En arquitectura se denomina cúpula encamonada a la falsa cúpula con intradós de yeso, o de ladrillo enlucido de yeso decorado, suspendido por un armazón de madera o camones curvos que queda oculto por el trasdós, el cual puede adoptar forma de domo empizarrado frecuentemente elevado sobre un tambor octogonal y rematado en forma de chapitel.
Originada en las tradicionales armazones de madera de la arquitectura gótica francesa y las cubiertas en mansarda, la cúpula encamonada se encuentra muy extendida en la arquitectura barroca madrileña y española, donde la nítida diferenciación entre los interiores y los exteriores que permite su sistema de doble cúpula actuará como un elemento más al servicio de la creación de espacios ficticios. Al emplear materiales baratos y ligeros, las cúpulas encamonadas permiten además reducir el coste de la edificación y ganar en amplitud, pues al no tener que soportar grandes pesos pueden emplearse muros más ligeros y pilastras achaflanadas en el crucero. En Madrid, donde por la escasez y carestía del suelo y la calidad de los materiales resultaban especialmente aptas, fueron introducidas por el hermano jesuita Francisco Bautista, quien empleó una cúpula encamonada para cubrir el crucero de la iglesia del Colegio Imperial de Madrid, y posteriormente serían teorizadas y divulgadas por fray Lorenzo de San Nicolás, que se sirvió de ellas, entre otras, en las iglesias por él proyectadas de las Calatravas y de las Benedictinas de San Plácido, y dedicó a explicarlas el capítulo LI —«de otro género de cubrir capillas grandes, o pequeñas con madera»— de su tratado Arte y uso de la arquitectura:
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