x
1

Bioeconomía



La economía ecológica (en adelante EE) es la ciencia de la gestión sostenible o el estudio y valoración de la (in)sostenibilidad.[1]​ Es un conjunto de modelos de producción integral e incluyente que toma en consideración variables ambientales y sociales. A diferencia de la economía marrón que es la administración eficaz y razonable de los bienes que se basa en la persecución del crecimiento económico a través del uso óptimo de insumos y factores de producción.[2]​ La EE no es una rama de la teoría económica, sino un campo de estudio interdisciplinario, lo que quiere decir que cada experto en una ciencia conoce un poco de otras disciplinas, con la finalidad de fusionar conocimientos[3]​ que permitan afrontar mejor los problemas, ya que el enfoque económico convencional no se considera adecuado. Sin embargo, está abierta también a no científicos. Existen muchas referencias introductorias al respecto, pero se recomienda un artículo introductorio en ICE (ver referencia).[4]

El problema básico que estudia es la sostenibilidad de las interacciones entre los subsistemas económicos y el macro sistema natural. Dicha sostenibilidad, entendida como la capacidad de la humanidad para vivir dentro de los límites ambientales,[5]​ es enfocada como metabolismo social (la sociedad toma materia, energía e información de la naturaleza y le expulsa residuos, energía disipada e información aumentando la entropía). Es imposible encontrar la sostenibilidad a través de la concepción de mercado de la economía convencional.[6]

La EE, pues, estudia las relaciones entre el sistema natural y los subsistemas sociales y económicos, incluyendo los conflictos entre el crecimiento económico y los límites físicos y biológicos de los ecosistemas; debido a que la carga ambiental de la economía aumenta con el consumo y el crecimiento demográfico. Los economistas ecológicos adoptan posturas muy críticas con respecto al crecimiento económico, los métodos e instrumentos de la economía tradicional y los desarrollos teóricos que proceden de esta como la economía ambiental y la economía de recursos naturales.

El interés en la naturaleza, la justicia y el tiempo son características definitorias de la EE. Estos aspectos son dejados de lado por la economía convencional.[7]

En ocasiones se le denomina economía verde,[8]enfoque ecointegrador (Naredo)[9][2] o bioeconomía (Georgescu-Roegen) [3][4],[10]​ y se encuentra en amplio contraste con las escuelas de pensamiento de la economía, denominándose como economía convencional (mainstream economics) o economía neoclásica por el predominio de esta escuela en la actualidad.

En resumen las ideas básicas de la EE son:[11]

La economía está incrustada en la naturaleza, existen límites al crecimiento material y problemas ambientales críticos, la escala de la economía ha podido sobrepasar su tamaño sostenible afectando la resiliencia de la misma.

El trabajo transdisciplinar, el pluralismo y la visión holística del mundo son fundamentales para enfrentar los problemas ambientales, ninguna disciplina aislada proporciona una perspectiva suficiente ante la magnitud y complejidad de la problemática ambiental planetaria.

La naturaleza es el soporte vital de la humanidad, nos faltan conocimientos sobre la naturaleza y las relaciones entre las sociedades y su medio. Por ello existe incertidumbre respecto a las consecuencias de nuestras acciones, lo que a su vez supone adoptar principios precautorios y enfoques abiertos a la participación social ya que el conocimiento científico es insuficiente.

Uso de la teoría de sistemas, proveniente de las ciencias naturales, para comprender la dinámica y evolución de los problemas.

Las cuestiones de equidad y distribución inter e intrageneracionales son fundamentales.

La naturaleza tiene un valor por sí misma, independientemente de su uso o utilidad para los humanos.

La economía está integrada en sistemas culturales y sociales más amplios de tal manera que naturaleza, economía y sociedad coevolucionan. Los aspectos sociales y culturales adquieren mucha importancia.

No debe confundirse con una corriente de economía convencional (neoclásica), ligeramente posterior en el tiempo, denominada también bioeconomía [5] (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).. Fue fundada por economistas de la Escuela de Chicago como Gary Becker, Jack Hirshleifer y Gordon Tullock quienes presentaron ideas muy distintas. Consistentes en aplicar el análisis neoclásico (escasez, competencia, egoísmo) para explicar la conducta en temas sociales como el matrimonio, el crimen, racismo... hasta el comportamiento de otros seres vivos.

Es el llamado imperialismo económico que consistiría en introducir los principios neoclásicos de competencia y maximización en otras ciencias, como la biología, hasta convertirlas en economía según Hirshleifer. Tal reduccionismo ha recibido críticas también desde la biología pues la naturaleza no maximiza y la competencia es solo un aspecto.

Por otro lado, estos autores basan tales características en la genética, afirmando por ejemplo que cuando sean identificados los genes de los deseos humanos se sabrá qué política tendrá efecto,[12]​ olvidando completamente la cultura.[13][14]

Esta corriente no está relacionada con la EE pero se presta a confusión con facilidad pues la revista publicada por Springer incluso dedicó un número a la EE [6] (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)..

En 1975 Nicholas Georgescu-Rogen en el ensayo titulado “Energía y mitos Económicos” publicado en el Southern Journal, afirmaba que los economistas se han contentado con desarrollar su disciplina siguiendo las huellas dejadas por sus antecesores, luchando ferozmente contra cualquier sugerencia de que la economía puede ser concebida como algo distinto de la ciencia de la mecánica. Esta fidelidad al dogma mecanicista significa que el proceso económico ha estado regido por un principio de transformación y una norma de maximización. La esencia de su análisis es que el proceso económico no es un proceso aislado y autónomo, y no puede funcionar sin un intercambio continuo que altera el entorno de modo acumulativo, ni tampoco sin verse influido por esas alteraciones. Este análisis sirve de base para el surgimiento de la Bioeconomía o Economía Biológica que ofrece una nueva epistemología para investigar el sistema socioeconómico en asociación con el sistema biológico como un todo, y así estudiar las interacciones no lineales entre sus componentes y no solo entre las características de los componentes individuales. Estos conceptos se plasman en la obra del autor Mansour Mohammadian “Bioeconomics: Biological Economics. Interdisciplinary Study of Biology, Economics and Education “ en donde afirma que es posible el desarrollo de la ciencia holística interdisciplinar de la Bioeconomía como respuesta a los avances incrementales de las otras disciplinas de economía-ambiente (Economía de Recursos Naturales, Economía Ambiental, Economía Ecológica) a través de las cuales se han investigado de manera individual y por separado las patologías del capitalismo y su sistema industrial. El principal objetivo de la Bioeconomía es servir de puente entre la ciencia empírica de la Biología y la ciencia literaria de la Economía y acabar con la desunión y separación de “las dos culturas”.

Nunca hubo tantos investigadores, corrientes o etiquetas científicas en competencia por la elaboración teórica de los problemas, financiación y prestigio profesional.

