En la mitología griega, Urano (en griego antiguo, Οὐρανός, Ouranos «(el) Cielo», latinizado como Uranus) es un dios primordial personificador del cielo. Su equivalente en la mitología romana era Caelus.
En la griega, Urano era hijo y esposo de Gea, la Madre Tierra que, según cuenta Hesíodo en la Teogonía, había concebido a Urano por sí misma. Urano y Gea fueron los padres de la primera generación de titanes, así como los ancestros de la mayoría de los dioses griegos; sin embargo, ningún culto específico de Urano sobrevivió en la época clásica. Con todo, Urano podía aparecer en algunas invocaciones solemnes junto a Gea y Estigia.
El étimo más probable es la forma básica del protogriego *(F)orsanόj, derivada a su vez del sustantivo (F)orsό (en sánscrito: varsa, «lluvia»). La raíz correspondiente en protoindoeuropeo es *ers («humedecer», «gotear»; en sánscrito: varsati, llover). Así, Urano es el «hacedor de lluvia» o «el que fertiliza». Otra etimología posible es «el que está en la posición más alta» (en sánscrito: vars-man: altura, elevación). También es posible que el nombre derive de la raíz protoindoeuropea *wel («cubrir», «rodear») o *wer («cubrir», «encerrar»). La identificación con el Váruṇa védico, dios del cielo y de las aguas, es incierta.
Hesíodo afirma en la Teogonía que Urano nació de Gea.Alcmán y Calímaco, poetas, lo presentan como hijo de Éter, el dios de la luz celestial y del éter, el aire que se encuentra en las partes superiores del mundo. Influido por los filósofos, Cicerón afirma en De natura deorum que Urano era descendiente de los antiguos dioses Éter y Hemera (el Día). Según los Himnos órficos, Urano era el hijo de Nix (la Noche).Un mito dice que surgió de Demiurgo junto a Gea, Ponto, Tártaro.
Como elemento físico, ὁ οὐρανός era el límite superior del cosmos, una suerte de sólido techo del mundo, concebido, ya como broncíneo (χάλκεος), ya como férreo (σιδήρεος). La mayoría de los especialistas piensa que el cielo era concebido como una bóveda, aunque West, comentador de la Teogonía, señala que los domos son poco frecuentes después del periodo micénico y cree que el cielo era pensado como plano y paralelo a la tierra, puesto que la forma de bóveda no permite explicar la necesidad de que Atlas tuviera que mantener una estructura semejante separada de la tierra. En la épica griega es frecuente la calificación de Urano como ἀστερόεντος («estrellado»).
En los poemas homéricos, ὁ οὐρανός es, a veces, la divinidad a la que los héroes invocan, y otras veces es simplemente un nombre alternativo del Olimpo en tanto que hogar colectivo de los dioses, como ocurre al final del libro I de la Ilíada, cuando Tetis surge del mar para suplicar a Zeus:
Dice esto William Sale:
En la Teogonía de Hesíodo, ὁ Οὐρανός es una divinidad engendrada por Gea, que lo alumbra «con sus mismas proporciones» (ἐγείνατο ἶσον ἑωυτῇ) y a la que luego él desposará. Este acto de alumbramiento asexuado ha sido concebido como una versión cosmogónica del principio cosmológico de la separación del cielo y la tierra a partir de una masa indiferenciada, cuyo duplicado poético es el mito de la castración de Urano. Urano es a la vez consorte de Gea, La unión entre ambos es motivo de frecuente aparición en mitos y rituales. A partir de esa unión, nace un conjunto heterogéneo de divinidades: la primera generación de Titanes, los Cíclopes y los Hecatónquiros.
En el siglo VI, cuando existía una distinción entre Afrodita Urania («celestial») y Afrodita Pandemos («de toda la gente»), οὐρανός significaba simplemente la esfera celeste.
En la Teogonía, Hesíodo narra que Urano retenía a sus hijos en el seno de su madre cuando estaban a punto de nacer. Gea urdió un plan para vengar el ultraje: talló una hoz de pedernal y pidió ayuda a sus hijos. Solo Crono, el menor de ellos, estuvo dispuesto a cumplir con su obligación, emboscó a su padre cuando yacía con su madre, lo castró con la hoz y arrojó los genitales tras él. Al salpicar la sangre, Gea la recogió, y de ella surgieron los Gigantes, las Erinias y las Melias. Los genitales de Urano produjeron una espuma de la que nació Afrodita. Urano vaticinó que los titanes tendrían un castigo justo por su crimen, anticipando la victoria de Zeus sobre Crono.
La Biblioteca mitológica recoge una versión diferente, en la cual Urano arroja a sus primeros hijos (los Hecatónquiros y los Cíclopes) al Tártaro, y Gea, irritada, persuade al resto de sus hijos (los Titanes) para que ataquen a su padre con la hoz. Derrotado Urano, los Titanes rescatan a los arrojados en el Tártaro para que aseguren el dominio de Crono.
Según la Teogonía y la Biblioteca, Gea y Urano habían vaticinado que Crono sería derrocado por uno de sus propios hijos, y así el titán intentó evitar su destino devorando a su descendencia. Ambos, mediante un engaño, ayudaron a Rea a salvar a Zeus, y este posteriormente liberó a sus hermanos y logró derrocar a su padre.
Con Gea tuvo Urano a todos sus hijos excepto las que nacieron al arrojar al mar (Talasa) Crono los genitales que le había extirpado: en algunas tradiciones, Afrodita Urania; en otras, las Erinias. Por otra parte, de la sangre de Urano y de la Noche nació Lisa, personificación de la locura.
El mito de la creación hurrita es similar al griego. En la religión hurrita, Anu es el dios del cielo. Su hijo Kumarbi le cortó los genitales y vomitó tres divinidades, a una de las cuales, Teshub, desposaría después.
En la mitología sumeria, y luego en la asiria y en la babilónica, Anu es el dios del cielo y representa la ley y el orden.
Es posible que Urano fuese, en un principio, una divinidad indoeuropea, identificable con el Váruṇa védico, el supremo guardador del orden que luego se convirtió en el dios de los océanos y de los ríos, tal como sugirió Georges Dumézil siguiendo la obra de Émile Durkheim Las formas elementales de la vida religiosa (Les formes elementaires du vie religieuse, 1912).
Otra posibilidad es que el dios supremo iraní Ahura Mazda sea un desarrollo del indoiraní *Vouruna-*Mitra. Esta divinidad tiene las mismas cualidades de Mitra, la divinidad de la lluvia.
Estos mitos antiguos de orígenes remotos no tenían reflejo en los cultos de los helenos.
La función de Urano es la de dios derrotado de una época pasada, antes de que el tiempo real empezase. Tras su castración, el Cielo no volvió a acudir a cubrir la Tierra por la noche, sino que ocupó su lugar, y «los padres originales llegaron a su fin». Georges Dumézil hizo una cauta defensa de la identificación de Urano con el Váruṇa védico del nivel cultural indoeuropeo más primitivo. La identificación de Dumézil de elementos míticos compartidos por las dos deidades se basaba en gran medida en interpretaciones lingüísticas, pero no proponía un origen común, como entendieron Robert Graves y otros. La identificación del nombre Ouranos con el hindú Varuna, basada en parte en una raíz protoindoeuropea propuesta: *-ŭer, con el significado de «atar» (Varuna ata a los malvados, Urano ata a los Cíclopes) es ampliamente rechazada por quienes encuentran más probable la etimología del protogriego *worsanos, de la raíz protoindoeuropea *wers, «humedecer», «gotear» (referido a la lluvia).
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