Fernando Fernán Gómez cumple los años el 28 de agosto.
Fernando Fernán Gómez nació el día 28 de agosto de 1921.
La edad actual es 103 años. Fernando Fernán Gómez cumplió 103 años el 28 de agosto de este año.
Fernando Fernán Gómez es del signo de Virgo.
Fernando Fernán Gómez nació en Lima.
Fernando Fernández Gómez, conocido como Fernando Fernán Gómez (Lima, Perú, 28 de agosto de 1921-Madrid, España, 21 de noviembre de 2007), fue un novelista, dramaturgo, actor, guionista y director de cine, de teatro y de televisión español. Fue miembro de la Real Academia Española, en la que tomó posesión de la silla B el 30 de enero de 2000.
Lo más probable, según escribió en sus memorias,Lima el 28 de agosto de 1921, por más que su partida de nacimiento indique que lo hizo en la capital argentina, Buenos Aires. La razón de esto responde a que su madre, la actriz de teatro Carola Fernán Gómez, estaba de gira por Sudamérica cuando nació en Lima, por lo que su partida de nacimiento fue expedida días más tarde en Argentina, nacionalidad que mantuvo, además de la española, que le fue otorgada en 1984. Hijo extramarital, su padre fue el también actor Fernando Díaz de Mendoza y Guerrero, hijo de María Guerrero, quien impidió el matrimonio entre los padres de Fernando Fernán Gómez.
es que naciese enTras algún trabajo escolar como actor, estudió Filosofía y Letras en Madrid, estudios que abandonó al comenzar la Guerra Civil, pero su verdadera vocación lo condujo al teatro. Durante la Guerra Civil recibió clases en la Escuela de Actores de la CNT, debutando como profesional en 1938 en la compañía de Laura Pinillos; allí lo descubrió Enrique Jardiel Poncela, quien le dio su primera oportunidad al ofrecerle, en 1940, un papel como actor de reparto en su obra Eloísa está debajo de un almendro, estrenada en Madrid el 24 de mayo de 1940. Tres años más tarde le contrató la productora cinematográfica Cifesa y así irrumpió en el cine con la película Cristina Guzmán, dirigida por Gonzalo Delgrás, y ya al año siguiente le ofrecieron su primer papel protagonista en Empezó en boda, de Raffaello Matarazzo. En efecto, trabajó como actor hasta principios de los cuarenta para dedicarse después al cine, primero como actor (en éxitos como Balarrasa o Botón de ancla) y como director más tarde, sin descuidar su vocación de autor de teatro y director de escena, y escritor y guionista asiduo de la tertulia del Café Gijón. Llevó una madrileña vida noctámbula en los cincuenta, que ha contado en más de una ocasión. A mediados de esta década dio comienzo una popular asociación profesional con la actriz argentina Analía Gadé que fue iniciada con Viaje de novios (1956), película dirigida por León Klimovsky y luego con varias comedias más, muchas dirigidas por Pedro Lazaga, como Muchachas de azul (1957), Ana dice sí (1958) o Luna de verano (1959). Fernán Gómez debutó en la dirección con Manicomio (1954) y dirigió con Analía Gadé como protagonista femenina las películas La vida por delante (1958) y La vida alrededor (1959).
Se casó y divorció de la cantante María Dolores Pradera (1945-1957), con la que tuvo una hija, la actriz Helena Fernán Gómez, y un hijo, Fernando, relacionado también con la cultura. Después mantuvo una larga relación desde principios de los años setenta con la actriz Emma Cohen, tras conocerla en un episodio de la serie de TVE Tres eran tres (1973). Cohen y Fernán Gómez se casaron en 2000, y el matrimonio duró hasta el fallecimiento de este en 2007.
A partir de 1984 vuelca su cada vez más intensa vocación literaria en la escritura de muy personales artículos en Diario 16 y el suplemento dominical de El País, produciendo además varios volúmenes de ensayos y once novelas, fuertemente autobiográficas unas e históricas otras: El vendedor de naranjas, El viaje a ninguna parte, El mal amor, El mar y el tiempo, El ascensor de los borrachos, La Puerta del Sol, La cruz y el lirio dorado, etcétera. Fue un gran éxito su autobiografía en dos volúmenes, El tiempo amarillo, de la que corren dos ediciones, la segunda algo más ampliada; pero acaso su éxito más clamoroso lo haya obtenido con una pieza teatral prontamente llevada al cine, Las bicicletas son para el verano, sobre sus recuerdos infantiles de la Guerra Civil.
