Asensio Julià i Alvarrachi, apodado el Pescadoret (Valencia, 1753-¿Madrid?, 25 de octubre de 1832), fue un pintor y grabador español cuyo talento ha sido reconocido en estos últimos tiempos debido a su estrecha relación con su maestro y amigo, Francisco de Goya. Al estar en la línea de Goya, Asensio también recorre las diferentes estéticas en su obra pictórica, que dan comienzo al Romanticismo.
Nacido en el valenciano barrio marinero del Cañamelar en 1753. Al parecer era hijo de pescadores de ahí que se diera a conocer por el sobrenombre de "El Pescadoret", aunque, según opina Rafael Gil Salinas, catedrático de la Universidad de Valencia, hay dudas sobre la certeza de este dato. Fue bautizado en la entonces ermita de Nuestra Señora del Rosario.
Estudió en la Real Academia de San Carlos de Valencia, donde está documentado en 1771, con once años, y donde continuó hasta 1775. A los 19 años, antes de consagrar su vida a la pintura, se embarcó durante un año y medio en la lucha contra los piratas berberiscos en las costas del norte de África, pero retornó a causa de la sordera que padecía. Era el primer paralelismo que unió su biografía a la de Goya, aislado del mundo por la misma enfermedad.
Más tarde se trasladó a Madrid, donde trabajó con el pintor valenciano Mariano Salvador Maella, por cuya mediación se pondría en contacto con Francisco de Goya, de quien fue uno de sus discípulos predilectos. Su primera actividad conocida fue la de profesor en el estudio de la Merced, establecimiento dependiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1783, fecha registrada en el documento donde aparece como aspirante para continuar sus estudios en la institución madrileña.
En esta Academia ocupó, más tarde, el cargo de director adjunto de la Escuela Real de la Merced de Madrid, ocupando la dirección de una de las secciones llamada de ornamentos.
Poco más se sabe de su vida personal, salvo que hacia 1790 vivía en una barraca en la playa del Cabañal a quinientos metros de la casa del marqués de La Romana —al que prestaba sus servicios— donde vino a instalarse Goya una temporada para reposar con su esposa, convaleciente por motivos de salud. Según Gil Salinas, el primer contacto entre los dos pintores tuvo lugar de tal manera, pues en la correspondencia entre Goya y su amigo Martín Zapater, se ha subrayado un fragmento de una carta del primero, fechada el 5 de agosto de 1789, en la que comenta:
Se ha subrayado en alguna ocasión que la referencia a Asensio Julià hay que interpretarla como pintor y profesor de «ornamentos» y no como maestro de obras.
En 1798 Goya había recibido uno de los encargos más importantes de su carrera: la decoración al fresco de la ermita de San Antonio de la Florida en Madrid. La sordera del pintor cada día es mayor y su salud es muy inestable, cansándose con frecuencia. Estas serían las razones por las que emplearía a su alumno más aventajado para este trabajo: Asensio Julià.
De este momento es el retrato que Goya le pintó (Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid), en el cual se puede apreciar la dedicatoria en el ángulo inferior izquierdo del lienzo: «Goya a su amigo Asensi» [sic]. Esta inscripción indica el grado de amistad que Goya debió tener con su ayudante, al cual retrató en al menos tres ocasiones, algo muy excepcional. En el retrato le vemos con una elegante bata en un taller pictórico, rodeado de andamiajes —posiblemente los empleados en San Antonio— y pinceles a sus pies. La fuerte luz que penetra en la estancia por la derecha ilumina la pequeña figura, destacando especialmente el altivo rostro. La pincelada empleada es muy suelta, a base de rápidos toques de color que parecer anticipar el Impresionismo. Se conoce además otro retrato muy posterior de Julià, atribuido a Goya en el Instituto de Arte Clark de Williamstown (Massachusetts), que lleva la firma: «Pr. Fr. Goya 1814». Fecha que parece indicar que estuvieron en contacto hasta por lo menos esa fecha.
No se le conoce mujer ni hijos; ni siquiera está documentado que muriera en Madrid, donde desarrolló gran parte de su trayectoria profesional. Fue, lo mismo que Agustín Esteve, un artista con talento a la sombra de un genio.
