La mezquita-catedral de Córdoba,Córdoba, España. En 2019 superó los dos millones de visitantes, siendo su récord histórico y convirtiéndolo en uno de los monumentos más visitados de España.
Santa María Madre de Dios» o «Gran mezquita de Córdoba», actualmente conocida como la Catedral de la Asunción de Nuestra Señora de forma eclesiástica, es un edificio de la ciudad deSe empezó a construir como mezquita en el año 784; hasta hace poco se creía que tras la apropiación por los conquistadores musulmanes de la basílica hispanorromana de San Vicente Mártir y la reutilización de parte de los materiales, quedando reservada al culto musulmán, pero los estudios arqueológicos más recientes descartan esta hipótesis. El edificio fue objeto de ampliaciones durante el Emirato de Córdoba y el Califato de Córdoba. Con 23 400 metros cuadrados, fue la segunda mezquita más grande del mundo en superficie, por detrás de la Mezquita de La Meca, siendo superada posteriormente por la Mezquita Azul (Estambul, 1588). El muro de la qibla no fue orientado hacia La Meca, sino 51º grados hacia el sur; esto era habitual en las mezquitas de al-Ándalus.
En 1238, tras la Reconquista cristiana de la ciudad, se llevó a cabo su consagración como catedral de la diócesis con la Ordenación episcopal de su primer obispo, Lope de Fitero. El edificio alberga el cabildo catedralicio de la Diócesis de Córdoba, y por su carácter de templo católico y sede episcopal, está reservado al culto católico. En 1523, bajo la dirección de los arquitectos Hernán Ruiz, el Viejo y su hijo, se construyó su basílica cruciforme renacentista de estilo plateresco.
Hoy todo el conjunto constituye el monumento más importante de Córdoba, y también de toda la arquitectura andalusí, junto con la Alhambra, así como el más emblemático del arte omeya hispanomusulmán. Declarada como Bien de interés cultural y Patrimonio Cultural de la Humanidad como parte del centro histórico de la ciudad, se incluyó por el público entre los 12 Tesoros de España en 2007 y fue premiada como el mejor sitio de interés turístico de Europa y sexto del mundo según un concurso de TripAdvisor.
Según la tradición, en el solar de la actual Mezquita-catedral de Córdoba estuvo originalmente una iglesia cristiana dedicada a San Vicente Mártir, que fue dividida y compartida entre cristianos y musulmanes tras la conquista islámica de la península ibérica. Con el aumento de la población islámica, el emir Abderramán I decidió en 785 comprar la estructura al completo y demolerla para construir la nueva mezquita; a cambio, permitió a los cristianos reconstruir otras iglesias en ruinas, incluidas las de los mártires San Fausto, Januario y Marcial, que gozaban de gran devoción en la época.
La historicidad de estos eventos ha sido discutida,X Al-Razi, alberga muchas similitudes con la conquista musulmana de Siria, en particular con la construcción de la Mezquita de los Omeyas en Damasco. Para los historiadores medievales, estos paralelos servían para enaltecer la conquista omeya de la península y la apropiación de la Córdoba visigoda. Otra fuente del siglo X menciona una iglesia que se levantó en el centro de la mezquita, sin dar muchos más detalles. Una exposición arqueológica actual en la Mezquita-catedral muestra fragmentos de un edificio tardoantiguo o visigodo excavado por el arquitecto Félix Hernández en 1930, enfatizando el carácter cristiano del monumento. Según Susana Calvo Padilla, especialista en la historia de la Mezquita-catedral, aunque se han encontrado los restos de estructuras similares a iglesias, no existen evidencias arqueológicas suficientes de que se haya encontrado la iglesia de San Vicente. Parece que los restos tendrían más relación con un complejo episcopal que con una iglesia que fue dividida entre musulmanes y cristianos. Pedro Marfil, arqueólogo de la Universidad de Córdoba, ha interpretado también los restos encontrados como un complejo episcopal que quizás albergara una basílica. Sin embargo, esta teoría parece estar equivocada según el arqueólogo Fernando Arce-Sainz, que declara que ninguno de los restos analizados alberga una iconografía cristiana, ni siquiera de un cementerio, que apoyara que existiera una iglesia. La historiadora del arte Rose Walker, ha criticado que Pedro Marfil se basa en interpretaciones personales. A pesar de las dudas del tipo de estructura que se encuentra en el substrato, es casi seguro que Abderramán destruyó el antiguo edificio para construir la nueva mezquita y que no tuvo relación con la forma anterior.
debido a que las evidencias arqueológicas son escasas y no se ha podido comprobar con hechos posteriores a la llegada de Abderramán a la península. El relato de la iglesia siendo reconvertida en mezquita, que es desarrollado por el historiador del sigloLa mezquita fundacional fue construida por Abderramán I, uno de los últimos miembros de la dinastía omeya que había conseguido escapar de Damasco tras la masacre de su familia durante la Revolución abasí y había derrotado al gobernador abasí Yusuf ibn Abd al-Rahman al-Fihri en Córdoba, instaurando el nuevo Emirato independiente en el 756.
La construcción de la mezquita comenzó en 785 y terminó en menos de dos años.columnas y capiteles. Se desconoce el arquitecto, aunque se han observado influencias sirias (omeyas), visigodas y romanas en el diseño del edificio. Entre los albañiles probablemente se encontraban locales y sirios de origen. Según la tradición y algunas fuentes escritas, Abderramán se encargó personalmente del proyecto, aunque se ha debatido hasta qué punto influyó su persona en el diseño de la mezquita.