El predominio de la escuela neoclásica,[15]​ la fragmentación que se está produciendo en el entorno de la EE [16][17]​ y la aparente diversidad en la economía convencional, pues sus postulados básicos apenas se discuten, son algunos de los factores que promueven la aparición de múltiples corrientes y etiquetas, por ejemplo: evolutionary economics[18][7] [8] y neuroeconomics [9] respectivamente.

Esto crea una bruma confusa de superficiales reformulaciones de los principios neoclásicos (y la correspondiente abundancia de siglas y asociaciones en competencia EAEPE, EAERE, AERE, ASE, SASE, AFEE por citar algunas) que carecen de la profundidad de la EE, representando más bien intercambios limitados entre disciplinas (algo muy frecuente en la historia de la ciencia), la focalización en aspectos particulares (como feminist economics) hasta mero oportunismo en busca de promoción profesional (publica o perece). Todo ello, según ciertos autores, contribuye a enterrar los intentos serios de crítica radical[9]​ y puede confundir a las personas interesadas.

El conservadurismo político de las últimas décadas también ha contribuido a desgastar la renovación conceptual que promueve la EE. Pues la apertura de las comunidades científicas hacia la crítica y la renovación va de la mano de la impugnación del status quo social y político.[9]​ Dispersión que también puede relacionarse con los conflictos y dificultades internas y externas encontradas por la EE para su consolidación y expansión desde finales de los años 90. H. Daly consciente de esta debilidad afirmó que si puedes convertir al Papa has dado un gran paso, refiriéndose a la búsqueda de apoyo entre los economistas destacados de la economía convencional. Sin embargo, también mostró su preocupación por algunos intentos de absorción por la economía convencional ahora que este campo resulta atractivo y tiene reputación profesional.[17]

En el interior de la EE existen tensiones respecto al desarrollo del campo. Así, una parte de los miembros, principalmente economistas, desean profundizar en la crítica hacia la economía neoclásica mientras los científicos naturales en general buscan cooperar con ella. Algunos miembros quieren que la transdisciplinariedad sea el elemento definitorio de la EE mientras otros lo encuentran demasiado amplio. También existe división en torno a la prioridad de los modelos económico-ecológicos y la valoración mientras otros recalcan los estudios socioeconómicos o el intercambio desigual. Se discute la preeminencia de la ecología sobre otras disciplinas naturales y la necesidad de atraer más científicos naturales.[17]

Es de notar que la alusión a la Fe como principal baluarte de la economía neoclásica es frecuente en algunos economistas críticos ante la imposibilidad de establecer un debate riguroso y nivelado sobre sus principios [10]. Un aspecto relacionado con la relativa debilidad política e institucional de la EE es el riesgo de subordinación a la economía ambiental y de los recursos naturales, como propuso abiertamente David Pearce en la conferencia inaugural de la ESEE en 1996 y que fue muy criticado. Lógicamente, según muchos autores, debiera ser al contrario. Un ejemplo es su presentación como una corriente o etiqueta adicional junto a la economía ambiental y la de recursos naturales: [11] (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)..

La economía ecológica (EE) tiene un enfoque distinto al parcelario (útil hasta cierto punto) y analítico enfoque de la economía convencional (la economía separada de la biología, separadas de la física...), pues considera a la economía como un subconjunto de la sociedad y ésta de la biosfera. Este cambio de visión tiene profundas implicaciones. Así la EE incorpora conocimientos de diferentes ciencias incluyendo la ecología ya que estudia los flujos de materia y energía de la vida sobre la Tierra, y la economía humana está incluida en este sistema. Se estudia la economía como un objeto natural y social. Una descripción extensa de las diferencias según Aguilera Klink, aquí:[12]

A la cabeza de las críticas a la actual teoría económica por los economistas ecológicos se encuentra su aproximación a las interacciones entre la naturaleza y la sociedad. Los análisis desde el punto de vista de la economía convencional minusvaloran el capital natural, en el sentido de que es tratado como un factor de producción intercambiable o sustituible por trabajo y tecnología (capital humano).

Desde la economía ecológica se argumenta que el capital humano y el capital manufacturado son complementarios al capital natural, y no intercambiables, ya que el capital humano y el capital fabricado derivan inevitablemente del capital natural de una u otra forma. La economía ecológica estudia de qué manera el crecimiento económico está relacionado con el aumento en la explotación de insumos materiales y energéticos.

Otro punto de confrontación entre EE y economía convencional es la cuestión del comercio y el medio ambiente, pues la primera considera que un incremento en el comercio puede aumentar el daño ambiental.

Los economistas ecológicos afirman que una gran parte de lo importante en el bienestar humano no es analizable desde un punto de vista estrictamente económico, sugiriendo la transdisciplinariedad de las ciencias sociales y naturales como un medio para abordar el estudio del bienestar económico y su dependencia de los servicios que proporciona la naturaleza.

En la EE se discute sobre indicadores de sostenibilidad, la validez de la curva ambiental de Kuznets, la paradoja de Jevons, el efecto rebote de las estrategias de suficiencia, la hipótesis de la desmaterialización de la economía, huella ecológica, inputs directos y ocultos de materiales[13], tamaño de la economía y límites al crecimiento económico[14], la medida del bienestar, estado estacionario, ecologismo de los pobres (activismo de personas amenazadas por la destrucción de recursos y servicios ambientales que necesitan para vivir), ecología política[15], los trabajos no remunerados, distribución justa de la renta (la distribución precede a la producción), sostenibilidad fuerte frente a sostenibilidad débil, deuda ecológica, coevolución de sistemas ecológicos y económicos, biodiversidad, limitaciones de la tasa de descuento, relación de los derechos de propiedad y la gestión de recursos naturales, instrumentos de política ambiental, la justicia ambiental, y el metabolismo social entre otros temas. La economía ecológica critica también la contabilidad macroeconómica, proponiendo en cambio un conjunto de indicadores físicos y sociales, además de los monetarios.

Si la economía convencional de raíz cartesiana se presenta como neutral, en cambio la EE afirma que la teoría y análisis siempre están influenciados por valores y creencias. Los valores y la ideología deben discutirse abiertamente.[11]​ Existe inconmensurabilidad[6]​ o ausencia de una unidad común de medida, lo que lleva también al desarrollo de métodos de evaluación multicriterio desarrollado por G Munda (1970)[16] que admiten una comparabilidad débil de valores, distintos de la comparabilidad fuerte del análisis coste-beneficio, basados en un proceso participativo de todos los agentes implicados en un problema o proyecto de inversión, como herramientas para contribuir a la toma de decisiones de acuerdo con la llamada democracia deliberativa en un contexto de múltiples valores o criterios.

