Las Congregaciones Marianas (en latín, Congregationes seu sodalitates B. Mariae Virginis) son asociaciones canónicamente erigidas de la Iglesia católica fundadas en 1563 por el joven jesuita belga, Jean Leunis, en el Collegio Romano de la Compañía de Jesús.
Tienen por fin fomentar en si y en otros la devoción a la Virgen María imitando sus virtudes y practicando las obras de misericordia y llevando a cabo obras de apostolado. En su origen fueron asociaciones para estudiantes, pero la bula papal, Superna Dispositione, permitió que hubiera Congregaciones Marianas también para adultos, bajo la autoridad del Superior General de la Compañía de Jesús. A estas congregaciones se les permitió establecerse como grupos agregados a la Congregación del Colegio Romano. Más tarde se establecerieron congregaciones para determinados grupos sociales, como sacerdotes, nobles, mujeres, comerciantes, obreros, empleados, casados, solteros, soldados, (ad infinitum). Lo que daba identidad a cada uno de estos grupos era su afiliación a la "Congregación Prima-Primaria" del Collegio Romano.
Las primeras congregaciones estaban formadas, sobre todo, por los chicos más jóvenes (pueri) del colegio, que iban a Misa a diario, practicaban la confesión semanal, la comunión mensual y hacían media hora de meditación cada día y practicaban otros ejercicios de piedad. La elección por Juan de Leunis de la Virgen María como patrona refleja el fuerte elemento mariano de su piedad personal, y también que él lo consideró adecuado para la edad y formación de sus miembros. Juan de Leunis reunía a quienes consideraba los mejores en torno a un altar de la Virgen y allí recibían formación y los domingos cantaban vísperas y se entregaban a las obras de misericordia.
En el año 1564 se constituyó la Congregación de al Anunciación con 73 miembros y 12 secciones. Rápidamente se extendieron a otros colegios de la Compañía de Jesús y se fundaron en París (1567), Douai (1573), Lima (1571), México (1574), Puebla (1580), etc.
En 1587, a petición de la Compañía de Jesús, el Papa Sixto V emitió la bula papal Superna Dispositione, que dio al Superior General de la Compañía de Jesús el derecho de agregar otras congregaciones a la Primera Congregación (la Prima Primaria), abriendo el camino para extender estas asociaciones a instituciones que no relacionadas con las escuelas o universidades jesuitas. Para poder gozar de los privilegios e indulgencias concedidas a la Prima Primaria deberían, en adelante las Congregaciones, agregarse a esta tamquam membra.
A finales del siglo XVI y durante el XVII, los jesuitas extendieron el modelo de la Prima Primaria del Colegio Romano para establecer un número de Congregaciones similares en Europa, India y las Américas, como organizaciones de espiritualidad laical.
Hubo también modelos similares, aunque no agregados a la "Prima Primaria", como, por ejemplo, las confraternidades (o cofradías), fundadas por los jesuitas en Japón. A los pocos años de su llegada a Japón en 1549 , los jesuitas crearon comunidades de fieles católicos. Según el historiador jesuita John O'Malley, estos grupos, "eventualmente tuvieron ramas masculina y femenina y se dedicaron tanto a las obras corporales como espirituales de misericordia. Cuando la persecución comenzó en el siglo XVII, [las cofradías] resultaron ser las instituciones subterráneas en las que se mantuvieron la fe y las prácticas cristianas y se transmitieron a la siguiente generación. El líder de la cofradía actuaba como un pastor laico. En Europa, durante el siglo XVII, el número de Congregaciones fue del orden de 2.500. En los siglos XVI y XVII las Congregaciones dieron a la Iglesia no menos de 7 papas, 80 cardenales y muchos santos, entre los que se encuentran san Estanislao de Koska, san Juan Berchmans, san Luis Gonzaga, San Pedro Canisio, San Carlos Borromeo, san Francisco de Sales, san Juan Bautista de la Salle, etc. También fueron congregantes los empreradores Fernando II y Fernando III, los reyes Segismundo III, Ladislao IV y Juan Casimiro, de Polonia. Cerca de un siglo después, en 1748 , el Papa Benedicto XIV, con la bula papal , Praeclaris Romanorum, quiso renovar el vigor de la vida de las congregaciones, pues en el siglo XVIII estas habían caído en el pietismo y se había mitigado su espíritu apostólico.
