Las Cartas Marruecas conforman una obra de género epistolar del escritor y militar español José Cadalso, publicada en 1789 de forma póstuma. Es un conjunto de noventa cartas que narran la historia de Gazel, un joven marroquí que habiendo viajado por toda Europa llega a España en la comitiva de un embajador de Marruecos, y que aprovecha la oportunidad para conocer las costumbres y la cultura del país, y compararlo con otros países europeos.
La modernidad de la prosa, el carácter polémico de muchas de las Cartas, la permanente actualidad de muchos de los temas tratados por el autor en su crítica de España, y el tono fácil y ameno que mantiene en la obra contribuye a que esta obra haya ido ganando reconocimiento desde el día en el que se publicó. Hoy en día es considerada por muchos críticos como una de las obras maestras de la literatura del siglo XVIII en España.
José de Cadalso había intentado publicar el texto en vida. Se sabe que en octubre de 1774 había presentado un manuscrito para obtener la licencia. De todos modos, en febrero del año 1789, siete años después de su muerte, el periódico Correo de Madrid las publicó por entregas (desde la carta número 233 hasta el 280). Cuatro años después, en la imprenta de Sancha, se hizo una nueva edición, esta vez en libro. Las diferencias entre ambas publicaciones son notables, así como también con el testimonio manuscrito.
El hecho de que hoy se conozcan cuatro copias manuscritas de las Cartas es un indicio de que alcanzó cierta difusión en algunos círculos literarios durante los años que median entre su composición y su publicación.
De las noventa cartas, más de los dos tercios son las que Gazel envía a Ben-Beley, ocho son respuestas a Gazel y tres a Nuño; mientras que Nuño envía cuatro cartas a Ben-Beley, seis a Gazel, y tres son respuesta de Gazel a Nuño. El género adoptado no es original ni ha sido tampoco elegido arbitrariamente; permite la posibilidad de ofrecer distintos y cruzados puntos de vista. Los corresponsales que intervienen son tres y actúan como remitentes y destinatarios. Dos son musulmanes, de origen marroquí; el tercero, español y cristiano. La elección de dos extranjeros no es tampoco casual: se trata precisamente de ofrecer las impresiones que, ante España, recibe quien viene con la mirada limpia y ajena a prejuicios nacionalistas.
La ficción novelesca, con su indiscutible antecedente cervantino, consiste en afirmar que "la suerte" quiso que en sus manos cayera un manuscrito por muerte de un amigo. Cadalso ha procurado que el lector de la época pudiera poner en conexión su inventado viajero con un personaje histórico y reciente. Muy pocos años antes, en 1766, un embajador de Marruecos, Sidi Hamet al Ghazzali, conocido precisamente por El Gazel, había estado en España durante varios meses, despertando la natural curiosidad, todavía viva en algunos sectores.
El modelo más recordado por la crítica, ya desde el primer momento, fueron las Cartas persas (1721), sátira de la vida en la Corte y en París, del filósofo y escritor francés barón de Montesquieu.
Las cartas se proponen tratar del «carácter nacional», esto es, el problema de España. La observación e interpretación de la vida contemporánea ocupan una gran parte de las Cartas marruecas. La época en que Cadalso vive, con sus peculiares costumbres ciudadanas, es objeto de análisis.
Las Cartas presentan distintos niveles estilísticos. Predomina ciertamente el tono expositivo propio del género epistolar. Pero hay además otras cartas, o fragmentos de cartas, en que se alcanza una dimensión narrativa.
Sebold destacaba cómo en la obra de Cadalso la crítica se integra perfectamente en la novela. Frente a quienes reconocen elementos novelísticos pero niegan el carácter de novela, Pérez Magallón expone la necesidad de tener en cuenta el concepto de la novela de la época y las especiales características de la novela epistolar.
Carta XIII. Del mismo, al mismo:
A Cadalso le preocupaba especialmente la cuestión de la decadencia de España, a la que comparaba con una casa grande -otrora, magnífica y sólida- que se había ido desmoronando con el paso de los años. Su obra recibió censura en algunas ediciones a causa de las severas críticas hacia el país. Según opinaba este autor, entre las causas de dicha decadencia se hallaban las siguientes:
El patriotismo de Cadalso se podría calificar de "reflexivo", porque buscaba conservar aquello que España tuviera de útil y válido, desterrando todo lo que hilo no poseyera estas dos cualidades.
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