Se intuye que era un hombre de escasa ambición, conformado con los encargos que recibía de la burguesía de la época. La volubilidad de su firma —que se presentaba como «A. Juliá», «Asensi Julià», «Asensi Chuliá» o sin rúbrica alguna— podría interpretarse como prueba de esta modestia. Ahora bien, estas vacilaciones sobre su nombre podrían también ser interpretadas, al menos en parte (la variación «Julià» / «Chulià»), como señal de que el pintor era valencianoparlante. Así lo demostraría el hecho de que la dedicatoria de Goya mencionada arriba esté dirigida a «Asensi» (es el nombre con el que el pintor se referiría a sí mismo) y no a la versión castellanizada de «Asensio».
La obra pictórica conocida de Asensio Julià es de pequeño tamaño, con temas militares y alegóricos. Además se le conocen figuras dramáticas como El ajusticiado, atribuida a principios del siglo XX a Goya y El náufrago, también llamado El contrabandista, donado por su autor a la Academia de San Carlos de Valencia en 1816. Estas temáticas están muy relacionadas con argumentos semejantes que Goya utilizó en algunas de sus pinturas.
Asimismo se le ha atribuido varios retratos de militares extranjeros en la Guerra de la Independencia. Igualmente son conocidos el Retrato de José Camarón y Meliá (en subasta por la Casa Christie´s) y Martincho desde la mesa (propiedad de un coleccionista particular de Barcelona). También se le conocen dibujos que fueron pasados al grabado por Rafael Esteve, otro valenciano retratado por Goya con quien ya había trabajado en algunas ocasiones. Por último, se conoce otra faceta de su personalidad como copista de Goya, atribuyéndosele dos copias del Autorretrato con el médico Arrieta.
El coloso es uno los cuadros emblemáticos de la Guerra de la Independencia y una de las obras clave en la producción de Francisco de Goya. El 24 de junio de 2008, el diario ABC publicaba que dos de los jefes de la sección de Conservación del Museo del Prado habían planteado sus dudas sobre la autoría de este lienzo y apuntaban a que podría haber sido pintado por Asensio Julià. Posteriormente, ya el 26 del mismo mes, el Museo del Prado explicaba pormenorizadamente la teoría, postulada por Manuela Mena.
Miguel Zugaza, director de la pinacoteca, afirmó que los resultados de las investigaciones técnicas en torno a esta obra, que aún estaban por concluir y que se publicarían en el Boletín del Museo a finales de 2008, «cierran el capítulo sobre las evidencias de que esta pintura no es de Goya» y abren ahora un nuevo periodo en el que habrá que «reconstruir la personalidad de Asensio Juliá» del que se sabe muy poco. «Cuando se publiquen estas investigaciones el Museo del Prado procederá a dar a 'El Coloso' el estatus que requiera», apostilló. No obstante, el máximo responsable del Museo del Prado, Miguel Zugaza, «no quiso descartar 'taxativamente' la autoría de Goya en el cuadro, e instó a esperar a que finalicen las investigaciones de los expertos».
Por otro lado, el primero de julio de 2008, Nigel Glendinning mostró su rotunda oposición declarando al ABC: «Lo que está pasando es grave y triste, el Prado admite cosas sin suficiente estudio». Glendinning rebatía los argumentos utilizados por Manuela Mena uno por uno, fundamentalmente, el que podía tener más peso, la presunta existencia de las iniciales A. J. interpretadas por la conservadora del museo como firma de Asensio Julià. El hispanista y experto en la obra goyesca mostraba una fotografía antigua del cuadro en la que donde Manuela Mena leía A. J., se podía «atisbar claramente» un '1' y un '7' y a continuación se distinguía un '6', formando el dígito 176, un número de inventario, según el experto anglosajón.
A partir de julio de ese año se sucedieron las declaraciones a favor y en contra de la atribución, sin que se haya resuelto la autoría en uno u otro sentido entre los expertos que han aportado su opinión.
El 28 de diciembre de 2008 la agencia informativa Europa Press informó que el Museo del Prado emitiría su dictamen sobre la autoría de la pieza en el boletín correspondiente al mes de enero de 2009. El análisis concluyó determinando, en enero de 2009, que el cuadro es de un discípulo de Goya indeterminado, sin ser capaz de asegurar que se tratase de Juliá.
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