Con la expulsión primero, de la Compañía de Jesús de Hispanoamérica (1767) y la supresión posterior de la misma en 1773 por el Papa Clemente XVIV, las Congregaciones Marianas pasaron a ser de derecho diocesano, convirtiéndose en una institución normal Iglesia universal". Tras esta supresión, las congregaciones crecieron enormemente en el siglo XVIII; aumentaron de 2500 a 80 000 grupos. La consecuencia de este crecimiento fue una disminución del fervor y la relajación de las prácticas de la congregación. La vida espiritual de los miembros y las actividades sociales se relajaron reduciéndose a prácticas piadosas y a eventos anuales meramente simbólicos. Las Congregaciones Marianas se convirtieron en un movimiento piadoso de masas, a diferencia de lo que san Ignacio, Jean de Leunis o Aquaviva hubieran querido que fuesen. En el siglo XIX jugaron un gran papel caritativo en Francia y en el XX en España fueron muy dinámicas favoreciendo campañas por la buena prensa, catequesis en barrios marginales y obras sociales y políticas. En la persecución religiosa española del siglo XX fallecieron 420 directores de congregaciones y en la guerra civil murieron 12 7000 congregantes. En el siglo XX, y más en concreto en 1924, la Compañía de Jesús creó en Roma un secretariado central para las Congregaciones Marianas, con una intención renovadora de las mismas. Este secretariado publicó la revista Acies ordinata, revista mundial de las Congregaciones Marianas desde 1934 hasta 1968, que funcionó como órgano de formación para las mismas. Como consecuencia de la publicación de la Bis Saeculari (1948) se creó en 1953 la Federación Mundial de las Congregaciones Marianas. En 1952 existían 78 000 congregaciones y sumaban unos 6 000 000 de miembros.
El año 1967 es el año de la transformación de las congregaciones marianas en comunidades de vida cristiana, CVX, lo que supuso un cambio en la espiritualidad y carisma de las mismas. Este cambio consistió en una mayor dedicación al servicio de las personas necesitadas, que interpretaba así la llamada del Concilio Vaticano II a una vuelta al carisma fundacional. Sin embargo algunas congregaciones marianas permanecieron como tales sin convertirse en comunidades de vida cristiana, adaptando sus reglas a los cambios del Concilio y al magisterio posterior, pero manteniendo los pilares fundamentales de las Congregaciones que son la consagración a la Virgen María y el apostolado.
Se cuentan 770 intervenciones del Magisterio desde 1584 hasta 1964. Estas abarcan desde aprobaciones de normas, concesiones de indulgencias radiomensajes, homilías de los Papas, etc. En 1748 , el Papa Benedicto XIV hizo un regalo especial a las congregaciones en la forma de una bula papal llamada Gloriosae Dominae, que llegó a ser conocida como la "Bula áurea", ya que no fue sellada con plomo, como era costumbre, sino con oro -con el fin de dar honor especial a la Madre de Dios. Más adelante, el Papa Pío XII, a través de la Constitución Apostólica de 1948, llamada Bis Saeculari, dio honor especial a las congregaciones presentando en 1948 un resumen de su importancia histórica y contemporánea.
