La autolesión, también conocida como autolesión deliberada o autoagresión, es una práctica consistente en la producción intencionada de heridas sobre el propio cuerpo, comúnmente realizadas con intenciones suicidas. Estos y otros nombres se emplean en la literatura médica más actual en un intento de utilizar una terminología neutral. La antigua literatura, especialmente la que precede al Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV-TR), empleaba en la mayoría de los casos el término automutilación.
La forma más común de autolesión son los cortes en la piel. No obstante, la autoagresión involucra una amplia gama de comportamientos que incluye, entre otros: quemaduras, rasguños, golpes, dermatilomanía, tricotilomanía e ingesta de sustancias tóxicas u objetos. Generalmente, los comportamientos asociados con el abuso de sustancias y con los desórdenes alimenticios no son considerados autolesiones, pues los resultantes daños tisulares son, por lo común, un efecto secundario involuntario. No obstante, los límites no son siempre claros y, en algunos casos, los comportamientos que habitualmente caen fuera de los límites pueden representar efectivamente una autolesión si se realizan como un intento explícito de causar daños tisulares. Aunque el suicidio no es uno de los propósitos de esta práctica, la relación entre ambos comportamientos es compleja, especialmente porque la autolesión es potencialmente una amenaza a la vida.
El deseo de autolesionarse aparece en el DSM-IV-TR como un síntoma del trastorno límite de la personalidad. Sin embargo, pacientes con otras enfermedades también pueden autoagredirse, incluidos los que presentan depresión, trastornos de ansiedad, abuso de sustancias, desórdenes alimenticios, trastorno por estrés postraumático, esquizofrenia y otros trastornos de personalidad. Aparece también en individuos sin diagnóstico médico. Los motivos varían, y puede servir para satisfacer diferentes funciones, por ejemplo, la autolesión como una estrategia de afrontamiento que provee un alivio temporal a intensas sensaciones tales como ansiedad, depresión, estrés, insensibilidad emocional o sensaciones de fracaso u odio a sí mismo, además de baja autoestima o perfeccionismo.
Asimismo, está asociada con problemas como traumas y abusos emocionales o sexuales. Existen diversos métodos empleados para tratar la práctica, que se concentran ya sea en el tratamiento de las causas subyacentes o directamente en el tratamiento del comportamiento. Cuando se asocia con depresión, el tratamiento con antidepresivos puede ser efectivo. Otros enfoques implican técnicas de evitación, que se concentran en mantener al paciente ocupado en otras actividades o en reemplazar el acto con otros métodos más seguros que no conduzcan a daños permanentes. En 2013, se registraron cerca de 3.3 millones de casos de autoagresión. Es un comportamiento más común en adolescentes y adultos jóvenes, generalmente con apariciones iniciales entre las edades de 12 a 24 años. En la infancia es relativamente rara su aparición; sin embargo, la tasa ha ido en aumento desde la década de 1980. No obstante, puede ocurrir a cualquier edad, incluso en la población de edad avanzada. El riesgo de lesiones serias y de suicidio aumenta en personas mayores. Por otro lado, la autoagresión no se limita a los humanos; los animales cautivos, como aves y monos, también muestran comportamientos similares.
La autodestrucción, que se manifiesta en cortes, quemaduras, rasguños, arañazos, tirones del pelo, golpes, asfixia etc. Cualquier forma de producción de dolor es una forma de expresar el sufrimiento, una forma no verbal de comunicación donde los sentimientos se transmiten visualmente a través del cuerpo. Generalmente, se usa para liberarse de sentimientos de rabia, ira, tristeza, soledad, rencor y dolor emocional. Se efectúa para liberar esas emociones que el autoagredido no puede expresar.[cita requerida] También, a veces, ante el sentimiento de no estar vivo, los autoflageladores se cortan para cerciorarse de que siguen vivos.
Este padecimiento se utiliza a veces para aliviar dolores emocionales fuertes, ya que es más fácil controlar el dolor físico que el emocional. La sensación de dolor produce una cierta liberación de ansiedad. Algunos adolescentes se realizan heridas (cortes o quemaduras, o hasta beber su propia sangre) en momentos de crisis o de sufrimiento, porque el dolor físico les ayuda a soportar su sufrimiento psicológico. En otras circunstancias la autoagresión se utiliza para sentir poder sobre uno mismo. La autoagresión está muy relacionada con las adicciones, trastornos de alimentación como bulimia y anorexia.
La autoagresión o conductas autolíticas son también muy frecuentes en personas que padecen un trastorno límite de la personalidad o personalidad borderline.
También puede utilizarse la autoagresión como forma de demostrar públicamente el sufrimiento interno, de forma similar a la costumbre judía de "rasgarse las vestiduras y echarse ceniza sobre la cabeza". En este caso el objetivo último es la búsqueda de ayuda o comprensión.
Por último añadir que en una serie de enfermedades mentales (como demencia y esquizofrenia) o trastornos (como discapacidad intelectual y autismo) los afectados se producen a sí mismos daños sin ningún objetivo sino a consecuencia de su enfermedad o trastorno, y esta conducta también se considera autoagresión.[cita requerida]
Este tipo de conducta debe ser tratado ya que puede conllevar a pensamientos suicidas y realización de dicho acto.
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