para una actividad absurda y un proceso de manipulación del sentido que pueden tener las imágenes de multitudes en los medios. El 2 de agosto de 2016, el flashmob que unos jóvenes alemanes organizaron en Platja d'Aro (Girona, España) provocó llantos, desmayos y ataques de ansiedad al confundirse con un ataque terrorista.[2]

Algunos de los más famosos flashmobs son:



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