Medina del Campo está considerada como Conjunto Histórico Artístico desde el 14 de octubre de 1978 por conservar un extraordinario patrimonio monumental de la época, presidido por la robusta figura del Castillo de La Mota.
En el casco antiguo brilla una colección de casas nobles, como el Palacio renacentista de Dueñas, residencia ocasional de Carlos I, que aloja un hermoso patio plateresco y un generoso zaguán con artesanado mudéjar, el del Almirante del Marqués de Tejada y la Casa Blanca, único botón de muestra de las casas de campo del Renacimiento en toda Castilla. Los edificios civiles ponen su firma con el Hospital de Simón Ruiz, fundado por el banquero del mismo nombre, en el siglo XVI y diseñado por Juan de Tolosa; las Carnicerías y el Ayuntamiento de 1660, con sus notables balcones. No perdamos la importancia de sus iglesias, son punto y aparte.
El Castillo de La Mota se encuentra situado en una elevación del terreno —mota—, desde la que domina la villa y toda su extensa comarca. De él arrancaba un recinto amurallado, ampliado en tres ocasiones, que abrazaba la población, y del cual subsisten algunos restos. Se edificó con el característico ladrillo rojizo propio de la zona, empleándose la piedra únicamente para pequeños detalles, como troneras, escudos, etc. Fue declarado Bien de Interés Cultural (B.I.C.) el 8 de noviembre de 1904.
La construcción data del siglo XV, iniciada durante el reinado de Juan II de Castilla, llevándose a cabo importantes reformas bajo el reinado de los Reyes Católicos, que en 1493 le darían su perfil definitivo. Sin embargo, anteriormente la fortaleza había tenido participación en acontecimientos sucedidos durante el reinado de Pedro I de Castilla. César Borgia, que conseguiría fugarse desde una ventana, el Duque de Calabria o Hernando Pizarro sufrirían aquí su cautiverio. Su hermosa portada gótica del Patio de Armas, la escalera de Honor, el mirador de la Reina y la torre del Homenaje con sus artesonados mudéjares, son hoy solemnes decorados para numerosas reuniones culturales, políticas y sociales.
La Colegiata de San Antolín es, junto con el Castillo de La Mota, el edificio histórico más importante de Medina del Campo. Se encuentra situado en la plaza mayor de la localidad y, aunque la parte principal es característica del gótico final, la construcción es compleja, abarcando estilos desde principios del siglo XVI hasta el siglo XVIII, e incluso modificaciones posteriores, muchas de ellas debidas a necesidades de mantenimiento y reparación (si bien, todavía en 1903 se remodeló una capilla para enterrar a uno de sus párrocos).
La monumentalidad de la Colegiata, obra de Juan Gil de Hontañón del siglo XVI, custodia el Pendón de los Reyes Católicos. Ennoblecen su interior un retablo plateresco firmado por Juan de Picardo, Juan Rodríguez y Conelis de Holanda, y el retablo de San Gregorio, decorado con primorosas pinturas renacentistas del siglo XVI. A sus encantos se suman las capillas de las Angustias de Alberto de Churriguera, una Piedad de Juan de Juni, la sillería del coro con bellos relieves de Juan Muniategui del siglo XVII, y un fabuloso órgano de Sebastián Miranda.
La Plaza Mayor de la Hispanidad es un inmenso espacio horizontal y abierto, acotado por edificios asoportalados que acogen comercios, bancos, restaurantes y servicios administrativos que marcan el pulso de la villa. En este lugar, ejemplo del género de plazas rectangulares y antecesora de la de Valladolid, se celebraban las ferias de los siglos XV y XVI donde cada gremio tenía su propio espacio. En la Plaza se encuentran los grandes edificios de Medina del Campo representativos de los tres poderes tradicionales: la Iglesia (Colegiata de San Antolín), la Monarquía (Palacio Real) y el Municipio (Casa Consistorial).
