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Expedito



San Expedito fue un santo y mártir católico que habría vivido entre los siglos III y IV, siendo comandante de la Legión XII Fulminata del ejército romano, bajo el gobierno del emperador Diocleciano.

San Expedito fue beatificado en 1629 por el papa Urbano VIII, y fue canonizado por el papa Clemente X en 1671. Sin embargo, en el año 2001 fue retirado del martirologio romano, y desde esa fecha ya no es un santo avalado por la iglesia católica debido a la falta de pruebas sobre su existencia histórica.

Apareció por primera vez en un martirologio italiano de 1781, en que fue proclamado patrono secundario del pueblo de Achiriali (Sicilia) y protector de comerciantes y navegantes.

A fines de ese siglo, san Expedito ya era conocido en Alemania y Sicilia.[1]

En 1894 se instaló un altar dedicado a san Expedito en la capilla de las Religiosas Mínimas con su estatua.

En 1897, Mariano Casanova ―arzobispo de Santiago de Chile―, publicó el Triduo en honor de san Expedito.[2]

San Expedito no figura en ninguna de las ediciones del Martirologio romano promulgado en 2001, que tiene la característica de ser exhaustivo ―es decir, que no se limita a incluir los santos y beatos que venera la Iglesia católica, es objeto de continua revisiones y, en este caso en particular es retirado su nombre del Martirologio, ya que en 1906 el papa san Pío X ordenó que Expedito fuera retirado del martirologio, y no fue vuelto a inscribir en el Nuevo Martirologio Romano, promulgado en 2001.[3]

Por ese motivo, aunque la devoción popular al santo esté muy arraigada, no se lo puede considerar santo «oficial» de la Iglesia católica.[4]

El cuestionamiento a la historicidad de san Expedito es ya muy antiguo, y en realidad se había retirado del culto en 1969, pero puesto que muchos de los retirados en ese momento de hipercrítica documental luego volvieron a incluirse (como los Cuatro Santos Coronados y otros), es conveniente fijarse más bien en la edición última, que no sólo es la vigente, sino más moderada en sus criterios históricos.

La edición castellana de 1964 del Butler lifes of saints (traducido por W. Guinea, México, 1964), trae el 19 de abril un breve artículo explicando algunos aspectos de la historicidad (es decir, de la no historicidad) de san Expedito, y por qué no puede considerarse válida la inclusión de su nombre entre los santos de Melitene. Esa noticia se basa a su vez en Delehaye.

Posiblemente, y dada la difusión y el hecho de que en muchas iglesias católicas sigue habiendo imágenes y se le sigue tributando culto público informal (no litúrgico), deba considerarse como el culto a san Carlomagno, es decir «tolerado, no admitido».

Debido a su nombre (que en español significa ‘rápido’), la devoción popular que lo considera

Es un santo reconocido por los fieles católicos aunque no aparece en la liturgia católica.[5]​ Su acta de canonización no ha sido revisada por la Iglesia católica, y su fiesta del 19 de abril no se celebra ampliamente.

No aparece en el actual calendario litúrgico porque nada se sabe de su vida.

Se cuestiona la existencia de este Expedito.

En 1781, llegó una caja con reliquias no identificadas a un convento de monjas en París.[6]​ Las reliquias se habían desenterrado de las catacumbas de la plaza Denfert-Rochereau. El remitente de la caja (desde la misma ciudad) había escrito sobre la caja «Spedito» (‘correo expreso’), probablemente para acelerar su envío. Las monjas supusieron que las reliquias pertenecían a un tal «san Spedito».

El Martirologio romano nombra efectivamente a un mártir desconocido llamado Expeditus (cuya declinación es Expediti):

Las monjas supusieron que este «santo Spedito» habría sido el mártir que aparecía en el Martirologio, oraron por su intercesión, y cuando sus oraciones[8]​se vieron rápidamente respondidas, la veneración de estos restos se expandió por toda Francia.

Pronto se le adjudicó una fecha (siglo IV), para darle verosimilitud. Incluso un diario chileno en internet (en 2008) lo hace contemporáneo de santa Filomena, y afirma que murió en el año 303.[9]

Desde fines del siglo XVIII ―quizá desde antes― se generó una historia acerca de este santo desconocido.

Se le hizo comandante de la XII legión romana (de sobrenombre "Fulminante" debido a una hazaña bélica que la volvió célebre), que estaba acuartelada en el distrito de Melitene (en Capadocia), hoy Malatya (Turquía), sede de una de las provincias romanas de Armenia, a finales del siglo III. La legión estaba formada en su mayoría por soldados cristianos. Su misión principal era defender las fronteras orientales de los territorios invadidos por los romanos contra los ataques de los hunos.

Antes de su conversión al cristianismo, Expedito tenía una vida disipada.

En el momento de su conversión se le apareció un cuervo (ave que representa al demonio), el cual lo seducía a no convertirse al cristianismo al grito de «cras cras cras», que en latín significa ‘mañana’. Expedito respondió: «¡Hodie hodie hodie!», que significa ‘¡hoy!’ y luego aplastó al cuervo con el pie izquierdo.

Una vez convertido, predicó a toda su tropa y los acercó al cristianismo. Eso provocó la ira del emperador Diocleciano. La importancia de su puesto hacía de él un blanco especial del odio del emperador. Fue flagelado hasta sangrar y después decapitado con espada un 19 de abril.

