En algunos relatos cosmogónicos griegos, el Caos es aquello que existe antes que el resto de los dioses y fuerzas elementales, es decir, el estado primigenio del cosmos. El término procede del griego antiguo Χάος, ‘espacio que se abre’, o ‘hendidura’, y procede del verbo χάω, que en formas derivadas significa ‘bostezar’, ‘abrirse una herida’ o ‘abrirse de una caverna’. En el siglo V a. C. se lo identificó con el aire, el espacio o el vacío en el que se encuadra el resto de la existencia. Solo más tarde adquirió el sentido de «confusión elemental» con Ovidio (Metamorfosis I, 7: «rudis indigestaque moles»). La palabra Caos en griego no tiene género.
Según la Teogonía de Hesíodo, Caos fue lo primero que existió, y luego enumera otras figuras cosmogónicas elementales como Gea (la Tierra) y el Tártaro. Considerar a estas deidades elementales como hijos de Caos es un punto conflictivo, ya que Hesíodo jamás dice de forma explícita que fueran engendrados por aquel. No obstante, muchos expertos lo dan por supuesto al considerar que, al ser Caos la única entidad existente originalmente, las deidades posteriores necesariamente debieron surgir de él. Nix (la Noche) y Érebo sí son referidos de forma explícita como hijos de Caos (v. 124), siendo Éter y Hemera (el Día) sus nietos (v. 125-6).
Una importante tradición filológica considera que Caos es la hendidura o resquicio situado entre el cielo y la tierra. Hesíodo relata en la Titanomaquia que Zeus, al lanzar el rayo a los Titanes, hace estremecer a Caos (v. 700), y compara este hecho con el acercamiento entre Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra). Este pasaje, sumado al valor semántico de la palabra Χάος, hace admisible la interpretación de Francis Macdonald Cornford, según la cual las palabras del verso 116 (Χάος γένετ᾽) deben traducirse como ‘surgió el resquicio entre la tierra y el cielo’. Geoffrey Stephen Kirk y John Earle Raven refuerzan esta interpretación, y si bien tienen en cuenta la dificultad de que en la fuente Urano derive de Gea en un estadio posterior de la cosmogonía, piensan que lo que Hesíodo quiso decir es que al principio había un todo informe, que el cielo y la tierra formaban una masa indiferenciada y en el principio relatado se separaron: lo primero es esta separación, que luego se reduplica figurativamente en el nacimiento de Urano a partir de Gea y mitopoyéticamente en el relato de la castración de Urano por parte de Crono (v.154ss).
Una variante de esta interpretación la da Olof Gigon. Indica que Hesíodo parte de la imagen del cosmos como cavidad formada por la bóveda el cielo y la tierra como suelo, y luego suprime mentalmente a ambos para llegar a un concepto como Caos. Es algo completamente indeterminado, lo que viene indicado por el hecho de que la palabra para designarlo es gramaticalmente neutra. Esto lo acerca al ἄπειρον (ápeiron, ‘lo indeterminado’) de Anaximandro. Para Gigon, bajo la faz de una divinidad cosmogónica semejante se esconde el concepto filosófico de un principio anterior a todo.
La tradición órfica en sus fragmentos presenta un Huevo primordial, equiparado con el Caos de Hesíodo. Este Huevo no es lo primero que surge, sino que proviene de Chronos (Orphicorum fragmenta, 54-57).
Otra variante importante presenta Cayo Julio Higino en sus Fábulas. En el prólogo de dicha obra presenta una cosmogonía, donde pone a Caos como descendiente de la Oscuridad. Caos y la Oscuridad conciben luego a la Noche, el Día, el Érebo y el Éter.
En su obra Las metamorfosis, Ovidio describió al Caos como rudis indigestaque moles, «una masa bastante cruda e indigesta, un bulto sin vida, informe y sin bordes, de semillas discordantes y justamente llamada Caos», descripción que se aparta del más antiguo significado del elemento mítico (‘resquicio’ o ‘hueco’), pero que ha determinado la orientación de las interpretaciones en uso desde entonces, hasta llegar al actual concepción familiar de ‘completo desorden’.
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