Los valores monetarios (crematísticos) que los economistas asignan a las externalidades negativas o servicios ambientales son el fruto de decisiones políticas, la distribución de la propiedad, el dinero y el poder.[19]

La EE no abandona la utilización de elementos monetarios, sino que los relativiza: pierden su posición de privilegio y exclusividad dentro de una nueva visión. Es decir, no se plantea una eliminación completa de los enfoques convencionales del dinero o del mercado. Pues hay muchos tipos de mercados según las reglas institucionales que los regulen. Desde el punto de vista de la EE, la economía convencional tuvo un gran éxito al transmitir que sus nociones de mercado, o de dinero, eran universales.[9]

Los economistas ecológicos, participan en la discusión de la pertinencia de procedimientos para atribuir valores monetarios a los servicios y daños ambientales y la corrección de la contabilidad macroeconómica pero su eje principal es el desarrollo de índices físicos de (in)sostenibilidad. Los índices de impacto ambiental usados más frecuentemente son el índice de huella ecológica (Wachernagel y Rees, 1996), apropiación humana de la producción primaria neta (Vitousek, 1986), Input material por unidad de Servicio (Wuppertal Institute), Indicadores de flujo de materiales (Wuppertal Institute y Faculty for Interdisciplinary Studies), huella hídrica agrícola y agua virtual (UNESCO-Institute for water education), los balances energéticos de las actividades económicas y el análisis integrado multiescalar del metabolismo social (Giampietro 2003).

Los precursores intelectuales de la economía ecológica pueden rastrearse en gran parte en autores que no eran economistas sino físicos, biólogos o químicos como Sadi Carnot, Rudolf Clausius, Leopold Pfaundler, Patrick Geddes, Sergei A. Podolinsky, Popper-Lynkeus, Frederick Soddy. Sus teorías no fueron tomadas en consideración por la economía convencional a pesar de que conducían a una mejor asignación y gestión de recursos escasos de la que se ocupa la economía, según la ambigua expresión popularizada posteriormente por el economista convencional Lionel Robbins.

Dentro de la ciencia económica, en el siglo XVIII los fisiócratas (fisiocracia significa gobierno de la naturaleza) como François Quesnay plantearon que las sociedades civiles debían ser un espejo del orden natural, con sus leyes inscritas por Dios, sin embargo un mal gobierno o grupos influyentes podían trastocar la relación.[20]​ Pero para apuntalar sus teorías, que contenían otros importantes elementos que pasaron a la economía clásica, aún no se habían desarrollado los conocimientos necesarios, como los relacionados con la termodinámica o la biología.[9][21]

La teoría fisiocrática del producto neto es coherente con los análisis energéticos y de flujos materiales realizados por la economía ecológica. Algunos aspectos claves de la teoría fisiocrática fueron criticados por los economistas clásicos, como la identificación del producto neto directamente con flujos monetarios (mezcla de los enfoques físico y monetario), ya que al ser éste generado por la agricultura no se podía explicar la riqueza de los comerciantes.[9]

Economistas clásicos del siglo XIX como Malthus, Ricardo y Mill expresaron su preocupación por la existencia de límites al crecimiento que progresivamente serían abandonadas. Los trabajos de Jevons sobre el carbón quedarían la margen de sus propias consideraciones de la economía neoclásica. Las obras relativas a límites al crecimiento publicadas en los años 1970 fueron ampliamente rechazadas por la economía convencional que suponía que el progreso técnico y el capital resolverían el problema.

El marxismo, que comparte con la economía clásica las ideas de progreso, optimismo tecnológico y dominio de la naturaleza, también es considerado parte de la economía convencional por diversos autores de la EE, pues Karl Marx aceptó las categorías reformuladas y centradas en los valores de cambio de los clásicos, dichos conceptos no fueron afectados por las críticas que realizó a la economía clásica. Marx señaló que la naturaleza está relacionada con el valor de uso y centró su sistema teórico en torno al valor de cambio, marginando los aspectos físicos y biológicos de la economía a pesar de la reiteración de términos confusos como producción material, o de las pocas citas que en defensa de la naturaleza se pueden entresacar en su vasta obra. Engels por su parte rechazó explícitamente el trabajo de Podolinsky.[9][21]

El origen de la economía ecológica como un campo específico per se se atribuye a economistas como Nicholas Georgescu-Roegen (1906-1994), Herman E. Daly, Kenneth Boulding, Karl W. Kapp, Robert Ayres. Fueron influenciados por los trabajos de biólogos como Alfred Lotka (quién introdujo la importante distinción entre uso endosomático y exosomático de la energía), Holling, Eugene y Howard T. Odum.[22][23]

Kapp trató el tema de los costes sociales que incluye las consecuencias negativas y daños que resultan de las actividades productivas y que recaen sobre otras personas o la sociedad pero de las que los empresarios no se consideran responsables. Apropiándose de este modo de una parte del producto nacional mayor de la que les corresponde y así reducir el precio para los consumidores.[24]

Boulding publicó en 1966 un artículo titulado The economics of the coming spaceship earth que popularizó la metáfora, aplicada a toda la humanidad pero de profunda inspiración norteamericana, de la transición de un mundo sin límites propia del pionero del oeste (cowboy economy) a uno limitado como una nave espacial (spaceship economy) reflejando el necesario tránsito a realizar hacia una economía de equilibrio, no expansiva.

Georgescu-Roegen, que realizó importantes aportaciones a la economía convencional antes de convertirse en un economista disidente, caracteriza el proceso económico, desde un punto de vista físico, como la transformación inevitable de baja entropía o recursos naturales, en alta entropía o residuos. De aquí el recurso a la termodinámica aunque Georgescu-Roegen critica la introducción de la probabilidad en ella (mecánica estadística). El resultado de este proceso sería, o según Naredo debiera ser, el disfrute de la vida. Hay dos fuentes de baja entropía: los limitados stocks (que incluye entre los flujos) de materiales (minerales) de la corteza terrestre y el, inagotable a escala humana, flujo de energía solar.[25]

Frente a la analogía mecánica de la economía convencional Georgescu-Roegen describe el proceso económico como interrelacionado y sujeto a cambio cualitativo. El tiempo se introduce en el proceso productivo mediante su concepto de fondo. Otro aspecto de su obra es el enjuiciamiento de los dogmas energéticos pues afirmó la imposibilidad del reciclaje perpetuo y rechazó una teoría del valor basado en la energía según la cual los precios de las mercancías corresponden a su contenido energético.

En 1987 se celebró en la UAB de Barcelona [17] una reunión de economistas, biólogos y físicos tanto europeos como norteamericanos, organizada por Joan Martínez Alier (investigador que ha estudiado y divulgado la inconmensurabilidad de valores, el ecologismo de los pobres, los conflictos distributivos ecológicos como la destrucción del manglar para la producción de camarón [18] y la historia de la EE), que es considerada por muchos como clave en la decisión de publicar una revista sobre EE (actualmente Ecological Economics. The transdisciplinary journal of the international society for ecological economics) con la editorial Elsevier, gracias a los esfuerzos de Herman Daly, Ann Mari Jansson y Robert Costanza. La editorial recomendó que se crease una sociedad para apoyarla, que fue fundada en 1988 naciendo la Sociedad Internacional de Economía Ecológica (ISEE). Su primer presidente fue Robert Costanza y el primer número de Ecological Economics se publicó en febrero de 1989.[11]

Es importante notar que la economía convencional no ha tomado en consideración la obra de los precursores y pioneros de la EE, mostrando una clara falla en las supuestas reglas del juego científico. La muerte de Georgescu-Roegen pasó prácticamente desapercibida.[9]

En castellano existen la Revista Iberoamericana de Economía Ecológica (REVIBEC) y Ecología Política, así como la Red de Economía Ecológica Española [19]. Los economistas ecológicos más conocidos en España y América Latina son Manfred Max-Neef, Joan Martínez Alier y José Manuel Naredo.