El Papa Pío XII publicó la constitución apostólica Bis Saeculari el 27 de septiembre de 1948, con motivo del 200 aniversario de la "Bula aúrea" de Benedicto XIV. La Bis Saeculari elogiaba las congregaciones por sus "muchos y grandes servicios a la Iglesia", y decía de los congregantes que "el hecho de propagar, difundir y defender la doctrina católica debían ser consideradas entre las más poderosas fuerzas espirituales". El Papa dice de las reglas de la Congregación que, "a través de ellas los miembros son conducidos a la perfección de la vida espiritual y por medio de la cual pueden escalar las alturas de la santidad" y añade que "siempre que las Congregaciones estén en un estado floreciente - la santidad de vida y la vivencia sólida de la vida religiosa fácilmente crecen y florecen". Ilustra este punto diciendo que "el hecho de que siempre tuvieron el bien común de la Iglesia en el corazón y no sus intereses particulares y esto se prueba por el testimonio impecable de la serie más brillante de congregantes a quienes la Madre Iglesia ha elevado al honor supremo del altar; su gloria brilla no solo en la Compañía de Jesús, sino también en el clero secular y en no pocas familias religiosas, ya que diez miembros de las Congregaciones Marianas se convirtieron fundadores de nuevas Órdenes y Congregaciones religiosas".
Son numerosas las Congregaciones marianas que perviven en la actualidad. Entre ellas están las siguientes:
Marianische Congregation Köln 1608 Marianische Sodalität Fulda 1609
Las Congregaciones han dado a la Iglesia y al mundo muchos santos, entre los cuales se pueden mencionar: San Carlos Borromeo, el reformador entusiasta de la disciplina eclesiástica, San Francisco de Sales, obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia, San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia por su teología moral y fundador de los Redentoristas, San Camilo de Lelis, patrono de los hospitales católicos, san Leonardo de Puerto Mauricio, predicador franciscano, san Juan Bautista de Rossi, San Vicente de Paul, San Pedro Claver, apóstol de los esclavos, el humilde Hermano jesuita, San Alfonso Rodríguez, Santa Magdalena Sofía Barat, fundadora de las Religiosas del Sagrado corazón, Santa Julia Billiart, la fundadora de las Hermanas de Nuestra Señora de Namur, Santa Teresita del niño Jesús, Santa Bernadette Soubirous de Lourdes y Santa Teresa de Calcuta. Congregantes marianos fueron los Papa Pio XII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.
El dinamismo apostólico de las Congregaciones ha hecho que salgan numerosas instituciones de ellas. Ejemplos de esto son el Movimiento apostólico de Schönstatt en 1914 o la Asociación Católica de Propagandistas. También de la Congregaación Mariana de la Asunción de Madrid ha surgido el Colegio del Sagrado Corazón en Vallecas y el Centro de Orientación Virgen de Olaz de Madrid. Y de la Congregación Mariana de Colombia ha surgido la Clínica Diagnóstica Especializada Congregación Mariana.
La esencia de las congregaciones es infundir en sus miembros una ardiente devoción, imitación, reverencia y amor filial a la Madre de Dios; y por medio de esta devoción y del patrocinio de la Virgen, hacer de los consagrados a su nombre cristianos de verdad. Estas asociaciones son apostólicas, esto es, llevan a cabo obras de apostolado en consonancia con el espíritu laical de la congregación.
La vida espiritual de los congregantes se resume en la regla de vida. Esta se compone de las siguientes cinco prácticas: La oración diaria El examen de conciencia La frecuencia de sacramentos La dirección espiritual Los ejercicios espirituales según el método de san Ignacio La espiritualidad de sus miembros es ignaciana, tal como se contiene en el libro de los ejercicios espirituales de san Ignacio y en la tradición de la Compañía de Jesús. Tradicionalmente las congregaciones están asociadas a una advocación de la Virgen y tiene como patrón a un santo jesuita, no siendo esto último obligatorio. Para ser Congregación Mariana es necesario ser una asociación laical, que viva la regla de las congregaciones marianas, participe de su tradición y siga su estructura, tal como recoge, por ejemplo, el documento Catecismo de las Congregaciones Marianas
Escribe un comentario o lo que quieras sobre Congregaciones Marianas (directo, no tienes que registrarte)
Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)