A mediados del siglo XVII el Consistorio decide trasladar el Ayuntamiento desde la ribera del río a la Plaza Mayor, en el emplazamiento del antiguo matadero. Francisco Cillero y Mateo Martín dirigieron las obras del actual edificio durante las diferentes celebraciones que tenían lugar en la Plaza Mayor. La fachada principal, completamente simétrica, es de piedra granítica de grandes sillares, con dos balcones corridos, uno por planta, para acoger a las autoridades durante las celebraciones. La fachada de la calle de Gamazo, con sus dos arcos de piedra, seguramente reutilizó materiales procedentes del anterior edificio consistorial. Por necesidades de espacio, a lo largo de los siglos se han ido incorporando construcciones anexas al complejo administrativo municipal. Actualmente forma una unidad interior con la Casa de los Arcos, el Palacio Real y otros edificios más modernos.
El Cabildo vendió al Ayuntamiento un solar en el siglo XVII para la construcción de la Casa Consistorial. Por ello, para cumplir con la parte del trato que obligaba al comprador a construir una balconada desde la que los clérigos pudieran disfrutar de las celebraciones de la plaza, se levantó este edificio sobre una de las salidas naturales.
El proyecto original es de 1655, un muro con balcón corrido sobre dos arcos desiguales de medio punto, con el escudo del Cabildo pintado sobre tabla encima de ellos. No se realizó convenientemente y en 1670 se tuvo que derribar y se volvió a construir de nuevo.
Entre esta reconstrucción y el siglo XX pasó por distintos propietarios y fueron alterados algunos elementos de la fachada, Ya en el siglo XX fue mandada colocar la estatua de la diosa del poderío coronando la fachada, después de que su propietaria, Eugenia Casado, ganara un sonado pleito al Ayuntamiento, que pretendía desalojar y derribar el edificio.
Ahora mismo este edificio alberga dependencias municipales.
El nombre de este edificio del siglo XVII se debe a que en su interior se encontraba el "Peso Real", donde se garantizaban que las medidas y pesadas realizadas allí lo eran de forma exacta, uniforme y, sobre todo, oficial.
La fachada es de ladrillo, de dos plantas, la primera con balconada corrida y la segunda con vanos individuales. La planta baja tiene un ancho soportal público, delimitado por pilares de piedra de sección cuadrada y arcos rebajados.
Primera fundación que Santa Teresa de Jesús establece fuera de su ciudad natal. En 1577 ya se utilizaba la zona de clausura, el huerto y la capilla. En 1603 estaba prácticamente concluida la iglesia que ahora puede verse siguiendo las trazas de Francisco y Andrés López. Es de una sola nave con bóveda de cañón con lunetos. Conserva en la zona de clausura piezas tan interesantes como por ejemplo un San José de Gregorio Fernández.
Rodrigo de Dueñas, consejero de hacienda de Carlos I, dedicó parte de sus bienes a la fundación de un complejo conventual que invitara a tomar los hábitos a las jóvenes de "vida desordenada" que poblaban la villa y que, a la vez, sirviera para impartir enseñanzas básicas a los hijos de las familias pobres. La capilla sería destinada al enterramiento familiar. Así nació en 1552 esta fundación Agustina. La iglesia gótica tiene toda la cabecera decorada con frescos de Luis Vélez. En el crucero hay un excepcional Calvario de Esteban Jordán.
Considerado el más antiguo complejo conventual de Medina documentado a mediados del siglo XIII como monasterio de santa Eufemia, construido a su vez sobre un templo dedicado a santa Catalina-, conserva un extraordinario archivo de manuscritos medievales. La parte más antigua del convento es del XVI y se corresponde con la cabecera de la capilla. El resto de edificios no tiene más de medio siglo y es fruto de la reconstrucción que realizaron las madres Franciscanas Clarisas tras el incendio que destruyó el monasterio en 1960. En el interior de la iglesia conservan un magnífico óleo de la Virgen de la Antigua y un Cristo gótico en el altar mayor.