Este periodo de tiempo tan reducido puede deberse a la reutilización de piezas (material de acarreo) romanas y visigodas, sobre todoLa mezquita fundacional albergaba una forma casi cuadrada de 74 x 79 metros cuadrados, dividida entre el patio de abluciones (sahn) al norte y la sala de oración (haram) al sur. Debido a que fue construida en pendiente, se tuvo que recurrir a una gran cantidad de relleno para crear el nivel necesario. La innovación arquitectónica más característica, que se ha repetido en edificios islámicos posteriores, ha sido la utilización de la doble arcada. Se ha especulado que Abderramán lo construyó de este modo porque le recordaba a un bosque de palmeras de su Siria natal; sin embargo, una motivación más técnica hubiera sido que las columnas reutilizadas no eran lo suficientemente altas. Para darle estabilidad a este alzado se recurre a dobles arcos, de los cuales el inferior, de herradura, hace funciones de entibo, mientras que el superior, de medio punto, es el que soporta la cubierta. Este sistema, además de la alternancia cromática y material de las dovelas, rojas de ladrillo, amarillentas las de caliza, parece estar inspirado en el acueducto romano de Los Milagros (Mérida).
El mihrab original de la mezquita (nicho que indica la dirección del rezo) no se conserva actualmente, aunque es probable que sus restos fuesen encontrados en las excavaciones entre 1932 y 1936. El artefacto hallado mostraba la parte superior del mihrab con forma de concha, similar al posterior. La mezquita fundacional tenía cuatro entradas: una estaba en el centro del muro norte en el patio, dos en los muros oriental y occidental del patio y el cuarto se hallaba en medio del muro occidental dentro de la sala de oración. Esta última fue conocida como Bab al-Wuzara' (la puerta de los Visires, hoy conocida como puerta de San Esteban) y es probable que fuera la entrada usada por el emir y los oficiales estatales, que trabajaban en el Alcázar andalusí contiguo. Los muros exteriores se reforzaron con contrafuertes que pueden verse a día de hoy.
Este primer edificio consta, en cualquier caso, de once naves longitudinales orientadas hacia el río Guadalquivir, cuya anchura es idéntica, a excepción de la central, que conduce al mihrab y las dos de los extremos. La central ligeramente más ancha que el resto y las laterales ligeramente más estrechas, aunque estas leves diferencias solo son apreciables en un plano. Estas naves constan de doce intercolumnios que corren en dirección al muro de la quibla.
Los muros de qibla de las mezquitas teóricamente deben estar orientados hacia La Meca, sin embargo, la Mezquita de Córdoba está orientada hacia al sur, mientras que La Meca se encuentra al sureste. Esta orientación, a diferencia de las mezquitas actuales, se debe a las diferencias históricas de opinión sobre la dirección apropiada del muro de qibla en lugares islámicos más lejanos como al-Ándalus y Marruecos. En este periodo temprano, muchos musulmanes de la región preferían que la qibla estuviera mirando hacia el sur en lugar de mirar directamente hacia La Meca. Este hecho se basa en que el profeta Mahoma declaró que «entre el este y el oeste se encuentra la qibla», lo que legitimó las alineaciones hacia el sur. Esta práctica también emulaba la orientación de los muros de la Kaaba de la Gran Mezquita de La Meca, basada en otra tradición que consideraba que los muros de la Kaaba se asociaban con las diversas localizaciones del mundo islámico. Según esta tradición, la cara norte de la Kaaba se asociaba a al-Ándalus y, por lo tanto, la Gran Mezquita de Córdoba se orientaba al sur como si mirara a la cara norte de la Kaaba. A pesar de que mezquitas posteriores en al-Ándalus estuvieron orientadas hacia La Meca, por ejemplo, la mezquita de Medina Azahara del siglo X, las expansiones posteriores de la mezquita cordobesa no modificaron su orientación original. Otra teoría propuesta por el arqueólogo Pedro Marfil apunta a que las estructuras originales se adaptaron a los límites urbanísticos de la ciudad tardoantigua.
En el siglo XX, el escritor Ignacio Olagüe Videla en su célebre y controvertido libro La Revolución islámica en Occidente (1974), supone que Abderramán I no habría construido esta mezquita y que el templo primitivo ya contaba con el famoso bosque de columnas. Añade, además, que originalmente habría sido concebido para el culto arriano. Sin embargo esta postura, recogida en textos de divulgación, es rechazada por la investigación académica por carecer de pruebas y manipular los textos. Los estudios arqueológicos realizados en el lugar por el arquitecto Félix Hernández demuestran sin lugar a dudas el origen omeya del edificio, erigido sobre la basílica cristiana de San Vicente.
El emir Hisham I terminó los trabajos inacabados tras el fallecimiento de Abderramán I, terminando el patio o sahn y erigió el primer alminar. Este primitivo alminar, de planta cuadrada, fue más tarde derribado por Abderramán III quien construyó otro, luego parcialmente desmochado, y cuyos restos se cree que se encuentran actualmente embutidos en el campanario cristiano de la catedral. La cimentación del alminar de Hisham I fue hallada en el Patio de los Naranjos por el arqueólogo Félix Hernández en el siglo XX, quién dejó marcada su ubicación en el pavimento y es hoy día visible.
Según la historiografía clásica, el crecimiento de la ciudad habría determinado la necesidad de un oratorio (haram) con un aforo mayor para poder albergar más fieles durante la celebración de los viernes, por lo que Abderramán II decidió la primera ampliación de la mezquita. Las obras comenzaron en 836 (aunque también se citan los años 833 y 848), acabándose en el 852, bajo mandato ya del hijo de Abderramán II, Muhammad I (r. 852-886). Para llevarla a cabo se derribó el primitivo muro de la quibla, cuyos restos son actualmente visibles en forma de grandes pilares, y se prolongaron las arquerías en ocho tramos o crujías más, con una longitud total de 24 metros. Los elementos arquitectónicos son idénticos a los de la fase inicial: alternancia de dovelas en los arcos (amarillas de caliza y rojas de ladrillo) y utilización de materiales de acarreo, aunque como novedad se utilizaron algunos materiales labrados a propósito para esta ampliación, como los ocho capiteles novedosos denominados «de pencas». El mihrab, cuyos cimientos fueron encontrados en el subsuelo de la capilla de Villaviciosa, estaba concebido monumentalmente con un arco de entrada sostenido por cuatro columnas y sobresalía al exterior del muro de la qibla. También este emir llevó a cabo una intervención en el patio, cerrándolo con saqqifas en los laterales que faltaban.
