Los apologetas griegos son escritores eclesiásticos que buscaban defender la fe cristiana de las acusaciones realizadas contra ella por parte de paganos durante el siglo II y III. Se trata de una reacción ante las críticas, burlas y desprecio a los cristianos por parte de autores romanos quienes catalogaban de secta al incipiente cristianismo. Por tanto, se trata de escritos dirigidos a los no cristianos con el fin de darles a conocer la fe y las costumbres de esta religión.
El tono de estos escritos puede ser de abierta hostilidad o derrisión de los escritos paganos o de su filosofía o de defensa partiendo de las mismas bases jurídicas o filosóficas de la cultura romana de entonces. Los géneros usados van desde el tratado hasta el diálogo.
También se consideran apologías de este período los escritos destinados a rechazar las críticas de los judíos.
Los apologetas griegos se interesaban en provocar una buena acogida por parte de los intelectuales paganos al cristianismo y defender su religión de los ataques que se venían produciendo en el imperio. No se trata de escritos catequéticos sino de defensa, y por tanto, el contenido doctrinal es más bien pobre. También se descubre en ellos el interés por la conversión de sus interlocutores. Hay en estas obras información útil sobre la vida de los cristianos del tiempo.
Sin embargo, las actitudes ante la filosofía y la cultura paganas varían entre los apologetas: algunos la asumen y la valoran (Arístides, Melitón de Sardes, Justino, Atenágoras y Minucio Félix), otros la denostan con acritud (Taciano, Hermias, Tertuliano y Arnobio) Otros se mantienen en una crítica más serena (Lactancio). Las apologías de los que defendían parte de la cultura pagana son escritos de justificación que pretenden mostrar la verdad de las ideas, vida y explicaciones cristianas frente a algunos aspectos de la filosofía helenística. En ellas se recurre a afirmaciones filosóficas provenientes del pensamiento griego aunque se les intenta dar otro sentido.
Aparecen en las apologías los temas centrales del pensamiento cristiano: la idea de Dios, la idea de creación, la concepción del hombre, el lugar del hombre en el mundo, el lugar que deben ocupar los cristianos en el Imperio. En algunas de estas apologías aparece, además, una valoración positiva del pensamiento griego, sobre todo del platónico, como antecedente o preparación para el pensamiento cristiano.
El mayor acento se ponía en demostrar que los cristianos no podían ser considerados como enemigos públicos o políticos porque eran buenos ciudadanos. También criticaban con fuerza la idolatría. Su argumentación giraba en torno a demostrar tanto la “verdad” de la religión cristiana como también su antigüedad (a modo de motivo de credibilidad). Para ello usaban los instrumentos propios de la retórica griega y hasta los diálogos al estilo platónico, la terminología teológica que introducen es también más griega que judaica.
Las apologías escritas para rechazar las críticas de los judíos, toman temas como la Antigua Alianza llevada a su cumplimiento con el cristianismo, la identificación de Jesús de Nazaret con el Mesías esperado por ellos y temas ligados a la liturgia. Esto se hacía usando el Antiguo Testamento y mostrando la interpretación propia cristiana de pasajes e historias.
Los escritos realizados por intelectuales paganos así como las persecuciones desatadas por los emperadores romanos fueron otra fuente de escritos apologéticos. A raíz de la conversión de Constantino y de la asunción del cristianismo como religión de Estado en Roma, esos escritos fueron destruidos y en la mayoría de los casos lo que se ha salvado es aquello que es citado por los mismos apologetas.
La primera persecución general fue la realizada por Decio entre los años 250 y 251. Como no se conocían crímenes que pudieran dar lugar a condenas (circulaban acusaciones de antropofagia y de incesto debido a la naturaleza extraña de las reuniones que tenían los cristianos para celebrar la fracción del pan), se creía que el mismo nombre de “cristiano” fuera suficiente para desencadenar el castigo. Por ello, los cristianos pensaban que dirigiéndose a los emperadores podrían obtener justicia y protección. De ahí que muchos textos apologéticos estén redactados pensando en el emperador como interlocutor literario. Drobner afirma:
Las acusaciones eran de todo tipo: impiedad, ateísmo, canibalismo e incluso infanticidio. Tácito, al tratar sobre el incendio de Roma en sus Annales y referir las acusaciones que se vertieron sobre los cristianos, habla de estos como de personas que desprecian el género humano.
Hay también constancia de un discurso de Marco Cornelio Frontón que habría escrito contra los cristianos. Luciano de Samosata hacia el año 170 en su De morte peregrini ridiculizaba las creencias cristianas en el más allá y la caridad fraterna. Celso con su Discurso verdadero fue el más incisivo en sus críticas al cristianismo al que calificaba como un conjunto de supersticiones y fanáticos.
Estas críticas y burlas continuaron con autores y personajes posteriores como Porfirio o Juliano.
Dado que la mayor parte de los escritos de los apologetas eran dirigidos a los emperadores del tiempo, una forma de clasificación de los textos es seguir los períodos de los emperadores
El primer texto apologético con el que se cuenta es el llamado Fragmento de Cuadrato, casi todo él perdido. Se trataba de un texto dedicado al emperador Adriano. El discurso A Diogneto puede ser datado en las mismas fechas. Otra apología dedicada a Adriano es la de Arístides de Atenas.
Entre las que se escribieron en tiempos de Antonino Pío se cuentan la de Aristón de Pella y las dos de Justino que pide una justificación a las condenas contra los cristianos.
Taciano el Sirio escribe durante el período de Marco Aurelio haciendo una crítica a la filosofía y hasta la cultura griega. Otro apologeta del que, sin embargo, no se conservan sus escritos fue Milcíades. Atenágoras de Atenas escribe la Súplica en favor de los cristianos. Teófilo de Antioquía escribe a “Autólico” sobre la moral cristiana y refutando una a una las críticas que se daban a los cristianos. De Melitón de Sardes sólo se conserva un fragmento de su apología. Finalmente Hermias escribió un diálogo satírico sobre las contradicciones de la filosofía pagana.
Casi todos los textos mencionados pueden encontrarse en el Códice de Areta en la Biblioteca Nacional de París (llamado Codex Parisinus 451. Se trataba de un corpus apologetarum que el obispo Aretas de Cesarea mandó reunir hacia el año 914.
Existe también una edición crítica con comentarios en latín realizada por Johann Karl Theodor von Otto entre 1847 y 1881, la Corpus Apologetarum Christianorum saeculi secundi. Añade las obras de atribución dudosa y las espurias.
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