En 1178 la orden premostratense de San Norberto había fundado en Medina un monasterio masculino bajo la advocación de San Saturnino. Entre 1233 y 1402 la misma Orden mantendría otro convento, esta vez femenino, con el nombre de Santa María de los Huertos. A la desaparición de éste, las madres Dominicas se hacen cargo de los edificios al que pronto unirán un palacio donado por Leonor de Alburquerque, reina de Aragón. Tras ser arrasado por el fuego a finales del XV, con los reyes Católicos en el trono, fue totalmente reconstruido. Atestigua este patrocinio las armas de Isabel y Fernando en un extraordinario escudo policromado que podemos ver sobre su puerta principal.
La iglesia conventual es de planta rectangular de una sola nave cubierta con bóvedas de crucería. En el bajo coro hay un excepcional artesonado renacentista del principios del siglo XVI, que todavía recuerda las trazas del ya por entonces decadente arte mudéjar. Tanto el templo como la zona de clausura guardan interesantes pinturas y tallas.
Mandado construir por la orden de las Agustinas Recoletas gracias al patrocinio del clérigo medinense Bernardo Caballero de Paredes, que había sido inquisidor de Toledo y obispo de Lérida y Oviedo. Las obras se inician según las trazas del jesuita Pedro Matos.
Con las desamortizaciónes de Mendizábal en ejecución, las agustinas abandonan el convento en 1838. En 1891, los Carmelitas Descalzos obtienen del nuevo propietario, el conde de Peñaflorida, la cesión de los edificios para el establecimiento de la Orden en Medina.
El conjunto conventual se estructura alrededor de los dos claustros. Conserva una excepcional biblioteca. La iglesia, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, tiene planta de cruz latina con bóveda de cañón y crucero con cúpula vaída sobre pechinas con los escudos del obispo. En su interior se conservan interesantes cuadros y tallas de los siglos XVII y XVIII. Al exterior, en el centro de la plaza, se levanta el monumento al místico San Juan de la Cruz.
Del primitivo templo que se levantaba en el mismo lugar y con la misma advocación en el siglo XII, aún se conservan algunos muros en el lado del evangelio. La edificación actual, a caballo entre el gótico y el herreriano, es del XVI. En 1885 pierde su condición de parroquia para recuperarla justo cien años después. En ese siglo laico se asentó en la iglesia un hospital especializado en enfermos del cólera (véase: Pandemias de cólera en España). En el retablo mayor pueden verse algunas extraordinarias tallas de Francisco de Rincón. Además, entre los muros del templo reposan los cuerpos de algunos militares medinenses destacados en Nueva España: Francisco Bracamonte, Melchor de Torralba y Juan Gutiérrez.
La Iglesia de San Miguel luce un retablo a modo de tríptico con un descendimiento del siglo XVI de autor desconocido.
Junto al río Zapardiel se levanta el templo de San Miguel, de aspecto arquitectónicamente desordenado fruto de las intervenciones prácticamente continuas que buscaron consolidar su fábrica entre los siglos XVI y XVII. Es de planta rectangular con dos naves, y la capilla mayor, de grandes dimensiones, cubierta con bóveda de crucería. El retablo de esta capilla, ejecutado en 1567, es el conjunto más llamativo del templo por su calidad y grandes dimendiones. El autor, Leonardo de Carrión, va relatando en diez escenas diversos momentos de la vida de Cristo y los tan socorridos episodios de Santiago Matamoros y la imposición de la casulla a San Ildefonso.
Junto con otras obras artísticas importantes situadas en retablos y capillas, hay que destacar el órgano barroco del XVIII y la colección de campanas de la torre.
Por su parte, la Iglesia de Santiago, también obra de Hontañon, custodia el sepulcro del Marqués de la Ensenada, un valioso retablo mayor, posiblemente salido del taller de Pedro de la Cuadra a finales del siglo XVI, y dos suntuosos relicarios del Hermano Domingo Beltrán. Los conventos de Santa María Magdalena (MM.Agustinas), con yeserías de Jerónimo del Corral y un notable retablo de Esteban Jordán, de Santa Clara, de Santa María la Real y la de los Carmelitas Descalzos completan su oferta artística religiosa y dan testimonio de su recio abolengo.
Es un palacio originariamente construido en el siglo XIV, aunque fue ampliado varias veces. Fue de estilo mudéjar, pero apenas se conserva nada del edificio original. El edificio actual es una recreación didáctica.
