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Carlo Maria Cipolla



Carlo Maria Cipolla (aunque según diversas fuentes, su auténtico nombre era simplemente Carlo Cipolla),[1]​ (1922 - 2000) fue un historiador económico italiano. Nació en Pavía, y se graduó en la Universidad de esa misma ciudad en 1944, con una tesis sobre la historia de las explotaciones agrarias en el valle del Po.

A través de la historia económica, con un enfoque humanista y en ocasiones humorístico, mostró un mayor interés en las causas que han provocado determinadas situaciones económicas y sociales a lo largo de la historia, que por hechos materiales y cifras concretas. Fue también conocido por sus artículos sobre la superpoblación y un ensayo satírico sobre la estupidez humana.

Nació el año 1922 en Pavía, hijo de Manlio Cipolla y de Bianca Bernardi. En su juventud, Cipolla quería ser profesor de historia y filosofía, y debido a esto ingresó a la facultad de ciencias políticas de la Universidad de Pavía en la que terminó siendo catedrático. Mientras estudiaba ahí, gracias al profesor Franco Borlandi, un especialista en historia económica medieval, descubrió su pasión por la historia de la economía. Consecuentemente amplió sus estudios en la Universidad de París para licenciarse más tarde en la London School of Economics, en 1948.[2]

Obtuvo su primer puesto de profesor de historia económica en Catania a la edad de 27 años, dando inicio a una larga carrera académica en Italia (Venecia, Turín, Pavía, Pisa y Fiesole) y en el extranjero. En 1953 Cipolla viajó a los Estados Unidos por el Programa Fulbright y en 1957 se convirtió en profesor visitante en la Universidad de California en Berkeley, de la que dos años más tarde pasó a ser catedrático. Cipolla fue recibido como miembro en varias academias prestigiosas y en 1995 recibió el premio Balzan.[3]

Cipolla exploró el controvertido tema de la estupidez formulando su famosa Teoría de la Estupidez, expresada por primera vez en su ingenioso ensayo breve de 1988 titulado Allegro ma non troppo.

En este escrito Cipolla desarrolla una visión de la gente estúpida como un grupo más poderoso que grandes organizaciones como la Mafia, el Complejo Militar Industrial (MIC), o la Internacional Comunista. El grupo de los estúpidos, sin reglamentaciones, líderes o manifiestos, consigue ejercer un gran efecto con una coordinación increíble.[4]

En el mismo libro pueden encontrarse las leyes fundamentales de la estupidez:

Por deducción, de la tercera ley, Cipolla identifica dos factores a considerar cuando se explora la conducta humana:

Creando un gráfico en el que se coloca el primer factor en el eje x y el segundo en el eje y se pueden obtener cuatro grupos de individuos:

Para Cipolla, desde el punto de vista estrictamente económico y utilitarista, un Malvado es preferible a un Estúpido, puesto que las actividades del malvado a la postre significan que algunos bienes cambian de manos, mientras que las actividades de los estúpidos no presuponen beneficio para nadie.

Esta línea de pensamiento está relacionada con las reflexiones del economista británico del siglo XIX Jeremy Bentham (1748-1832), el primero en intentar cuantificar la utilidad que reportan a la sociedad las acciones de los gobiernos que la dirigen.



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