La cultura española tiene sus raíces en las influencias que los diferentes pueblos han dejado tras su paso por la península a lo largo de los siglos. Además, la historia, el relieve montañoso y los mares que la circulan han contribuido significativamente en la formación de la cultura actual.
Aunque hay un patrimonio cultural común a todos los españoles, la marcada singularidad de sus regiones ha dado lugar a diversas manifestaciones culturales a lo largo de su geografía. Esas manifestaciones han tenido reflejo en todos los campos: el arte, las tradiciones, la literatura, las lenguas y dialectos, la música, la gastronomía,etc
El castellano o español es el idioma hablado por la mayoría de los españoles, aunque no todos lo hacen como lengua materna. De hecho, hay también otras lenguas de gran importancia regional: principalmente el catalán, el gallego, y el euskera que son idiomas oficiales aprobados en la Constitución. Otras lenguas son el aranés que se habla en el Valle de Arán y es oficial en toda Cataluña, el aragonés y el asturleonés o bable.
Algunas de estas lenguas, especialmente el catalán, el vasco y el gallego, gozan de una industria editorial bien desarrollada, que produce diarios y otras publicaciones periódicas. En las últimas décadas, las administraciones locales intentan potenciar el aprendizaje y el uso de las lenguas minoritarias.
Hay que decir que, asociado a estas diferencias lingüísticas, hay un marcado sentido de identidad propia en varias regiones, especialmente en el País Vasco, Galicia y Cataluña, con importantes sectores nacionalistas. Puede decirse que siempre ha existido una tensión entre el centralismo y el regionalismo, optándose en la actualidad por una organización en comunidades autónomas.
La herencia cultural española se aprecia en lugares tan apartados de España como Vancouver. El primer contacto que los indígenas tuvieron con la civilización europea en esta zona fue a través de españoles. Esta es la razón por la que algunos lugares de la zona tienen nombres españoles.
Los accidentes naturales que conforman España han ayudado a configurar la cultura del país. En el norte del país, la geografía montañosa ha facilitado la conservación de su lengua y costumbres características en esas regiones. Hay una fuerte tradición marítima, por el hecho de ser una península y, consecuentemente, estar rodeada de agua. Incluso en ciudades en el interior con puerto fluvial, como es el caso de Sevilla, se aprecia tal tradición. El transporte aéreo ha facilitado que las playas del mar Mediterráneo, especialmente las de la Costa del Sol, alberguen a millones de turistas todos los años.
Exceptuando la franja subtropical (islas Canarias), se pueden distinguir los siguiente tipos de climas: mediterráneo, atlántico y, en el interior peninsular, un clima continental moderado caracterizado por veranos muy calurosos e inviernos fríos. En la costa, el clima es más moderado. Los templados y secos veranos han dado como resultado una cultura que pasa gran parte del tiempo al aire libre. Son típicos los patios en los edificios o las plazas públicas, donde la gente se concentra para charlar y pasar el rato. En muchas ciudades, el alterne y la diversión se caracteriza por tener lugar en las terrazas al aire libre. Las tradicionales verbenas son otra manifestación cultural y social que, con la llegada de la primavera y el verano, se celebran al aire libre en muchas localidades de todo el país.
La presencia de fuentes en el diseño urbano y en los patios de las casas, la cerámica en las tejas de los tejados y el uso decorativo de los azulejos son tradiciones heredadas de los musulmanes.
Con la decadencia española, el país adquiere ante los observadores extranjeros una aureola romántica, convirtiéndose en una tierra de terratenientes aristocráticos, campesinos iletrados, gitanos coloristas, toreros e intensa religiosidad al estilo medieval, en gran contraste con los países europeos circundantes, industrializados y «modernos».
En la posguerra, los tebeos se convierten en el medio artístico y cultural más popular del país. En 1954, V. S. Pritchett escribió sobre las pequeñas ciudades.
Ya en los años sesenta, la televisión se vuelve omnipresente, aunque solo se contara con un par de canales.
La muerte de Franco acabó con la censura, y dio lugar a un crecimiento cultural explosivo en un amplio número de áreas, en especial el cómic, la música popular y el diseño. Se asiste así al fenómeno de la movida madrileña, subcultura joven de finales de los 70 y primeros de los 80 afín al punk y la new wave, que tuvo su epicentro en Madrid. También permitió el boom del cine erótico nacional en un fenómeno conocido como el destape.
La instauración de las Comunidades Autónomas dio vigor a muchos aspectos de la cultura local, al mismo tiempo que España se unía a la Unión Europea en 1986. Se imponen nuevas formas de ocio, como los videojuegos, mientras el número de libros presentes en los hogares españoles aumenta poco a poco. Así, si en 1985, tenían de media 108 libros; en 1991, el número había ascendido a 143.
La siesta es una tradición que está retrocediendo, especialmente en las ciudades. El ritmo normal del día en España suele continuar dividido en dos periodos, mañana y tarde, con una pausa de dos o tres horas durante la comida. Un paseo al final de la tarde es una costumbre extendida en muchos lugares.
La hora de la cena, como en unas regiones del sur de Italia, es la más tardía en Europa, habitualmente alrededor de las 11/12 p.m.
La diversión se caracteriza por tener lugar en la noche, incluso hasta altas horas de la madrugada. En el centro y sur de la península, el calor estival ha potenciado ese fenómeno. La vida nocturna comienza tarde. Muchos clubes, incluso en ciudades relativamente pequeñas, abren a la medianoche y no cierran hasta el amanecer. En Madrid en verano y en otras grandes capitales como Barcelona o Zaragoza, empieza a ser habitual que actuaciones culturales se extiendan hasta las dos o tres y media de la madrugada.
Es difícil resumir toda la riqueza de la gastronomía española en unas líneas. La geografía, la cultura y el clima han creado una cocina muy variada en recetas y estilos culinarios. Las distintas civilizaciones que han pasado por la península también han dejado su impronta, que ha llegado hasta nuestros días. Parte de esa influencia se debe a la tradición judía y morisca.
El pescado es parte importante en la dieta de los españoles. La costumbre es adquirirlo fresco. Muchas zonas distantes de la costa también tienen un aprovisionamiento diario, lo que hace posible preparar platos de gran sabor. La carne, no obstante, suele ser más habitual en el interior. No puede faltar una mención al aceite de oliva, cuya tradición es milenaria en la cocina mediterránea.
Una breve relación de platos típicos y populares podría ser la siguiente:
Durante el Siglo de Oro español (ss. XVI y XVII) la moda española se imponía en Europa: trajes oscuros y la mayor parte de las veces negros, con unos pocos detalles de color: cadenas de oro, blancas golas, la cruz de alguna orden... En Holanda, Francia o Flandes era común esta moda entre los hombres.
Las regiones de España han desarrollado a lo largo de su historia un modo de vestir propio. El traje regional es su máxima expresión. Se lucía, especialmente, en las fiestas locales y celebraciones populares. Esa tradición en el vestir ha cedido en favor de las pautas que marca la moda contemporánea; si bien, aún persisten algunos estilos característicos: en Extremadura y en los pueblos de Castilla, la vestimenta continúa siendo relativamente austera. El vestir andaluz, por el contrario, es muy colorido y elaborado durante las fiestas.
Los diseñadores españoles están recibiendo cierto reconocimiento a nivel internacional, destacándose la Cibeles Madrid Fashion Week y la Pasarela Gaudí.
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