Por Acuerdo 65/2003, de 15 de mayo, de la Junta de Castilla y León, declara el Palacio Real de los Reyes Católicos, también conocido como Palacio Testamentario, como Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico. Este es el Palacio en el que la Reina Isabel la Católica testó y murió el día 26 de noviembre de 1504.
Destaca el Museo de las Ferias, que ha sido premiado por la Asociación Profesional de Museólogos de España, (APME) Año 2000. Dicho museo está emplazado en la antigua iglesia de San Martín, un edificio de principio del siglo XVI y que recoge la más importante muestra temática sobre las Ferias existentes en España.El Museo de las Ferias está instalado en la antigua iglesia de San Martín, edificio fundado en 1512 por los cortesanos de los Reyes Católicos, Pedro de Ribera y María de Medina. Destaca en ella su extraordinaria armadura mudéjar.
En el Museo se pretende reflejar la importancia que las actividades comerciales tuvieron y aún tienen para la economía, la cultura y el arte en la sociedad, tomando como guion expositivo el mundo de las célebres ferias de alcance internacional celebradas en Medina del Campo durante los siglos XV y XVI.
A lo largo de seis capítulos el visitante conocerá las entrañas de una ciudad que vivía por y de las ferias: la historia y el escenario urbano, con Fernando de Antequera y los Reyes Católicos como protagonistas; el mercado de la lana y el textil; el comercio del arte, con la muestra de piezas tan extraordinarias como las pinturas hispano-flamencas, la Piedad de Juni o la escultura en alabastro policromado del obispo Barrientos; la imprenta y el comercio del libro, con publicaciones del siglo XVI editadas en Salamanca, Medina del Campo, Amberes, París, Colonia, Venecia…; los oficios y mercaderías; y, por último, el comercio del dinero, el mercado financiero y aquellas primeras letras de cambio "modernas" que se negociaron en el mundo.
En conjunto con la exposición de esta extraordinaria colección de piezas artísticas, históricas y documentales relacionadas con los mercados feriales, se incorporan las modernas técnicas de comunicación, con audiovisuales multivisión, vídeos, paneles gráficos, puntos de información interactiva, y maquetas con varias iluminaciones.
Una leyenda local cuenta que Vicente Ferrer, quien visitó la villa en enero de 1412, fue el que mandó erigir a principios del siglo XV este edificio en honor a San Roque. El santo, que se hacía acompañar de un perro sanador de heridas, sería el encargado de librar a los medinenses de cualquier peste. La construcción original del siglo XV es reedificada en el XVIII. De planta cuadrada, esta construcción de ladrillo, de titularidad municipal, tiene una sencilla fachada sobre cuya puerta de acceso hay una hornacina con la imagen del santo, rematada por un frontón curvo que contiene las armas de la villa; una modesta espadaña acoge un esquilón de volteo. En su interior se halla un pequeño retablo rococó que contiene la escultura del santo titular flanqueada por las de San José y San Ramón Nonato; en el ático hay una imagen de Santiago Matamoros. Podemos también apreciar un Nazareno con la Cruz del S. XVII.
Antigua capilla del desaparecido hospital del Amparo. De sencilla construcción su titularidad municipal queda patente al figurar sobre la puerta de acceso un pequeño escudo con las armas de la villa. El modesto aspecto exterior e interior actual lo adquirió tras las reformas en el siglo XVII gracias al patrocinio del canónigo de la colegiata Juan Vigil de Quiñones. Desde hace muchos años está regentada por la cofradía de la Virgen del Amparo, a la cual debemos la pervivencia actual del edificio. Casi todas las obras artísticas que aquí se encuentran proceden del desaparecido convento agustino de Nuestra Señora de Gracia, entre otras; su imagen titular, hermosa talla del siglo XVI repolicromada posteriormente, los lienzos de la Virgen de Gracia, la Soledad y el Cristo de Burgos.
