La canción o cançó es un género trovadoresco condicionado por el contenido. La cançó es una composición propia de la literatura provenzal medieval; destinada al canto, en ella el trovador se dirigía a su dama para expresarle su amor.
Su pasión amorosa cumplía todas las leyes del amor cortés, desde la total sumisión a la dama hasta el tópico de morir de amor. La dama se describía como un ser casi sobrenatural, perfecto en el orden moral y físico. El trovador, que se consideraba indigno de su dama, podía ser un simple suspirante (fenhedor en occitano), o haber ascendido en la escala del proceso amoroso a las fases de suplicante (pregador), enamorado (entendedor), o incluso al difícilmente alcanzable estado de amante correspondido (drutz). El que padece de amor ha de guardar sobre todo la virtud de la mesura: discreción, humildad, fidelidad y servicio permanente a su señora.
La cançó provenzal acostumbraba empezar con un canto a la primavera o con una notas descriptivas de la estación propicia al amor, que servían de introducción. La composición se desarrollaba en varias estrofas, en las que el trovador exponía sus contradictorios sentimientos y elogiaba las virtudes físicas y morales de su dama.
La mesura le impedía pronunciar el nombre de la señora, y lo sustituía por un seudónimo poético o senhal. Los sentidos encubiertos, los juegos de palabras, el artificio conceptista eran frecuentes, con lo que la composición resultaba a veces de difícil comprensión.
Los trovadores expresaban sus sentimientos a través de la composición denominada "canción". Su tema principal, y casi exclusivo, era el amor: el amor cortés que participaba en los aspectos sociales y espirituales de la época medieval.
Así, el amor tiene el mismo significado que en la época actual, pero también tiene un significado añadido: el de alianza (pacto, favor), es decir, el trovador intentará conseguir a través de su relación algún tipo de trato beneficioso en el aspecto material.
También hay que tener presente el adjetivo "cortés". Cortesía es el término que designa la conducta y la posición del hombre que vive en la corte y que, por una educación especial, se convierte en modelo del ideal humano de refinamiento y valores espirituales. El trovador, como personaje cortesano, participaba en estas características que, entre otras, son la lealtad, la generosidad, la valentía, el trato elegante, etc.
Ampliando estas dos ideas (amor y cortesía), hay que constatar que las relaciones jurídicas feudales se utilizan en la canción:
Sea como sea, la dama suele ser inaccesible y el trovador tendrá que hacer méritos para ponderar las virtudes de la dama y la perfección de su amor para conseguir así el premio.
En este proceso se encuentran una serie de conceptos importantes, propios de una educación cortesana, como puedes ser la generosidad moral frente a la avaricia. Un término utilizado con bastante frecuencia es el de Joi-terme de difícil traducción que se corresponde con una especie de alegría, de exaltación interior, asociada a menudo con la primavera o a la presencia o el recuerdo de la dama.
El amor del trovador exige discreción ya que la mujer a la que se canta está casada. Los personajes que intervienen normalmente, además del trovador, son:
Para no descubrir sus amores, el trovador designa a su dama con una senhal (pseudónimo) que suele aparecer al final del poema.
Aunque no suelen aparecer de forma explícita, en las canciones de trovadores suele aparecer una gradación en la actitud y en las características del enamorado que no están muy alejadas del proceso amoroso actual:
En buena parte de las canciones los trovadores se sitúan en el primer estadio y sólo son capaces de manifestar lo que siente por la dama a través del juglar. El trovador espera un pequeño reconocimiento por parte de la dama que puede proceder de una mirada, una palabra u otro gesto insignificante. Es posible que esto sea únicamente una estrategia para desviar la atención del marido o de otros personajes, que consienten esta situación y que incluso la consideran gratificante. Algunos maridos se sienten orgullosos de que su esposa o señora sea alabada por otros pero jamás aceptarían que su esposa tuviera un drutz.
Guillermo de Cabestany, el trovador al que se le atribuye una de las biografías más repetidas y tristes de todos los tiempos, tiene también una de las canciones más bellas y conocidas de la lírica trovadoresca en la que muestra su total dedicación a la dama que le tiene preso de amor:
Nota: La información para la realización del artículo original en catalán ha sido extraída de Els trobadors catalans con su autorización.
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