Alonso de Castillo Solórzano (Tordesillas, 1 de octubre de 1584-Zaragoza, 1647) fue un escritor español del Barroco.
Sus padres eran de origen valenciano: pequeña nobleza dedicada a servir a la alta. El padre era camarero del duque de Alba y Alonso pudo disfrutar de una educación notable (quizás bajo la dirección de su abuelo materno el abogado Pedro Griján), pero interrumpió sus estudios al morir su padre cuando contaba trece años. Tal vez siguiera estudios en la Universidad de Salamanca, puesto que su familia servía a la Casa de Alba: en su novela Aventuras del bachiller Trapaza describe muy bien el mundo estudiantil de esa ciudad. Así sería si su relato "Quien todo lo quiere, todo lo pierde", incluido en La garduña de Sevilla, tuviese en el personaje del licenciado Monsalve algo de autobiográfico. Pero lo cierto es que desde su nacimiento hasta 1616 no se sabe absolutamente nada sobre él: quizás estaba al servicio de la Casa de Alba o instalado en Tordesillas.
El 27 de febrero de 1617 enfermó de gravedad y redactó un testamento en que nombra heredera universal a su tía Catalina Griján; también se averigua por este documento que estaba casado con una tal Agustina Paz. El 12 de octubre de este mismo año murió su madre, Ana Griján; un año después lo hizo su tía Catalina. De ambas recibió herencias exiguas que liquidó enseguida, bien para instalarse en la Corte, bien para pagar deudas, o quizá para las dos cosas; más parece lo primero. Lo declara en Las Harpías en Madrid:
El 4 de abril de 1618, quizá a punto de trasladarse, redactó otro testamento en Tordesillas en que nombra heredera universal a su ya citada esposa y cita a una niña adoptiva que han criado juntos, quizá natural, Ana Velarde. No tuvo otra descendencia. Se declara gentilhombre del conde de Benavente y en 1619 se hallaba ya en Madrid sirviéndolo, como atestiguan dos documentos: una información por Juan de Ulloa para acreditar los derechos del escritor a la herencia de su madre Ana Griján y un soneto preliminar al libro de su paisano Cristóbal González de Tomeo Vida y penitencia de santa Teodora de Alejandría. Esta es la primera pieza literaria que se conserva de él.
Enseguida se introdujo entre los escritores seguidores de Lope de Vega, quien por entonces atacaba a los poetas culteranos, y participó en las numerosas academias literarias que entonces había en la Corte. En 1621 aporta un soneto junto a otro de Lope para celebrar la miscelánea Los cigarrales de Toledo publicada en ese año por Tirso de Molina. En 1622 interviene con un soneto en las fiestas del Colegio Imperial en honor de la canonización de san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier y aporta un soneto, unas décimas y un romance firmado con seudónimo a las famosas justas poéticas organizadas en la canonización de san Isidro, que Lope usó para su propio enaltecimiento y el de sus discípulos y para atacar a los culteranos; Solórzano obtuvo el tercer premio. Traba además profunda amistad con Sebastián Francisco de Medrano, quien desde 1617 hasta 1622 presidió la Academia de Madrid; Solórzano es designado secretario de esta academia en la cuaresma de 1622, época en la que se disolvió, pero vuelve a ocupar el mismo puesto al año siguiente cuando se refunda bajo el amparo de Francisco de Mendoza.
Sin embargo, su situación económica empeoró hasta el punto de que el 17 de abril de 1622 se vio obligado a vender su título nobiliario. Desde el 18 de marzo de 1622 aparece en diversos documentos como criado o gentilhombre del marqués del Villar, a quien dedica la segunda parte de los Donaires y bajo cuya protección redacta Tardes entretenidas, Tiempo de regocijo y Jornadas alegres.
Algo debió ocurrir para que abandonara su servicio por el de otro noble, ya que el 22 de marzo de 1627 aparece como criado del marqués de los Vélez; eso le obliga a abandonar Madrid porque el marqués (Luis Fajardo Requeséns) fue nombrado virrey de Valencia en 1628; Castillo se trasladó con él a esta ciudad, lo que explica que sus obras narrativas Lisardo enamorado y Huerta de Valencia se publiquen allí en 1629.
A principios de la década de los treinta Castillo reside en Barcelona. Viajó a Milán acompañando a su amigo Sebastián Francisco de Medrano; allí publicó una colección de poemas y comedias de este último (Favores de las musas, 1631). Debió regresar pronto a Barcelona para publicar tres obras narrativas: Las harpías en Madrid, La niña de los embustes y Los amantes andaluces, y luego volvió a Valencia, donde publica en 1634 Fiestas del jardín y, en 1635, Sagrario de Valencia. Como el 24 de diciembre de 1631 había fallecido ya Luis Fajardo Requeséns, marqués de los Vélez, Castillo había pasado a servir al nuevo, Pedro Fajardo, y lo siguió a Zaragoza cuando en 1635 fue nombrado virrey de Aragón; allí publicó en Aventuras del bachiller Trapaza (1637) y terminó en octubre de ese mismo año la comedia de figurón El mayorazgo figura. En 1639 da por concluida Sala de recreación y publica el Epítome de la vida y hechos del ínclito rey don Pedro de Aragón.
Aún seguirá viajando más: en 1640 el marqués fue nombrado virrey de Cataluña y Castillo Solórzano volvió a Barcelona, donde publicó en 1640 Los alivios de Casandra, de la que hizo una segunda edición en 1641. En este año ya se pierde toda pista sobre su persona, aunque hay que suponer que debió de morir en algún lugar de Italia, ya que el marqués don Pedro Fajardo fue nombrado por este tiempo embajador en Roma en 1642 y allí se publicó La garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas, quizá su libro más famoso, donde trata de conjugar la fórmula de la novela picaresca con los ambientes elevados y la finura expositiva de la novela cortesana, dando cabida a argumentos amorosos y aventureros. Su señor fue nombrado después virrey de Sicilia y también falleció allí en 1647.
En suma, Alonso de Castillo Solórzano fue un pequeño noble provinciano de escasos recursos económicos que pudo publicar una dilatada obra literaria gracias a la protección que le dispensaron algunos nobles y mecenas mucho más importantes que él, sacando fruto de su capacidad para adaptarse a los distintos ambientes literarios de todas las ciudades en que se vio forzado a residir siguiendo a sus protectores.
Del éxito de sus obras da fe que una de sus comedias, El marqués de Cigarral, fuera traducida por el francés Paul Scarron, quien entró además a saco en otras de sus obras para componer las suyas. En su época fue tenido por maestro en el campo de la poesía cómica, cuyas piezas reunió en su mayor parte en los Donaires; lo atestiguan las continuas alusiones a la gracia, sal e ingenio de Castillo Solórzano en El laurel de Apolo de Lope de Vega, en el Orfeo en lengua castellana de Juan de Jauregui y en los vejámenes de los escritores de la Academia de Mendoza Anastasio Pantaleón de Ribera, Gabriel del Corral y José Camerino. Por otra parte, cabe atribuir a Alonso de Castillo Solórzano la invención, o al menos la consolidación como género, de la comedia de figurón.
Escribe un comentario o lo que quieras sobre Alonso Castillo Solórzano (directo, no tienes que registrarte)
Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)