En agosto de 1568, San Juan de la Cruz cantó su misa de ordenación sacerdotal en Medina, en el desaparecido Monasterio carmelita de Santa Ana y más exactamente en la capilla del Santo Cristo. Habrían de pasar casi tres siglos y medio para que aquel pequeño espacio tomara la forma que hoy puede verse: el 23 de abril de 1909, tras algunos años de atavares y cambios de manos de todo el conjunto conventual, se consagra la capilla de La Virgen del Carmen, San Juan de la Cruz y Santa Ana. Las tres únicas tallas que se hallan en el presbiterio son las de los dos primeros titulares y la de Santa Teresa de Jesús. Completan el conjunto unas interesantes pinturas en el techo de la cabecera con escenas alegóricas a la orden carmelitana y dos lienzos del siglo XVII sobre el inicio de la vida religiosa del santo abulense.
Es la principal y más espaciosa de cuantas se encuentran en la Colegiata. Su primera mención se remonta a 1569, momento en el que el Cabildo Colegial cede a la cofradía de las Angustias el hueco de la puerta central de los pies del templo a fin de que allí construyera una capilla dónde celebrar sus cultos. La nave de la capilla debió de ampliarse hacia el segundo cuarto del XVII, cubierta con bóveda de cañón con lunetos, y la antigua cabecera fue ampliada con la construcción del cuerpo trebolado en el XVIII, rematado por una cúpula semiesférica con decoración a base de yeserías con motivos vegetales, hojas de acanto y cabezas de serafines. Este espacio trebolado es del mismo tipo que el de la ermita de la Virgen del Puerto de Madrid. La obra se atribuye al medinense José Castander Uceta, quién sigue los planteamientos churriguerescos del momento. En tres de los lados del octógono se hallan los retablos. Su retablo mayor lo preside la venerada imagen de Nuestra Señora de la Angustias, de mediados del XVI. En el retablo lateral del lado del evangelio se halla la poderosa escultura de Jesús Nazareno, atribuida a Francisco del Rincón y el otro colateral está presidido por la imagen de vestir de Nuestra Señora de la Soledad.
Construida al trasladarse a este espacio la casa-asilo de ancianos en 1928, no ofrece interés artístico; todas las imágenes que se veneran en su interior son contemporáneas. No obstante, interesa saber que se edificó sobre el solar donde estuvo hasta 1808 la iglesia de los caballeros de San Juan, llamada de San Juan Sardón, documentada en 1265.
Los restos de la fachada que vemos contiguos al monasterio de agustinas pertenecen a lo que fuera en su día el convento de carmelitas descalzos, dedicado al Corpus Christi. Fue levantado en 1649 rehabilitando la casa palaciega del linaje de los Lugo (la tradición fija junto a este solar la casa de San Juan de la Cruz en nuestra villa, argumento que debió de pesar en la fundación carmelita).
La capilla relicario es un espacio sebrecogedor en el que se hace patente la importancia que los jesuitas dieron al culto a las reliquias y a la devoción por los mártires. De los relicarios de este tipo que aún quedan en antiguos o actuales colegios de jesuitas (cuatro en nuestra provincia), ninguno como este se conserva tan fielmente al espacio en que fue construido. La capilla original debió de estar dedicada a la Virgen. Reconstruida totalmente tras el incendio de 1665 y destinada ya a relicario, consta de una nave de cañón con lunetos rematada en su cabecera por una cúpula vaída; la decoración de los techos se hace a base de pinturas al fresco y labores en yeso de gran vistosidad. El retablo está dedicado al fundador del colegio, San Francisco de Borja, cuya escultura está rodeada por lienzos con escenas de la vida de la Virgen. Los muros de la nave están materialmente cubiertos por relicarios de todos los tipos: arquitectónicos, de viril o custodia, enmarcados de urna y -los más significativos- antropomorfos; a esta última tipología corresponden dos series de bustos de santos y santas.
También llamada de los Milagros, fue levantada a instancias del abad de la Colegiata Bernardino Gutiérrez en 1520 para su enterramiento. En ella celebró sus primeras juntas la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias. En el siglo XVIII perdió el culto pasando a manos municipales que la dedicaron primero a panera del pósito y en 1860 a escuela de instrucción primaria; hoy es la sede de la cámara agraria.