En el diálogo entre ecología y economía marxista destacan James O´Connor [20] y su teoría de la segunda contradicción del capitalismo, Elmar Altvater [21] y John Bellamy Foster [22].

La economía ambiental y la de los recursos naturales son subdisciplinas de la economía neoclásica centradas en la asignación óptima de los recursos y la contaminación. Pero, según la EE, ignoran cuestiones como el funcionamiento de los ecosistemas, el tamaño de la economía y la distribución de los beneficios y cargas ambientales en la sociedad.

La primera, se refiere a la forma en que los residuos son dispuestos y la calidad resultante de la atmósfera, la hidrosfera, la biosfera y la pedosfera como receptores de residuos. Además, la economía ambiental (EA) se relaciona con la contaminación ambiental y conservación de los ecosistemas y la biodiversidad.

La economía de recursos naturales (ERN), por otra parte, se define como el estudio de la forma en que la sociedad asigna recursos naturales escasos, en términos monetarios respecto a fines medidos también en dinero (precios), tales como reservas pesqueras, plantaciones de árboles, agua dulce y petróleo, que según la economía convencional son inagotables o sustituibles.

De este modo la economía convencional presenta como economías más sostenibles aquellas que presentan un alto porcentaje de ahorro de su renta nacional lo que significa que las economías de la UE, Japón y USA componen las más sostenibles, con la excepcional presencia de Costa Rica. Apareciendo como insostenibles países con enormes recursos naturales per cápita como Papúa Nueva Guinea.[3]

Así el programa de investigación de la EE se diferencia en que su concepto de sostenibilidad ecológica es diferente del de sostenibilidad económica de la EA-ERN. Incluye la dinámica de sistemas y el efecto umbral frente a la fijación en el equilibrio de la economía neoclásica. La ERN se centra en un recurso aisladamente de su ecosistema. Y los precios de mercado no indican si un sistema está sobrepasando los límites de su capacidad para recuperarse. Sorprendentemente en la revista de la ISEE hay más artículos desde la perspectiva de la EA-ERN que de la EE.[11]

Sin embargo para la EA-ERN, en el caso de la introducción de impuestos sobre la contaminación (la negociación coasiana se comenta más abajo), la clave reside en la posibilidad de obtener en términos monetarios (valoración económica) la función de costes marginales externos mediante técnicas como la valoración contingente [23], método del coste del viaje y otros. La valoración monetaria se considera reflejo de las preferencias individuales, «lo que la gente quiere» es lo que está dispuesta a pagar. Y los precios de mercado son la guía. Formalmente el beneficio marginal ha de igualarse al coste marginal de proporcionar ese beneficio.[26]​Para ello se usa el cálculo por lo que ha de reducirse el problema a la optimización matemática ya sea maximización o minimización.

Lo que es ajeno, según la EE, a la complejidad de la mayoría de los problemas que pretende afrontar en los que no hay precios, mercados, propiedad, los afectados pueden no existir aún, ignorarlo o ser muy numerosos; los efectos son desconocidos o complejos, por ejemplo la crisis de las migraciones animales [24] Además, lo que una persona esté dispuesta a pagar depende de su renta (los pobres padecen mayores daños ambientales que los ricos) y la teoría neoclásica fracasa pues afirma que la predisposición a pagar (variación equivalente del ingreso) para evitar un daño (por ejemplo la incineración de residuos cerca de su casa) ha de ser similar a la predisposición a aceptar una compensación (variación compensatoria del ingreso). Pero en la realidad no ocurre así.[27]

En todo caso el óptimo obtenido no tiene por qué ser asimilable por los ecosistemas o aceptado por la sociedad, solo se podría aproximar, con graves incertidumbres y enorme complejidad en la mayoría de los casos, usando las ciencias de la tierra. ¿Cuál es la curva de costes en el caso de los residuos nucleares? ¿O de Chernobyl? Sobre análisis coste beneficio (ACB) [25][26] (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).

Se trata, según la EE, de planteamientos discutibles: En 1991, el economista jefe del Banco Mundial fue el centro de una polémica al filtrarse (Let them eat pollution, The economist) un memorandum interno sobre la exportación de residuos a países del Tercer Mundo, dado que la esperanza de vida era menor y las rentas que percibían más bajas que las de los ciudadanos occidentales, económicamente era más acertado exportar la contaminación a estos países, se cuantificó el precio de sus vidas en una décima parte de la de un occidental, diferencia que aumentó en una revisión posterior [27]. Es un ejemplo de conflictos distributivos ambientales uno de los temas cubiertos por la ecología política que la relaciona con la EE pues el tipo de uso de los recursos y sumideros ambientales depende de las relaciones de poder y la distribución del ingreso.

En resumen, la ERN y EA se diferencian de la Economía Ecológica (EE) en que ambas usan los conceptos y metodologías propios de la economía convencional (resumibles en precios y mercados capitalistas), para volver sobre las cuestiones de recursos y residuos que anteriormente habían suprimido del objeto de estudio de la economía (convencional). La EE, en cambio, abarcaría a ambas y las superaría en amplitud y profundidad siendo una rama de la ecología humana.[28]

Son el resultado de que la economía convencional clasificó para su conveniencia como bienes libres, gratuitos e indestructibles, a los recursos naturales y como carentes de valor, e interés, a los residuos. Por tanto ajenos a su campo de estudio: el bien económico con valor de cambio, aquellos que son productibles, apropiables, valorables e intercambiables en mercados, como sintetizó Léon Walras.[9]

Hay que destacar que históricamente la economía se separó de la sociedad al hacerse autónoma de la política, la política independizada de la moral resurgió en el Renacimiento con la quiebra de la religiosidad, que hasta entonces empapaba todos los aspectos de la vida, con autores como Nicolás Maquiavelo.

