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Ejército de las Tres Garantías



Guerra de Independencia de México:

El Ejército de las Tres Garantías, también llamado Ejército Trigarante, fue un cuerpo militar existente entre 1821 y 1823 que estuvo encabezado por Agustín de Iturbide durante la Independencia de México. Surge como resultado de la unión en un objetivo común (la independencia de la Nueva España) entre los realistas mexicanos de Agustín de Iturbide y los insurgentes mexicanos de Vicente Guerrero después del llamado Abrazo de Acatempan.

Desde el fusilamiento de José María Morelos (líder insurgente entre 1811 y 1815, sucesor de Hidalgo) el 22 de diciembre de 1815, las tropas insurgentes mexicanas se dispersaron por el Virreinato y sobrevino una lucha por el poder, que se convirtió en una guerra de guerrillas. Combatían Guadalupe Victoria en la sierra de Veracruz y Vicente Guerrero en las montañas de la Sierra Madre del Sur.[3]

Al ser relevado Félix María Calleja como virrey en septiembre de 1816, tomó el cargo el capitán general de Cuba, un marino: Juan Ruiz de Apodaca.

Apodaca implementó una política distinta a la de sus predecesores Venegas y Calleja. Creó el indulto, que le fue concedido a la mayoría de los líderes insurgentes, como Nicolás Bravo e Ignacio López Rayón. Solo se negaron a acogerse a esta política Pedro Moreno, Guerrero, Victoria, Andrés Quintana Roo y Leona Vicario. Gracias a esta política, la Nueva España vivió casi tranquilamente hasta finales de 1819.

El 1 de enero de 1820 en Las Cabezas de San Juan (Andalucía, España) el coronel Rafael de Riego se levantó en armas, proclamando que el rey Fernando VII debía jurar la Constitución de Cádiz, que las Cortes Generales proclamaron en 1812. El 26 de mayo el intendente de la provincia de Veracruz, José Dávila, proclamó la Constitución de Cádiz. Apodaca hizo lo mismo en la capital el 31 de mayo, provocando con ello protestas y motines.

En México esta noticia tomó por sorpresa a los novohispanos. Se temía que se suprimieran los privilegios del clero y del ejército, y que una nueva época liberal llegara al país. Los criollos, acaudillados por el inquisidor general Matías de Monteagudo y por Apodaca, se reunieron en la Iglesia de la Profesa, y ahí conspiraron y resolvieron separarse de España.

Cuando Guerrero se enteró de la situación, intentó convencer al coronel José Gabriel de Armijo, comandante realista en el sur, de unirse a su movimiento. Armijo permaneció leal al gobierno español. Guerrero intentó nuevamente persuadirlo a través de una carta fechada el 17 de agosto, que le fue enviada a Armijo con el coronel Carlos Moya.[4]

El 9 de noviembre renunció Armijo, comandante de las operaciones en el sur del país, por diferencias habidas con el virrey Apodaca, quien lo transfirió a Sevilla de inmediato.[5]

Guadalupe Victoria, por otra parte, se ocultaba en las cuevas de la sierra de Veracruz. De este modo, el frente permanecía tranquilo, pero la captura del líder guerrillero se antojaba casi imposible.

Apodaca, por consejo de Monteagudo, nombró a Iturbide como reemplazo de Armijo, y el 16 de noviembre Iturbide salió de la Ciudad de México y estableció su cuartel general en Teloloapan. Llevaba consigo doce mil pesos oro.[6]

Las intenciones de Iturbide, antes de tomar el mando de lo que después se convertiría en el Ejército Trigarante, han sido tema de gran debate entre los historiadores de diferentes vertientes históricas. Mucha de la historia oficial ha afirmado siempre que Iturbide salió buscando cumplir las órdenes del Virrey Apodaca de destruir el remanente insurgente al mando de Guerrero. Sin embargo, evidencia epistolar recientemente descubierta por el historiador Jaime del Arenal Fenochio, en 2006, demuestra que Iturbide estaba en correspondencia con Guerrero desde el 26 de noviembre de 1820, y dicha carta hace referencia todavía a una anterior de Guerrero a Iturbide, donde Iturbide intenta persuadir a Guerrero de abandonar su causa en términos civilizados. Esto demuestra que Iturbide, incluso antes de ser puesto al mando de sus fuerzas militares, buscaba una conciliación con Guerrero para llevar a cabo su plan para la independencia de la Nueva España, desmintiendo la creencia de que solo buscó esta alianza una vez que fue derrotado.

