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Erupción pliniana



Una erupción pliniana es un tipo de erupción volcánica caracterizada por su similitud con la acontecida en el monte Vesubio en el año 79 d. C., según fuera descrita por Plinio el Joven en una carta dirigida a Cornelio Tácito. Reciben este nombre en honor a Plinio el Viejo, tío de Plinio el Joven, quien falleció en dicha erupción al acercarse a investigarla y a ayudar a amigos atrapados en la zona. Esa misma erupción fue la que sepultó a la ciudad de Pompeya, así como también a otras ciudades romanas cercanas tales como Herculano, Oplontis y Estabia.

Las erupciones plinianas están asociadas a magmas de composición félsica (ácidos). Se caracteriza por su alto grado de explosividad, con manifestaciones muy violentas en las cuales se expulsan grandes volúmenes de gas volcánico, fragmentos y cenizas. La expulsión a gran velocidad de estos materiales, junto con su rápida ascensión, forman columnas eruptivas que pueden superar los 30 km de altura, inyectándolos en la estratosfera. La característica clave para clasificar una erupción como pliniana es la emisión de grandes cantidades de pumita y las continuas y muy intensas expulsiones de ráfagas de gas tóxico. La lava es usualmente riolita, y rica en silicatos. Las lavas basálticas son poco comunes en este caso, aunque hay ejemplos, como la erupción del Monte Tarawera en 1886.

Cuando son breves, las erupciones plinianas pueden durar menos de un día, pero en algunos casos pueden prolongarse durante días e incluso meses. Las erupciones más largas suelen comenzar con la producción de nubes de ceniza volcánica, a veces acompañadas de flujos piroclásticos. La cantidad de magma expulsado puede ser tan grande que provoque el colapso del cono volcánico, apareciendo una caldera. Las capas de ceniza fina emitida en estas erupciones pueden depositarse a lo largo de un territorio muy extenso; por ejemplo, en el caso de erupciones prehistóricas del Vesubio, se han encontrado restos de cenizas finas a lo largo de toda la Campania y la Terra di Lavoro, en una extensión que sobrepasa los 300 km de distancia al volcán.

Usualmente, las erupciones plinianas van acompañadas de grandes estruendos, como los que se oyeron con la explosión del monte Krakatoa. Esto se debe a la gran acumulación de gases y volátiles que se da en la cámara de magma, previo a la erupción. La presión aumenta enormemente, generando temblores de tierra que suelen anticipar a la erupción, hasta el momento de la misma, en que el gas logra liberarse con gran estruendo, y usualmente haciendo explotar la cumbre del volcán. La explosión del Krakatoa fue tan poderosa que se oyó a 5.000 km de distancia del lugar, y la isla desapareció casi por completo. Estas erupciones, por tanto pueden ser tremendamente destructivas.

La inyección de gases (típicamente, CO2, SO2, y aerosoles) y cenizas en la estratosfera suele causar fenómenos de contaminación global. El intercambio de masa entre estratosfera y troposfera, que es la capa atmosférica superficial (donde se producen la inmensa mayoría de los fenómenos meteorológicos), es escaso, por lo que la deposición de las cenizas y los gases es muy lenta (en el caso de cenizas, del orden de años; para los gases, decenas de años). Su eliminación de dicha capa es complicada; las cenizas acaban por depositarse, mientras que los gases solo logran eliminarse a consecuencia de los fenómenos químicos atmosféricos, que en la troposfera son escasos. Por su parte, la difusión de estos contaminantes es sencilla, al no haber ningún obstáculo natural. Por ello, cuando las erupciones son importantes, sus efectos pueden notarse en rangos que van de la escala sinóptico-continental (afectan a todo el continente) hasta la global. Las cenizas oscurecen el cielo y pueden generar ciclos de enfriamiento superficial que afecten al clima en general, tal como se comprobó durante el año sin verano (1816) consecuencia de la erupción del volcán Tambora; igualmente, la inyección de aerosoles puede causar fenómenos parecidos, que afecten al albedo terrestre. Estos fenómenos son parecidos al invierno nuclear.

De acuerdo al Índice de explosividad volcánica del Instituto Smithsoniano, un IEV de 6 a 8 es clasificado como ultrapliniano. Son definidas como columnas de ceniza sobre 25 km de alto y un volumen de material expulsado entre 10 km³ y 1000 km³. Las erupciones en la categoría de "ultrapliniana" incluyen la caldera del Lago Toba (hace aprox. 70 mil años), Tambora (1815), y Krakatoa (1883).,[1]Volcán Santa María (1902).

Algunos ejemplos destacados de erupciones plinianas son:


A diferencia de otros tipos de erupciones en las que las emisiones de gases tóxicos son menores, en las plinianas la dispersión inicial de los gases emitidos puede tener una importancia capital para los seres vivos. En el caso de la ocurrida en el monte Vesubio en el año 79, el viento soplaba con componente sur-este, por lo que las cenizas y los gases tóxicos fumigaron las ladera del sureste del Vesubio. En esta zona se asentaba las localidades de Pompeya y de Estabias, cuyos habitantes apenas si tuvieron tiempo de huir antes de que una nube tóxica inundara la ciudad; la inmensa mayoría pereció asfixiada por los gases, y luego quedó sepultada por la lluvia de cenizas que cubrió la ciudad. La ciudad de Herculano, también arrasada por la erupción, fue sepultada, por el contrario, por una avalancha de lodos. El propio Plinio el Viejo falleció asfixiado, al acercarse a la zona para investigar los sucesos.

Plinio el joven describió la erupción en la que falleciera su tío en el siguiente fragmento:

Plinio el Viejo, que ocupaba una magistratura naval en la Campania (era prefecto naval), se encontraba, junto con su hermana y su sobrino, Plinio el Joven, en Miseno. Ante la visión de la nube, ordenó a un barco que lo llevara a Estabia atravesando la bahía de Nápoles, con el fin observar mejor el fenómeno y socorrer a la población de la ciudad. Según cuenta su sobrino, conforme se acercaba el barco a la costa, la lluvia de ceniza se intensificaba. Al poner pie en la costa, Plinio no pudo dar más que unos pocos pasos antes de caer al suelo y morir asfixiado por inhalación de los gases tóxicos. Su cuerpo fue posteriormente encontrado sepultado bajo las cenizas del Vesubio, sin ninguna señal de herida, el 26 de agosto del año 79, cuando la nube se había dispersado, y confirmando su muerte por asfixia y envenenamiento.



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