El concepto de la muerte como una entidad antropomórfica ha existido en muchas culturas desde los albores de la humanidad.
En español, además del nombre propio de la Muerte es común emplear el término la Parca proveniente de la mitología romana. A partir del siglo XV comenzó a ser representado como una figura esquelética que lleva capa y capucha. También se da el nombre del Ángel de la Muerte. En rigor no hay ninguna mención en la Biblia del Ángel de la Muerte, sin embargo, hay una mención de Abbaddon (el Destructor), un ángel cuya verdadera identidad es un misterio; y que corresponde al Ángel del Abismo.
En algunos casos, la Muerte es quien causa la muerte de la víctima, lo que da origen a historias donde a esta se le puede engañar o sobornar permitiendo así que el condenado sobreviva gracias a su astucia, como en el caso de Sísifo. Otras creencias sostienen que el espectro de la muerte es solo un psicopompo, que sirve para cortar los últimos lazos entre el alma y el cuerpo además de para guiar al difunto al otro mundo. De este modo la figura no tendría ningún control sobre el hecho de la muerte de la víctima. En muchos idiomas, como en las lenguas eslavas y romances (incluyendo el español), la muerte es personificada en forma femenina, mientras que en otros (como el inglés), se percibe como un personaje neutro.
La muerte es algo natural para los cristianos, ya que se considera un hecho que va a pasar o que sucedió. La muerte o la parca la describen como un esqueleto.
Pasajes más tarde, sin embargo, son mucho más explícitas. Romanos 5 habla de la muerte como de «reina de la época de Adán hasta el tiempo de Moisés», y varios pasajes de las epístolas hablan de la estadía de Cristo en la cruz y su resurrección como una confrontación con la muerte. Estos versículos son: Rom. 6:9 y 2 Tim. 01:10. La muerte es todavía vista en las Escrituras. 1 Cor. 15:26 afirma «El último enemigo que será destruido es la muerte», lo que implica que la muerte no ha sido destruida de una vez por todas. Esta afirmación resulta cierta más tarde en el libro del Apocalipsis.
El autor de la Epístola a los Hebreos dice que Satanás «tiene el poder de la muerte» (Hebreos 2:14). Está escrito que el Hijo se hizo hombre porque su muerte podría destruir al diablo, que es la cabeza de la bestia a que se refiere el Apocalipsis.
Si la cabeza en la que fue fatalmente herido, pero curado, se refiere a la muerte, esto se corresponde con 2 Tim. 1:10, que dice que Jesús «ha destruido la muerte» y la implicación de que la muerte aún no se había destruido en 1 Cor. 15:26. La victoria sobre la muerte también se le conoce como vida eterna.
De la destrucción final de la muerte hace referencia Pablo en el capítulo quince de 1 Corintios, dice que después de la resurrección general, las profecías de Isaías 25:8 y 13:14 Oseas, «Destruirá la muerte para siempre», y «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» (Septuaginta), se cumplirán. Según Pablo, el poder de la Muerte se encuentra en el pecado, el cual es posible gracias a la Ley, y que Dios «nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo». La victoria sobre la muerte también se discute en el Apocalipsis de Juan.
En el islam la muerte es observada como un evento a celebrar en lugar de un ser temible. Es el paso del alma eterna en una dimensión más cercana a su creador que es visto como un punto de alegría, en vez de la miseria, el dolor o la tristeza. Según la tradición islámica, el profeta Mahoma señala que el dolor es una forma aceptable de lo que nos hace humanos, sin embargo prolongar el duelo a costa de la vida es inadecuado, especialmente a la luz de la transición de un mundo a otro.
La muerte es representada por Azra'il, uno de los arcángeles de Alá en el Corán
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