La separación de la ética de la economía convencional se formalizará finalmente en la división actual entre economía positiva, que muestra el resultado de aplicar el análisis económico a la realidad y la evidencia empírica, y la economía normativa en la que se incluyen los preceptos éticos y los juicios de valor que solo pueden ser resueltos por el debate político y la toma de decisiones. Sin embargo, los críticos afirman que esta distinción es incorrecta pues, por ejemplo, aceptar la actual distribución de la renta como algo dado como hace la economía positiva es ya un juicio de valor.[29]

La separación de la economía y la política fue posible por la selección de aspectos cuya cuantificación (precios, cantidades) parecía prometer mejores resultados para el estudio y la práctica pudiéndose formalizar matemáticamente. Como quedó reflejado en la obra Aritmética Política de William Petty. Progresivamente se produciría una nueva escisión esta vez entre la naciente noción de sistema económico y la Naturaleza.[9]

Los científicos estaban convencidos en esta época de la existencia de un orden natural determinista que regía el mundo y el economista debía descubrir las leyes subyacentes en la sociedad como otros investigadores hacían lo propio en la física o astronomía. Los fundadores del nuevo sistema de economía política contemplaban el orden económico como un sistema de libertad natural gracias paradójicamente a un rígido orden social natural que apenas necesitaba intervención externa por parte del gobierno, así A. Marshall lo describió como un universo económico copernicano.[24]​ Ejemplo [28] y contrapunto de J.L. Sampedro. [29]

Con esta separación la economía convencional, tras un largo y complejo proceso, acabaría configurándose como una máquina atemporal, reversible (sin cambios cualitativos), de crecimiento cíclico y perpetuo (el dinero puede crecer al infinito, lo material no) centrada en los valores de cambio (y en una correspondiente entelequia denominada utilidad) sin referencia ya al limitante mundo físico y abstrayéndose igualmente del mundo social —pues se redujo la sociedad al individuo y éste a una ficción denominada homo economicus— en esencia una máquina codiciosa y egoísta. En los manuales de economía se representa como un simple esquema circular de flujos entre empresas e individuos.[9][30][31][27]

El siglo XIX es el de la Gran Transformación como la denominó Polanyi[32]​ en la que el liberalismo económico impuso por la fuerza su modelo en la sociedad, implementando el primer ejemplo de ingeniería social masiva de la modernidad un siglo antes que el socialismo de estado, lo que incrementó enormemente la fabricación y comercio de mercancías pero con graves trastornos para la sociedad como la proletarización, pauperismo y, paradójicamente —pues el liberalismo se define como baluarte de la propiedad— la destrucción de la propiedad privada comunal y religiosa (enclosures, desamortizaciones). Estos problemas impulsaron el nacimiento de la Sociología con el fin de comprender científicamente sus repercusiones para domesticarlas.

La intervención del Estado protegió parcialmente a la sociedad y al mismo tiempo buena parte del liberalismo, recurriendo a medidas de control: seguros sociales, derechos de voto y asociación, regulaciones e inspecciones de la actividad mercantil e industrial, etc. Es decir, el Estado actúo tanto para legitimar las prácticas liberales como para proteger a la sociedad de sus manifestaciones más extremas contribuyendo a asentarlas.[9]

El Romanticismo y el Socialismo moderno aparecieron como reacción ante las nuevas prácticas industriales y comerciales capitalistas. Los románticos consideraban la naturaleza como independiente y fuente de la vida en todas sus formas frente a la visión de la naturaleza como simple medio material para los seres humanos y sus necesidades.[7][33]

En esta época se creó finalmente la versión actual del «medio ambiente», término innecesariamente repetitivo usado en la actualidad, compuesto por hechos que la teoría económica convencional (clásica, neoclásica, marxista y keynesiana) progresivamente dejó fuera de su objeto de estudio porque en lugar de seguir exclusivamente las supuestas reglas del juego científico estuvo fuertemente influida durante su construcción como ciencia (siglo XIX) por el uso común en las prácticas contables y comerciales según la ideología e intereses de la naciente burguesía, lo que condujo a la redefinición de sus categorías conceptuales básicas ahora definitivamente centradas en lo mobiliario (incluso un inmueble se valora principalmente según su precio), es decir, el dinero:

La escasez que antiguamente era de sentido común pues no había nada infinito, salvo Dios, pasó a denotar dinero insuficiente para comprar todas las cestas de mercancías y la correspondiente necesidad de elegir lo que significa de hecho una miserabilización progresiva, el needy man, según autores como Wolgang Sachs y Marshall Sahlins. La escasez viene determinada por la asimetría de los medios y fines: en nuestras sociedades individualmente no se puede obtener más que una parte insignificante de toda la oferta de mercancías.[34][35]

Sahlins argumenta que, paradójicamente, la economía primitiva es de abundancia pues las necesidades son pocas y los medios para satisfacerlas están al alcance de todos, se dedica menos tiempo que hoy al trabajo y carece del afán de acumular riquezas. Las sociedades con Estado incrementaron y extendieron el afán de acumulación según Pierre Clastres. Lo que hoy denominamos trabajo no aparecía como un aspecto concreto de la sociedad y carecía de las connotaciones penosas de hoy, en cierto sentido no trabajaban. Por añadidura, un incremento en la productividad se traducía en mayor tiempo de ocio creativo.[36]

La riqueza, que incluía todos los bienes sin precio como la luz del sol y la fertilidad de la tierra, pasó a significar dinero. Y el trémino producir que se entendía antiguamente como sinónimo de crear materia, tras un complejo proceso en el que se tuvo en cuenta la 1.ª ley de la termodinámica pero se ignoró la 2.ª, se redujo finalmente a revender con beneficio.

El carbón, por ejemplo, se produce, es decir, es un stock que se extrae y se vende restando los costes de sacarlo al resultado de su venta, no se tiene en cuenta el proceso natural de concentración ni su abundancia en la corteza terrestre ya que se da por supuesto que al agotarse una explotación la amortización (del equipo de extracción, la concesión y del trabajo) automáticamente permitirá sacar más carbón en una nueva mina, globalmente no se considera si físicamente existen esas nuevas minas. En esta línea se enmarca el debate sobre el techo petrolero.

Un ejemplo similar pero con un recurso renovable es el caso de la pesca, el exceso de capacidad extractiva de las grandes flotas de altura se transfiere de unas zonas a otras tras su colapso. El mar es en gran medida un bien de libre acceso (salvo la plataforma continental) que no debe confundirse con los bienes comunales, por lo que es racional para cada empresa el obtener el mayor rendimiento posible antes de que lo haga la competencia, conduciendo al agotamiento del recurso y al desempleo de miles de personas. Como ocurrió en Terranova, actualmente a la espera de una eventual recuperación del stock de bacalao. Esto no impide que en las aguas continentales la gestión capitalista no conduzca a serios problemas: En 1945 el presidente de Perú y gobiernos vecinos apoyaron la creación de la zona económica exclusiva para evitar la sobreexplotación de la pesca por extranjeros pero fueron los empresarios locales quienes la provocaron a finales de los años sesenta.[19]

En cambio la EE reflexiona sobre: el entorno institucional que favorezca una gestión correcta y justa de los recursos, la aportación gratuita de la naturaleza mediante conceptos como el de coste físico de reposición para orientar mejor la gestión de recursos minerales, los conocimientos de las ciencia físicas y biológicas para mejorar la gestión del agua, bosques, pesquerías, etc.[9][37]​ Por ejemplo, la energía solar absorbida por la Tierra en un año es equivalente a 20 veces la energía almacenada en todas las reservas de combustibles fósiles en el mundo y diez mil veces superior al consumo actual.[38]

El concepto de trabajo también sufrió una honda transformación para encajar en la nueva noción de sistema económico, así en la Antigüedad clásica, en la que no existía una palabra equivalente a la actual, se consideraba indigno el trabajo asalariado o el desarrollar las capacidades para obtener una ganancia. Las actividades libres eran aquellas que se practicaban por sí mismas. Además la labor humana no era la única que producía obras sino también la naturaleza o el propio ocio, que no se consideraba estéril o mero consumo como actualmente.[36]

La naturaleza, anteriormente pródiga y divina para el ser humano, pasó a ser una entidad avara a la que debían arrancársele penosamente los frutos.

