Los equinoccios (del latín aequinoctium (aequus nocte), "noche igual") son los momentos del año en los que el Sol está situado en el plano del ecuador celeste. Ese día y para un observador en el ecuador terrestre, el Sol alcanza el cenit (el punto más alto en el cielo con relación al observador, que se encuentra justo sobre su cabeza, vale decir, a 90°). El paralelo de declinación del Sol y el ecuador celeste entonces coinciden.
Ocurre dos veces por año: entre el 19 y el 21 de marzo y entre el 21 y el 24 de septiembre de cada año.
Como su nombre indica, en las fechas en que se producen los equinoccios, el día tiene una duración aproximadamente igual a la de la noche en todo el planeta.
Los equinoccios se usan para fijar el inicio de la primavera y del otoño en cada hemisferio terrestre.
Los equinoccios ocurren cuando el Sol está en el primer punto de Aries o en el primer punto de Libra. El primero es el punto del ecuador celeste donde el Sol en su movimiento anual aparente por la eclíptica pasa de sur a norte respecto al plano ecuatorial, y su declinación pasa de negativa a positiva. En el primer punto de Libra sucede lo contrario: el Sol aparenta pasar de norte a sur del ecuador celeste, y su declinación pasa de positiva a negativa.
Realmente ninguno de los equinoccios se encuentra en la constelación que los nombra, debido a la precesión: el primer punto de Aries está en Piscis, y el primer punto de Libra se halla en Virgo. Las coordenadas ecuatoriales de cada equinoccio son: a) para el equinoccio vernal, ascensión recta y declinación nulas; b) para el primer punto de Libra, ascensión recta, 12 horas, y declinación nula.
Concretamente, el punto equinoccial que vemos situado hacia la constelación de Piscis está a 8 grados de la frontera con la de Acuario.
Astronómicamente se trata del primer punto de Piscis, y el meridiano que pasa por él es el primer meridiano celeste de referencia para determinar la coordenada de Ascensión Recta (AR) de los objetos celestes (Sol, Luna, planetas, estrellas, nebulosas y galaxias). El punto equinoccial estuvo al final de la constelación de Aries hace 20 siglos y 50 años y alcanzará la frontera de la constelación de Acuario dentro de menos de 6 siglos.
Como referencia astronómica, equinoccio es sinónimo del primer punto de Aries (también: punto Aries): punto de la esfera celeste de ascensión recta, y declinación nula. Es el punto donde el Sol en su movimiento anual aparente por la eclíptica pasa de sur a norte del ecuador celeste, y su declinación cambia de negativa a positiva. También se suele llamar a este punto o nodo equinoccio vernal.
Así, por ejemplo, el tiempo sidéreo se mide desde el meridiano local al equinoccio de marzo en sentido retrógrado, y la ascensión recta de un cuerpo en la esfera celeste se toma desde el punto Aries al círculo horario del objeto, en sentido directo.
Ahora bien, el equinoccio no es un punto fijo (ninguno de los dos equinoccios, por supuesto), sino que se mueve progresivamente debido a la precesión y nutación. La primera supone un desplazamiento angular de unos 50,3” cada año.
Desde este punto de vista los equinoccios son el instante (o la fecha, en un sentido más general) en que suceden determinados cambios estacionales, opuestos para el hemisferio norte y el hemisferio sur:
Los equinoccios realmente son un momento particular en el calendario, un instante de tiempo que ocurre a una hora determinada; en vez de todo un día (aunque acostumbramos llamar equinoccio o día equinoccial a la jornada en que ocurre este instante).
Las fechas extremas de los equinoccios para el siglo XXI son las siguientes:
En los equinoccios el Sol sale exactamente por el este y se pone exactamente por el oeste, siendo la duración del día igual a la duración de la noche. En el movimiento diurno media circunferencia ocurre por arriba del horizonte (día) y la otra media por debajo (noche). La figura muestra la trayectoria del Sol según la latitud del observador, situado en el punto C de su horizonte local.
Desde el ecuador -latitud 0º-, el Sol sigue aparentemente una trayectoria vertical, desde que nace por el Este hasta que se pone por el oeste, alcanzando al mediodía el cenit del observador (amarillo).
Por el contrario, desde los polos, bien sea el norte o el sur (azul), el Sol no se levanta sobre el horizonte, sino que describe un círculo rasante. Prescindiendo de la refracción, se verá sólo medio disco solar durante todo el día: ni amanece, ni culmina ni se pone.
En cuanto a las latitudes medias (naranja) el observador verá nacer al Sol por el este y ponerse por el oeste, pero su culminación será distinta según estemos en el hemisferio norte o en el hemisferio sur:
Se da además otra diferencia: los observadores del hemisferio norte ven al Sol "moverse" de este a oeste en sentido retrógrado u horario, mientras que desde el hemisferio sur el Sol parece moverse igualmente del este a oeste, pero en sentido directo o antihorario.
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