Dirigiéndose desde la plaza a la calle de Simón Ruiz, podemos ver en su tramo central cuatro grandes columnas estriadas de orden jónico, que son las que formaron el crucero de la antigua iglesia de los Santos Facundo y Primitivo, luego teatro-discoteca Coliseo y hoy salas de cine.
La fundación de este monasterio premostratense, en la segunda mitad del siglo XII, se atribuye tradicionalmente a Andrés Voca, personaje histórico cuya casa estuvo situada enfrente de este monasterio. De lo que fuera antiguo cenobio se conservan aún sus restos de cal y canto, y otros posteriores de ladrillo en los que se aprecia un ábside románico-mudéjar.
La primera noticia documental del desaparecido convento de San Francisco data de 1313. El establecimiento de esta orden en las inmediaciones de un espacio de mercado importante es un hecho comprobado, en el caso de Medina del Campo prueba de ello es que se le cita varias veces como San Francisco de los paños, seguramente porque una de sus dependencias, estaba destinada a guardar piezas y mercaderías los días de feria. Sufrió tres grandes incendios en 1491, 1520 y el último a comienzos del siglo XIX por el invasor francés. La fachada que perdura, aunque restaurada y reformada, es la propia de la capilla de la Orden Tercera. Aunque la puerta es anterior, el conjunto debió de construirse en el siglo XVII. Este edificio ha sido rehabilitado y se le ha puesto en valor como guardería municipal.
Luis y Gaspar de Vega, contagiados del estilo renacentista y del pujante arte italiano de mediados del siglo XVI, aceptaron el encargo de Rodrigo de Dueñas para construir una villa de recreo en las afueras de Medina. El edificio, excepcional tanto por las formas como por contenido, se conserva parcialmente, habiendo perdido cuatro torres de sus ángulos y algunas dependencias. Buena parte de su singularidad se sustenta en la extraordinaria decoración interior del cuerpo central, en la interminable sucesión de yeserías policromadas con motivos vegetales y mitológicos que fueron capaces de recrear los hermanos Corral, Jerónimo en particular, en un espectáculo lleno de formas y colores.
El Palacio de Dueñas es un palacio renacentista trazado por Luis de Vega por encargo del Consejero de Indias, Dr. Diego Beltrán y de su esposa Dª Ana de Mella. Debe su nombre a D. Rodrigo de Dueñas cuyo hijo Francisco casó con Dª Mariana Beltrán, nieta del fundador. A Rodrigo de Dueñas se debe la construcción de la Casa Blanca.
Es un excelente ejemplo de palacio urbano cuyo elemento principal es el espléndido patio porticado en el que destacan los medallones labrados por Esteban Jamete representando a reyes y reinas de Castilla. Actualmente sirve como centro de enseñanza.
Noble casona de dos familias ligadas desde antiguo a la historia de Medina. Su construcción es de comienzos del siglo XVI pero los dos blasónes son del siglo XVII. En 1703 Felipe V concede al brigadier García Manuel Cotes y Hormaza el marquesado de Ordoño. En el siglo pasado estuvo instalado en esta mansión el edificio de Correos. Situada en la calle Bernal Díaz del Castillo, (el soldado y cronista medinense más importante de todos los tiempos), cuya casa natal se hallaba en la inmediata plaza del Pan.
Casona de los descendientes del coronel Cristóbal de Mondragón (1514-1596). (Caballero medinense y gobernador de Amberes). El mayorazgo fue fundado en este edificio por el Capitán Pedro Arias del Castillo. Sirvió en la década de los setenta del siglo pasado, como Cuartel de la Guardia Civil. Está situado en la plaza del marqués de la Ensenada.
Enorme casona que en 1770 perteneció a Antonio Galarza y fue ocupada por esta familia hasta 1833.Solo perdura su escudo. Casona de los Spiau (Antiguo Mayorazgo de León y Castañeda) Fue denominada casa de los Leones por pertenecer al mayorazgo de León y Castañeda o de Castilleja, fundado por Cristóbal de la Peña y Moro. Desde el siglo XIX hasta fechas recientes fue propiedad de los Espiau, familia hidalga valenciana a la que perteneció el letrado Tomás Spiau López autor de varios planos y mapas de la zona.