Otras intervenciones posteriores fueron las realizadas por Muhammad I, con la creación de la macsura, la restauración de la puerta de los Visires, actual puerta de San Esteban; su sucesor Al-Múndir (r. 886-888), quien dispuso un tesoro en la mezquita; mientras que el emir Abdalá (r. 888-912) construyó el primer sabat, un pasadizo elevado, que conectaba la macsura de la mezquita con el Alcázar andalusí al otro extremo de la calle.
En 929 Abderramán III instauró el nuevo Califato de Córdoba y consolidó el nuevo poder andalusí en la región. Como parte de sus variados proyectos constructivos, agrandó el patio de la Gran Mezquita y derribó el primer alminar y erigió uno nuevo comenzando entre 951-952. El minarete o alminar tenía 47 metros de altura y una base cuadrada de 8,5 metros por lado. El erudito Jonathan Bloom ha sugerido que la construcción del minarete por Abderramán fue visto como un símbolo de la creciente autoridad del califa y un intento de rivalizar con el Califato fatimí al este. Abderramán también reforzó el muro norte del patio añadiendo otra fachada frente a la antigua. Fuentes históricas difieren sobre si el patio estaba porticado; algunos historiadores modernos afirman que el patio se porticó en esta época y se diseñó alternando pilares y columnas, tal y como puede verse actualmente. Las nuevas intervenciones, incluyendo el minarete, fueron completadas en 958, tal y como se evidencia en una placa de mármol que incluye el nombre de Abderramán III como maestro y supervisor de las obras.
Este alminar se conserva actualmente desmochado y embutido en el campanario cristiano, aunque se conoce su alzado gracias a los dibujos conservados. El único testimonio gráfico que nos ha llegado es un relieve que se encuentra en una de las enjutas de la Puerta de Santa Catalina.
Coincidiendo con el esplendor del califato, Alhakén II (r. 961-976), que participó en los proyectos arquitectónicos de su padre, comenzó durante su reinado en 961 la ampliación más innovadora. Derribó el antiguo mihrab de Abderramán II, del que también quedan restos visibles en la actualidad, y amplió la sala de oración 45 metros hacia el sur añadiendo doce crujías con el diseño original de doble arcada. La nave central de la mezquita se ennobleció con la construcción de una cúpula nervada, ahora parte de la capilla de Villaviciosa. Asimismo, se creó una macsura rectangular y rematada con tres cúpulas nervadas alrededor del nuevo mihrab, presidida con arcos únicos polilobulados y entrecruzados, y en las columnas se alternan fustes rosas, de jaspe rojo de Cabra, y azules oscuros de la Sierra Morena cordobesa. Los materiales ya no son de acarreo, sino labrados ex profeso, con presencia de capiteles de pencas. Las cúpulas y el nuevo mihrab fueron concluidos en 965 y una inscripción muestra los nombres de cuatro artesanos que también colaboraron en el Salón Rico de Medina Azahara. Poco después de esta fecha, tanto la cúpula central de la macsura como los muros del mihrab se decoraron con ricos mosaicos dorados bizantinos. Según algunas fuentes tradicionales como Ibn Idari, Alhakén II escribió al emperador bizantino Nicéforo II de Constantinopla requiriéndole expertos en mosaicos para la tarea. El emperador aceptó y envió un maestro de obras con alrededor de 1600 kilos de teselas musivarias como presente. Los mosaiquistas instruyeron a algunos artesanos del propio califa, quienes adquirieron la habilidad para realizar el mismo trabajo, que fue finalizado a finales de 970 o principios de 971. Otras novedades son el doble muro de la qibla, que facilita la conexión con el sabat y que permite que el mihrab no se limite a un simple nicho, sino que se abra como una pequeña habitación octogonal cubierta con una cúpula con forma de concha.
Alhakén II también subvencionó la construcción de un nuevo mimbar (púlpito) en 965, cuyas obras se demoraron cinco o siete años. Desafortunadamente, los detalles de esta estructura y su cronología se contradicen con las fuentes históricas. Ibn Idari, por ejemplo, indica que Alhakén tenía dos mimbares en esta época, y quizás uno de ellos fuese destruido o reemplazado. No obstante, el mimbar que se asoció con la mezquita fue destacado por varios escritores por su gran artesanía. Realizado en maderas preciosas como el ébano, el boj y maderas «perfumadas», tuvo incrustaciones de marfil y otras maderas coloridas como sándalo rojo y amarillo. Historiadores modernos creen que el mimbar tenía ruedas que permitían su desplazamiento para entrar y salir de su sala.
Dado el gran continuo crecimiento demográfico de Córdoba, el hayib del califa Hisham II, Almanzor, decidió llevar a cabo la tercera y última de las ampliaciones de la mezquita entre 987-988. Su ampliación fue la más extensa de las acometidas, afectando tanto a patio como a sala de oración, aunque no se hizo hacia el sur como las anteriores, debido a la cercanía del río Guadalquivir, sino hacia el este 47,76 metros, añadiendo ocho naves a la mezquita que dejan descentrado el mihrab. Una vez más, se repitió el mismo diseño de doble arcada en la nueva construcción, aunque la alternancia de dovelas es solo cromática y no de materiales puesto que todas son de piedra caliza, aunque pintadas de almagra las rojas. Se produjeron cientos de capiteles para las nuevas columnas, sin embargo, eran más simples y menos ornamentadas debido a la rapidez de su realización. La nueva ampliación de Almanzor albergaba una superficie de 8.600 metros cuadrados e hizo que la mezquita se convirtiera en la más grande del mundo fuera del Irak abasí. El nuevo muro oriental del templo se decoró con diez nuevos portales exteriores ricamente decorados y similares a los del muro occidental, aunque fueron en gran medida restaurados durante el siglo XX. Almanzor también fue célebre por haber sustraído las campanas de la catedral de Santiago de Compostela y haberlas fundido para realizar lámparas de techo en la mezquita, aunque ninguno parece haber sobrevivido.