Iturbide inició su marcha hacia tierra caliente, donde militaban los restos de la insurgencia. Anteriormente había puesto sobre aviso a los hombres a su mando de sus verdaderas intenciones de hacer la Independencia en su país, causa que los militares secretamente también deseaban. Así comenzó a formarse el Ejército Trigarante. En su búsqueda de Guerrero, la retaguardia de las fuerzas de Iturbide sufrió ataques por el jefe insurgente Pedro Ascencio, las cuales fueron desfavorables para las fuerzas de Iturbide. En las cartas de este tiempo entre Iturbide y Guerrero, Iturbide le pide al insurgente que deje su lucha y rinda sus armas, a lo cual se niega Guerrero, aclarando que solo en caso de que Iturbide jure luchar por la independencia él se convertiría en su subalterno y militaría a sus órdenes.

Tras nuevos encuentros militares desfavorables a Iturbide quien buscaba la conciliación, frutos de la lenta comunicación epistolar, Iturbide y Guerrero entran en acuerdo tras exponerle el primero su plan para la independencia del país. Ambos mandos deciden encontrarse, lo que siguió después es materia de debate histórico.

El supuesto encuentro se realizó en la población de Acatempan, el 10 de febrero de 1821, ante las tropas de Iturbide y de Guerrero. Según el relato de Lorenzo de Zavala, se entabló un breve diálogo entre ambos caudillos, tras el cual se produjo el abrazo.[7]​ Guerrero explicó a sus soldados la presencia de Iturbide en los siguientes términos:

«"¡Soldados! Este mexicano que tenéis presente es el señor don Agustín de Iturbide, cuya espada ha sido por nueve años funesta a la causa que defendemos. Hoy jura defender los intereses nacionales; y yo que os he conducido en los combates, y de quien no podéis dudar que moriré sosteniendo la independencia, soy el primero que reconoce al señor Iturbide como el Primer Jefe de los Ejércitos Nacionales: ¡Viva la independencia! ¡Viva la libertad!"».[8]Lucas Alamán desmiente esta versión. Según él, Iturbide no logró inspirar suficiente confianza en Guerrero, y este envió en su lugar al teniente José Figueroa, quien estaba facultado por Guerrero para arreglar todas las condiciones.[9]​ Los historiadores modernos cuestionan la veracidad del evento llamado El Abrazo de Acatempan, sugiriendo otros lugares donde pudo haberse dado el encuentro, que hubiesen sido más favorables para ambos mandos. Se disputa también si hubo un encuentro personal entre Guerrero e Iturbide, y en caso de que lo haya habido, de que el mencionado abrazo haya existido realmente.

La idea de la creación de este ejército era de marchar por todo el país difundiendo el Plan de Iguala y el Desarme, para unir más personas a su causa. El 24 de febrero se promulgó el decreto para la creación de este ejército como aparecía en el Plan de Iguala, y era llamado Trigarante, debido a las tres garantías que defendía: Religión Católica como única tolerada en la nueva nación, Independencia de México hacia España, y Unión entre los bandos de la guerra. También, en esa fecha, el sastre José Magdaleno Ocampo entregó a Iturbide el pendón trigarante, que había sido confeccionado por encargo del coronel. Ahora se celebra ese día como el Día de la Bandera, y a la Bandera Trigarante se la considera el primer pendón de la época independiente.[8]

Iturbide mandó reproducir el Plan de Iguala para darlo a conocer a todos los habitantes de la Nueva España. El documento llegó hasta las manos del virrey y del arzobispo de México. Cuando las autoridades conocieron el Plan de Iguala, emprendieron una campaña contra Iturbide, pero poco pudieron hacer para evitar que siguieran circulando las ideas de libertad.[11]

Iturbide inició un viaje por la región del Bajío para extender el movimiento. Varios militares realistas se adhirieron al Plan de Iguala. También lo hicieron algunos jefes insurgentes que se habían retirado, como Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo e Ignacio López Rayón.[2]