Fachada principal blasonada que originariamente daba acceso a un singular edificio dotado de patio porticado de dos plantas. (Esquinazo formado por la Calle San Martín y Ronda del Apóstol Santiago). Mayorazgo fundado por el regidor y caballero de la orden de Calatrava Francisco de la Torre en el S.XVI. En esta casona palaciega se instalaron los padres dominicos del convento de San Andrés cuando los franceses incendiaron su convento en 1810, permaneciendo en ella durante 25 años.
Construido por los sucesores del contador de los Reyes Católicos Alonso de Quintanilla. En fechas más cercanas sirvió como cuartel de la Guardia Civil. Este edificio será rehabilitado como ampliación del Museo de las Ferias.
Este magnífico edificio fue construido por los Peralta, marqueses de Falces, linaje que en Medina arranca con Luis de Peralta, Caballero de Carlos V, quien contrajo matrimonio con la medinense Catalina de Pedrosa; de su descendencia destacaron numerosos hombres de armas. Durante casi un siglo (desde septiembre de 1896) pasa a ser el colegio Hijas de Jesús. Posteriormente es comprado por el municipio y rehabilitado. Desde 1993 funciona como Casa de Cultura, en la cual se ofrecen los servicios de archivo y biblioteca municipales, sala de exposiciones, etc...
Fue edificada a mediados del siglo XVI por el linaje medinense de los Montalvo. En su interior aún se conserva fragmentariamente y modificado el antiguo patio porticado de columnas de larguísimo fuste con zapatas. Entre 1903 y 1928 fue asilo de ancianos para cuya capilla se levantó el pequeño campanil que asoma en la fachada. Más tarde escuela municipal, fue rehabilitado por el Inserso para hogar de jubilados.
En la calle dedicada a Alonso de Quintanilla, se alza esta casona de grandes proporciones. A esta familia perteneció la gran casona solariega titular de los marqueses de Castroserna desaparecida en la primera mitad de siglo.
La fachada principal presenta dos pétreos portones de entrada, uno adintelado con molduras y elementos decorativos señalando su clave y otro de arco de medio punto; sobre el primero de ellos hay dos escudos con las armas de los dueños del inmueble, seguramente correspondientes a alguno de los linajes entroncados con esta influyente familia, poseedora de importantes propiedades.
En la planta alta se abren balcones que muestran balaustres rematados en bolas y esbeltas piezas de sujeción, propios todos de la primera mitad del siglo XVIII. Tras el zaguán de entrada hay un recoleto patio en el que se aprecian, hoy embutidas en tabiques de cerramiento, las columnas que formaban los pórticos del mismo.
Del siglo XVI pero debe su denominación a la familia que lo ocupó después. Palacio del Marqués de Tejada o del Almirante El nombre del Almirante quizás aluda a la figura de Enrique Enríquez, tercer almirante de Sicilia (muerto en Medina del Campo en mayo de 1504). En el siglo XVII este palacio fue del marqués de Tejada. Primitivo edificio del siglo XVI, sobre el que se construiría otro dos siglos después. Sin duda, el mayor interés de esta construcción monumental es, junto con sus portadas, su disposición original en el plano: puede calificarse como absolutamente singular que la puerta principal de un edificio de este tenor no dé acceso directo a la vivienda. En la parte posterior del edificio hubo otro patio-jardín. En enero de 1965 fue objeto de una encendida polémica a causa de su pretendido derribo.
Edificio que actualmente sigue habitado por los descendientes del linaje en el que confluyen diferentes ramas de los Belloso y los Montalvo. Posee un curioso llamador en forma de tortuga.
Su construcción se viene atribuyendo al marquesado de Torreblanca, título ligado al de Falces y por tanto al linaje medinense de los Peralta. En fecha indeterminada se transforma en parador que, por su situación, debió de tener buena clientela cuando entró en funcionamiento la primera de las estaciones del ferrocarril. Está situado en el primer tramo de la calle Valladolid.