De su mano entró el cine en la Real Academia Española, de la que fue elegido miembro en 1998 y tomó posesión del sillón B el 30 de enero de 2000. Fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en el año 1995.
Polifacético, querido y respetado por los profesionales de la industria y por varias generaciones de espectadores, encontró la popularidad como actor casi al principio de su carrera cinematográfica con el clásico de la comedia negra Domingo de carnaval (del célebre realizador Edgar Neville), que protagonizó junto a Conchita Montes en 1945. Dos años antes había aparecido como secundario en otro notable título del cine español de los cuarenta como Cristina Guzmán. Ese mismo año acompañó a una ya consagrada Imperio Argentina y al recordado galán Alfredo Mayo en la exótica comedia Bambú, y también participó en un pequeño clásico de la comedia fantástica como El destino se disculpa, de José Luis Sáenz de Heredia, siguiendo el estilo del subgénero norteamericano en boga durante esos años (La pareja invisible, de Norman Z. MacLeod, Me casé con una bruja, de René Clair, Dos en el cielo, de Victor Fleming, etc.). A partir de entonces encadenó títulos de éxito que hoy críticos y cinéfilos califican de indispensables, trabajando con Gonzalo Delgrás (Los habitantes de la casa deshabitada); Carlos Serrano de Osma (Embrujo, junto a Lola Flores y Manolo Caracol); Sáenz de Heredia (La mies es mucha, Los ojos dejan huellas); Ramón Torrado, (Botón de ancla); José Antonio Nieves Conde (Balarrasa, El inquilino); Luis Marquina, (El capitán Veneno). En aquella época también trabajó en Barcelona como actor de doblaje.
En la década de 1950, se consolidó como actor principal en toda serie de comedias (El fenómeno), dramas (La gran mentira) y cine religioso (Balarrasa) o folclórico (Morena Clara), propagandísticos o directamente escapistas (lo que en muchos sentidos también es considerado como propaganda por los historiadores), al tiempo que interviene en una de las primeras avanzadillas de lo que luego será el «Nuevo cine español»: Esa pareja feliz de Bardem y Berlanga. También ahora participa en algunas coproducciones de interés como La conciencia acusa (del genial Georg Wilhelm Pabst) o Lo scapolo (de Antonio Pietrangeli) junto a Alberto Sordi, y por último, inicia una incipiente carrera como director, con obras de encargo de desigual fortuna: en este sentido, sobresale su versión de la novela de Wenceslao Fernández Flórez El malvado Carabel y dos excelentes comedias en las que compartió química y cartel con la deliciosa Analía Gadé, una de sus parejas más recurrentes, como son La vida por delante y La vida alrededor.
Al hilo del cine español de los sesenta, su filmografía como actor y director se llenó de comedias de todo tipo como: La venganza de Don Mendo, Adiós, Mimí Pompom, Ninette y un señor de Murcia, Crimen imperfecto o Un vampiro para dos, parodia de los filmes de Drácula con José Luis López Vázquez y Gracita Morales.
Incluso en esta época de trabajos eminentemente comerciales, hay excepciones como sus trabajos de dirección en El mundo sigue (1963), un durísimo drama naturalista, inspirado en la novela homónima de Juan Antonio Zunzunegui, donde se enfrentan dos hermanas de concepciones vitales opuestas en plena sociedad de posguerra española, su primer éxito como director, y en El extraño viaje (1964), en el que retrata, con casi mayor penetración que el propio Berlanga, el clima cicatero y opresivo de la sociedad española del Franquismo y que permanece como una de las cumbres del cine español de todos los tiempos; ambas producciones tuvieron tremendos encontronazos con la censura. Por otra parte, es ahora cuando inicia relación profesional con otra de sus parejas más emblemáticas, Concha Velasco, con la comedia negra Crimen para recién casados.
