En botánica, el episperma, tegumento seminal o cubierta seminal es la capa que rodea a la semilla de las plantas espermatófitas. En el episperma se observan comúnmente dos capas: la externa, la testa, derivada del tegumento externo, y la interna, el tegmen, derivado del tegumento interno del óvulo y/o de la nucela. Su función es proteger a la semilla del medio ambiente. Algunas semillas forman proyecciones de la testa que favorecen la absorción de agua en el momento de la germinación o que actúan como protección suplementaria. En casi todas las semillas, el micrópilo a través del cual había penetrado el tubo polínico en el óvulo, persiste en forma de un pequeño orificio de la testa. En las angiospermas, un funículo une la semilla a la placenta por el interior de la pared del fruto. Al retirar la semilla queda una pequeña cicatriz o hilo que señala el punto de inserción del funículo.
En algunas gimnospermas, como Ginkgo y Cycas, la testa de las semillas presenta una consistencia blanda y carnosa y se denomina «sarcotesta». Esta sarcotesta puede estar vascularizada y presentar aceites o desprender olor a ácido butírico, como en el caso de Ginkgo biloba.
En las angiospermas el episperma es generalmente seco. Las semillas de Orchidaceae son microscópicas y presentan una cubierta seminal simplificada formada por una lámina transparente de células delgadas que forman un saco de aire donde está suspendido el embrión indiferenciado rodeado por el tegumento interno atrofiado; no hay tejidos de reserva.
En frutos secos indehiscentes el episperma es delgado y membranáceo, puede quedar reducido a una capa de células, como en las umbelíferas o en Lactuca o desaparecer como sucede en el maíz.
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