El senador Manuel Ortiz promueve la construcción de un balneario de hidroterapia tan de moda en ese siglo, finales del XIX, en un terreno explotado para la obtención de sal situado a 4 km del casco urbano. En 1891 se inaugura el establecimiento termal y una modesta zona de alojamiento. Es de estilo ecléctico, implantado en España por Javier González de Riancho y Gonzalo Bringas Vega en el Palacio de La Magdalena de Santander.
Las virtudes curativas de sus aguas clorurado-sódicas-sulfurosas y bromo-yoduradas, calificadas como las más mineralizadas del mundo, lo convirtieron en un lugar de moda, llegando a ser uno de los más demandados de España. El edificio principal es de grandes dimensiones, siguiendo las corrientes importadas de Inglaterra por la Casa Real Española, abriéndo en 1912 sus puertas. Un largo periodo de decadencia se inicia tras la Guerra Civil y culmina con un incendio en 1976. A mediados de los años noventa se restaura el edificio principal y se recuperan los manantiales. Estando actualmente en uso*.
Cristóbal Gabarrón aceptó el encargo de la Unesco para trasladar a estos muros de la antigua capilla del Balneario el espíritu de la Cumbre del Milenio celebrada por la ONU en el año 2000. En realidad es un espacio alegórico de los valores auspiciados por las Naciones Unidas: paz, solidaridad, libertad, tolerancia, igualdad, naturaleza y educación, que fueron plasmados por el artista en los 490 metros cuadrados de pintura mural. Gabarrón pinta en la pared izquierda los errores cometidos por la humanidad en el pasado y en la derecha los valores que han de prevalecer en el tercer milenio.
A principios del siglo XXI cierra sus puertas este gigantesco complejo castrense que acogió, durante más de doscientos años, a militares de caballería y artillería. La construcción comenzó en el año 1776, siguiendo las trazas de Ventura Rodríguez. El cuartel fue construido a costa del municipio y sobre terrenos donados por éste. La condición de cesión a S.M. Carlos III era el mantenimiento de una guarnición permanente en el mismo. Durante la dominación francesa, las tropas napoleónicas ocuparon el cuartel y lo incendiaron. De los edificios solo se mantuvieron en pie algunas paredes, así como la fachada principal. En 1876, Alfonso XII visita las ruinas y manda reconstruirlo, lo que no se hace hasta principios del S XX por iniciativa municipal y con fondos del Ayuntamiento y suscripción pública en la localidad, aunque los trabajos no terminarán hasta 1920. El aspecto final del complejo militar después de aquellas obras es prácticamente el mismo que hoy puede verse. En la actualidad se está tratando de efectuar una especulación urbanística con el mismo, con la intervención del Ministerio de Defensa, olvidándose por parte de los políticos locales que, de acuerdo con las condiciones de cesión "al Rey", el cuartel debería retornar a propiedad del municipio al incumplirse las condiciones de dicha cesión.
Este singular espacio verde fue creado por Cristóbal Gabarrón como homenaje de la ciudad a las ferias de los siglos XV y XVI. Los límites del espacio temático están señalados con una moderna interpretación de los viejos rollos feriales y una singular barandilla. Las rampas de acceso, las grafías árabes y judías del mobiliario, las luces y formas del muro vegetal que cierra el parque, el sonido de la fuente o los parterres regulares, evocan los oficios feriales. Formas y colores, arte y vegetación, luz y agua, conforman este espacio público contemporáneo que conjuga el pasado histórico con la funcionalidad. El parque es también puerta de acceso al centro histórico y comercial de Medina y antesala del paseo a pie hasta el Castillo. Desde aquí parte un carril bici de cinco kilómetros que, atravesando el Complejo Deportivo Pablo Cáceres y el área Recreativa de Las Salinas, llega hasta la otra gran obra de Gabarrón en Medina: el Museo La Capilla del Milenio.
Escribe un comentario o lo que quieras sobre Edificios Monumentales de Medina del Campo (directo, no tienes que registrarte)
Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)