Tras el colapso del Califato cordobés a comienzos del siglo XI, no se realizaron más ampliaciones en la mezquita. La ausencia de autoridad tuvo consecuencias negativas en el templo, como el saqueo y daño durante la fitna de al-Ándalus. Córdoba también sufrió un declive, aunque se mantuvo como un centro cultural relevante. Bajo los almorávides, los talleres artesanales cordobeses fueron contratados para crear mimbares ricamente decorados para importantes mezquitas de Marruecos, siendo el más celébre el mimbar de Ali Ibn Yusuf en 1137, que fue inspirado por el mimbar de Alhakén II de la Gran Mezquita.
En 1146 el ejército cristiano de Alfonso VII de León y Castilla ocupó brevemente Córdoba. El arzobispo de Toledo, Raimundo de Sauvetat, acompañó al monarca y realizó una misa dentro de la mezquita para «consagrar» el edificio. Según las fuentes islámicas, antes de que los cristianos abandonaran la ciudad saquearon la mezquita, llevándose sus lámparas de techo, el yamur de oro y plata del minarete y partes ricas del mimbar. Como resultado de este pillaje y el anterior durante la fitna, la mezquita perdió todo su mobiliario valioso.
En 1162, tras un periodo de declive y continuos asedios, el califa almohade Abd al-Mumin ordenó que Córdoba se instaurara de nuevo capital de al-Ándalus. Para preparar dicho evento, sus dos hijos y gobernadores, Abu Yaacub Yúsuf y Abu Sa'id, mandaron que la ciudad y sus monumentos se restaurasen. El arquitecto Ahmad ibn Baso, quien fue posteriormente conocido por su trabajo en la Gran Mezquita de Sevilla, fue responsable de este programa restaurador. Se desconoce que edificios recuperó, aunque es casi seguro que la mezquita se encontrara entre ellos. También es posible que se restaurase el mimbar, ya que se conservó hasta el siglo XVI.
Tras la conquista castellana de Córdoba en 1236, Fernando III de Castilla convirtió la mezquita en catedral y la dedicó a la Virgen María, sufriendo diversas alteraciones que acabarán configurando la actual Catedral de Córdoba. La primera misa se celebró el 29 de junio de ese año. Según el obispo Rodrigo Jiménez de Rada, Fernando III también devolvió las antiguas campanas de la catedral de Santiago de Compostela, que habían sido sustraídas por Almanzor, a dicha ciudad como acto simbólico.
A pesar de la conversión, esta primera etapa como catedral apenas vio modificada su arquitectura, con la creación de pequeñas capillas y nuevas tumbas y mobiliario cristiano.Ambrosio de Morales en el siglo XVI). El primer altar y capilla mayor fueron situados bajo uno de los lucernarios de Alhakén II, en el ámbito rico de la mezquita del siglo X, actualmente en la denominada capilla de Villaviciosa, sin alteraciones en la estructura anterior. El área de la macsura y el mihrab fue convertida en la capilla de San Pedro y en ella se guardaba la hostia. La actual capilla de la Concepción del siglo XVII, cerca del muro occidental del patio, fue en sus orígenes un baptisterio del siglo XIII. Estas zonas parecen haber constituido los principales focos de actividad cristiana en la temprana catedral. El minarete de la mezquita se convirtió en un campanario para la catedral, con pequeñas alteraciones como una cruz en la cima. Progresivamente se fueron creando otras capillas en el periferia interior del edificio en los siguientes siglos, muchas de ellas capillas funerarias de patronazgo privado. La primera capilla conocida en el muro occidental es la capilla de San Felipe y Santiago de 1258. La capilla de San Clemente se creó en la parte meridional de la mezquita antes de 1262. Asimismo, se crearon algunos espacios cristianos como un altar dedicado a San Blas (1252) y otro a San Miguel (1255), que desaparecieron en los siglos posteriores.
Incluso el mimbar de la mezquita fue aparentemente preservado en su sala original, aunque se desconoce si fue utilizado (la última evidencia es deAl comienzo de este período temprano del edificio, el mantenimiento de la estructura estuvo a cargo de trabajadores mudéjares. Algunos de ellos estaban bajo nómina por la Iglesia, mientras que otros trabajaron para cumplimentar un «impuesto laboral» sobre los artesanos musulmanes (posteriormente ejercido sobre todos los gremios de musulmanes), lo que les obligaba a trabajar dos días al año en la catedral. Este impuesto fue fijado por la Corona y solo se aplicó en la ciudad de Córdoba. Probablemente se instauró para hacer uso de expertos mudéjares y para lidiar con la pobreza del cabildo catedralicio, especialmente la reparación de un edificio tan monumental. En aquel tiempo, los artistas mudéjares estaban muy cotizados en la zona e incluso había monopolios en algunas ciudades castellanas como Burgos.