Por otra parte, se arrastraron al seno de la naciente economía antiguos elementos irracionales procedentes del inconsciente colectivo y la alquimia como los sueños de superación de las barreras físicas y servidumbres que impone el mundo al ser humano (transmutación, cornucopia, límites espacio-tiempo) reincorporados en la noción de Progreso, ahora se espera de la tecnología y la ciencia los milagros que antes se atribuían a los dioses o magos.[39]

Es de señalar, por último, que tomó como modelo el hoy superado Mecanicismo newtoniano que entonces deslumbraba a las ciencias nacientes por su éxito en la física y astronomía. Incorporando parte de su aparato matemático e inspirándose en las propias leyes de Newton.[9][30]​ Un ejemplo de la relación entre economía convencional y mecánica clásica puede verse, en francés, aquí [30]

Ello contribuyó de modo formidable a magnificar los logros del Capitalismo, y posteriormente del Socialismo de Estado (que se mostró menos eficaz para fomentar el crecimiento económico), a base de ignorar el uso y ocasional agotamiento y destrucción de recursos que está en su fuente, y los residuos que necesariamente produce con los correspondientes problemas de contaminación. Y aún más al ocultar que los bienes y servicios onerosos ofrecidos por el sistema económico productivista procedían de, o sustituían pobremente, los bienes y servicios gratuitos de la naturaleza, cuya fundamental contribución al proceso económico fue minimizada o eliminada, en favor del trabajo y el capital (el capital y el trabajo también se construyen con recursos como acero o alimento).[9]

Asimismo, Georgescu-Roegen indicó que un breve examen de la función de producción, que los economistas convencionales actualmente usan como representación del funcionamiento del sistema económico, muestra una inútil receta de ingredientes gravemente incompleta pues, según Georgescu-Roegen, da a entender que la economía puede funcionar con mínimos recursos naturales dado suficiente capital o trabajo (perfecta sustituibilidad de factores), pues despejando en una función Cobb-Douglas los recursos naturales (añadidos en la variante Stiglitz-Solow, normalmente no se representan) se pueden hacer tan pequeños como se quiera, aunque no cero.[40]

Herman Daly criticó la «manía del crecimiento» o actitud de la teoría convencional, la cual a partir del supuesto de que las necesidades humanas son infinitas establece que la obligación del sistema es producir continuamente más en un mundo sin fin y que propone el crecimiento económico como solución a los problemas de pobreza, desempleo, inflación, desequilibrios de la balanza de pagos, agotamiento de recursos y contaminación e incluso la guerra.[41]​ Problemas creados en buena parte por el propio crecimiento.

Finalmente el Capital (ciertos economistas ecológicos[27]​ son contrarios a la idea de Capital Natural pues Naturaleza y Capital tienen características diferentes: los recursos no renovables no se reproducen como el Capital) es el factor que finalmente anuló a los otros en la economía convencional, de este modo habiendo capital suficiente no importaban los recursos naturales ni el trabajo. Son numerosos los economistas destacados que explícitamente negaron importancia alguna a los recursos naturales y casi todos lo hicieron implícitamente al aceptar y trabajar dentro de los límites de la noción convencional de sistema económico.

Ejemplos: Para S. Jevons, Principios de Economía 1871, los recursos naturales pueden tener utilidad potencial, pero ésta no cae dentro de la ciencia de lo económico. Solow, premio Nobel 1987, a principios de los años 70 del siglo XX dijo que el mundo podría continuar perfectamente sin recursos naturales indicando en diversas ocasiones que los recursos naturales, que no incluyó en su modelo, serían sustituidos por otras cosas o factores (capital).[9]

Hoy en día estas afirmaciones pasadas son ignoradas y son raras las afirmaciones similares, pues pueden atraer críticas de la EE como la que Beckerman (asesor del Banco Mundial, profesor de Oxford) recibió hace unos años de H. Daly[42]​ por negar que un descenso en la producción agrícola en Estados Unidos debido al cambio climático fuese importante dada la escasa contribución, en términos monetarios y porcentuales (3%) del sector primario al PIB. Daly dijo que el sector primario es el fundamento sobre el que se levanta todo el edificio de la economía indicando que Beckerman expresó las consecuencias según el modo de pensar convencional. Tales ideas se derivan directamente del sistema de pensamiento y funcionamiento de la economía convencional, como se representa en los manuales usuales.

Ante las crisis energéticas, la destrucción de recursos, los problemas causados por los residuos, la presión social, la crítica interna de pioneros como Georgescu-Roegen y la evidencia de otras ciencias en estas cuestiones, los economistas convencionales se vieron obligados a desarrollar medios para tratar estos asuntos que la formalización en el siglo XIX de la naciente economía como crematística, había dejado fuera de sus análisis.

Así a principios del siglo XX se incluyeron cuestiones de contaminación puntual en la noción de externalidad: daños o beneficios en la utilidad o producción que ocasiona un agente económico a otro, fuera del mercado y sin compensación económica. Un cajón de sastre teórico de multitud de aspectos positivos o negativos de diversa importancia clasificados como fallos de mercado ajenos al sistema económico tal y como lo formula habitualmente la economía convencional por no cumplir las condiciones sistematizadas por Walras.

La economía ambiental nacerá de la economía del bienestar de Pigou que trató entre otros temas, la diferencia entre el producto neto marginal social y el producto neto marginal privado debido a costes que no son tenidos en cuenta, con el ya clásico ejemplo del daño no compensado que se causa a un bosque por las chispas de una locomotora de vapor.

A la economía del bienestar se le añadió posteriormente en 1960 el problema del coste social de Coase. Hay que notar que en ocasiones se representa a Pigou y a Coase como defensores contrapuestos de la intervención del estado y del mercado capitalista respectivamente, sin embargo presentan más acuerdos que divergencias.[22]

Sus trabajos condujeron posteriormente a la economía de los recursos naturales para la gestión óptima de los recursos que usa el sistema económico (consumo o destrucción en términos monetarios atribuidos artificialmente al no existir mercados pues la Naturaleza no es un agente económico) y la economía ambiental para la gestión de la contaminación óptima,[26]​ también con precios arbitrarios (obtenidos mediante cuestionarios por ejemplo) a fin de obtener una función de coste marginal en unidades monetarias que se igualaría a los beneficios, función de beneficio privado marginal neto en unidades monetarias, para obtener analíticamente un óptimo matemático reversible.