Poco después, Apodaca fue relevado como virrey forzosamente y reemplazado extraoficialmente por Francisco Novella en calidad de Virrey, sin embargo su autoridad no era legítima y conferida por España. Por tanto, las cortes españolas enviaron a Juan O'Donojú, en calidad de Jefe Político Supremo (ya no como Virrey) quien sería el último representante de la Corona. Iturbide se entrevistó con él en Córdoba, el 24 de agosto, y le hizo ver que la causa realista ya estaba perdida y que tenían pocos (menos de la décima parte del ejército) de su lado. O'Donojú comprendió y se suscribieron los Tratados de Córdoba, que dieron fin a la Guerra de Independencia y que reconocían la soberanía de México.[12]​ El Ejército Trigarante,[13]​ a partir de su creación el 24 de febrero de 1821, siguió combatiendo contra las tropas realistas (españolas) que se rehusaban a aceptar la Independencia de México. Estas batallas continuaron hasta agosto de 1821 cuando Iturbide junto con Juan O'Donojú firmaron los Tratados de Córdoba

Finalmente, el 27 de septiembre de 1821, el Ejército Trigarante, cuyo líder era Iturbide entra a la ciudad de México en diferentes rumbos, formando una columna al frente de la cual iba Agustín de Iturbide, ataviado de civil. La entrada del ejército Trigarante fue motivo de una gran celebración en la capital, con la gente luciendo el verde, blanco y rojo que Iturbide designó como los colores nacionales, y que incluyó desfile, Te Deum en la Catedral, diversos discursos, banquetes y la entrega de la llave de la ciudad a Agustín de Iturbide. El 27 de septiembre de 1821 fue descrito como el día más feliz en la historia nacional por Lucas Alamán.

Las tropas del ejército que desfilaron, estuvieron conformadas por 16 134 hombres, de los cuales, 7 416 eran de infantería, 7 955 eran de caballería y 763 de artillería con 68 cañones de diferentes calibres. Entre los oficiales se encontraban Domingo Estanislao de Luaces, Pedro Celestino Negrete, Epitacio Sánchez, José Morán, Vicente Guerrero, Nicolás Bravo, Anastasio Bustamante, José Joaquín Parrés, José Antonio de Echávarri, José Joaquín de Herrera, Luis Quintanar, Miguel Barragán, Vicente Filisola, José Antonio Andrade, Felipe de la Garza, Manuel Ruiz de la Peña Iruela, Antonio López de Santa Anna, Gaspar López, Mariano Laris y Juan José Zenón Fernández:[14]

Tras el triunfo de la revolución de Independencia y la entronización de Iturbide como emperador de México apoyado por el Ejército Trigarante, esta fuerza armada se convirtió en la base para el Ejército Imperial Mexicano, que posteriormente sería el Ejército Nacional Mexicano y como tal cumplió su misión fundamental de defender y sostener la soberanía de la nueva nación con las armas, sobre todo ante las ambiciones expansionistas de su vecino del norte.[15]

Este ejército, al ser el resultado de la unión de todas las fuerzas armadas mexicanas, necesitaba una bandera que expresara este hecho.

El caso había sido previsto, y así, el día señalado para la promulgación del plan, José Magdaleno Ocampo, sastre encargado de confeccionarla, entregó a Iturbide la bandera tricolor, cuyos elementos esenciales permanecen en la actual.[16]

La bandera durante el plan de Iguala estaba dividida por tres barras diagonales y no verticales, y en el centro de cada banda había una estrella dorada de ocho puntas. Estas tres estrellas estaban colocadas diagonalmente, pero en sentido inverso al de las barras. Era, pues, aquella, una bandera que significaba unión y armonía. La primera franja, empezando por la parte superior, era blanca y simbolizaba la pureza de la religión católica, principio activo de unidad nacional; la segunda era verde y simbolizaba el ideal de independencia política de México, no solo con relación a España, sino también de toda otra nación; la tercera era roja y representaba el ideal de la unión entre los indígenas, mestizos, criollos y españoles residentes en México y, en general, entre cuantos constituían la población mexicana; las estrellas representaban las tres garantías y la voluntad de cumplirlas.[17]




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