Del barrio La Mondiola sos el más rana
y te llaman Garufa por lo bacán;
tenés más pretensiones que bataclana
que hubiera hecho suceso con un gotán.
Durante la semana, meta laburo,
y el sábado a la noche sos un doctor:
te encajás las polainas y el cuello duro
y te venís p'al centro de rompedor.
La palabra bataclana aparece en 1922, tras la llegada a Buenos Aires de la compañía teatral parisina Bataclan.
En los espectáculos, las coristas vestían con escasa ropa y se las relacionaba con una vida disipada, lo que provocó que a las mujeres de vida liviana se las llamara despectivamente “bataclanas”.
En 1927 los autores uruguayos Víctor Soliño y Roberto Fontaina componen en Montevideo la letra del tango Garufa y Juan Antonio Collazo la música; dicha letra hace mención a la palabra "bataclana".
En 1941 la actriz argentina Niní Marshall protagonizó la película Yo quiero ser bataclana.
El término "bataclana" también es usado para describir un tipo de música que no se ciñe a un género específico. Se utilizó por primera vez con esta definición en 2011 en el Instituto Popular de cultura de la ciudad de Cali, Colombia, debido a la necesidad de definir el tipo de música que diversas agrupaciones nacientes crearon en su producción musical fusionado diversos géneros del mundo. "Al igual que las bataclanas nuestra música no se ve limitada ni supeditada a un género, hacemos lo que nos gusta y lo que le gusta a ustedes".
En 2014 hubo una polémica en la política argentina a raíz de que Carlos Kunkel criticara a su colega diputado Martín Insaurralde por andar «paseándose con bataclanas» en referencia a su pareja Jésica Cirio. Mimí Pons reivindicó el obsoleto término en el programa Showmatch, en cuyo certamen Bailando por un sueño participaba Jésica Cirio.
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