En ambos casos con poca o nula referencia a las ciencias que pueden aportar información para su directa gestión como la biología, física... En contraste, la EE usa esos conocimientos para realizar, entre otros, el estudio de balances energéticos y análisis de flujos de energía y materiales consumidos por las economías. Por otro lado, la EE considera que los recursos y residuos están directamente relacionados. Sin el uso de los primeros no habría contaminación por lo que necesariamente ha de abarcar ambos.[9][30][27]

Según ciertos autores de la EE, la percepción del fracaso de la idea de crecimiento derivada de la crisis social y ambiental, provocó la proliferación de etiquetas que simulan afrontarla mientras encubren las prácticas usuales. Es el caso del término desarrollo sostenible criticado como vago (múltiples significados), hipócrita (usado para promover actividades insostenibles) y contradictorio (ignora los límites sociales y biofísicos al crecimiento o focaliza cuestiones erróneas).[5]

Históricamente se ha considerado crecimiento y desarrollo como sinónimos. Por ello (utilitarismo) bastaba con producir mercancías de modo masivo para directamente incrementar el bienestar humano. La distribución óptima sería automática gracias a la mano invisible. La convicción actual de que crecimiento no es desarrollo cualitativo (mejora social, ambiental) deriva de la percepción del fracaso, paradójicamente fruto de su éxito productivista, de la economía convencional.[43]

Muchos autores suelen presentar la idea de desarrollo como cambio cualitativo, el problema surge al redefinir aisladamente el desarrollo. Pues, según José Manuel Naredo, Sobre el origen, el uso y el contenido del término sostenible,[44]​ la noción de desarrollo sostenible es sinónimo de crecimiento porque la modificación del significado de un concepto no reforma todo el complejo entramado de definiciones, indicadores y prácticas del sistema económico convencional al que pertenece. De este modo los manuales están estructurados de modo coherente (conceptos como riqueza, mercado, indicadores como el PIB, etc.) en torno a la idea de crecimiento.[9]

Sin embargo, para Herman Daly, puede haber desarrollo sin crecimiento, lo que le lleva a conservar ese término pero con otro sentido dentro de su noción de estado estacionario. Es decir, lo introduce dentro de un sistema económico distinto, ya que de producirse una transición a una economía estacionaria se producirían profundos cambios: La población humana debería ser numéricamente constante y también el stock de capital físico, ambos se mantendrían a largo plazo reduciendo la energía y materiales necesarios para reponer la población y el capital al mínimo posible.

La EE dice que sus críticas no son recogidas por la economía convencional y que ésta trata principalmente de preservar su autonomía, superioridad, unidad y coherencia limitada al mundo del valor de cambio con sus nociones de propiedad, mercados formadores de precios, etc. En lugar de lograr una mejor gestión de las relaciones de las sociedades humanas con el sistema natural al que pertenecen.

Es decir, se trata de remendar la red analítica que una vez dejó fuera estos aspectos (recursos, residuos, sociedad) reincorporando de modo tergiversado estos fenómenos a la economía convencional (mediante la invención de derechos de propiedad, precios y mercados) pero sin poner en discusión por qué se les dejó fuera en primer lugar, lo que revelaría su contradicción insalvable con los postulados básicos de la economía convencional.[9]​ Por ejemplo, un reconocimiento explícito dentro de la economía convencional de la sustituibilidad limitada de factores rompería la coherencia del enfoque neoclásico.[45][46]

Para la EE, la noción de sistema económico convencional avala la ideología del crecimiento y oculta su daño que está en la raíz de la destrucción ambiental y social de nuestra época,[47]​ pues se halla en el nexo de unión entre la naturaleza y la humanidad y dentro de esta última define y oculta las relaciones injustas entre los seres humanos mediante el dinero.[48]

La EE también discute, el intercambio inequitativo y desigual en términos biofísicos entre países centrales y periféricos que por la división internacional del trabajo son productores de materias primas, sin tener en cuenta que venden por un menor precio el stock creado por la naturaleza lo que conlleva al empobrecimiento a largo plazo para aquellas sociedades que no desarrollen al mismo tiempo un sustituto renovable (nociones relacionadas: sembrar el petróleo, intercambio ecológico desigual y asimetría entre el coste físico y la valoración monetaria denominada regla del notario).[27][37]

Desde la EE se critica la contabilidad macroeconómica porque considera rentas lo que en realidad es agotamiento de recursos y por ello un empobrecimiento, por contabilizar como incremento del PIB los gastos defensivos que se realizan para protegerse de los efectos del crecimiento o, directamente, porque no se puede reducir a un indicador cuantitativo la valoración del estado de la economía (Véase el apartado Limitaciones del uso del PIB). No obstante, se ha propuesto la adopción de indicadores corregidos como el PIB verde que tratarán de corregir algunos de estos fallos. Otras críticas son que la economía convencional no cubre suficientemente algunos aspectos como el trasiego de activos financieros y patrimoniales que afectan profundamente a la distribución de la renta, es una crematística incompleta. La EE también discute la fabricación de poder de compra por los sistemas financieros de EE. UU., Japón y la UE que permite a las naciones avanzadas acceder a los recursos del resto del mundo de modo injusto.[37]

Esto hace que, según la EE, la economía de los recursos naturales y la ambiental sean de nula utilidad práctica más allá de casos muy localizados en el espacio y el tiempo, en los que se pueden crear intercambios monetarios en mercados ficticios. Es decir, casos como el ganadero que contamina el agua de un agricultor (dando por supuesto que no hay nadie o nada más perjudicado en el presente o futuro salvo ellos, que hay unos derechos de propiedad definidos, unos productos dañados al agricultor con precio de mercado, un mercado competitivo dónde realizar transacciones baratas) es la denominada negociación Coasiana. Cuya significación se reduce a recrear las características clave de los bienes económicos ya sistematizadas por Walras.