El primer añadido más relevante bajo el cristianismo fue la Capilla Real, ubicaba justo detrás del muro occidental de la capilla de Villaviciosa. Se desconoce cuando se comenzó a construir, a veces se adjudica a Alfonso X, aunque Heather Ecker argumenta que no existe evidencia documental de que fuera edificada antes del siglo XIV cuando Constanza de Portugal, esposa de Fernando IV, realiza una donación a la capilla. Fue terminada en 1371 por Enrique II, quien trasladó los restos de su padre Alfonso XI y de su abuelo Fernando IV a la misma (los restos de ambos monarcas fueron trasladados a la iglesia de San Hipólito de Córdoba en 1736, donde reposan en la actualidad). La capilla fue realizada en estilo mudéjar con una cúpula nervada similar a la de la capilla de Villaviciosa y cubierta con decoración de estuco típica de la arquitectura nazarí en la época. El uso prominente del estilo mudéjar en una capilla funeraria real, junto con otros ejemplos como el Alcázar de Sevilla, se ha interpretado como un deseo de los monarcas castellanos de apropiarse el prestigio de la arquitectura andalusí.
A finales del siglo XV se produjo una mayor dignificación en la Capilla Mayor, realizándose en 1489 una nueva nave donde estaba la antigua capilla del siglo XIII. Esta nueva capilla catedralicia fue impulsada por el obispo Íñigo Manrique (1486-1496), quien promueve la construcción de una nave con formulación arquitectónica gótica y que albergaba una serie de frescos de estilo italiano realizados por Alonso Martínez que representaban santos y reyes, aunque únicamente se ha conservado uno que se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Córdoba.
Sin embargo, la mayor quiebra del edificio islámico se producirá a lo largo del siglo XVI, pues en medio de la antigua mezquita se levantó una gran nave cristiana, conformando la nueva Capilla Mayor, bajo los auspicios artísticos y arquitectónicos del Renacimiento; esto supuso una ruptura grave con los postulados espaciales islámicos. La propuesta del obispo Alonso Manrique fue polémica y se encontró con la oposición del concejo municipal de Córdoba. Finalmente, intercedió el emperador Carlos V para que se realizara la obra, aunque más tarde se lamentara, como recogió Bernardo de Alderete, con la famosa frase «habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes».
La obra se comenzó en 1523 por iniciativa del obispo Alonso Manrique (1518-1523, hijo del gran comendador de la Orden de Santiago), que supo atraer hacia Córdoba los principios planimétricos de las catedrales castellanas, pues había sido obispo de Badajoz y Salamanca. La nueva nave de la Catedral de Córdoba estuvo a cargo del arquitecto Hernán Ruiz, el Viejo, que aunque desarrolló su trabajo bajo postulados góticos con ciertos arcaísmos, introduce claramente elementos renacentistas. Antes de su muerte en 1547 construyó las paredes del coro hasta los ventanales y las bóvedas góticas en la zona sur, así como trabajó en el área oriental del edificio, la correspondiente a la ampliación de Almanzor, añadiendo bóvedas góticas a las naves islámicas. Tras su fallecimiento, su hijo Hernán Ruiz el Joven tomó las riendas del proyecto y fue responsable de los muros del transepto y los contrafuertes que sujetan la estructura. Tras él, el proyecto fue encomendado al arquitecto Juan de Ochoa quien, después de cien años de obras, concluyó la nave de la catedral con el añadido de ciertos aspectos manieristas, como puede verse en la cúpula del crucero construida entre 1599 y 1607.
En 1589 una gran tormenta (o terremoto)Hernán Ruiz III, hijo de Hernán Ruiz el Joven, que encajaba la estructura original del minarete en un nuevo campanario renacentista. Algunas de las secciones septentrionales del minarete se demolieron durante el proceso. La construcción comenzó en 1593, aunque finalmente se interrumpió debido a los recursos invertidos en la construcción del nuevo transepto de la catedral al mismo tiempo. Hernán Ruiz III murió en 1606 y no pudo ver su obra concluida; mientras que la obra prosiguió con el arquitecto Juan Sequero de Matilla en 1616 y se concluyó un año después. Sin embargo, la nueva torre tenía imperfecciones y se tuvieron que realizar reparaciones unas décadas después a mediados del siglo XVII por el arquitecto Gaspar de la Peña, quien reforzó la torre y modificó el diseño inicial de la puerta del Perdón, ubicada bajo la torre. En 1664 Gaspar añadió una nueva cúpula en la cima del campanario donde situó una estatua del arcángel Rafael realizada por los escultores Pedro de la Paz y Bernabé Gómez del Río. En 1727 la torre se dañó debido a otra tormenta y, asimismo, algunas ornamentaciones se dañaron durante el Terremoto de Lisboa de 1755. Baltasar Dreveton, un arquitecto francés, fue el encargado de restaurar y reparar la estructura durante más de ocho años.
causó daños en el antiguo minarete, que se estaba usando como campanario, por lo que se decidió remodelarlo y reforzar la torre. Se eligió un diseño deEn la nueva capilla mayor, una vez fue completada por Juan de Ochoa, el obispo Diego de Mardones inició la construcción de un gran retablo y donó una gran suma para el proyecto. El retablo fue diseñado en estilo manierista por Alonso Matías y comenzó a realizarse en 1618. Otros artistas que estuvieron relacionados fueron Sebastián Vidal, Pedro Freile de Guevara y Antonio Palomino. En marzo de 1748 se inició la construcción del coro, cuyo diseño estuvo a manos de Pedro Duque Cornejo, y que fue sufragado con la ayuda del archidiácono José Díaz de Recalde unos años antes. La sillería del coro finalizó en 1757, aunque Cornejo, quien había trabajado continuamente más de una década, falleció solo dos semanas antes de que fuese inaugurado.
En 1816 el mihrab original de la mezquita se descubrió tras retirar el retablo de la antigua capilla de San Pedro. Patricio Furriel fue el responsable de restaurar los mosaicos islámicos del mihrab, incluyendo las zonas que se habían perdido. Asimismo, se realizaron restauraciones en la antigua estructura de la mezquita entre 1879 y 1923 bajo la dirección de Ricardo Velázquez Bosco, quien, entre otras cosas, eliminó los elementos barrocos que habían sido añadidos a la capilla de Villaviciosa y descubrió las estructuras previas. Durante este periodo, en 1882, el templo fue declarado Monumento Nacional. Posteriormente, se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas en la sala de oración y en el patio de los Naranjos por Félix Hérnandez entre 1931 y 1936. Eruditos posteriores han observado que estas restauraciones desde el siglo XIX se centraron en recuperar los elementos arquitectónicos islámicos, debido a que, partir del siglo XIX, España hizo grandes esfuerzos por estudiar y recuperar su monumentos andalusíes.
