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Batalla de Mardia



La batalla de Mardia, también llamada batalla del Campo Mardiense (en latín, Campus Mardiensis) o batalla del Campo Ardiense (en latín, Campus Ardiensis), enfrentó a las fuerzas de los emperadores romanos Constantino el Grande (r. 306-337) y Licinio (r. 308-324), a finales de 316 o comienzos de 317, probablemente en el lugar que hoy ocupa la moderna ciudad de Harmanli, en Bulgaria. Este combate formó parte de una serie de confrontaciones entre los augustos Constantino y Licinio, que causaron el ocaso del sistema de gobierno, denominado tetrarquía, y la restauración de un único regente en el Imperio romano.[1]

La batalla de Mardia, se produjo poco después de la victoria de Constantino, en la batalla de Cibalis, posiblemente como consecuencia del intento de nombramiento del senador Basiano, como césar de Italia, designación que Licinio rechazaba. Con esta nueva victoria, se reconoció a Constantino la conquista de casi la totalidad de la península de los Balcanes, excepto Tracia.[2]

El emperador Constantino derrotó a Majencio en la batalla del Puente Milvio, el 28 de octubre de 312.[3][4][5]​ A su vez, Licinio derrotó a Maximino Daya en la batalla de Tzirallum, en el año 313.[6]​ Los vencedores dividieron al Imperio romano en dos partes, cada una gobernada por uno de los coemperadores. Durante la guerra de Licinio contra Maximino, Constantino permaneció como aliado del primero; pero cuando se deshicieron de los coemperadores competidores, esta situación se deterioró.[7]

La paz entre ambos emperadores no duraría mucho tiempo. El conflicto se inició probablemente debido al nombramiento del senador Basiano, esposo de Anastacia, la prima hermana de Constantino, como césar, y al intento fallido de asesinato de Constantino por parte de Senecio, el hermano de Basiano. Constantino exigió a Licinio entregarle a Senecio, pero ante su negativa,[8]​ los augustos se enfrentaron en la batalla de Cibalis, el 8 de octubre de 314[9][10]​ o de 316.[2][11][12]

Licinio al ver perdida la contienda, huyó a Sirmio, y luego se refugió en Adrianópolis (hoy Edirne), lugar donde reunió a un segundo ejército con ayuda de dux Valerio Valente, quien fuera elevado a la dignidad de augusto. Al mismo tiempo, Licinio intentó negociar la paz, pero Constantino, confiado en su victoria, lo insultó por el nombramiento de Valente y rechazó la oferta.[2]

Constantino invadió el centro de Sirmio y reconstruyó el puente sobre el río Sava, que su rival había destruido para retrasar su marcha.[13]​ Al poco tiempo continuó su recorrido a través de los montes Balcanes y estableció su base en Filipos o Filipópolis;[14]​ otros autores sugieren que la base habría estado asentada al suroeste de Adrianópolis, en la cuenca del río Arda (antiguo Harpeso).[2]​ Desde allí partió con el grueso de su ejército contra su rival, que se hallaba en Tracia, hasta llegar a la llanura ubicada frente a Mardia, a veces identificada con Harmanli, en Bulgaria.[13]

El ejército constantiniano llegó durante la noche al lugar en donde se libraría la batalla. El emperador Constantino ubicó a sus tropas y les ordenó que se preparasen para luchar en la madrugada del día siguiente. Cuando Licinio vio que su rival organizaba sus fuerzas, trajo también a sus hombres del campamento y los alineó. Al inicio del primer ataque, ambos ejércitos mantuvieron cierta distancia e hicieron uso de sus arqueros. Una vez agotadas todas las flechas, lucharon mano a mano con lanzas, espadas y dagas.[15]

Constantino ganó la batalla, a pesar del equilibrio de fuerzas (pues según Zósimo la contienda estuvo muy equilibrada hasta que dada la señal, ambos ejércitos se retiraron),[16]​ debido a que él ordenó a un grupo de 5000 soldados que conquistarse una colina próxima;[13]​ en el momento apropiado, estos hombres atacaron por detrás a las tropas de Licinio y le causaron grandes bajas. El ejército liciniano consiguió evitar un desastre: se organizó en dos frentes y continuó la lucha hasta la llegada de la noche, cuando logró escapar del enemigo y refugiarse en las montañas. Aparentemente hubo muchos muertos en ambos lados.[16]

Licinio se dirigió con sus tropas hacia el norte, rumbo a la ciudad de Augusta Trajana (actual Stara Zagora). Constantino creía más bien que su enemigo huiría a Bizancio, y de este modo se retiraría para Asia Menor, motivo por el cual se encaminó en esta dirección, pero sin saberlo se colocó en una posición bastante vulnerable, debido a que las fuerzas licinianas se interponían a sus líneas de comunicación con el Occidente. Debido a tal situación, ambos tenían motivos para invocar la paz, sin embargo fue Licinio —quien todavía no se había recuperado de la derrota— el que envió a su emisario Mestriano con el propósito de negociar con Constantino,[17]​ pero el emperador decidió postergar las conversaciones hasta poder tener la certeza de que no se reiniciarían las hostilidades. Una posible razón para la aceptación de las negociaciones podrían haber sido las noticias de la captura de sus suministros y de su comitiva imperial, gracias a un repentino ataque enemigo.[18]

De acuerdo con la paz acordada en Sérdica, el 1 de marzo de 317 (fecha elegida deliberadamente por Constantino por ser el aniversario de la elevación de su padre),[19]​ Licinio reconoció a Constantino como gobernante superior, asimismo, le cedió todas sus provincias europeas, excepto Tracia, y depuso a su coemperador Valerio Valente, al cual mandó ejecutar tiempo después. Constantino y Licinio fueron nombrados cónsules, y tanto los hijos del primero, Crispo (r. 317-326) y Constantino II (r. 317-340), como el del segundo, Licinio II (r. 317-324), serían nombrados césares.[20]



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