Stigler elevó la propuesta de Coase al rango de «Teorema» y la formulación habitual es que en un conflicto como el mencionado y en ausencia de costes de transacción no importa cuál de las dos partes tiene el derecho a contaminar, es suficiente con su definición clara. Aunque para los implicados tiene efectos diferentes según quién deba ser compensado, para la economía en su conjunto no importaría.[27]

Según diversos autores de la EE, la utilidad de la EA-ERN es principalmente ideológica al tratar de salvar la noción habitual de sistema económico de la teoría convencional y su definición de desarrollo como crecimiento exponencial de la producción de bienes y servicios[9][27]​ y que es completamente incapaz, según la EE, para tratar problemas complejos, con incertidumbre y falta de información, que afectarán a generaciones futuras y con numerosos y diversos afectados en el presente, como ocurre por ejemplo con el cambio climático, la acidificación de los océanos o el agotamiento de la naturaleza.[27]

En cambio, en la EE el funcionamiento de las economías y la gestión de recursos y residuos se analizan directamente mediante conceptos y métodos tomados de la Física (la termodinámica explicaría por qué no podemos usar una y otra vez el mismo trozo de carbón para encender el fuego o el calor del mar para propulsar los barcos),[30][39]biología (conocimiento de los ecosistemas que nos proporcionan sustento vital, recursos o reciben residuos), geología (los yacimientos minerales son rarezas de la corteza terrestre, que se generan y se destruyen una y otra vez),[49]antropología y sociología (análisis de balances energéticos y de otras sociedades e instituciones), Ecología Industrial[50]​ (la ecología como marco y modelo para la industria) y también, de modo subsidiario y limitado, en términos monetarios.[27]​ Ejemplos: [31] (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)., [32]

De este modo se calcula que el 45% de la población activa mundial trabaja con la biomasa agrícola y forestal aunque solo genera un 5% del PIB mundial. Los flujos de biomasa están estrechamente ligados a los ciclos del carbono, nitrógeno, fósforo y otras sustancias y al flujo de energía trófica en los ecosistemas. La extracción y producción de biomasa está relacionada con la degradación de los ecosistemas. Únicamente la quinta parte de la superficie global tiene poca o nula interferencia humana mientras ciertos autores como Giampetro y Pimentel recomiendan la preservación de un 33% de los ecosistemas para asegurar su estabilidad. La parte de la Producción Primaria Neta (PPN, aquella que excede las necesidades de crecimiento y mantenimiento de los productores primarios y constituye la fuente para animales y humanos) apropiada por la humanidad oscila entre el 16% de la producción terrestre (año 2000, solo extracción terrestre sin pesca y sin tener en cuenta la pérdida de PPN debido a urbanización o agotamiento del suelo) a más del 40% (13% producción biomasa terrestre) según los resultados de varios estudios. Lo que a su vez plantea el problema de la escala máxima de la economía.[51][37][52]​Página web, inglés, sobre la HANPP [33] Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente Oficina Regional para América Latina y el Caribe, una inversión del 2% del PIB en economía verde tendría mayor rendimiento a largo plazo comparada con la economía marrón.[53]

Según la EE existen límites al crecimiento, por ello muchos autores apoyan abiertamente el decrecimiento, como el propio Georgescu Roegen que afirmó tempranamente que los países desarrollados deben reducir drásticamente su consumo (también en favor de los subdesarrollados) en el uso de materiales y energía y residuos generados. Por otro lado el consumo tras superar cierto umbral,[54]​ no conduce a la felicidad, ni responde en muchos casos a necesidades reales sino a deseos estimulados o creados por la propia economía, que deben ser cubiertos por mercancías o servicios de pago y permanentemente insatisfechos,[9][55]​ para seguir funcionando. Max-Neef diferencia entre necesidades y satisfactores.[56]

La EE es un campo abierto que permite la pluralidad pues hay un núcleo de creencias compartidas que proporcionan un marco para la investigación pero no la determinan. Sin embargo, contribuciones sin relación pueden aparecer como pertenecientes a este campo. La mayor parte del trabajo es empírico y enfocado a cuestiones concretas.[17]

La identidad del campo es débil ya que los investigadores hacen tipos de investigaciones muy diferentes y muchos se relacionan con otras organizaciones. Pero la EE tiene cierto control sobre niveles de competencia y la definición de la importancia relativa de las distintas investigaciones, aunque se discute sobre ello en la EE y muchos investigadores dependen del reconocimiento de otros campos para obtener fondos y establecer sus carreras.[17]

La organización interna de la EE es principalmente horizontal, en lo que a la investigación respecta, pero hay cierta jerarquización en la revista y boletines. La institucionalización de la EE ha sido exitosa, tanto a nivel internacional como regional, con muchos miembros, aunque para algunos de los pertenecientes a la generación de mediana edad fue más importante publicar en otros lugares. La EE dispone de varios centros de investigación, programas de formación y cursos de postgrado. La mayor parte de los miembros consideran importante influir en la agenda política.[17]

La EE ha recibido financiación de la Unión Europea que ha sido muy importante. Su investigación ha sido usada por la Agencia Ambiental Europea, Eurostat y ciertas organizaciones no gubernamentales y activistas (huella ecológica, conflictos ecológicos). En los EE. UU. han tenido protagonismo ciertas fundaciones privadas como la Ford y la Pew.[17]

Se mencionó al principio la transdisciplinariedad, además, la EE es democrática[57]​ porque en los procesos de caracterización de los problemas y de toma de decisiones han de ser tenidos en cuenta explícitamente los ciudadanos pues ya no hay óptimos cuantitativos que puedan obtenerse de forma automática mediante un conjunto de ecuaciones como pretende la economía convencional (ciencia post-normal, evaluación multicriterio).[27][58]

La EE reconoce que hay generaciones futuras que no existen y por ello no pueden decidir y sobre las que recaerán nuestros aciertos y errores; incertidumbre y falta de conocimientos. Diferenciándose de la economía convencional en la cual unos expertos, economistas, sostienen de forma tecnocrática los resultados de sus mecanicistas modelos económicos. Que no son neutrales ni objetivos, por ejemplo, el uso de la noción de externalidad sirve para desactivar los aspectos políticos y sociales de los problemas.

La diferencia tajante entre EE, EA y ERN es principalmente de tipo conceptual, en la práctica los autores y teorías se solapan e interrelacionan[27]​ tal y como puede comprobarse por algunos artículos publicados en la revista Ecological Economics. Por ejemplo el número de febrero de 2008, en el que se pueden encontrar artículos relacionados con la EA (Contingent valuation: A new perspective), con la ERN (Reconciling economic and biological modeling of migratory fish stocks: Optimal management of the Atlantic salmon fishery in the Baltic Sea) y más propios de la EE (Ecological footprint accounting in the life cycle assessment of products).[59]

La economía ecológica es un campo relativamente nuevo, mucho más abierto a la discusión teórica también con otras corrientes de la economía como la Economía institucional, siendo más fértil que la teoría económica convencional. Dentro de la EE son comunes los debates en torno a epistemología, filosofía de la ciencia, historia de la ciencia y otras disciplinas teóricas que puedan fundamentar o inspirar los nuevos enfoques.

También se puede enlazar con la agroecología [34]historia ambiental, ecología política, agricultura ecológica, ecología urbana y disciplinas similares ya que comparte algunos principios, métodos y perspectivas.[21]

La economía ecológica pretende cerrar un largo período de separación entre la economía, la naturaleza y la sociedad cuyos resultados en términos de destrucción ambiental e injusticia social entiende que son evidentes.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Bioeconomía (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!