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Ciencias forenses



La criminalística es la disciplina en la que se aplican métodos y técnicas de investigación científica de las ciencias naturales en el examen del material sensible significativo relacionado con un presunto hecho delictuoso con el fin de determinar, en auxilio de los órganos encargados de administrar justicia, la certidumbre de su existencia y, si en efecto se trata de un delito, reconstruirlo con detalle y señalar y precisar la intervención de uno o varios sujetos determinados en el mismo.

La criminalística se sirve de los conocimientos científicos para reconstruir los hechos. El conjunto de disciplinas auxiliares que la componen se denominan ciencias forenses.[1]

La palabra forense viene del adjetivo latino forensis, que significa "perteneciente o relativo al foro".[2]​ En la Antigua Roma, una imputación por crimen suponía presentar el caso ante un grupo de personas notables en el foro. Tanto la persona que se la acusaba por haber cometido el crimen como el denunciante tenían que explicar su versión de los hechos. La argumentación, las pruebas y el comportamiento de cada persona determinaba el veredicto o sentencia del caso.

En las concepciones actuales sobre la criminalística existen algunos puntos de controversia. Por una parte, algunas definiciones la consideran como una ciencia auxiliar del derecho penal mientras que otras consideran que es aplicable al derecho en general. El doctor Rafael Moreno González, tratando de ser muy explícito, presenta una definición simple, pero útil: “La ciencia del pequeño detalle”. César Augusto Osorio y Nieto es algo más extenso al señalar que es:

En el marco actual, se puede definir como:

Es la disciplina autónoma que acude al auxilio del proceso judicial, utilizando técnicas, procedimientos y métodos brindados por las ciencias auxiliares que le permiten identificar y esclarecer los distintos indicios, que conectan a través de ellos al autor con el hecho en sí. Determina si un hecho tiene relación penal o no, ocupándose de la reconstrucción, la participación o interacción de ciertos actores en él; es decir, cómo ocurrió.

La primera disciplina precursora de la criminalística fue lo que en la actualidad se conoce como dactiloscopia, ciencia que estudia las huellas dactilares. La criminalística tal como la entendemos nace de la mano de la medicina forense, en torno al siglo XVII, cuando los médicos toman parte en los procedimientos judiciales. Antes de conocer el desarrollo y evolución de la criminalística debemos distinguir dos etapas, de cuyos representante hablaremos posteriormente.

Algunos de los primeros usos prácticos de la investigación mediante las impresiones dactilares son acreditados a los chinos, quienes las aplicaban diariamente en sus negocios y empresas legales, mientras tanto el mundo occidental se encontraba en el período conocido como la edad oscura.

Kia Kung-Yen, historiador chino de la dinastía Tang, en sus escritos del año 650, hizo mención a la identificación mediante las impresiones dactilares, en un comentario sobre un antiguo método en la elaboración de documentos legales. De aquí se deduce que para el año 650 los chinos ya utilizaban las impresiones dactilares en sus tratos comerciales y en ese mismo año, hacían mención al método anterior al uso de las impresiones consistentes en la utilización de placas de madera con muescas iguales recortadas en los mismos sitios de los lados las que conservaban las partes del contrato e igualadas dichas tablas se podía constatar la autenticidad o falsedad de los contratos de referencia.[3]

Muchos años después, en 1575 surge otra ciencia precursora de la criminalística: la medicina legal, iniciada por el francés Ambroise Paré y desarrollada por Paolo Sacchias en 1651.

En 1665, Marcello Malpighi observaba y estudiaba los relieves dactilares de las yemas de los dedos y palmas de las manos. Una de las primeras publicaciones en Europa acerca del estudio de las impresiones dactilares apareció en Inglaterra en 1648, realizada por el Dr. Nehemiah Grew.

En 1809 el célebre delincuente francés Vidocq fue incluido en las filas de la policía francesa y pronto se convirtió en el primer director de la Seguridad Nacional (Sûreté Nationale). Incluyó multitud de avances en el campo de la investigación criminal. A él se le atribuye el registro y creación de expedientes con las pesquisas de los casos y la introducción de los estudios de balística. Fue el primero en utilizar moldes para recoger huellas de la escena del crimen, definiendo la lofoscopia. Sus técnicas antropométricas tendrían gran repercusión.

En 1823 un tratado escrito por anatomista, fisiólogo y botánico checo Jan Evangelista Purkyně describe los tipos de huellas dactilares, que clasificó en 9 grupos. En ese mismo año, Huschke descubrió los relieves triangulares conocidos como "deltas" de las huellas dactilares de los dedos. En 1835 aparece otro de los precursores de la balística, Henry Goddard. En 1840 nace la Toxicología con el médico español Mateo Orfila. Es la ciencia que estudia los efectos de las toxinas o venenos vegetales, animales y minerales tanto como tratamiento curativo o como intoxicación dañina. El aporte de esta ciencia a la reconstrucción de asesinatos, homicidios y suicidios es enorme. William Herschel, en 1858, adoptó el uso de las impresiones dactilares para evitar la suplantación.

Alfonso Bertillón creó en París el Servicio de Identificación Judicial en 1882, dado a conocer en 1885 y adoptado de forma oficial en 1888. Este método antropométrico se basaba en el registro y medición de las diferentes características óseas y cromáticas de las personas mayores de 21 años en 11 diferentes partes del cuerpo. En esa época Bertillón publicó una tesis sobre el retrato hablado. Desde 1884, Bertillón tomó fotografías de los lugares de los hechos con todos sus indicios. Pero fue en 1886 cuando Allan Pinkerton, dueño de la agencia de detectives más grande del mundo, adoptó la fotografía criminal para reconocer a los delincuentes. En Londres, Sir Francis Galton (1885) instaló los fundamentos para la solución del problema que representaba hacer una clasificación de las impresiones dactilares. En 1905 modificará su sistema citado en Fingerprint Directories.