La Mezquita-catedral fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984, y en 1994 esta denominación se extendió a todo el centro histórico de Córdoba. En 1991 comenzó un proyecto de restauración del campanario que finalizó en 2014 y que permitió su visita interior, mientras que el transepto y el coro renacentistas también fueron restaurados entre 2006 y 2009. Las restauraciones han continuado con algunas capillas y puertas exteriores.
El minarete fue construido por Abderramán III en el siglo X, aunque ha ido desapareciendo tras ser parcialmente demolido y encajonado en el campanario renacentista visible actualmente, diseñado por Hernán Ruiz III y construido entre 1593 y 1617. La apariencia original del minarete, sin embargo, fue reconstruida por Félix Hernández Giménez, con la ayuda de evidencias arqueológicas, textos históricos y representaciones como la ubicada en la puerta de Santa Catalina, donde aparece la estructura antes de su reconstrucción.
El minarete original medía 47 metros y tenía una base cuadrangular de 8,5 metros por lado.yamur que albergaba dos esferas metálicas de oro y una de plata (a menudo denominadas «manzanas»), disminuyendo de tamaño hasta la cima. El cuerpo principal albergaba dos escaleras, construidas para ascender y descender por accesos diferentes. A la mitad del recorrido, las escaleras estaban iluminadas por tres ventanas en arcos de herradura, decorados con dovelas que se alternaban los colores y rodeadas por un alfiz rectangular, similar al de las puertas exteriores de la mezquita. Este triplete de ventanas se repetía en el nivel superior, y por encima de este, en la última planta del primer cuerpo, había una fila de nueve pequeños ventanales de igual forma y decoración. El borde del primer cuerpo estaba coronado con una balaustrada de almenas en forma de sierra, parecido a los encontrados habitualmente en Marruecos. La linterna estaba decorada por un arco de herradura en cada una de sus caras, de nuevo alternándose los colores de las dovelas enmarcadas por un alfiz.
Como otros minaretes posteriores andalusíes y norafricanos, estaba compuesto por un cuerpo principal y una segunda torre o «linterna», también de planta cuadrada, que lo coronaba. Este segundo cuerpo estaba rematado por una cúpula y unLa construcción del nuevo campanario de la catedral que revistió al minarete comenzó en 1593serlianas en cada una de sus caras. Sobre esta estructura se encuentra una linterna, a su vez coronada por una cúpula y en cuya cúspide se instaló una escultura del arcángel Rafael, realizada por Pedro de la Paz y Bernabé Gómez del Río, e instalada por Gaspar de la Peña en 1664, quien fue contratado para solucionar problemas estructurales. La base de la torre alberga la puerta del Perdón, una de las dos puertas septentrionales del edificio.
y, tras algunos retrasos, fue finalizada en 1617. El diseño corrió a cargo del arquitecto Hernán Ruiz III, quien edificó la estructura hasta el nivel de las campanas, falleciendo antes de su terminación. El proyecto fue continuado y finalizado por Juan Sequero de Matilla, alcanzando los 54 metros de altura, la estructura más alta de la ciudad. El campanario alberga una sólida estructura cuadrangular hasta el nivel de las campanas, donde se abrenEl patio de los Naranjos está situado en la parte norte del templo. Tiene su origen en el patio de abluciones de la mezquita de Abderramán I, aunque también se utilizó para impartir enseñanza y realizar juicios. Fue posteriormente ampliado y reformado durante las siguientes etapas constructivas. El primer testimonio cristiano se ubica en 1263, cuando la familia Gómez de Alcázar solicitó albergar un sepulcro en «la claustra de Santa María». Fue bajo el mandato del obispo Martín Fernández de Angulo (1510-16) cuando Hernán Ruiz I remodeló las tres galerías realizadas por el emir Hisham I en el siglo VIII, que fueron divididas en tramos de tres arcos peraltados, mientras que los capiteles fueron reutilizados en su mayoría de los existentes islámicos.
Las primeras referencias a la presencia de naranjos se remonta a 1512, aunque se desconoce el número y la distribución, mientras que en el siglo XVII se encuentran referencias de 80 naranjos, 12 cipreses, tres palmeras y un olivo. El diseño actual de los jardines y la disposición en hileras de los árboles es el resultado de un trabajo llevado a cabo por el obispo Francisco de Reynoso entre 1597 y 1601.
Se trata de un recinto cerrado de 130 metros de largo por 50 de ancho. Sus lados occidental, septentrional y oriental se hallan rodeados de galerías porticadas y cuentan con seis puertas que comunican al patio con el exterior: la puerta de los Deanes y el postigo de la Leche en su lado oeste; la puerta del Perdón y la del Caño Gordo al norte; y la puerta de la Grada Redonda y la de Santa Catalina al este. En estas galerías se hayan expuestas las vigas y tablones que conformaban el artesonado original del templo, procedentes de la restauración del siglo XIX. Su estado de conservación, relativamente bueno al ser todavía visibles los relieves que las decoraban y parte de la policromía original, motivaron su retirada para una mejor conservación y sirvieron de modelo para la realización de las que actualmente se ven.
Su muro sur, que comunica al patio con el interior del templo, está formado por 17 arcos de herradura. Estos arcos se encontraban originariamente abiertos, haciendo de la sala de oración un espacio abierto. Hoy en día solo uno de ellos, la puerta de las Palmas, comunica con el patio. Todos los arcos al este de la puerta fueron tapiados tras la conquista cristiana para alojar en ellos múltiples capillas. Por contra, los arcos al oeste de la puerta se hallan cerrados por celosías de estilo arábigo construidas en 1974 por el arquitecto Rafael de la Hoz Arderius y Víctor Ángel Caballero Ungría.