Según una tradición católica, san Expedito era comandante de la Legión XII Fulminata; ello significa que era un tribuno militar, es decir un oficial militar dentro de la organización estatal del imperio, con mando sobre un cuerpo de tropas que le dependía directamente. La legión de san Expedito estaba desplegada en Armenia y alternaba su misión principal de luchar contra los pueblos que el Imperio romano consideraba bárbaros y custodiar los confines del imperio, con otras tareas que realizaban las tropas de ocupación romanas.

Cuenta la tradición que la legión XII venía luchando desde hacía tiempo bajo las órdenes de su comandante, y que se encontraba ya sin alimentos, agua, ni provisiones, en un territorio bajo control del enemigo. Fue así como tuvieron que dar batalla sin tener las energías para hacerlo. Expedito intentó levantar la moral de sus legionarios hablándoles, pero nada logró esta vez. Sin fuerzas, ni provisiones, ni alimentos y con el enemigo en las proximidades ya nada podía hacerse. Sin embargo, en ese momento, los soldados romanos que habían visto muchas veces como procedían los cristianos cuando debían enfrentar la muerte que ellos mismos les causaban, obraron de forma similar. Para sorpresa de su comandante, los soldados comenzaron a elevar sus brazos hacia el cielo, pidiendo ayuda a ese Dios único de los cristianos del que habían escuchado hablar y que sabían que realizaba milagros. Pero más sorprendidos resultaron sus enemigos, que jamás habían visto una legión completa realizando aquel gesto y rogándole a Dios en pleno campo de batalla. Mientras el enemigo atónito y sin entender lo que estaba sucediendo se detenía, todo el cielo se oscureció y descendió sobre el campo de batalla un tremendo vendaval de viento y agua que cubrió tanto a los combatientes como a sus animales de carga y de lucha. Fue en estas circunstancias que la legión entera logró recomponerse y aprovechando la situación pudo salir victoriosa de esa contienda.[cita requerida]

Luego de la batalla, muchos soldados se convirtieron a la fe cristiana; sin embargo Expedito seguía sin comprender lo que ocurría, aunque su corazón sabía que Dios lo estaba llamando, y que se había acordado de él y de sus hombres en las críticas circunstancias descritas. Su puesto en el ejército no era compatible con la conversión al cristianismo, ya que esto significaba un abierto desafío a la autoridad del emperador. Al enterarse el emperador Diocleciano de estos hechos envió órdenes para que se pusiera fin de inmediato a lo que consideraba una revuelta militar. Aunque muchos de sus soldados y amigos se habían convertido, Expedito continuaba con dudas: no se decidía entre su carrera militar y el llamado que indudablemente estaba recibiendo desde los cielos. Finalmente, un día Expedito decidió cambiar de vida y convertirse. En ese momento, es cuando se le aparece el Espíritu del mal en forma de cuervo y le grita en latín «¡Cras, cras, cras!» (mañana, mañana, mañana’), con la intención de prolongar su indecisión y evitar su conversión. Pero Expedito reaccionó enérgicamente aplastando al cuervo con un pie, gritando: «¡Hodie, hodie, hodie!» (‘hoy, hoy, hoy’).

Es entonces cuando Expedito decidió ser cristiano. Luego de su conversión, comenzó a proteger a los cristianos que eran llevados a los circos romanos para ser devorados por leones. Pero el emperador no podía tolerar que un comandante de legión desafiara sus leyes y que se hubiera convertido al cristianismo. Por esta razón fue detenido e interrogado, junto con otros compañeros de armas que también se habían convertido a la fe. El 19 de abril del año 303, Expedito fue sacrificado por orden del emperador en Melitene, junto con Cajo, Gálatos, Hermágoras, Aristónico y Rufo. Se impuso la pena de flagelación, se le dio a los reos la oportunidad de arrepentirse y, posteriormente, como se rehusaron fueron decapitados.[10]

El nombre de san Expedito tiene también connotaciones militares. En la lengua castellana, expedito es un adjetivo (que deriva del latín expeditus) que hace referencia a estar libre de todo estorbo y pronto para obrar. Pero en la antigua Roma se decía que cuando los soldados marchaban solamente con sus armas y sin su carga, lo hacían expediti o in expeditionem. Por el contrario, cuando marchaban con su impedimenta, que incluía saco para dormir, utensilios para comer, efectos personales, útiles de zapa, herramientas y víveres, lo hacían impediti. También, se utilizaba el término expediti para hacer referencia a aquella formación de la legión que le permitía operar como infantería ligera y con velocidad en sus movimientos. Se cree que es de aquí de donde deriva el nombre de san Expedito, o que inició su carrera militar en una unidad que operaba siguiendo estos parámetros, y que de ella habría obtenido su nombre.[10]

Las imágenes de san Expedito lo presentan con ropa de legionario romano, vestido de túnica corta y de manto tirado hacia atrás de los hombros (a la moda militar romana), y con postura marcial. En una mano sostiene una hoja de palma que simboliza el martirio, en la otra una cruz que ostenta la palabra hodie (‘hoy’, en latín, en referencia a la conocida leyenda). Pisa con el pie izquierdo un cuervo que grita «cras» (‘mañana’ en latín).

Existen iglesias de san Expedito en todo el mundo:



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