Espías atómicos y espías del átomo (en inglés: Atomic Spies y Atom Spies) son términos utilizados para referirse a personas de los Estados Unidos, Reino Unido y Canadá a los que se atribuye el espionaje de información sobre la producción o diseño de armas nucleares a favor de la Unión Soviética durante el período entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría. El contenido exacto de la información y la lista completa de espías sigue siendo una cuestión de debate académico, y en algunos casos se sabe que varios testimonios o confesiones fueron falsificados. La actividad de estos espías constituye el caso mejor documentado y conocido de espionaje nuclear en la historia del armamento atómico.
Durante el comienzo del diseño de dispositivos nucleares, existía un movimiento entre los científicos para compartir su información con la comunidad científica mundial, que fue firmemente prohibido por el gobierno estadounidense. En la actualidad, la aparente cesión voluntaria de tecnología e información nuclear a Irán, Libia y Corea del Norte y es posible que de otros gobiernos por parte de Abdul Qadeer Khan, un científico pakistaní que es considerado un héroe nacional por su papel en la construcción del arsenal nuclear de Pakistán, aún no ha sido lo suficiente investigada, y existe cierto debate sobre si el término espía atómico puede aplicarse a los que han actuado fuera del período de la Guerra Fría, como el citado Khan y el físico argentino-estadounidense Leonardo Mascheroni.
Otra discusión es si la información proporcionada por los espías atómicos aceleró el desarrollo de la bomba atómica por parte de la Unión Soviética. Aunque los soviéticos recibieron cierta información, como los teoremas técnicos transmitidos por Klaus Fuchs, que se cree podrían haber servido para el desarrollo de armas nucleares, la cuestión es si el líder del proyecto de la bomba nuclear soviética, Igor Kurchatov llegó a utilizarla. Según los informes más extendidos, Kurchatov utilizaron la información robada como “comparación” con su propio trabajo científico, pero no la utilizaron en forma extensa, desconfiando del trabajo de otros científicos y de la información proporcionada por el espionaje. La investigación posterior también ha demostrado que el principal obstáculo para el desarrollo de las armas nucleares soviéticas no fue una cuestión de diseño, como ocurrió con el Proyecto Manhattan, sino la dificultad de conseguir materiales radiactivos, ya que la Unión Soviética carecía de depósitos de uranio cuando comenzó su programa atómico.
La confirmación del espionaje atómico fue descubierta por el proyecto VENONA, que interceptó y descifró varios informes de espionaje soviéticos enviados durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Estos informes proporcionaron indicios sobre la identidad de varios espías en las instalaciones gubernamentales de Los Álamos y otros lugares, algunos de los cuales nunca han sido identificados. Varios de estos informes no pudieron ser utilizados por razones de secreto de estado durante los juicios a los espías capturados en la década de 1950. La mayoría de los informes sobre la actividad de los espías atómicos proceden de los archivos soviéticos, que se abrieron en forma breve a los investigadores tras la caída de la URSS.
Klaus Fuchs, foto de carnet de identidad en el Laboratorio Nacional de Los Álamos.
Fotografía policial de Julius Rosenberg tras su arresto.
Theodore Hall, foto de carnet de identidad del Laboratorio Nacional de Los Álamos
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