Aunque hay constancia de este espacio desde hace siglos, unas excavaciones en 2001 por el arqueólogo Pedro Marfil permitieron investigar en el subsuelo de la parte oriental del patio un gran aljibe correspondiente a la ampliación de Almanzor en 987-88. El aljibe se halla a unos diez metros de profundidad y alberga una capacidad de 1.237 metros cúbicos de agua. Se conserva el estuco de los muros e incluso alguna pintura mural rojiza. El espacio hidráulico está compuesto por nueve espacios abovedados de 5 x 5 metros cuadrados que recogía el agua de lluvia.
El recinto está dividido en tres partes, cada una de ellas con un surtidor en el centro. En la parte central se encuentran además otras dos fuentes, conocidas como fuente de Santa María y fuente del Cinamomo.
Vista aérea
Puerta de las Palmas
Fuente de Santa María
Fuente del Cinamomo
Muro sur
Galerías porticadas
Torre y Puerta del Perdón
Cubierta del edificio en el área de la ampliación de Almanzor
Discurre a través de la calle Torrijos. De norte a sur:
Postigo de la Leche
Puerta de los Deanes
Puerta de San Esteban
Puerta de San Miguel
Puerta del Espíritu Santo
Postigo del Palacio
Puerta de San Ildefonso
Puerta del Sabat
Discurre a través de la calle del Magistrado González Francés. De norte a sur:
Puerta de la Grada Redonda
Puerta de Santa Catalina
Puerta de San Juan
Puerta del Baptisterio
Puerta de San Nicolás
Puerta de la Concepción Antigua
Puerta de San José
Puerta del Sagrario
Puerta de Jerusalén
Discurre por la calle Cardenal Herrero. De oeste a este:
Arca del Agua
Torre de la Mezquita-Catedral
Puerta del Perdón
Puerta del Caño Gordo
Virgen de los Faroles
Discurre a través de la calle del Corregidor Luis de la Cerda. Este muro se corresponde con la quibla de la antigua Mezquita. La parte occidental, construida por Alhakén II, está construida a modo de muro doble. Por otro lado, la parte oriental, construida durante la ampliación de Almanzor, se trata de un muro sencillo. De oeste a este:
Balcones
Altar
Balcón de la capilla de San Clemente
Originariamente todo el interior del edificio era una gran sala hipóstila, utilizada como sala de oración, con la única excepción de los habitáculos existentes en el doble muro de la quibla. Aparte de su uso religioso que incluía los cinco rezos diarios y el especial del viernes, la sala también se utilizó como centro educativo y de la sharia durante el gobierno de Abderramán I y de sus sucesores.
La sala era grande y llana y estaba cubierta con techos de madera sostenidos por una doble arcada que descansaban en columnas.Almanzor a diecinueve naves. Aproximadamente las 850 columnas estaban realizadas en jaspe, ónice, mármol, granito y pórfido. En la mezquita fundacional, todas las columnas y capiteles fueron reutilizados de edificios romanos y visigodos, aunque las subsecuentes ampliaciones, comenzando por Abderramán II, incorporaron nuevos capiteles islámicos que evolucionaban de los romanos. La nave que dirigía al mihrab, que fue la central hasta que Almanzor terminó con su simetría, es un poco más ancha que el resto, demostrando una sutil jerarquía en el diseño de la mezquita. La doble arcada fue una innovación que permitió una techumbre más alta; consisten en un arco de herradura en la parte inferior y un arco de medio punto en la superior. Las célebres dovelas rojas y blancas de los arcos estuvieron inspiradas en la Cúpula de la Roca y también recuerdan a la catedral de Aquisgrán, que fueron construidas casi de manera coetánea. El arco de herradura ya era conocido en la península ibérica desde la época visigoda, por ejemplo fue utilizado en la iglesia de San Juan de Baños, y en menor medida en regiones bizantinas y omeyas de Oriente Medio; sin embargo, el arco de herradura islámico evolucionó con una versión propia, más característica y sofisticada. El sistema arquitectónico de la mezquita de la doble arcada está considerado como una de las características más innovadoras y ha sido objeto de muchas opiniones. La sala hipóstila ha sido descrita como un «bosque de columnas» y ha hecho un efecto similar a una «sala de los espejos».
Estos arcos dividían la mezquita fundacional en once naves de norte a sur, más tarde ampliada porLa techumbre original de la mezquita estaba realizada con tablas de madera y vigas talladas y pintadas con decoración.XIX y han permitido a restauradores modernos reconstruir la techumbre en algunas secciones occidentales de la mezquita según su estilo original. Por el contrario, las naves orientales, que pertenecen a la ampliación de Almanzor, actualmente están cubiertas con bóvedas góticas que fueron añadidas por Hernán Ruiz I en el siglo XVI. En el exterior se encuentran techos a dos aguas cubiertos de tejas.
Se han preservado fragmentos originales, algunos de los cuales se muestran en el patio de los Naranjos, que fueron descubiertos en el sigloLa capilla Mayor, el coro y el trascoro, forman el núcleo de la Mezquita-Catedral. Saliendo del coro pueden verse las capillas que rodean a la nave; girando a la derecha se encuentra en primer lugar la lauda sepulcral de los Cinco Obispos, ejecutada en 1554 y realizada en mármol según el deseo del obispo Leopoldo de Austria. Le sigue la capilla del Dulce Nombre de Jesús, separada del resto del templo por una magnífica reja. A esta le siguen la capilla de San Pelagio, la capilla de Santo Tomás y la capilla de Jesús, María y José, llamada popularmente la «capilla del Niño Perdido». Pasado el crucero, se llega al transepto, cubierto por tracería gótica decorada en su parte izquierda con bustos de profetas, y en su parte derecha con figuras femeninas, que posiblemente representen a las virtudes.
