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Exclamación y querella de la gobernación



La Exclamación y querella de la gobernaçión del poeta de la lírica cancioneril Gómez Manrique, tío de Jorge Manrique, es una sátira política clásica del Prerrenacimiento español.

Fue un texto muy popular; aparte de la decena larga de cancioneros manuscritos que lo contienen, el testimonio impreso más antiguo parece ser el Cancionero General de Hernando del Castillo (Valencia: Cristóbal Coffman, 1511) y sus reimpresiones (Toledo: Ramón de Petras, 1527 y Amberes: Philippo Nucio, 1573), así como pliegos sueltos burgaleses del siglo XVI (por ejemplo, Burgos: Imprenta de Juan de Junta, 1550 y Burgos, Felipe de Junta, entre 1565 y 1570)[1]

Se trata de una sátira política en verso, género que, además de Manrique, cultivaron otros autores de la época como su tío el Marqués de Santillana con su Doctrinal de privados, Juan Álvarez Gato y Hernán Mexía, así como obras anónimas como las Coplas de la Panadera y las Coplas de Mingo Revulgo. Este género estuvo en boga sobre todo entre 1460-1490 a causa de los revueltos acontecimientos políticos sociales del momento (guerras civiles castellanas, sobre todo), en que se atacaban entre sí reyes y nobles, caballeros y burgueses, la iglesia y el pueblo.

El poema consta de 18 estrofas de coplas castellanas de rima alterna (abab, cdcd) en versos octosílabos y sigue la estructura de una enumeración de actitudes y valores humanos invertidos, con el tópico literario del mundo al revés. Se enmarca con una alusión inicial y final a "la ciudad donde moro" en contraste con la bien regida Roma, revelando el trastorno en que está sumida la sociedad en general con ese ejemplo concreto. Es, pues, de estructura anular o circular, y se concluye con una amonestación final de clara forma epigramática:

Contempla así en Castilla enormes revueltas sociales que le hacen exclamar que son tiempos de locura:

Como al principio, lamenta la ausencia de unos principios éticos generales y de una justicia gratificante que sirva para restablecer el orden legítimo de las cosas, la pobreza, la crisis demográfica y la ausencia de una nobleza bien preparada:

Desde que apareció causó mucha polémica, sobre todo en círculos toledanos. Provocó la glosa de Pero Díaz de Toledo y las refutaciones de Pero Guillén de Segovia, Antón de Montoro y Antonio de Soria. Por eso es muy posible que el decir manriqueño tenga explicación solo si se entiende que el lugar criticado en el poema es la ciudad de Toledo. Lo abona que durante largo tiempo se conociera a este texto como Sátira del mal gobierno de Toledo y que Manrique indicara claramente «mi pueblo con sus calles», siendo Toledo su ciudad amada y predilecta. Eloy Recio Ferreras lo prueba al afirmar que «de no entenderse así [que Toledo es el sujeto del poema], carecería de sentido el empeño repetido de algunos amigos íntimos del arzobispo, como Pero Guillén y Díaz de Toledo, por excluir el jerarca de las imputaciones y responsabilidades sugeridas en la sátira».[3]



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