Las cruzadas bálticas fueron cruzadas emprendidas durante la Edad Media por los reyes católicos de Suecia y Dinamarca y las órdenes Teutónica y Livonia contra los pueblos paganos de la Europa nororiental y la cuenca del mar Báltico. A partir del siglo XIX, la historiografía romántica englobaría también en el término las campañas de suecos y daneses contra los cristianos orientales.
El punto de partida oficial de las cruzadas bálticas fue la llamada del papa Celestino III en 1193, pero los reinos ya cristianos de Alemania y Escandinavia habían comenzado a subyugar a sus vecinos paganos. Los pueblos no cristianos que fueron objeto de las campañas incluyen:
Los conflictos armados entre los finlandeses del Báltico, los pueblos bálticos y eslavos que habitaban en las orillas del mar Báltico y sus vecinos sajones y daneses habían sido corrientes durante varios siglos antes de las cruzadas. Las batallas anteriores habían sido causadas, en gran parte, por los intentos de destruir los castillos y las rutas marítimas comerciales y obtener una ventaja económica en la región. Las cruzadas siguieron básicamente este patrón de conflicto, aunque ahora inspiradas por el Papa y realizadas por los caballeros y las órdenes militares.
Las cruzadas bálticas proporcionaron una oportunidad para el crecimiento y la expansión de la Orden Teutónica de caballeros alemanes, inspirada en los caballeros templarios que participaron en las cruzadas a Tierra Santa. La orden teutona ejerció un gran control político sobre grandes territorios en la región báltica.
Fue una campaña militar llevada a cabo en 1147, en forma contemporánea a la Segunda Cruzada, dirigida contra los eslavos polabios (sorabos o wendos), que ocupaban una zona en lo que hoy es el este de Alemania y el occidente de Polonia.
A comienzos del siglo XII, los arzobispados alemanes de Bremen y Magdeburgo buscaban la conversión de los vecinos eslavos paganos al cristianismo occidental a través de medios pacíficos. Sin embargo, durante la preparación de la Segunda Cruzada a Tierra Santa, se publicó una bula papal que apoyaba una cruzada contra los eslavos. El ejército cristiano estaba compuesto principalmente por sajones y daneses.
En el siglo XII, los pueblos que habitan las tierras ahora conocidas como Estonia, Letonia y Lituania formaban una cuña pagana entre los cada vez más poderosos Estados cristianos rivales: los ortodoxos, al este, y los católicos, al oeste. Durante un período de más de 150 años que precedió a la llegada de los cruzados alemanes en la región, Estonia fue atacada trece veces por los principados rusos, así como por Dinamarca y Suecia. Hubo intentos pacíficos por parte de algunos católicos para convertir a los estonios, a partir de las misiones enviadas por Adalberto, arzobispo de Bremen, entre 1045 y 1072.
Tras los pasos de los comerciantes alemanes que estaban siguiendo las rutas comerciales de la época de los vikingos, un monje llamado Meinhard desembarcó en la boca del río Daugava (Dvina Occidental) en 1180 y fue consagrado obispo en 1186. Para consolidar esta posición el papa Celestino III proclamó una cruzada contra los paganos del Báltico en 1195, que fue reiterada por el papa Inocencio III. Una expedición cruzada dirigida por el sucesor de Meinhard, el obispo Berthold de Hanover, desembarcó en Livonia (parte de la actual Letonia, que rodea el golfo de Riga) en 1198. Aunque los cruzados ganaron su primera batalla, el obispo Berthold fue herido de muerte y los cruzados fueron rechazados.
Las tierras cristianas ortodoxas que fueron objeto de las campañas incluyen:
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