El Ferrocarril clandestino (en inglés, Underground Railroad) fue una red clandestina organizada en el siglo XIX en Estados Unidos y Canadá para ayudar a los esclavos afroamericanos a que escaparan de las plantaciones del sur de Estados Unidos hacia estados libres o Canadá.
El nombre de «Ferrocarril Clandestino» viene por el hecho de que sus miembros utilizaban términos ferroviarios de modo metafórico para referirse a sus actividades.
Por ejemplo, los conductores o maquinistas eran quienes ayudaban a los esclavos fugitivos en los propios estados esclavistas de Sur. Les proporcionaban disfraces, mapas, instrucciones sobre sitios para hospedarse y en ocasiones los acompañaban guiándoles durante el trayecto.
Eran por lo tanto activistas muy audaces, pues en aquella época el ayudar a esclavos fugitivos estaba castigado incluso con la muerte o los castigaban brutalmente.
Otros activistas establecían estaciones del ferrocarril, es decir, lugares (normalmente casas particulares) a donde los fugitivos llegaban y podían esconderse, comer, descansar, recibir asistencia médica e información sobre la siguiente etapa del viaje. Por ejemplo el matrimonio de cuáqueros formado por Levi y Catherine Coffin, que vivían en Newport, Indiana, fueron jefes de estación por más de veinte años y en este tiempo pasaron por su casa (la estación) unos 2000 esclavos fugitivos.
Los esclavos fugitivos eran los pasajeros. Las rutas de escape se llamaban carriles. La jefatura era la Estación Central y los estados del norte o Canadá eran el destino.
Los miembros de Ferrocarril Clandestino operaban en la clandestinidad y normalmente solo se conocían entre sí por sus seudónimos, para no comprometer su seguridad. También hacían jurar a los pasajeros que guardarían el secreto.
El Ferrocarril Clandestino buscaba a sus colaboradores dentro del movimiento abolicionista, del que era parte, y así iba extendiendo sus actividades siempre al margen de la ley.
Quizá el personaje más famoso y popular en la historia del Ferrocarril Clandestino fue Harriet Tubman, a quien llamaban la Moisés de los esclavos, y que fue una conductora que había nacido esclava en Maryland y que se escapó en 1848. Una vez llegada al Norte y alcanzada su libertad se incorporó al Ferrocarril Clandestino y en los años siguientes regresó hasta 19 veces al Sur para ayudar a escapar a cientos de esclavos. Los esclavistas llegaron a ofrecer una recompensa por capturarla viva o muerta, pero ella siguió con su labor.
El Ferrocarril Clandestino funcionó hasta que tras la Guerra de Secesión (1861–1865) se abolió definitivamente la esclavitud. Las personas que habían colaborado con el Ferrocarril Clandestino jugaron un importante papel en la guerra por la instrucción recibida y el conocimiento del terreno.
A lo largo de su existencia, el Ferrocarril Clandestino consiguió liberar a miles de esclavos y también influyó en la opinión pública para ganar partidarios a la causa abolicionista.
[1] Artículo en español sobre el Underground Railroad
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