El trasaltar tiene cinco arcos, cuatro destinados a capillas, constituyendo el quinto la portada de ingreso a la sacristía. Por encima de los arcos hay una cornisa con grutescos y tondos con bustos, y en los cinco tímpanos se ven relieves que representan el “Prendimiento”, el “Camino del Calvario”, la “Crucifixión”, el “Descendimiento” y la “Resurrección”, todos ellos obras anónimas de un taller local de comienzos del siglo XVI, influenciado fuertemente por los flamencos. Junto a la puerta de la sacristía se sitúa la capilla de San Bernabé, seguida por la capilla del Ángel de la Guarda, a la que sigue la capilla de la Presentación.
El retablo de la Capilla Mayor comenzó su construcción en 1618 y fue diseñado en estilo manierista por Alonso Matías. En 1627 los trabajos arquitectónicos fueron continuados por Juan de Aranda Salazar, y el retablo fue finalizado en 1653. La escultura fue ejecutada por los artistas Sebastián Vidal y Pedro Freile de Guevara. Las pinturas originales fueron realizadas por Cristóbal Vela y fueron reemplazadas en 1715 por las de Antonio Palomino. El retablo está dividido en tres cuerpos flanqueados por columnas compuestas. El cuerpo central alberga el tabernáculo en su base, ejecutado por Pedro Freile de Guevara, mientras que en la parte superior se encuentra un lienzo de la Asunción. Los cuerpos laterales albergan lienzos de los cuatro mártires: San Acisclo y Santa Victoria en la mitad inferior y San Pelayo y Santa Flora en la mitad superior. Los lienzos superiores están flanqueados por las esculturas de San Pedro y San Pablo y la parte central está rematada por un relieve de Dios Padre.
La sillería del coro, localizada frente al retablo mayor, fue realizado por Pedro Duque Cornejo entre 1748 y 1757. El conjunto fue tallado principalmente en madera de caoba y presenta una fila de 30 sillas en la zona superior y otra de 23 en la zona inferior, todas intrincadamente decoradas con relieves, incluyendo una serie de escenas iconográficas. Los relieves de la sillería alta muestran la vida de Jesucristo en su lado derecho y la vida de la Virgen María en su lado izquierdo, mientras que los medallones pequeños todos son escenas del Antiguo Testamento; asimismo, la sillería baja presenta escenas de los mártires cordobeses. En el centro del conjunto en la zona occidental se encuentra una gran trono episcopal, encargado en 1752, con un parecido al diseño de un altar. La parte inferior del trono alberga tres sillas, aunque el elemento más impresionante es la representación de la Ascensión de Jesús que lo remata. La figura que corona todo el conjunto es la escultura del arcángel Rafael.
Crucero
Capilla Mayor
Coro
Trasaltar
Trascoro
Arcos cristianos y arcos moriscos
La actual maqsura y mihrab fueron construidas durante la ampliación de Alhakén II. La maqsura, la zona reservada para el califa, es una zona rectangular adosada al muro de la quibla. Se encuentra rodeada y dividida en tres por columnatas de arcos polibulados entrecruzados. En el muro del espacio oriental se encuentra la puerta de la desaparecida Sala del Tesoro o Bayt al-mal. En el espacio occidental está la puerta del Sabat, por la cual accedía el califa a través de un pasadizo que le llevaba directo al alcázar. En el central se halla la puerta del Mihrab compuesta por un arco de herradura profusamente decorado que da acceso al habitáculo del mihrab.
El habitáculo del mihrab, que se halla incrustado en el muro de la quibla, es de planta octogonal con una cúpula con forma de concha. Los muros se encuentran decorados con un zócalo de mármol y, sobre el mismo, seis arcos polibulados en seis de sus caras.
Está compuesto por la capilla de Villaviciosa; la capilla Real, contigua a la capilla de Villaviciosa; y la capilla de San Pablo, situada a espaldas de la capilla Real. Todas estas construcciones se hallan encastradas en las naves islámicas a lo largo de casi todo el lado norte de lo que fue la ampliación de Alhakén II.
Capilla de Villaviciosa
Capilla de Villaviciosa
Acceso a la capilla de Villaviciosa
Capilla Real
Capilla Real
De norte a sur:
De oeste a este:
De norte a sur:
De oeste a este:
En el museo de San Vicente se exponen algunos de los restos arqueológicos recuperados de la antigua Basílica de San Vicente.
En el museo de San Clemente se exponen una gran variedad de objetos relacionados con el monumento, tales como portadas de antiguas capillas, campanas, la antigua maquinaria del reloj, azulejos, capiteles, fragmentos de las vigas originales o inscripciones arábigas.
El tesoro de la catedral se encuentra en la capilla de Santa Teresa y estancias adjuntas. Como uno de sus tesoros principales, guarda la catedral la Custodia de Arfe, labrada por Enrique de Arfe. Mide 2,63 metros de altura y pesa más de 200 kilos. Representa una catedral gótica de planta dodecagonal, se compone de dos cuerpos que alojan en un interior al viril y una imagen de la Virgen de la Asunción. Sufrió una restauración en el año 1735, donde Damián de Castro le añadió un basamento y elementos decorativos barrocos, y en el año 1966 el viril fue aureolado con brillantes.
Hay una colección de portapaces, cálices y copones de oro y plata así como grandes cruces de materiales preciosos, una de ellas donada a la catedral por el obispo Diego de Mardones en el año 1620. Posee el tesoro unos magníficos crucifijos de marfil, siendo el que más sobresale uno del siglo XVII realizado por Alonso Cano.
A lo largo de los siglos, varios miembros de la realeza fueron sepultados en distintas partes del templo:
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