En los setenta, Fernán-Gómez se convirtió en uno de los actores más solicitados de la llamada Transición española, con títulos dorados de esos años como El espíritu de la colmena, El amor del capitán Brando, Pim, pam, pum... ¡fuego!, Mi hija Hildegart, Los restos del naufragio, Mamá cumple cien años o ¡Arriba Hazaña!. Con ello inició una exitosa colaboración al lado del notable director Jaime de Armiñán y una también estrecha relación profesional con Carlos Saura, ganándose con ello un justo prestigio como actor y director además de reconocimiento por su ya larga trayectoria. En 1976 intervino en un título de indudable valor, si bien no para el gran público, como El anacoreta, premiada en el Festival Internacional de Cine de Berlín. También dirigió e interpretó dos exitosas producciones para TVE (el telefilme Juan soldado y sobre todo la serie El pícaro) que se cuelan en la memoria del gran público. Tras la muerte de Franco y la legalización de la CNT-AIT, tuvo una militancia activa en el Sindicato de Espectáculos de Barcelona participando en las Jornadas Libertarias de Barcelona en julio de 1977 junto a su compañera Emma Cohen.
En 1981 protagonizó un film memorable, Maravillas de Gutiérrez Aragón, y comenzó a encadenar éxitos de crítica y público (La colmena, Stico, Los zancos, Réquiem por un campesino español, La corte de Faraón, La mitad del cielo y El viaje a ninguna parte). Termina la década con excelentes trabajos en filmes no muy bien acogidos pero de calidad: Esquilache y El río que nos lleva. En 1986 rodó en Argentina un título muy a tener en cuenta, Pobre mariposa, de Raúl de la Torre, junto a un reparto internacional (Bibi Andersson, Vittorio Gassman, Fernando Rey, Graciela Borges); y también es esta la década en que se encuentra más activo en sus trabajos para TVE (Ramón y Cajal: Historia de una voluntad, Fortunata y Jacinta, Las pícaras, Juncal o Cuentos imposibles).
La década de 1990 presencia el inicio de un período de menor actividad profesional derivada de algunos problemas de salud y de, seguramente, falta de papeles de envergadura para un actor como él. Salvo Belle Époque y el Óscar que consigue la cinta como mejor película extranjera, debemos esperar hasta 1998 para volver a verle en dos cintas tan distintas como importantes (cada una a su manera) como son El abuelo (nominada al Óscar y gran éxito de taquilla) y Pepe Guindo (homenaje-ficción al gran actor por parte de un director infravalorado pero nada mediocre como Manuel Iborra). Entre medias, estuvo varias temporadas en la serie de TV Los ladrones van a la oficina, que le devolvería la popularidad a él y otros grandes nombres de la interpretación como Agustín González, Manuel Alexandre o José Luis López Vázquez. Después recupera fuelle con tres grandes películas (Todo sobre mi madre, Plenilunio y el éxito popular La lengua de las mariposas).
Más recientemente rodó Visionarios, de Gutiérrez Aragón; El embrujo de Shanghai, con Fernando Trueba; Para que no me olvides, y la que probablemente quede como su última gran interpretación en la espléndida En la ciudad sin límites, de Antonio Hernández.
Marisa Paredes, presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, en la entrega de la décima Medalla de Oro, lo describió a la perfección: «Por anarquista, por poeta, por cómico, por articulista, por académico, por novelista, por dramaturgo, por único y por consecuente».
Colaboró durante treinta y cinco años con el diario ABC.
El 19 de noviembre de 2007 fue ingresado en el área de Oncología del madrileño Hospital Universitario La Paz para ser tratado de una neumonía. Falleció en Madrid a causa de un cáncer de colon el 21 de noviembre de 2007 a los 86 años de edad. Tras anunciarlo el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en la capilla ardiente del actor, el Gobierno de España le concedió el día 23 de noviembre, a título póstumo, la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. También, el alcalde de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón anunció que el Centro Cultural de la Villa de Madrid pasará a llamarse Teatro Fernando Fernán-Gómez. En la capilla ardiente su féretro fue recubierto con una bandera rojinegra anarquista, siendo posteriormente incinerado en el Cementerio de La Almudena de Madrid.
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