En 1896, Juan Vucetich logró que la Policía de la Provincia de Buenos Aires (en la ciudad de La Plata), Argentina, dejara de utilizar el método antropométrico de Bertillón y redujo a cuatro los tipos fundamentales en dactiloscopia, determinados por la presencia o ausencia de los deltas.

Ottrolenghi y Alongi, en 1899 fundaron una revista llamada Polizia Scientifica. Lombroso, Ferri y Alongi solicitaron una Policía Judicial Científica en Italia.

El más ilustre y distinguido criminalista de todos los tiempos es Hans Gross (1847-1915) y se le considera padre de la criminalística. A él se debe la generalización del término criminalística con el que se refería al «análisis sistemático de las huellas dejadas por el culpable». Ejerció el cargo de magistrado y fue profesor de Derecho penal en las universidades de Czernowitz y Graz. La elaboración del Manual del juez como sistema de criminalística le llevó 20 años de experiencias e intensos trabajos. En 1912 inauguró el "Real e Imperial Instituto de Criminología de la Universidad de Graz", único a escala mundial. Los resultados de su trabajo fueron determinantes hasta bien entrado el siglo XX y su método científico, conocido bajo el nombre de "escuela criminológica de Graz", le hizo famoso en todo el mundo

En México, el profesor Carlos Roumagnac escribía en 1904 los primeros fundamentos de Antropología Criminal. En España Constancio Bernaldo de Quirós redujo a tres las fases de formación y evolución de la policía científica en 1908. En enero de 1920, el profesor Benjamín Martínez fundó en la Ciudad de México el gabinete de identificación y el laboratorio de criminalística en la entonces jefatura de Policía del Distrito Federal. En 1928 el criminalista francés Edmond Locard enunció el "Principio de intercambio de Locard", que dice que «siempre que dos objetos entran en contacto transfieren parte del material que incorporan al otro objeto». Este principio de transferencia ha permitido obtener indicios relevantes en numerosos lugares, desde huellas en el barro o sus restos en neumáticos y calzado, hasta huellas dactilares o restos en las uñas. En 1935, Carlos Roumagnac, Benjamín Martínez, Fernando Beltrán y otros crearon una escuela para policías en la que se enseñaba criminalística. En 1938, el Dr. José Gómez Robleda implantó la aplicación de la criminalística en la Procuraduría General de Justicia del D. F.

La entomología forense es una disciplina de reciente atención en México, durante los años 90, en el Laboratorio de Antropología Forense de la Coordinación General de Servicios Periciales de la PGJDF, donde se realizan investigaciones tendientes a conocer la fauna entomológica que se encuentra asociada a cadáveres y, a partir del año 2004 se reconoce institucionalmente conformándose en dicha institución el primer Laboratorio de Entomología Forense, sobre lo cual el grupo de expertos que en el mismo laboran, han producido diferentes reportes de investigación y atienden las peticiones ministeriales relacionadas con esta especialidad.

Principios de la Criminalistica

"Todo contacto deja su huella" Las evidencias no mienten

Los principios fundamentales del proceso criminalístico incluyen:

Dentro de la criminalística existen aplicaciones clásicas, como la fotografía, planimetría, balística, química, huellografía y dactiloscopía, mecánica, urbanismo y paisajismo, ecología e informática, entre otras.

Los estudios criminalísticos se apoyan en métodos y técnicas propias del trabajo de diferentes disciplinas, ciencias auxiliares y laboratorios periciales, entre los que se encuentran:

Gracias a la criminalística, la investigación policial se ve avalada por técnicas reconocidas e indesmentibles, basadas en el conocimiento y experimentación científica.

Probablemente los populares casos del francés Vidocq, director de la Seguridad Nacional (Sûreté Nationale), influyeron en la producción literaria de Víctor Hugo, Dickens y Balzac. Con el detective de ficción Auguste Dupin, engendrado por Edgar Allan Poe, aparecen los primeros relatos policiales de la literatura. Pero fue Sherlock Holmes, personaje ideado por Sir Arthur Conan Doyle, quien utilizó por primera vez y popularizó la ciencia forense como uno de sus métodos de investigación. Conan Doyle reconoció haberse inspirado en el cirujano y médico forense Joseph Bell para la creación de su personaje. Joseph Bell había sido su maestro en la escuela de medicina de la Universidad de Edimburgo.

Décadas más tarde, la historieta Dick Tracy también incluyó un detective que utilizaba un número considerable de métodos forenses, aunque a veces los métodos eran más fantasiosos que reales.

El abogado defensor Perry Mason ocasionalmente utilizaba las técnicas forenses, tanto en las novelas como en las series de televisión. Y en los últimos años, han adquirido especial popularidad las series de televisión policiales en las que se resuelven crímenes, entre las que se encuentran CSI, Crossing Jordan, Mentes Criminales, El mentalista, Bones, Ley y orden, NCIS, Cold Case, Dexter, Numb3rs, Silent Witness, etc. La mayoría representa con glamour las actividades de los científicos forenses. Algunos sostienen que estos programas de televisión han cambiado las expectativas que las personas tienen de las ciencias forenses .

En la televisión también se emiten programas de no ficción sobre ciencias forenses como Crímenes imperfectos (Forensics Files), emitido en España en La Sexta, y existen incluso canales de televisión especializados en el tema como Crimen + Investigación.



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